Disclaimer: Rise of the Guardians, no me pertenecen son propiedad de sus creadores y yo solo los empleo en esta historia sin fines de lucro.
Cáp.1- Un extraño conocido
El auto avanzaba por la carretera a gran velocidad, las copas de los árboles pasaban frente a ti solo como grandes manchas de color verde, el largo camino recorrido pareció terminar cuando el auto tomo una desviación hacia la cuidad.
Soltaste un suspiro aliviada, estar por tanto tiempo dentro del auto comenzaba a cansarte. La cuidad parecía un suburbio mas, muchos comercios y casas coloridas, nada que valiera la pena resaltar, excepto claro, la inmensa zona boscosa que rodeaba la ciudadela.
Por un momento te sumergiste en tus pensamientos, con la mirada perdida en algún punto invisible. Dentro del auto, el único sonido audible era el de la radio animando el ambiente.
–"Son las seis con treinta y ocho minutos, un saludo para todas las personas que recién comienzan el día, ahora vamos con…"
Las seis de la mañana, una insana hora para viajar, recordaste entonces casi en automático que no habías dormido bien el día anterior, reprimiste un bostezo y recargaste tu rostro en la ventanilla cerrando los ojos.
No paso mucho para que el auto se detuviera por completo, abriste tus ojos intentando reconocer el lugar donde estabas, ver lo que seria desde ahora tu nuevo hogar.
La puerta del conductor se abrió, del auto bajo una mujer delgada y castaña de cabello corto, tenia una expresión seria y rígida. Ella era tu madre, la única además de ti que ocupada el vehículo. Descendiste del coche y permaneciste de pie, contemplando la fachada de la casa que era… bueno, lucia mejor en las fotos que te habían mostrado antes.
–_ ayúdame con estas cajas – escuchaste a tu madre llamarte, en un tono que sonaba mas como una orden y no una petición.
Corriste a la parte trasera del auto y ayudaste a bajar las cajas. Con tu madre ocupada intentando abrir la puerta principal, te dedicaste en seguir observando la fachada, al frente una cerca, o lo poco que quedaba de esta te daba la bienvenida junto al oxidado buzón, las paredes opacas y sucias le daban un aspecto mas viejo al lugar de lo que realmente era. Un par de ventanas rotas en el segundo piso y polvo por todas partes. Internamente esperabas que luciera mejor por dentro.
Un error.
Entraste siguiendo a tu madre cargando una gran caja, para ver el horrible color azul fuerte que pintaba las paredes, todo parecía tan frió y sombrío.
Con todo el equipaje dentro, decidiste hacer un recorrido por la casa, por suerte no todas las habitaciones tenían el mismo color azul de la sala, aunque el color púrpura que pintaba tu habitación no era mejor, al menos era un cambio.
Todo parecía en orden. Una puerta al fondo te reanimo un poco, se trataba de la puerta que llevaba al ático, te sentiste animada con la idea de subir y ver que cosas extrañas encontrarías arriba.
Una cosa más que llamo tu atención fue la gran chimenea de la sala, eso indicaba que no contarías con calefacción como en tu anterior hogar. Tomaste asiento frente a la chimenea en el polvoso suelo, pensando en la forma de encender el fuego, en tú vida habías encendido una fogata, mucho menos una chimenea.
–Bueno… al menos no moriremos de frió – dijiste en voz baja, para luego escuchar la voz de tu madre llamarte.
################
Una semana transcurrió desde tú llegaba, la mudanza no resulto fácil teniendo en cuenta que solo estaban tu madre y tú, la tarea de colocar cada cosa en su lugar fue mas lenta y cansada.
Al terminar el día, lo único que hacías era ver por la ventaba antes de caer rendida en medio de un montón de sabanas revueltas que fungían como tu cama, con la mitad del equipaje aun en las cajas regadas por toda la habitación, tu cuarto parecía la sección de objetos perdidos.
Tras uno de esos días cansados limpiando sin cesar, despertaste temprano al sentir tu cuerpo temblar, abriste los ojos soltando un quejido por el frió que invadía la habitación, miraste la ventaba abierta culpándola por el frió, tenias la mala costumbre de olvidar cerrarla con seguro.
Te envolviste con una manta más gruesa y te acercaste a la ventana. Un paisaje blanco pintaba las copas de los árboles y se extendía por toda la cuidad.
