Capítulo correspondiente a Michiru

s e g u n d a t e m p o r a d a

"En el Silencio"

UNO

Tener catorce años no resultó fácil. El tiempo y la distancia lejos de su tierra, la hizo madurar. Ahora dominaba muy bien el inglés, se acomodó al mundo nuevo donde viviría. El primer año fue lleno de nostalgias, por las costumbres que se dejaron, por la comida, la tierra y su gente. Entró a un sistema nuevo de educación, ahora ya no era diferente entre aquellos niños que como ella, habían sido condenados al olvido. El año pasó velozmente, y para cuando menos acordó ya tenía catorce años. Entraba a la pubertad y estaba a un paso de la adolescencia. Pero la rebeldía no se presentaba en ella como en los demás, se volvió más taciturna, solitaria y dedicada a la música y pintura. Forjaba un futuro que tantas veces soñó.

Guardaba la esperanza de volver un día Japón y más que por raíces o recuerdos se trataba de Haruka Tenoh. Cuando se marchó tuvieron por largos meses contacto, se llamaban cada mes. E mail casi a diario, cartas cada semana y el destino se ensañó con ella. Haruka descubrió que sostenía un romance de esos raros e infantiles que solamente ella podía tener con Jessica, qué podía decir a su favor, se dieron las cosas y las decisiones tomadas fueron en su momentos las guiadas por el corazón solitario.

Pero ella no dio oportunidad de explicaciones, se negó a contestar llamadas, e mail, cartas, todo lo devolvía hasta que un triste día se dignó a contestarle para pedirle deja de llamara, la dejara en paz. Con el correr de los meses esperaba se tranquilizara mas no ocurrió, cambió su número telefónico y pensaba que hasta se mudó porque las cartas se regresaban siempre con la leyenda no vive allí. Sus ojos adquirieron un tono triste que muy ponto se conjugó con la sabiduría volviéndose así parte de ella. Por eso quería regresar a Japón, para explicarle a su terco y necio viento qué sucedía entre ella y Jessica. Las excusas no valían pero quería lo escuchara de sus labios y ver sus ojos de frente cuando le dijera que de verdad ya no la quería en su vida, entonces estaría convencida la dejó de querer.

Aquel año tuvo la mejor de las noticias. Su padre decidía regresar a Tokio, extrañaba su mundo, su ciudad y su idioma, estaba cansado de los chistes bobos de los inglese, de su pedantería, tomar el té y su ciudad rara, estaba harto del inglés. Michiru sonrió y su madre tuvo un ataque de histeria pues había logrado ser más popular de lo que pudo ser en Japón, la decisión estaba tomada.

"Será grandioso" decía en su habitación

Tomó entre sus manos el pequeño televisor, regalo que Haruka le diera en el aeropuerto si quería aprender costumbres y amoldarse rápido a un sistema muy diferente de vida necesitaba ver TV allí estaban todas las respuestas. Por un tiempo las tuvo, aprendió coloquios y más inglés del que pudo aprender en la escuela, ya no estaba tan fuera de lugar sin embargo las leyes de la convivencia y la naturaleza humana no eran posible aprenderse en el televisor

"Volveremos a vernos"

Esperaba la rechazara, se negara a hablar y hasta la ignorara desconociéndola con esa saña que tomaba para sus enemigos. Estaba dispuesta a todo, hasta suplicar y si no daba resultado ya pensaría en otro plan.

"De regreso" lloraba su madre todavía

Se miró al espejo, había cambiado mucho. En Londres iba a escuelas especiales, se había vuelto un prodigio de la música y el arte de la pintura. Su talento la hacia brillar más que su propio ser. Se preguntaba cómo sería Haruka, cómo estaría y si aún la odiaba o la amaba

Llegó a Japón un martes en la noche. Algunos ejecutivos y dueños de grandes compañías fueron a recibirlos, la mayoría buscaban el favor de su padre y como tal fingían interés. A ella nadie la recibiría, se molestó en avisar pero sabía nadie se acordaría de ella como la niña tímida y extraña del colegio, la conocían como la talentosa y prodigiosa Michiru Kaioh. Oyó gritaban su nombre cuando abordaba la limosina volteó asombrada de encontrar frente a ella a todos los Wiechers. Su padre lanzó unas miradas temibles y ella sonrió.

