Esta historia va dedicada a Cheshire Friki Jackson. Gracias a su lanzamiento de hacha en la Arena de Berk, de la Academia de los Dragones, ha nacido esta historia.

Capítulo 1

En toda mi vida, nunca había comprendido a los humanos. Simple y llanamente, no los entendía. Tampoco me había detenido demasiado tiempo a estudiarlos hasta la llegada de Hipo a mi vida, de todas formas. Los que no salían corriendo por el terror que, obviamente, causaba mi mortífera presencia, intentaban desgarrarme con una espada o decapitarme con un hacha. Por razones obvias, no eran la mejor compañía. Sin embargo, guarecido en mis escondrijos y en la oscuridad de la noche había tenido la oportunidad de observarlos un poco y me resultaban incomprensibles

¿El interés de ir en manada? Podía comprenderlo, muchos dragones lo hacían e, incluso, convivían en nidos. Hacía la vida más fácil.

¿Jerarquizar la sociedad? Era un procedimiento que podía resultar muy útil para dirigir a toda la manada en un único sentido.

¿Entablar lazos afectivos con otros miembros? Para determinados seres era una forma de facilitar la vida, darle un poco de color a la cotidianidad. Yo era un ser solitario por naturaleza, pero muchos dragones constituían su vida entera en esas relaciones, así que también podía encontrarle cierta lógica.

¿Construir una familia? Eso era lo más comprensible y natural de todo. La propia naturaleza tiraba de los instintos de cada ser para perdurar, para reproducirse. Era lo más natural del mundo.

Lo que no podía comprender, de ninguna de esas cuestiones, era por qué los humanos se complicaban tanto la vida para responderlas. Daban miles de vueltas sin sentido para llegar a la conclusión final, decenas de maniobras, danzas y tácticas, para cualquier cosa que tuvieran que hacer. Principalmente con los rituales de apareamiento.

Había estudiado decenas de sociedades humanas desde los cielos, cada una con sus propias culturas y tradiciones, pero todas coincidían en lo mismo. Enloquecían en las diez mil vueltas que daban en la vida para conseguir lo que querían. Era absurdo. Con lo sencillo que es ir en línea recta.

Cuando conocí a Hipo, pensé en aprovechar la situación para observar de cerca el comportamiento humano, descubrir lo que verdaderamente guiaba esas conductas tan extrañas que los dominaban. Menuda estupidez de mi parte.