DDisclaimer:Saint Seiya no me pertenece, son propiedad exclusiva de Masami Kurumada. Fanfic hecho sin fin de lucro.

Capítulo1:El comienzo

Caminaba por las calles de Tokio a paso lento, mirando hacia todas direcciones, intentando encontrar a la persona adecuada para que pudiera ayudarle. Se detuvo frente a un establecimiento de comida y recordó que no había comido nada desde el desayuno y ya eran las 3:00 pm. Suspiró y decidió entrar.

Ya tendría tiempo para continuar con su búsqueda...

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Suspiró por décima vez en el día. Desde temprano había estado en la empresa revisando que todo estuviera en orden. En esos momentos es donde echaba de menos a su querido abuelo. Ella había sido instruida desde pequeña para tomar las riendas de la Fundación cuando llegara el momento, y ahí estaba el detalle, ella sentía que a sus 22 años, ese todavía no era el momento. Pero, ¿que más podía hacer? Su abuelo ya no estaba, se fue de manera repentina a causa de una enfermedad; se fue, llevándose con él la alegría de vivir.

Ella no tenía padres, no tenía amigos, lo único que le quedaba era su abuelo, y ahora que no estaba realmente se sentía muy sola. Además, ahora tenía que dirigir la gran empresa que en vida le perteneció a su querido abuelo.

–Señorita, ¿desea ir directamente a casa?– preguntó su chófer, interrumpiendo sus pensamientos.

–No, déjame bajar aquí– contestó con aburrimiento. Esperó a que el auto se estacionara para bajar.–Puedes retirarte– ordenó al hombre, para después caminar por la acera.

No quería ir a casa, estando allí lo único que la esperaba era más trabajo. Esa era su rutina, iba todas las mañanas a la empresa a trabajar, y cuando regresaba a casa, se encerraba en su despacho para seguir trabajando. Y hoy no tenía ganas de seguir la rutina, quería despejar su mente.

Iba caminando sin rumbo fijo, solo observaba los establecimientos, hasta que un agradable olor llegó a sus fosas nasales. Ese olor provenía de un pequeño establecimiento de comida. Normalmente, ella no entraría a un lugar como ese dada su posición, pero de eso se trataba hoy, de romper con la rutina.

Sin más, se adentró en la tienda. Total, ¿que de malo podía pasar?

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Seiya se encontraba sentado en una mesa del pequeño establecimiento degustando solo un café y unas tostadas. En su mano izquierda seguía sosteniendo una pequeña tarjeta con una dirección que estaría próxima a visitar; la razón por la cual había vuelto a Tokio.

No recordaba mucho de esa ciudad. Tenía unos escasos 7 años cuando dejó -más bien, fue obligado a dejar- la ciudad para irse a Grecia. A partir de ahí, comenzó la peor de sus desgracias...

A unos metros..

Se sentó en un banco frente al mostrador. Miró en la pared el letrero que contenía el menú e hizo una seña con la mano para que un mesero se acercara.

–¿Que ordenará, señorita?– preguntó un hombre de mediana edad. Pudo ver en su camisa un gafete con su nombre, Geki, leyó.

–Solo un café, por favor–. Pidió la chica.

El hombre la miró con detenimiento. Por su indumentaria podía notarse que era de clase alta. Sin duda, ella era la mujer más hermosa que había visto, pero veía en sus ojos una profunda tristeza,que por un momento le dio lástima. , pensó.

–Volveré enseguida, señorita– y se perdió detrás de una cortina.

Saori paseo su mirada por todo el lugar, inspeccionando a las personas que estaban allí por si había una cara conocida. Se rió mentalmente, nadie de su círculo social vendría a un lugar como ese. Volvió su vista al frente para toparse con el mesero que traía su pedido.

–Aquí tiene–, dijo el hombre depositando el café y unas galletas. Se fijó en la mirada confundida de la chica y enseguida supo el porqué. –Las galletas son cortesía de la casa–. Finalizó sin más y se marchó a atender otro cliente.

La Kido murmuró un gracias que no fue escuchado por el hombre. Tomo una galleta y la llevó a su boca mientras volvía a mirar a su alrededor. Una vez acabo de comerlas, dio un sorbo a su café y en ese momento entendió porque el olor la había atraído. El café era delicioso.

En una mesa al fondo...

Se levantó de su asiento y se dirigió al mostrador para pagar la cuenta, en ese momento vio como unos cabellos lilas se perdían de vista al cruzar la puerta de salida.

Es ella. Tiene que ser ella

Tardó unos cuantos segundos en reaccionar, sacó el dinero suficiente y casi se lo aventó al cajero. Salió inmediatamente buscando a la dueña de esos cabellos.

Miró a su derecha y pudo observar a la joven subiendo a un taxi. De inmediato, tomó otro taxi y le dijo que los siguiera.

Anduvieron alrededor de 20 minutos y su rostro dibujó una sonrisa al vislumbrar la imponente mansión Kido. Vio a la chica descender del taxi y se aproximó hacia ella.

–¡Hey, tú!– "llamó a la mujer que intercambiaba palabras con el guardia de la entrada.

La heredera dirigió su vista al muchacho. Levantó una ceja incrédula por el "cortés" saludo. Y esa incredulidad fue reemplazada por sorpresa al reconocer al chico.

–Seiya...– murmuró para sí la chica. No podía creer que él estuviera allí. Hacía mucho tiempo que no le había visto. –¿Que haces aquí?–preguntó de manera suave.

Sin embargo, aquella pregunta sonó descarada para el chico. ¿Qué hacía allí? ¿Se estaba burlando de él?

–Quiero ver a Mitsumasa Kido– exigió sin rodeos.

Lo miró unos instantes antes de responder con el rostro totalmente serio. –Vayamos a mi despacho–. Y se adentró en sus dominios seguida por el pelicastaño.

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Atenas, Grecia

Un hombre recorría su departamento serciorandose de que todas las luces estuvieran apagadas. Tomó su maleta que estaba en medio de la sala y se dirigió a la salida. Giró el pomo de la puerta y cuando estaba a punto de cruzar por ella, giró su rostro para mirar por última vez lo que había sido su "hogar" por varios años. Suspiró y se dio la vuelta cerrando la puerta.

Un único pensamiento corría por su cabeza, Kido Saori.