Granny's. Noche de celebración del nacimiento del hijo de Blancanieves y Charming.

Regina no podía creerse todavía que esto estaba pasando otra vez. Hace tan solo unos minutos ella estaba feliz con Robin y el hijo de este y ahora…. Ahora ambos estaban con la mujer que Swan había traído del pasado. Marian. La mujer de Robin y la madre de Roland. Y ahora Robin se veía feliz con su mujer. Abrazado a su familia. Con esa sonrisa que decía cuanto se alegraba de tener a su esposa de vuelta. Regina no podía ver más esas muestras de cariño. Era suficiente. Cambio su mirada a Swan. Esta parecía arrepentida. Debía estarlo después de lo que le había hecho.

-Tú.. ¿Tú has hecho esto?- El dolor de Regina se podía notar en su voz, aunque eso no hacía falta, en su cara se reflejaba el dolor que ella sentía. En sus ojos que aguantaban las lagrimas que ella no quería comenzar a soltar.

-Yo solo quería salvar su vida…-Contesto la rubia muy arrepentida.

-Eres igual que tú madre. Nunca piensas en las consecuencias.-Al dolor de Regina ahora se sumaba la decepción. Ella nunca había considerado a Emma como unos de los Charming's. Eran los Charmings por un lado y Emma y Henry por otro. Incluso la rubia había empezado a caerla bien. Y ahora esto. Otra vez.

-No lo sabía…-Comenzó Emma.

-Por supuesto que no lo sabías. Bueno, será mejor que no hayas traído nada más.- Le espeto con rabia y se dio la vuelta para salir del café de la abuelita pero no puedo evitarlo y volvió a mirar hacía Robin. Este seguía en un emotivo abrazo con su familia. Esa era su familia y no ella. Ella ya no era nada para él ahora que él tenía su primera oportunidad de vuelta. Agacho la mirada y salió de la cafetería mientras una lágrima rebelde se resbalaba por su mejilla. Por suerte nadie la había visto pues todos estaban bastantes ocupada observando el final feliz que la salvadora había traído a Robin Hood.


Tinkerbell había observado todo anonadada desde la barra. Se sentía demasiado triste y decepcionada. Y culpable. Sí, también se sentía culpable. Regina se había vuelto a abrir y confiar en gran parte por la insistencia del hada y ahora había salido herida. De nuevo. Se levanto de su asiento y fue hasta la entrada. -¡Regina!- Grito esperando que esta la escuchara pero ya se había ido. Quien si se dio la vuelto a su grito fue el hombre del tatuaje.

-Regina…- Escucho decir a Robin el hada y ver como este la buscaba con la mirada.

El hada se detuvo en la puerta y lo miro con todo el mismo rencor y odio con él que había mirando a Regina en Neverland. -¡Tú tienes la culpa de esto! ¿Tan difícil era elegirla a ella? ¡La he fallado por tu culpa! ¡No vuelvas a mencionar su nombre! ¡No tienes derecho! –El hada estaba tan furiosa que ni cuenta se dio de que las lágrimas habían empezado a resbalar por sus mejillas. Lagrimas de rabia. ¡Ella era una gran fan del amor verdadero! Creía en las almas gemelas. Robin y Regina habían sido su ejemplo de ello. Ellos le habían dado esperanzas en que ella también conseguiría algún día su final feliz y ahora él las había arruinado todas.

Por otra parte, en esa misma cafetería, Henry se había levantado de su asiento y acercado a su madre. Sus abuelos detrás de él. –Mamá… ¿Qué ha pasado con mi mamá? –Pregunto preocupado por Regina.

Emma lo miro con la culpabilidad que sentía. –Yo no sabía… -Comenzó a explicar pero se dio cuenta que no podía continuar. Y Killian llego a su lado explicando por ella lo que pasaba.

-La mujer a la que trajimos del pasado, es la esposa de Robin Hood.-

-¡¿QUÉ?!-Gritaron Henry y Blancanieves al mismo tiempo luego mirando hacía Robin Hood. La mirada de Snow era de sorpresa y agradecimiento hacía Marian al reconocerla, pero también de lastima y tristeza por Regina. Otra vez Regina estaba perdiendo el amor y por culpa de su familia. La historia se repetía, aunque gracias a dios con un final no tan trágico como la anterior vez. Por lo menos Robin Hood estaba vivo.

Mientras la mirada de Henry era de decepción y rabia. Decepción porque Robin Hood era como su ídolo. Le encantaba su cuento y por eso lo valoraba tal cosa y había aprobado con tanta ilusión la relación su madre. Y rabia por romperle el corazón a su madre. Por hacerla daño. –Voy a verla.- Aviso a Emma e iba hacía la salida cuando esta lo detuvo.

-Ni hablar chico. No sabemos donde esta y es muy tarde. Mañana la veras.-

-¡Ella me necesita ahora!-Grito Henry. Quería ver a su madre. Quería abrazarla. Él sabía que Regina lo necesitaba.

-Henry..-Era su abuela quien hablaba ahora.-Mañana la veras. Regina necesita estar sola ahora.

-Sí pequeño, yo iré contigo mañana.-Fue la voz de Tinkerbell acercándose a él y sonriendo. Henry asintió abrazándose al hada.

Marian miro a Robin con confusión. ¿Por qué todos la miraban? ¿Por qué parecían la rubia y el niño enfadados con su marido? ¿Por qué todos hablaban de la reina malvada de esa manera? Esa noche le pediría muchas explicaciones a su marido.


Regina llego a su casa y se dejo caer tras cerrar la puerta. No podía con tanto dolor. "Más fuerte que nunca". Le había contestado a él a la pregunta sobre el estado de su corazón en el salón de su casa. Esa que ahora olía a él. A bosque. Su mirada estaba en el salón aún cuando ella no podía levantarse ni moverse de la entrada. Ahora no tenía fuerza. Era como si toda su fuerza se hubiera quedado con él. Y todos los recuerdos azotaban a su cabeza haciéndolo todo más doloroso. Tan solo unas horas antes, ellos habían estado juntos en su casa y él la había hecho el amor en su salón.