N/A Hola a todos, llego con una nueva aportación a este fabuloso anime Full Metal Alchemist. Espero sea de su agrado porque en esta historia encontraremos todo sobre romance entre una de mis parejas favoritas Roy y Riza.


MONA LISA


Cambios en el trabajo


Se encontraba despierta, debido a los nervios, quizá; solo atinó a apagar el despertador antes de que sonara. Black Hayate comenzó a mover su rabito con emoción al notar como su ama se ponía de pie, comenzó a ladrar mientras realizaba un curioso baile con sus patas delanteras.

Riza se dirigió al baño para despabilarse un poco con el agua y después de asesarse debidamente decidió darle de comer al perro. Con rapidez le sirvió en su plato color rojo un puño de su alimento y seguido preparó una taza de café.

De un momento a otro yacía bebiendo aquel líquido y leyendo el periódico. Las noticias parecían no tener fin, lo único bueno de que sus ojos se cansaran, era que los hechos eran positivos en el mayor porcentaje, no se leía nada sobre guerras, rebeliones o cosas parecidas. Le dio vuelta a la página de deportes con rapidez, le aburría simplemente y entonces visualizó la sección de política. "Los candidatos para ser Fuhrer ¿cuál escogería usted?" era el nombre del reportaje. Riza gruñó y torció su delgada boca, el nombre le pareció absurdo, incluso ella podría escoger uno mejor. Este le recordaba un concurso de animales o algo parecido; y lo que más le molestaba es que Roy salía en la portada como uno de los prospectos.

Cerró el periódico sin leer la noticia, ¿para qué? Conocía al sujeto que obviamente iba a ganar.

Miró la hora por medio de un reloj redondo con bordes de madera que estaba en lo alto de la pared a su izquierda. Detectó inmediatamente que estaba a buena hora. Terminó su café y se dirigió a su habitación. Con lentitud se cambió de ropa, lanzando su pijama a la cama, que constaba de un camisón blanco que delineaba su delgada figura y sus pantuflas color cian cayeron con gracia en el suelo de madera. Fue a su ropero y sacó de este su uniforme militar perfectamente planchado y limpio. Pronto cubrió su blanco cuerpo con la prenda y seguido se colocó los zapatos, lanzó un suspiro antes de hacerlo, como odiaba ese par de zapatos, la hacían sentir masculina, eran gruesos y grandes, además de pesados y negros.

Después se encaminó al baño. Agarró su peine y comenzó a darle forma a su cabello despeinado logrando recoger todas sus hebras doradas. Tomó el adorno que siempre se carga y sujetó su cabello con este. Se miró un momento en el espejo hasta que el ladrido de su fiel amigo la sacó de sus pensamientos. Sonrió con ternura y se agachó para poder proporcionarle algo de amor, recorrió con sus delgados dedos toda la panza del cachorro y cuando comenzó a sentirse incómoda por la postura se puso de pie para comenzar a caminar hacia la salida. El canino la siguió.

Miró de reojo si el perro se había alimentado y después abrió la puerta con delicadeza llevándose consigo un bolso y a Black Hayate. Cerró la madera con sus llaves y se encaminó a las escaleras del edificio.

Su apartamento no quedaba lejos de la milicia, ya estaba acostumbrada a caminar hasta allá pero por alguna razón no quiso hacerlo. Estaba muy nerviosa aunque en su rostro no mostraba ninguna emoción. La gente que la veía pasar pensaba que era una mujer muy seria, tenaz, fuerte y exigente; jamás pensaron que aquella dama estaba sudando por dentro. Tomó un taxi sin importarle que pudiera contaminar aún más el cielo grisáceo de ciudad Central. El señor frunció el ceño al notar al perro pero la mujer con la mirada más fría que el hielo lo hizo cambiar de opinión. Al final el perro pudo subirse y además le hicieron un pequeño descuento.

Bajó del vehículo minutos después con la misma expresión en su rostro. En el cuartel General ya estaban llegando algunos miembros del ejército, a Riza no le importó verificar que rango decía sus uniformes, solo caminó con decisión a la puerta de entrada. Recorrió con su mirada cada pasillo del lugar trayéndole todo tipo de recuerdos.

¿Por qué se sentía así? Parecía como si se estuviera despidiendo del lugar que en algún momento lo consideró como su segundo hogar, sentía una extraña impotencia en el pecho. Sin darse cuenta había llegado a su destino. La ex oficina del coronel Mustang, lugar donde los subordinados de este y ella trabajaron día a día para lograr lo que hoy aún no se decía. Por alguna razón pensó que encontraría lo que buscaba ahí dentro y así fue cuando abrió la puerta.

Los subordinados de Roy la recibieron con cariño aunque todos reflejaban cierta tristeza en sus ojos. ¿Por qué ellos, e inclusive ella, se sentían de esa manera?

-Buenos días –dijo ella al cabo de unos segundos mostrando una pequeña y tímida sonrisa. Havoc apagó su sexto cigarrillo con rapidez, sabía que a la rubia le molestaba el olor que desprendía.