"Señor Kaioh" saludó Jean "Qué gusto verlo en la ciudad de nuevo" estrechaba su mano mientras Taichi no podía evitar disimular su molestia con su presencia

"¿Te acuerdas de mí?" saludó Sydney

Michiru dejó escapar un suspiro, de verdad se había convertido en toda una muchachita, a pesar que tenía doce años se veía increíble, su desarrollo precoz y la hermosura de su madre heredara le daban un toque adulto que enloquecía a cualquiera. Pero el toque mágico estaba en sus ojos, tenían esa chispa infantil e inocente que en contraste con su físico asombraban a propios y desconocidos. Jean ya era un joven, estaba más alto que su padre, sus ojos conservaron el misticismo y su facha de indecente y vago parecía perpetuarse, usaba el cabello largo y un arete en la oreja izquierda. Andrea en cambio se transformó, la decencia y hermosura se volvieron un toque en ella, movimientos refinados y precisos que le daban cierto toque encantador, el polo opuesto a su hermano. Jessica también cambió, creció, se convirtió de una niña en una adolescente. Estaba más bella que nunca. Benjamín casi no se notaba, seguía siendo el mismo niño pero con mayor altura.

"Que gusto regreses" la abrazó Jessica para besarla en la mejilla mientras Taichi quería asesinarlos

"Ya vamonos"

"Es descortés" se adelantó Eloísa

"Creo tiene razón… Vamonos chicos" dijo Andrea "están cansados y ya nos veremos un día de estos ¿Verdad Michiru?"

Esa mirada penetrante y llena de deseo no auguraba nada bueno. Sonrió como contestación. Si Andrea la amó de niña hoy la deseaba con fervor de obsesión que se incrementa con el tiempo.

"Hasta luego" besó la mejilla de Jessica

Se sentía feliz de vuelta en su tierra. En cuanto vio era una hora adecuada fue a buscar a Haruka.

Haruka se había convertido en una chiquilla muy guapa y llena de encanto, ese carisma que la acompañó de niña creció para convertirla en una divinidad a la que no se puede hacer otra cosa que adorar y rendir el tributo merecido de un dios. Haruka se preparaba para una competencia de atletismo así que se sentó a esperara y de paso verla competir. Siempre fue excelente para los deporte, el que ganara no le asombró. Ella era el viento. A lo lejos vio a Elsa, la hija de una de las amigas íntimas de su madre. Si le pedía las presentar y se quedara cinco minutos podría existir la posibilidad que Haruka la escuchara.

"¿Haruka?"

"Sí, me interesa pose para mí"

"Es una persona muy difícil y créeme no eres la clase de muchachitas con quien sale… Tiene muchas admiradoras, escoge lo mejor ¡No digo seas feas! ¿Conoces a su novia?"

"No" reía encantada por el discurso de advertencia de Elsa

"Sale con Belinda… Su madre fue modelo y actriz, la niña sigue sus pasos, es muy bella… En el centro verás muchos anuncios con ella"

"Nada más quiero pose para mí"

"Bueno tú sabes"

Elsa las presentó, contra su voluntad porque sabiendo el carácter de la rubia y esas manías de desprecio sin miramientos, alguien de allí terminaría con el corazón destrozado. Michiru apretó la carpeta de dibujo contra ella. La plática corrió un poco extraña, Haruka se hacía la tonta, como si no la conociera. Había en esos ojos zarcos una mezcla entre furia, confusión y asombro. No supo definirlo. Se iba y lo único que se le ocurrió fue pedirle posara para ella.

"Ni pensarlo. Nunca me ha interesado la pintura"

Ella la miró de soslayo, con esa sonrisa burlona en su rostro mientras sus ojos mostraban crueldad y dureza que enfriaba la pasión más grande. Michiru bajó la vista destrozada.

"Te lo advertí" repitió Elsa extendiéndole el pañuelo

"Son tonterías" se limpió las lágrimas que a pesar de sus esfuerzos se habían escapado

Estaba confundida y tan perdida como cuando se conocieron. Si fingía no la conocía era su manera de cerrarle de un solo golpe las puertas. En su idioma significaba aléjate te quiero fuera de mi vida. Pero Haruka no contaba con que Michiru era persistente y podía ser tan o más necia que la propia rubia.

"¿Qué tienes?" le saludó su padre

"Nada" sonrió con melancolía

"Alguien te desairó" reía "Vamos tienes una carita tan triste como cuando descubriste que tu famoso francesito te veía como una niña"

"¡Papá! Eran cosas de niños yo tenía doce y él veintidós Cómo se iba a fijar en mí"

"Bueno ahora dime cuántos años tiene el susodicho… Y si se trata de Jessica Wiechers o alguno de ellos solamente dime: "Te enfadarás mucho" y me iré ¡Por que no quiero saber nada que tenga que ver con ellos!" ella estalló en sonoras carcajadas

"No papá Jessica me quiere mucho y… Se trata de otro personita"

"¿Adivino? Te prometo le atino si me dices una pista"

"Papá cuando te di la pista del francés que hablaba francés empezaste a nombrar mil gentes que ni siquiera conocen Francia… Eres pésimo en esos juegos" reía "Es Haruka Tenoh"