– ¿Nieve? – te preguntaste en voz alta, para de un salto acercarte a la ventana por completo.
En tu rostro se formo una gran sonrisa, adorabas la nieve, en tu anterior hogar nunca nevaba, llegaste a conocerla la única vez que tu padre te había llevado a cada de la abuela y por suerte nevó esa misma noche, eso había sido hace varios años.
El grito de enojo que escuchaste en la habitación contigua, te indico que tu madre ya había despertado, a diferencia de ti, tu mama odiaba la nieve, era por eso que escogieron vivir en un lugar calido antes.
En medio de maldiciones tu madre bajo a preparar el desayuno, se quejaba de tener que salir de compras con ese clima. Enseguida te ofreciste a ir por las compras en su lugar, desde que llegaron no habías tenido la oportunidad de salir y ese parecía ser el mejor momento.
Ella accedió.
Escuchaste las últimas indicaciones que te daba, antes de reacomodar tu gorro frente al espejo, tenías unos bonitos ojos color _ que hacían juego con tu cabello lacio.
Saliste con cuidado de no resbalar en la acera, mirando todo a tú alrededor como una pequeña niña, traías contigo tu inseparable mochila de correa larga. Caminaste cuesta abajo, ya que tu casa estaba al final de la calle. Diste un largo recorrido sin perder detalle del blanco paisaje y fue así como llegaste a los límites de un gran parque.
Te detuviste frente aun árbol bastante grande, permaneciste de pie observando su tronco y una extraña sensación de nostalgia te invadió. Sin pensarlo, tomaste asiento bajo el árbol limpiado la nieve para evitar mojar tus pantalones. Te dejaste llevar por el aire frió que sacudía tu cabello y recargaste tu espalda contra el tronco.
Las risas de los niños que jugaban cerca llamaron tu atención, diste una rápida mirada en su dirección, un grupo de tres niños se lanzaban bolas de nieve, dos de ellos de cabello rubio que parecían ser hermanos y una pequeña niña pelirroja. Cerraste los ojos intentando relajarte, cuando una cuarta risa se escucho a lo lejos. Curiosa fijaste la vista de nuevo en los niños, pero esta vez no encontraste a otro pequeño corriendo junto a los demás, se trataba de un joven de un extraño cabello blanco, tan blanco como la nieve misma.
Extraño - Un chico con el cabello blanco, eso no se ve todos los días. El desconocido traía consigo algo que parecía ser una vara, un detalle alármate fue que estaba descanso corriendo sobre la nieve, detalle que no parecía afectarlo. Seguiste con la mirada al joven que corría esquivando las bolas de nieve, que lanzaban los niños. Terminaste por concluir que se trataba de algún chico excéntrico que tiño su cabello y quería pescar un fuerte resfriado. Después de un rato, volviste a cerrar los ojos, olvidándote del grupo de niños.
Pero luego el sonido de las risas acercándose, te alarmo. Abriste los ojos justo a tiempo para ver como una bola de nieve golpeaba una rama del árbol, justamente la que estaba encima de tu cabeza.
La nieve estancada callo sobre ti, de un salto te pusiste en pie. Los niños al ver su travesura, corrieron lejos entre risas y gritos.
Grandioso – Sacudiste rápidamente la nieve de tu abrigo para evitar que se mojara. Maldecirte en voz baja, esos traviesos mocosos, gran idea la de sentarse bajo el árbol.
Justo cuando pensabas que estabas sola, la risa de alguien más te indico lo contrario. Alzaste la vista para toparte a ese extraño joven de cabello blanco, que se reía de tu desgracia, le lanzaste una mirada molesta, como se atrevía a pararse frente a ti solo para burlarse.
–No es gracioso, deberían tener cuidado – protestaste molesta sin dejar de sacudir tu ropa.
–Y tú no deberías dormir bajo los árboles – respondió burlándose
Bien, el chico tenia razón pero…
–Igual no tienen por que molestar a los demás – alargaste a tu favor
Esperabas a que el desconocido joven, continuara riendo o agregara algún comentario, pero solo obtuviste silencio como respuesta. Curiosa alzaste la mirada.
La sonrisa del joven se borro al escucharte responder, temiste por un segundo haber sonado algo grosera. Pero de un momento a otro, su expresión cambio por completo mostrando su desconcierto y sorpresa.
