Titilo: Una clase de Trigonometría.

Pareja: Dirty Pair

Autor: Algodón de Azúcar

Vicio: 22.- Triángulo.

Notas: Escrito para 30vicios

Una clase de Trigonometría.

Química, Geografía, Literatura, Filosofía, Japonés… todas esas materias las podía aprobar con los ojos cerrados, sin estudiar tan siquiera, sin embargo había una que era su maldito dolor de cabeza.

Trigonometría.

Se preguntaba el por que para su pareja de dobles era tan sencillo el ver el pizarrón, escribir unas cuantas cosas, hacer unos cuantos cálculos y el resultado ya estaba impreso en la hoja de papel de su libreta.

El definitivamente se azotaba contra la mesilla de su pupitre unas cuantas veces para ver si podía quedar inconciente y no tener que hacer el ejercicio en turno de la materia, siempre era así, siempre sucedía lo mismo, repegaba su frente contra su cuaderno vacío con unos cuantos rayones poco legibles.

Suspiró otra vez aburrido y miró hacia la ventana distraídamente, si le regañaban por no poner atención ya no le importaba, era seguro que esa materia terminaría siendo su pesadilla lo que restaba de el instituto, y terminaría odiando los números de por vida, a menos que no sean de química, dónde prácticamente resolvía las cosas mágicamente.

¿Por qué no puede ser todo como Química?...

Se desparramó sobre el asiento y cerró los ojos aunque una suave caricia en su brazo le hizo girar a ver al culpable.

Su pareja de dobles, Oshitari Yuushi quien le ofrecía su libreta de apuntes con cosas que podrían fácilmente confundirse con jeroglíficos extraños de otra lengua extranjera.

Siempre los denominaba así.

Tomó el cuaderno acomodándose en su asiento y comenzó a traspasar el apunte tal cual estaba sin tomarse la molestia de entender un solo número, aunque debía admitir que el tensai tenía una caligrafía hasta para los números totalmente elegante.

-Gracias – susurró suavecito, devolviendo la libreta, más el tensai le quitó de paso la propia.

Notó como tomaba su cuaderno y borraba algo para quizá corregir algún error, y al regresárselo, notó como el triángulo del problema en cuestión estaba nuevamente hecho con las líneas más marcadas y más rectas.

En el centro, especialmente venía su nombre con la letra del peliazul y al girarse a ver a su compañero, este simplemente lo ignoró haciendose pasar de que ponía atención al siguiente ejercicio de la clase.

Levantó una ceja y después sonrió.

Esos detalles le encantaban.