Capítulo 1. Brunch en La Residencia de Estudiantes.

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Disclaimer: No me pertenece nada. Los creadores son Pablo y Javier Olivares, y a ellos les pertenece todo este tinglado. Yo solamente juego un poco con los personajes, con cariño pero sin ánimo de ganarme nada con ello. Spoilers del último capítulo de la última temporada. Y más spoilers, históricos: sí, al final Lorca muere XD.

N/A: Empiezo diciendo que se trata de un What if, es decir, qué habría pasado de haber sucumbido Julián y haberle contado a Lorca su negro final en su último encuentro en la Residencia de Estudiantes. ¿Por qué? Pues porque no sé cómo tuvo autocontrol suficiente el chaval, yo habría cantado como una condenada...

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Las cosas que se van no vuelven nunca,

todo el mundo lo sabe,

y entre el claro gentío de los vientos

es inútil quejarse.

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—Fragmento de Veleta,

el primer poema de Libro de poemas.

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No supo bien la razón exacta por la que lo hizo. Tal vez porque estaba harto del Ministerio y de sus estúpidas reglas, esas que nadie cumple salvo los idiotas. Sirva el caso de Leiva como ejemplo: Si hubiera pasado totalmente de pedir permiso y se hubiera llevado a su hijo al futuro sin pedir opinión a nadie probablemente el chiquillo se habría salvado. O no, pero al menos habría quemado todos los cartuchos. Total, ¿qué iban a hacerle? ¿Meterle en una prisión del siglo XI? Por lo que sabía, al menos habría acabado allí justamente.

Igual lo había hecho porque el cabrón que le mandaba las fotos había logrado su cometido. La imagen de Maite en la acera le había revuelto las tripas. Tuvo que contenerse para no vomitar al abrir el sobre y verla, delante de todos. Tal vez porque los sueños con García Lorca lo habían predispuesto a ello, a olvidar lealtades y enaltecer las dudas.

Igual lo hizo porque aquel hombre, al igual que Maite, no se merecía morir. Su único pecado había sido ser homosexual y rojo. Solo por eso obviaron todo lo que había hecho por la literatura, por las gentes de su Andalucía natal, por España. Poco le importó al fascismo su arte, aun ahora en pleno siglo XXI, donde quien quiera ir a visitar sus pobres y secos huesos solo tiene que andar camino desde Víznar en dirección a Alfacar. Poco importaron los grandes que le lloraron, de casa como Machado o de fuera como Wells, o si sus asesinos se siguen regodeando aún por haberle dado muerte.

Tal vez fue por eso, porque su marcha carecía de sentido, como carecía de sentido el accidente de su mujer. Lo único que sabía con certeza ya era que independientemente del artista, apreciaba al hombre, y ya había decidido lo que iba a hacer respecto a Maite... así que no le importaba cambiar un poco más el pasado. Acabaría encerrado en la Huesca de hace diez siglos de todos modos, pero al menos sabría que ellos seguían con vida. Y quién sabe... igual hasta le dedicaba unos versos agradecidos. No pudo disimular una tímida sonrisa al imaginar tamaño disparate.

—Tú también te vas ¿verdad? —dijo el poeta cuando se encontraron a solas en los jardines, durante lo que sería su último encuentro en la Residencia.

—¿Por qué lo dices? — Por Dios que aquel hombre era adivino. ¿Cómo podía leer tan bien a la gente? ¿Cómo podía alguien ser tan empático como para saber lo que se va a hacer o decir antes de hacerse o decirse? La respuesta era exactamente la misma a cuando acertó al preguntarle si venía del futuro: Era Lorca, el hombre en el que confluían la pasión y la fuerza del arte, la chispa del ingenio inteligente y la sensibilidad del amor al prójimo y a la tierra de uno.

—Porque tienes carita de adiós.