–¿Puedes escucharme? – pregunto acercándose
Le dirigiste una mirada confundida, su pregunta te parecía muy extraña.
–Puedes verme – dijo en un susurro – ¡Enserio puedes verme! pero ¿como? – te cuestiono, acercándose mas a ti, mostrando una tímida sonrisa
¿Que clase de pregunta era esa?, claro que podías verlo, lo miraste como si estuviera realmente loco y tomaste tu mochila dispuesta a irte.
–Lo que veo es que estas algo confundido – intentaste sonar amable, retrocediendo – Yo tengo que irme, lo siento
Diste media vuelta alejándote a paso rápido.
–¡Hey espera!
Lo escuchaste tras de ti, intentando alcanzarte, apresuraste el paso ignorando sus intentos por hablarte. Un semáforo en rojo detuvo tú andar, permitiendo al chico acercarse.
–¿Como te llamas?
No contestaste, en cambio diste vuelta en la esquina y seguiste de largo para perder al insistente chico.
–Deja de seguirme – le exigiste al ver que no podías desacerté de él
–Solo quiero hablar contigo
Claro solo hablar, pero tú no querías cruzar ni media palabra con ese tipo, de seguro estaba drogado o algo peor.
Un grupo de personas frente a un centro comercial parecían ser tu salvación, caminaste entre las personas, intentando perderte de vista. Terminaste al final de la calle viendo un pequeño callejón que parecía un basurero. Te apresuraste a entrar en callejón para esconderte, recargaste tu espalda contra la pared y esperaste un momento, para después asomar tu cabeza por el borde, no había señal del chico raro. Suspiraste mas tranquila cuando una voz a tras de ti hablo.
–Oye deja de esconderte
Soltaste un sonoro grito asustada, ¿como había llego él hasta ahí? ¿Que estaba pasando? Tomaste tu mochila usándola como escudo por si intentaba hacerte algo.
Él retrocedió al ver que realmente te había asustado, levanto sus manos para calmarte.
–Tranquila, no era mi intención asustarte – se disculpo
–¿Que es lo que quieres?, ¿por que me estas persiguiendo? – tu voz sonaba alterada
–Ya te lo dije, solo quiero hablar contigo
Esa respuesta no te convención, no era normal que alguien te siguiera con tanta insistencia, con la excusa de "solo hablar".
–Señorita, ¿esta todo bien? - un amable caballero se acerco al callejón, al escuchar tu grito, pensando que necesitabas ayuda.
Caminaste junto al hombre dispuesta acusar al extraño chico, pero cuando volteaste ya no estaba. Se había ido.
–Ya no esta – murmuraste por lo bajo
–Se siente bien – insistió el hombre al no recibir respuesta
Miraste al caballero apenada por todo el escándalo, inventaste que habías visto una rata que te había asustado. Agradeciste su atención, para después seguir con tu camino, tenias las mejillas rojas de la vergüenza, no sabias si sentirte apenada por haber armado una escena frente a ese hombre o preocuparte por imaginar cosas.
Sacudiste la cabeza alejando todas esas ideas y mejor te ocupaste en realizar las compras que te ordeno tu madre.
Al regresar, no le mencionaste nada de lo ocurrido a tu mamá, no encontrabas la forma de decírselo y hacerlo sonar lógico, incluso para ti aun no tenía lógica.
Pasaste el resto del día con ese chico en mente, había sido una alucinación tuya, ¿una aparición? Soltaste un quejido al pensar trágicamente que comenzabas a perder el juicio. Cansada de pensar y nunca llegar a nada, tomaste asiento en el sofá mirando por la ventana los copos de nieve que comenzaban a caer.
################
A la mañana siguiente despertaste con la novedad de que una densa capa de nieve cubría la puerta principal. Vestiste con ropa abrigada y saliste con una gran pala para limpiar el exceso de nieve.
Iniciaste la ardua tarea de despejar el camino, comenzando en la puerta trasera que daba al patio, al salir, la vista de tú triste patio te recibió, solo tenía un pequeño árbol al fondo y muchas masetas vacías. Te hubiera gustado arreglarlo para hacerlo lucir decente, no tenías ningún problema con ocuparte del patio, después de todo disfrutabas de cuidar las plantas y flores. Pero para ello debías esperas a que el clima mejorara.