-¿Cómo estás? –preguntó el rubio con su mirada desviada.

-Bien… ¿y ustedes?

Ninguno habló pero Riza recibió la respuesta por medio de sus miradas melancólicas.

-¿También están preocupados? –quiso rectificar. Breda solo se encogió de hombros. Jean no resistió más y encendió un séptimo cigarrillo. Vato Falman suspiró y se dedicó a mirar el techo como si fuera una atracción para sus ojos y Fuery bajó la mirada para después saludar con poca emoción al cachorro que los miraba confundidos. Riza de igual forma bajó la cabeza.

-No hay de qué preocuparse, estoy seguro que el General lo logrará –intentó Jean realzar los ánimos.

-Lo bueno es que ya recuperó su vista –opinó Fuery uniéndose a los comentarios positivos.

-Y es un hombre preparado –agregó Falman con decisión.

-También es el favorito del pueblo y de los altos mandos –exclamó Breda con seriedad.

Poco a poco el ambiente se llenó con positivismo y alegría. La sonrisa en los subordinados de Roy había aparecido nuevamente. Jean Havoc apagó el cigarro con una sonrisa en su rostro. El perro empezó a ladrar.

Riza solo sonrió por dentro porque por fuera seguía con su misma expresión.

-Vamos Riza, únete –dijo Breda. La rubia negó con la cabeza.

-Tengo que buscar al general antes, ¿saben dónde está?

-Debe llegar en cualquier momento –le respondió el menor del grupo –pero quédese, estoy seguro que vendrá aquí así como todos nosotros lo hicimos.

-¿También sintieron esa corazonada?

-Así es teniente, fue extraño a decir verdad, pero creo que éste siempre será siempre nuestro segundo hogar.

-Estoy segura que sí Kain… discúlpenme pero debo hacer algo antes.

Dicho eso la rubia salió del cuarto, donde comenzaba una fiesta, para encaminarse fuera del cuartel a esperar a aquel hombre. Sus manos estaban delante, entrelazadas, mostrando una postura insegura, lo cual era raro. Detuvo su caminata para tomar algo de aire. Cerró sus ojos por un momento mientras nivelaba su respiración; después de unos segundos emprendió su caminata.

Revisó su reloj por décima vez notando que solo habían pasado 3 minutos. Suspiró nuevamente, estaba comenzando a cansarse por ser tan monótona. En breves minutos comenzaría la ceremonia y se sentía la persona más nerviosa del todo el cuartel, inclusive presentía que su uniforme ya se estaba manchando de su propio sudor.

En poco tiempo iniciaron los fuegos artificiales, permaneció ahí 10 segundos más y después corrió hacia el patio de festividades.

Estaba decepcionada. Ansiaba ver a Roy antes de que comenzara la festividad para decirle buena suerte… o tal vez por otra cosa.

Con rapidez llegó al lugar ubicándose inmediatamente en su puesto. Nadie había notado su retraso salvo sus compañeros y amigos de toda la vida.

La ceremonia comenzó con unas agradables palabras por parte de la asamblea de ancianos de la milicia, después, un general anunció a los candidatos para ser Fuhrer. Roy fue el último.

La euforia se escuchó a lo lejos, jamás imaginó que las personas llegarían a estimar tanto a su coronel. Ella solo aplaudió sin cambiar aquella imagen fría de su rostro mientras que los subordinados de Roy perdieron un poco la postura para unirse a los aplausos y gritos.

Luego de unos minutos de puro saludo a la bandera de la milicia y al país mientras cantaban el endemoniado himno, aquel miembro de la asamblea se acercó al micrófono. Con discreción Riza se secó sus manos sudadas con su uniforme.

-Sé que se los hemos hecho de emoción, pido disculpas ante esa acción. La asamblea ha tomado una decisión y es para mí un honor nombrar a aquel valiente, respetuoso y talentoso personaje que dirigirá nuestro país, estoy seguro… de la mejor manera posible… Pido que reciban con un fuerte aplauso al nuevo Fuhrer.

Riza estaba perdiendo los estribos, ¿por qué tardaba tanto? Nuevamente restregó sus manos en sus muslos para secarlas un poco. Aquel hombre abrió un sobre y leyó el contenido. ¿Por qué lo hacía? Obviamente ya sabía a quién iban a escoger. Por un momento quiso apresurarlo por medio de su arma pero se tranquilizó y mejoró sus sentidos al ver que abría la boca para pronunciar aquel nombre que se sabía de memoria.

-¡Roy Mustang!

Casi se queda sorda al escuchar como sus compañeros gritaban de emoción. Fuery lanzaba gritos desgarradores que seguramente quemaban su garganta, inclusive Falman no pudo evitar juntarse con la bola de escandalosos, gritó el nombre del ex coronel mientras aplaudía en el aire. Riza solo sonrió levemente.

