Sonrisa.

Iván Braginski, también conocido como la República de Nóvgorod, se mordió el labio con fuerza cuando la tela con hierbas entró en contacto con su herida, casi rompiéndose la piel de sus labios con sus dientes.

-Deberías saber mejor que hacer estupideces- comentó su enfermera –pedir tu libertad en medio de una conversación, más si hay una alianza de por medio, no es lo más inteligente que puedas hacer…

Cuando el chico no contestó, el gran Imperio Chino suspiró con pesadez y continuó limpiando la herida, alternando la vista entre la puerta y el joven frente suyo.

El chico, por su parte, no podía apartar sus pensamientos de lo ocurrido tan sólo unas horas atrás. El bello rostro de aquella que le había causado tantos sufrimientos flotaba como fantasma ante sus ojos, con aquella casi imperceptible sonrisa que le provocaba tantas emociones encontradas.

Cuando entró al yurt del Khan esa tarde, no venía con muchas expectativas. Probablemente le demandarían más tributo, más tierras, o simplemente le golpearían hasta el cansancio. Lo que no había esperado era verla a ella allí, entrando casualmente por una entrada posterior y colocándose al lado de su jefe.

Siempre que la veía tenía la misma reacción. Las palmas le sudaban, el rostro lo sentía caliente y los labios le temblaban de forma incontrolable. Y, cuando sus ojos penetrantes se clavaban en él, sentía que se desmayaría o que gritaría del pánico.

Tenía que ser miedo ¿verdad?

Las cuentas del tocado que enmarcaba su rostro le daba una apariencia de muñequita que contrastaba con el olor a sangre y destrucción con el que siempre la relacionaba. Su deel estaba finamente bordado con las más ricas y bellas telas que pudieran imaginarse, realzando su belleza natural. Durante toda la conversación entre sus líderes ella simplemente sonreía… aunque no sabía que había hecho en cuanto habían comenzado a golpearlo.

Pero esa sonrisa no dejaba de embrujar y visitar sus sueños todas las noches.

Yao, viendo que no tenía caso intentar iniciar una conversación, se excusó y salió de la habitación, dejando al ruso solo con sus reflexiones.

-Está bien, realmente no fue nada grave, ha estado peor, aru- dijo sin siquiera voltearse a ver quién estaba en el pasillo.

El Imperio Mongol, alías la Horda de Oro, se sonrojó con violencia, tirándole al hombre un puñetazo que lo mandó volando a la pared.

-¡No es cómo si me importara!

-¿Ah, sí?- comentó el otro casualmente, sobándose la cara y la espalda –tan no interesada estabas que viniste aquí desde que lo trajeron…- saboreando el momentáneo poder de avergonzar a su "hermana", sonrió con malicia antes de decir: -¿es cierto que tengo que felicitarte?

-Cierra la boca

-Me pregunto cómo serán sus hijitos, aru~

-¡ERES UN-! ¡Regresa aquí, cobarde! ¡Vuelve para que pueda partirte en pedacitos!

Dentro de la habitación un muy sonrojado Iván Branski miraba a los dos asiáticos perseguirse por todo el terreno, con el casual grito de furia de Narantsetseg y la risa socarrona de Yao.

-¿Hijitos…?


Mongolia: Ni m*****

La República de Novgorod formaba parte del territorio de lo que es la actual Rusia. Se separaron de la Rus de Kiev un poco antes de la invasión Mongola, y aunque fueron invadidos por ellos resistieron mejor los embates que sus compatriotas del Este. Incluso llegaron a haber alianzas entre mongoles y los antiguos rusos: Teodoro el Negro, por ejemplo, se casó con la hija del Khan y la bautizó como Anna.

Mongolia: Narantsetseg Wang

(Himayura Hidekaz) Rusia: Ivan Braginsky; China: Lin Yao