"Ah" y esa mueca rara que hacía reflejaban no la recordaba "Ya se solucionará"

Michiru volvió reír animadamente. Su padre era muy torpe para cuestiones padre - hija

La siguiente semana estuvo atareada para ocuparse de reconciliarse con Haruka. Debía desempacar ponerse al corriente con la escuela y adecuarse al nuevo sistema de vida. Esa noche terminaba de leer un libro cuando su padre se sentó en el sillón de enfrene observándola. Ella cerró el libro, por su mirada algo no andaba bien. Respiró hondamente y esperó por lo que él quisiera decirle

"Es Haruka Tenoh"

"¿Si?" iba a reírse porque su padre rara vez recordaba algún nombre que no fuera de alguien importante para su vida

"Está detenido… Bueno no entendí, solamente que escuché el nombre y… ¿Te apura porque está fuera de control? Creo estuvo en un tiroteo, igual fue un error absurdo, se fue de su casa y le pareció un buen sitio para dormir o vivir y bueno lo demás es pura suerte…"

"Gracias por la información" volvió a su libro

"Llévale un suéter hace mucho frío allí" eso en su idioma paterno significaba le daba permiso de visitarla.

Arregló todo para la visita. Hasta empacó un suéter grueso y unos dulces. A su madre le dijo iba con Jessica y a Jessica que se quedara calladita pues tenía asuntos qué hacer. Si su madre se enteraba a dónde iba se moriría de la vergüenza, bien le agradaba la idea lo malo es que se moría literalmente nunca lo hacía de verdad y entonces ella pagaba por todas las frustraciones de la mujer.

"Dame eso" le quitó de las manos la pequeña bolsita con polvo blanco

"Creo que no puedes ir drogada a ese lugar" reía sin control Jessica

"No quiero para mí… quiero dejes de meterte porquerías"

"Eres muy regañona" gritaba como loca

"Olvídalo platicaremos cuando te pase el efecto"

"¡Devuélvemela!" y Michiru la depositó en el cesto de basura

No se iba muy contenta dejándola en ese estado. Al bajar las escaleras le dijo a Andrea cómo estaba su hermana, ella enfureció, se cansaba de ser la única en sus cinco sentidos en esa mansión. Claro tampoco Sydney se drogaba pero la niña con su ternura y languidez no era de gran ayuda a menos que se quisiera inundar la ciudad con lágrimas.

"¡Jessica!" oyó a Andrea gritar

De verdad el lugar era aterrador. Las paredes descarapeladas y rayadas, con barrotes y puertas de seguridad por doquier daban un toque espeluznante. Pensó en cómo se sentiría su viento, atrapado allí como un pájaro cautivo. Debía deprimirla. En el pasillo se encontró con el abogado, ya su padre le había dado una reseña rápida del hombre, el mejor de la ciudad, si Tenoh podía ganar era con ese abogado.

"Señorita venga" le invitó el abogado "Centinela" gritó

"Señor" salió el guardia un poco molesto por sus gritos

"La niña verá a Haruka Tenoh"

"Venga… No puede pasar eso"

"Son dulces" refunfuñó Michiru

"Pues no puede… Ni el suéter"

"¡Por qué no! Revíselo" de mala gana accedió pero los dulce definitivamente no.

Se sentó en aquel cuarto blanco y de luces opacas. Miró la puerta con miedo por allí entraría su viento y con el humor que debía provocar un lugar así seguramente le gritaría y lo que no pudo hacer frente a Elsa lo haría allí: Asesinarla.

"Hola" se levantó de la sillita Michiru Kaioh en cuanto la vio entrar

"Uhm" hizo un gesto de decepción y aborrecimiento "No voy a posar para ti… Ya te dije no me gusta eso"

Ella rió. Quién creía que era, entendió no posaría y si iba a verla era porque le preocupaba no para seguir insistiendo

"Bueno ya lo sé" sonreía iluminando aquel sitio oscuro y tenebroso "No vengo por eso… Venía a ver cómo estabas…"

"Encerrada" se adelantó a contestar

"¿De verdad no te acuerdas de mí?"

"Michiru Kaioh y el otro día me dijiste querías posara como modelo y la respuesta niñita sigue siendo NO" el tono de sus palabras era tan hiriente y frío. Pensó que más no podía destrozarla pero de nuevo se equivocó.

"Sigues teniendo mal genio" murmuró para sí "Te traje un suéter, pensé tendrías frío… Y te sentirías un poco sola, aquí… "

Las palabras eran en vano. Se dijo adiós hacía tanto tiempo que hoy no había nada que salvar. El dolor se metió en sus huesos y llegó al alma matando todo y dejando que la apatía e indiferencia fuera el lazo existente con la vida. Pedía demostrar fue un error, la vida sin ella no tenía un sentido real.

"… ¿Algo más?"