Roy se acercó al micrófono con un rostro lleno de emoción, saludó al público con la típica postura militar y dio media vuelta para recibir un apretón de manos por parte de la asamblea que, amablemente, se había puesto de pie para recibirlo. Tan pronto como terminaron de abrazarse, el pelinegro tomó el aparato en sus manos para comenzar su pequeño discurso. Riza se impresionó ante ello, él nunca le había dicho algo de que iba a proclamar una alocución.

-Quiero agradecer a todos ustedes que me dieron la oportunidad de demostrar lo que estoy dispuesto a hacer por nuestro bello país… He deseado esto desde tiempo atrás y no por el poder que se me otorga, sino porque podré dirigir a nuestro país por un rumbo lleno de paz. Mi experiencia en la guerra de Ishbal me enseñó mucho y por ello estoy decidido a que no permitiré más guerras, ni discriminación ni injusticia. Todos somos iguales ante la ley y todos debemos respetarnos y por ello removeré toda ley en contra de los ishbalanos que fueron los más afectados tiempo atrás –ante ello un fragmento de la población comenzó a gritar de alegría.

-Ishbalanos –murmuró Riza con rapidez. Era obvio. Se preguntó si Cicatriz estaría con ellos.

-También quiero darle las gracias a todos aquellos que confiaron en mí y sobre todo a mis subordinados que nunca me abandonaron.

La rubia frunció el ceño. Espero con impaciencia a que Roy continuara pero este solo agradeció nuevamente para después ser despedido por numerosos aplausos que llenaron el lugar. Se unió a ellos tiempo después mirando incrédula el estrado donde tiempo atrás estaba el pelinegro. Simplemente no podía creerlo. Pero también ¿qué esperaba?

Lo más sigilosa que pudo se dirigió a la puerta de salida con la frente en alto, mostrando ese mismo rostro lleno de frialdad y seriedad. Pero, por dentro, sentía como su corazón caía en pedazos.

Se encontraba en el baño del cuartel, mirándose al espejo y recordando con dolor lo sucedido. Lo mínimo que esperaba era que la nombrara, que los nombrara, a ella y a los demás. Fueron los únicos que lo apoyaron hasta el final, sobre todo ella que se unió al ejército con tal de mirar con sus propios ojos como las estrategias de paz de Mustang ayudarían al país a salir de aquel infierno; lo ayudó durante la guerra, ensuciándose sus propias manos con tal de salvarlo de una muerta segura por parte de los contrincantes; se mantuvo cerca a pesar de que su vida corría peligro por el homúnculo que la seguía en las sombras y por King Bradley; fue sus ojos cuando estuvo ciego y lo ayudó por medio de su exigencia y trabajo a llegar a la cima y… ¿así le agradecía?

Cerró sus puños y sus ojos y se mantuvo así durante unos segundos. Finalmente tomó su bolso y salió del baño siendo seguida por su fiel perro.

-Al menos tú si me agradeces a diario –murmuró con una sonrisa amargada. Lo cargó en sus brazos y comenzó a caminar, de igual forma con su seriedad y con la cabeza en alto. No recibiría humillaciones de esa forma, no podría dejar que se dieran cuenta de su estado y cuando creyó que estaba agarrando esa actitud que siempre carga, el nuevo Fuhrer se cruzó en su camino.

-Riza… -murmuró él con asombro -¿por qué no estás afuera?

La rubia se mantuvo igual, alejada de él y con su típica mirada que congelaba a su estilo el aire que se cruzaba en su camino.

-Lo mismo le pregunto… señor.

-… Quería ir al baño.

Lo miró fulminantemente, más de lo que estaba acostumbrada a hacer, Roy casi no se dio cuenta de su estado… casi.

-¿Te ocurre algo? –cuestionó con la voz baja.

-… Quizá quisiera ir al baño de su nuevo hogar… la mansión del ex Fuhrer, claro. Estoy segura que ahí no se ensuciará las manos –exclamó con seriedad.

De acuerdo, algo le ocurría. Se estaba preocupando.

-Voy a extrañar éstos –le siguió el juego –además todavía no es mi casa.

-Hoy la será, debería estar feliz.

-Si bueno… ¿para qué quiero una mansión si me sentiré igual de solitario?

-Es el precio por ser Fuhrer, debió pensar en ello antes –manifestó con frialdad para después comenzar a caminar a dirección contraria donde se iba a dirigir Roy. Este último la miró incrédulo –además… ¿desde cuándo quiere compañía? Siempre ha hecho las cosas solo ¿no?

Con eso reanudó sus pasos. Roy la miró partir con los ojos bien abiertos.

Intentó hacer memoria pero no consiguió la respuesta que contestara su cuestión: ¿Qué le ocurría?

Por lo pronto la rubia salió del cuartel y se dirigió a paso rápido hasta su casa sabiendo aún que la fiesta continuaba en el cuartel y que no se iba a acabar hasta dentro de 3 horas. Simplemente estaba cansada y dolida.

Y lo peor es que mañana iba a trabajar.


N/A ¿Cómo lo ven? Ojalá les haya gustado y lo demuestren con muchos reviews ^^

Les mando un beso y nos vemos en el siguiente.

Atte: carlac94