Enfrascada en tu trabajo, no te percataste de la presencia de alguien tras de ti.
–Hola
Esa voz…
Te giraste bruscamente buscando a la persona que te saludaba, y ahí estaba, el mismo chico de ayer, de forma instintiva tomaste la pala entre tus manos y la apuntaste en su dirección, él sonrió divertido al ver tu reacción.
–Tú otra vez – murmuraste
–Tranquila no voy hacerte daño – sonrió acercándose a ti
–¡No!… te acerques – dijiste intentando hacer que tú voz sonara intimidante
Pero él solo rió, de nuevo.
Tu voz no logro intimidarlo, mas bien parecía divertirlo, bueno al menos lo intentaste. Acatando tus palabras el chico se quedo quieto en su lugar.
–¿Que quieres? – demandaste saber
–Siempre eres así con las personas que intentan hablar contigo
–No… pero tú actúas muy raro
–Claro, lo dice la chica que me amenaza con una pala de nieve y sale corriendo cuando intento hablarle
Suspiraste al ver lo paranoica que actuabas, lo meditaste por un momento, si ese chico intentaba hacerte algo correrías a dentro y estarías segura, además si se trataba de un ladrón no seria tan tonto para alertarte de su presencia. Bajaste la pala y la clavaste en la nieve como señal de paz.
–Entonces, quieres hablar conmigo – cuestionaste con cautela
–Si y aun no me has dicho tu nombre - recordó
–¿Mi nombre? – pensaste – mejor empiezas por decirme el tuyo
–Tú me conoces, de lo contrario no lograrías verme
Ahí estaba de nuevo refiriéndose a él mismo, como si fuera alguna clase de fantasma.
–Y según tú, por que no podría verte
–Enserio no sabes quien soy, vamos piensa inténtalo – te animo sonriendo de medio lado
–¿Te conozco de alguna parte? – intentaste adivinar con la idea mas lógica
Él negó con la cabeza.
–Mira enserio, no tengo idea de quien eres – le dirigiste una mirada de disculpa
–Te daré una pista, yo soy quien trae la nieve, las ventiscas y congela los ríos, el responsable de poner tu nariz roja si no te abrigas bien
Lo pensaste un momento.
–Jack Frost – nombraste mirando fijamente al chico, cada una de sus palabras eran las características de Jack Frost un personaje de cuentos para dormir, tu padre te había leído sobre él hace años.
–Exacto, ese es mi nombre – dijo con orgullo sonriendo
Una risa involuntaria escapo de tu boca, intentaste reprimir el deseo de reír a carcajadas, cubriendo tu boca con ambas manos. El supuesto Jack Frost frunció el ceño claramente ofendido por tus risas.
–Enserio esperas a que crea que eres Jack Frost – dejaste escapar una risita mas al terminar de hablar, la idea te resultaba muy cómica.
–No me crees
–Claro que te creo, yo en mi tiempo libre soy el conejo de pascua y llevo felicidad a todos los niños – contestaste de forma irónica
–Llevar felicidad a los niños, ¿Que ese no es santa claus?
–Si, pero el conejo de pascua también hace felices a muchas personas – respondiste muy segura de tus palabras
–Se ve que no lo conoces – dijo Jack recordando el mal humor del conejo
Lo miraste sin entender a que se refería con lo de "no conocerlo", justo ibas a pedirle que te lo explicara, cuando tu madre te llamo gritando desde la cocina, necesitaba tu ayuda para mover algo de lugar.
–Bien "Jack" tengo que irme, continuaremos esta conversación luego
Le dedicaste una ultima mirada, antes de entrar a la casa, el joven parecía molesto, quizás frustrado. Adentro tu madre te esperaba en la sala, lista para mover juntas un pesado mueble. Realmente pesaba mucho. Con mucho esfuerzo lograron colocarlo en un buen sitio, luego de eso regresaste al patio, abriste la puerta despacio, vigilando que ese joven excéntrico no estuviera esperándote afuera. Un rápida mirada basto para confirmar que ya no estaba. Se había ido. Mas tranquila continuaste con tú tarea.
Pasado el medio día, terminaste de limpiar toda la nieve. Guardaste la pala y corriste a una esquina alejada del patio, lugar donde habías depositado la nieve sobrante, tenias en mente hacer un gran muñeco de nieve.