"¿Quieres me vaya?"

"Por favor"

"Bien" ahora fue ella quien bajó la mirada "Disculpa por molestarte"

Lloró largas noches. Rogó a los dioses, pero nada importaba, nada movería el endurecido corazón de Haruka Tenoh, hasta la olvidó. Se recostó en la cama mientras las lágrimas de años se vertían. Pasiones de leyenda que se quedaron pendientes por su edad, por sus corazones de niños y es cierto que el primer amor marca de por vida, se queda en lo profundo del alma hasta que se vulva parte del concepto de vida posterior. Ella era el viento, ojalá pronto saliera de allí para que volviera a tener libertad y quizá así sus ojos volvieran a resplandecer. La libertad también daba vida. ¿Qué pudo haberle pasado para convertirse en una persona tan solitaria y amargada? Su viento estaba muy asustado y solo. Tocaron a su puerta, su padre esperaba le contara sus aventuras amorosas

"Pues nada" reía entre sollozos

"¿Y lloras por nada?"

"Es que es un lugar muy horrible y me da tristeza esté allí… Quisiera"

"Saldrá ya pronto además eso forma carácter, tu Harukita es un desastre, su vida va en picada y un día si no termina en la cárcel se matará con sus boberías"

"¿Puedo preguntarte algo papá?"

"No" ella frunció el entrecejo

"¿Por qué permites que esté con Haruka? Por menos razones has hecho lo imposible para alejarme de amigos"

"Bueno mira son cuestiones de padres que solamente entenderás cuando tengas tus propios hijos y yo nunca dije me agrade salgas con Harukita, es muy molesto verte así: deprimida y entre más pronto te desilusione más pronto tendremos un nuevo galán por quién preocuparnos"

Mentía pero por lo menos logró robarle una sonrisa a su hija.

Taichi se culpaba cada noche. Condenó a su hija cuando la dejó en brazos de Jessica Wiechers. No. Si era franco fue muchísimo antes de que esa familia maldita cruzara en su vida. Cuando decidió dejar que su esposa se ensañara con su hija, cuando se permitió descargar su ira y pasiones sangrientas en esa pequeña criatura. Esperó con esa extraña ilusión que su hija creciera y cambiara, tomara rumbo y alcanzara a quienes hacía mucho la dejaron atrás. Cómo explicar que sus vanos intentos la alejaron más. Recordaba con gracia cuando el famosito Tenoh la llevó al baile, hasta que lo comentó se dio cuenta que Michiru nunca había comido un dulce en su vida. Dejó de celebrarle su cumpleaños a los seis años como lo hacían los niños, y si conmemoraban la fecha era de forma simple y escueta, un regalo una comida especial o ida a su restaurante favorito. En sus ojos leía la madurez que ni él mismo tenía.

Entregó en bandeja de plata a su hija. La llevó a la perdición por su propia salvación. ¡Se suponía debía cuidar de ella! Y cuanto más se torturaba con la culpa y lo que hizo más se ensañaba con ella dejando que su esposa lo manipulara. Se culpó durante muchos años por genes que la hicieron diferente, en ese entonces no se ocupó por remediarlo o mejorar su situación. Hoy haría algo, o por lo menos eso intentaba.

Decidió investigar a los Wiechers para saber qué tanto su hija peligraba. Jean perdió el rumbo, seguía todavía en el primer año de preparatoria y por los antecedentes delincuentes a su haber pocas esperanzas quedaban, no le veía un buen futuro. Andrea cambió, aunque su decencia y exterior cambiaron su mirada salvaje y llena de pasiones seguía revelando que dejaba al instinto dominar. Jessica seguía siendo esa niña superdotada y perfecta pero su mirada también revelaba su salvajismo y pasiones que la dominaban. Sydney y Benjamín aún eran unos niños. Entonces cuando investigaba sobre ellos descubrió que el pequeño cabeza dura de Tenoh tenía su hijito travieso en la correccional. Igual daba si le otorgaban un nombre pomposo, era la cárcel para menores infractores y punto.

No sabía por qué se empeñaba en ello. Michiru sería quien decidiera. Y de verdad que prefería fuera Haruka su elección y si se podía (sabía pedía mucho) escogiera a alguien distinto, alguien que fuera… un muchacho… y decente.

CONTINUARÁ…

Notas

Hola a todos pues estoy de regreso con la segunda temporada de En el Silencio, entre más se animen a dejar comentarios más prisa me daré... Por lo pronto aqui esta el primer capitulo. Ah y el papá de Michiru sabe perfectamente que Haruka es niña sólo le hace al tonto por no admitir lo que esta pasando ok?

Cualquier duda, comentario o queja... se vale todo, dejen un review ya saben que los contesto con mucho gusto y se los agradezcó mucho más.

Hasta la próxima