—¿Tanto se me nota? —Intentó obligarse a sonreír, no quería despedirse de alguien como él con caras largas—Pues sí, puede que no volvamos a vernos...

—No estés tan seguro, aún nos quedan los sueños—Sin duda, Federico, que iba a soñar con él— Anoche imagine un poema: El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero...

—Nada puede abrir semillas en el corazón del sueño.

—Pero como puedes saber un poema que...

—Vas a morir, Federico—le interrumpió con brusquedad. Tal vez fue ese momento en el que lo decidió, o tal vez no fue decisión suya en absoluto. Tal vez por eso estaba él allí, para avisar a Lorca, para ponerle al tanto de su triste final y corregir la injusticia que había cometido España y la historia con él. Al contrario de lo que esperó su sonrisa no se apagó.

—A ver si te piensas que tú te quedarás plantado en este mundo por siempre, Julián, por muy buena planta que te gastes—dijo con mucha gracia y un marcado acento andaluz, olvidando la inquietud por los versos y pensando seguramente que le tomaba el pelo. Pero no lo hacía, lo vio en su mirada, en su gesto serio—Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir. Desechad tristezas y melancolías, amigo... La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar.

—Y tan pocos... que no te debe quedar, por las fechas, más de diez años...

—¡Lo sabía!

—¿Qué te van a fusilar? —Sorprendentemente aún conseguía dejarlo perplejo. Los sueños premonitorios del poeta parecían ir más allá, tal vez conocía su destino desde antes de Poeta en Nueva York.

—¡Que venís del futuro! —Su desconcierto contrastaba con la alegría en los ojos oscuros del autor, cualquiera que lo viera pensaría que lo que acababa de decirle era que había ganado la lotería. Por Dios, ¡que acababa de decirle que se lo iban a cargar!—. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¿Y cómo es? Habremos superado ya nuestro pasado sangrante imagino, tanta pobreza desgarrando esta España de impresión y de sueños.

—No muy diferente a la de ahora-admitió dándose cuenta de que en lo fundamental los españoles no habíamos cambiado en ¿cuántos años? Había cosas que teníamos a fuego grabadas en nuestro ADN. Fanatismo. Caciquismo. Ignorancia supina y un completo desdén por lo que realmente hace grande a un país: su gente. Se acordó de su labor en La Barraca, si aquel hombre llegaba a ver algún día Telecinco y sus programas en lugar de por un balazo, iba a morirse de un infarto de miocardio. Porque en el fondo, con nuestras tablets, wi fi y demás tecnología seguimos sin darnos cuenta de lo importante: que no hace falta bluetooth para echarse al camino por un ideal—Pero al menos la gran mayoría sabe leer y escribir. Y no hablemos de mi futuro, hablemos del tuyo Federico, es importante...

—Quía... Exagerado que eres Julián. Solo soy un hombre, uno de tantos que recorre las ca...

—Eres el mayor poeta y dramaturgo de este siglo. Tienes una sensibilidad, Federico, que te hace el más grande, el más leído, el mejor... No me mires así, porque lo eres. Y lo que te depara esta España que tanto amas es la más cruel de las injusticias: te matarán por tus ideas, tus huesos se perderán en tierras granadinas y la República... La República se quedará en un bonito sueño, uno que ni siquiera podrás recordar porque los muertos no recuerdan—El tono de su discurso había ido in crecendo desde el ligero susurro hasta llegar a reflejar la ira y la rabia que sentía ante la tragedia— No les dejes silenciarte Federico... piensa en todo lo que podrías vivir, en las nuevas obras que podrías escribir si evitas ese camino. Por favor...

Lo último fue más un ruego que otra cosa. Con una sonrisa el artista le puso la mano en el hombro, en signo de apoyo. García Lorca le apoyaba, a él. El hombre al que le iban a pegar un tiro en pocos años se apiadaba de él y de las lágrimas que luchaban por brotar de sus ojos. Le abrazó, por primera y última vez.

—Julián...