Enseguida comenzaste a dar forma circular a la base y parte superior, en poco tiempo tenias listo tu hombre de nieve, satisfecha con el resultado, subiste a buscar algunas cosas para terminar de decorar.
Entraste apresurada a tu habitación y corriste a revolver entre las cajas. Buscabas un viejo set de cubetas y moldes con figuras de estrella, que usaste alguna vez en la playa, te servirían igual para crear figuras en la nieve.
Diste con el al fondo de la caja, tomaste el set y un sombrero rojo que ya no usabas, justo cuando ibas a salir, notaste que la ventana esta abierta, probablemente habías olvidado cerrarla… de nuevo. Te acercaste a cerrarla para evitar que tu cuarto se volviera un congelador. Con el asunto de la ventana resulto, tomaste tus cosas y diste media vuelta, pero una figura obstruía el paso.
Abriste los ojos con gran sorpresa al ver de pie bajo el marco de la puerta, al mismo chico de cabello blanco. Una sensación de pánico te invadió, temías por tú seguridad. Retrocediste instintivamente y un grito de alarma escapo de tu garganta, que resonó por toda la casa.
–Oye, oye, no tienes que gritar – se quejo Jack
–¿Que haces aquí? ¿C...como entraste?
–Por lo que veo, eres bastante nerviosa – dijo apoyando sus dos manos sobre la vara que tira consigo
–Sal de mi casa ahora mismo – búscate a tu lado algo que sirviera como proyectil, tomaste la lámpara sobre tu escritorio y con ella lo apuntaste amenazando con lanzársela – Hablo enserio, sal de aquí
–¿Que esta pasando? - la voz de tu mamá acercándose te preocupo, como explicar la presencia de ese desconocido, como decirle que te había seguido hasta la casa, ¿como? temías lo peor
–_ - te llamo – ¿Que ocurre por que gritas?
–Él… él… No se como entro aquí, pero esta persiguiéndome – a mitad de tú explicación, tu mama hizo algo impensable, entro a la habitación atravesando a Jack en el camino como un fantasma, te quedaste muda al ver lo que paso.
–¿Él? ¿De quien hablas? – indago tu madre mirando a los lados sin encontrar nada extraño
Buscaste con la mirada a Jack, quien permanecía quieto en su lugar, sentiste un ligero escalofrió al verlo directamente a los ojos, sus brillante ojos azules, te devolvieron la mirada.
–Ella no puede verme – te aclaro Jack, al adivinar tú duda
–Y bien, vas a explicarme por que todo este escándalo – exigió saber tu mamá empezando a perder la paciencia
–Yo… - titubeaste sin saber que decir – yo… vi una rata – concluiste
–¿Una rata? – repitió con duda
–Si, una rata, una ¡Enorme! rata marrón, que me salto encima y salio corriendo al pasillo
–Sin importar que tan grande fuera, no debiste gritar así y si ordenaras tu habitación, te aseguro que las ratas no se sentirían tentadas a vivir aquí – sentencio al ver todas las cajas con tus pertenencias semiabiertas
Bajaste la mirada apenada, sabias que tenia razón. Al ver tu expresión triste, agrego.
–Esta noche colocare algunas trampas, por si regresa, ¿eso te tranquiliza? – Tú asentiste – Muy bien, ahora deja esa lámpara en su lugar, no quiero que rompas mas cosas – Sin decir mas, dio media vuelta y dejo la habitación.
Acatando las palabras de tu madre, regresaste la lámpara a su sitio, miraste a un lado, encontrándote con la mirada atenta de Jack sobre ti. Te removiste incomoda sin saber que hacer, cruzaste tus brazos desviando la mirada. Por su parte, Jack al ver que estabas mas tranquila, hablo.
–Y ahora me crees – te pregunto con una sonrisa traviesa
Tú solo te limitaste a verlo, sin creer todavía que tuvieras a Jack Frost frente a ti…
Hola a todos!
Mi primer fic escrito de esta manera, todo un reto, se me dificultan algunas partes, escribir en tercera persona no es fácil para mi. Pero me gusto como quedo este primer capitulo y me anime a subirlo, ¿que opinan ustedes?, ¿le darán una oportunidad a mi historia?
Si les gusto, dejen su comentario al igual que sus sugerencias, dudas, correcciones, saludos o lo que quieran, será bien recibido
Saludos y gracias por leer.
