N/A: ¿Cuándo voy a aprender a terminar mis otros fics antes de escribir uno nuevo? Nunca. Por lo menos planeo que este sea realmente corto. Probablemente two o three-shots.
¡No es mi culpa! Terminé hace poco el anime y el manga de Katekyo, y sinceramente no hay forma de sacármelo de la cabeza ¡Hay tantas parejas posibles que me encantan! Así que, como es la primera vez que escribo sobre este anime, desde ya pido disculpas si me queda muy Ooc, o raro de alguna manera.
Ah, generalmente no uso muletillas o ese tipo de cosas en los diálogos de los personajes, pero se me hace imposible imaginar a Gokudera hablando sin decir "Juudaime" o a Lambo sin sus insultos. Hago una excepción por esta vez.
Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn no me pertenece, su dueño y creador es Akira Amano.
Advertencia: Este fic trata de una relación hombreXhombre. Si este género no es de tu agrado, por favor cierra la ventana. Estás advertido.
Por último, espero que disfruten la pequeña idea!
-O-
Capítulo 1
La molestia de Gokudera Hayato
Hayato Gokudera tenía aquella extraña sensación de molestia consigo mismo desde hacía ya varios días, y aunque la ocultaba tanto como le era posible, fue inevitable que algunos de sus amigos lo notaran.
Yamamoto se limitaba a mirarlo de reojo cuando el peliblanco se perdía en sus pensamientos; conocía más que nadie su mal carácter y sabía que confrontarlo no iba a tener ningún efecto. Bianchi suspiraba preocupada por su único hermano, pero era la menos indicada para ese tipo de cosas. Y aunque Reborn al principio no le dio mucha importancia al asunto, ahora se quedaba mirando profundamente al guardián de la tormenta de vez en cuando. Nadie podría seguir su línea de pensamiento.
Y Tsuna… bueno, no por nada tenía verdadera sangre del Vongola Primo en él, pues fue el primero en darse cuenta del extraño comportamiento que mostraba Gokudera cuando tenía algún momento tranquilo para pensar. ¿Qué era lo que podía estar molestando a su amigo? No había ningún enemigo desde hacía ya un par de meses cuando todo el asunto de la batalla representativa y los arcobaleno había terminado.
La diferencia con los demás, era que Tsuna ya no iba a seguir esperando a que Gokudera se abriera a ellos, pues, probablemente, eso ocurriría nunca.
-¿Gokudera-kun?
-¿Sí, Juudaime?- El aludido levantó la vista de la historieta que estaba leyendo- ¿Necesita que vuelva a explicarle algo?
Tsuna se sonrojó un poco cuando su amigo señaló hacia su tarea. Gokudera ya le había explicado el mismo punto unas tres veces y le avergonzaba que el chico pensara que necesitaba todavía una más para entenderlo. Negó enérgicamente con la cabeza.
-No es eso, creo que ya entendí la idea, pero…
Hayato frunció el ceño al ver a su jefe con una expresión tan contrariada en la cara. Lo que sea que estuviera preocupando a su décimo, él se encargaría de solucionarlo. Como buena mano derecha que era.
-Nosotros somos amigos ¿no?
Gokudera se quedó en silencio un momento sin entender a qué se refería.
-¡P-Por supuesto! Yo soy feliz de que usted me considere como un amigo y además, como su mano derecha, Juudaime. Yo…
Tsuna decidió que era mejor parar la cosa ahí, antes de que su testarudo amigo comenzara con el discurso de siempre sobre la mafia y ser su autoproclamada mano derecha.
-Entonces, confía en mí Gokudera -Tsuna estaba nervioso, realmente, pero sabía que tenía que hablar sin rodeos con su guardián o este terminaría escabulléndose de la conversación –Algo te está preocupando ¿verdad? Si quieres, puedes hablarlo conmigo.
Por primera vez, Hayato odió la híper intuición de la sangre Vongola. Claro, por más que lo hubiese disimulado, debió saber que no podía ocultarle nada a su Décimo. Pensó rápidamente como salir de eso sin herir los sentimientos de su jefe. No podía contarle qué le estaba preocupando, pero tampoco podía negarle nada a Tsuna. Esa era su debilidad.
Relajó su expresión antes de responder con tanta tranquilidad como pudiese disimular.
-Lamento preocuparlo, Juudaime –Tsuna iba a replicar, pero no lo dejó –Pero le aseguro que no me pasa nada, sólo he estado distraído. Por favor, no le preste atención.
Y a continuación, comenzó a reír para quitarle importancia al asunto. Tsuna no podía decir que creía lo que acababa de decirle, era obvio que Gokudera realmente no quería hablar de ello. Pero tampoco iba a forzar a su amigo para que lo hiciera. Decidió que podía confiar una vez más en su guardián, y se unió a su risa, que pronto se volvió un poco más genuina.
Luego de ello, siguieron con la tarea de Tsuna por unos minutos más, cuando él mismo se levantó.
-Iré a buscar algo para tomar, está haciendo calor.
Gokudera asintió con una sonrisa ante eso, y cuando Tsuna salió de la habitación, dejó escapar un largo suspiro de alivio. Había zafado por ahora.
-No está bien mentirle a tu jefe, Gokudera.
La voz de Reborn lo asustó por un momento. Lo buscó con la vista por el lugar, hasta que lo encontró sentado en su hamaca.
-¡Reborn-san! ¿Desde cuándo está allí?
-Desde antes de que ustedes llegaran, estaba tomando mi siesta. Pero no me cambies de tema, sabes de qué estoy hablando.
Gokudera decidió que debía alejar sus pensamientos sobre que el arcobaleno realmente era un bebé, para prestarle atención. Primero Tsuna, ahora Reborn. ¿Acaso ya no tenía ninguna capacidad de disimulación?
-Lo siento, no le sigo…- Afirmó desviando la vista. Reborn entrecerró los ojos.
-Eres un idiota.
Hayato lo miró asombrado ¿Ese insulto por qué era? Reborn saltó desde la hamaca hasta la mesa en el centro de la habitación, y lo apuntó con león transformado en arma.
-Debería dispararte como hago con Tsuna cuando se porta como un idiota- Gokudera palideció. No se imaginaba de repente en ropa interior y gritando por la calle que iba a cumplir algo con su última voluntad. Pero, para su alivio, el pequeño asesino bajó el arma y sonrió con altanería –Pero sé que tú eres más racional que él. Asi que sólo diré esto; una buena mano derecha no deja que sus problemas afecten a su jefe. Menos a un idiota sentimental como es Tsuna.
Gokudera se le quedó mirando sin saber qué decir. Reborn saltó de la mesa al piso, para salir de la habitación. En la puerta se detuvo, y volteó a mirarlo con una sonrisa.
-Resuélvelo.
Y salió. El guardián de la tormenta se quedó con el ceño fruncido sopesando las palabras del bebé. Reborn sabía que para él lo más importante era ser una buena mano derecha para Tsuna, y acababa de llegar a él con sus palabras.
.
-¿Pudiste averiguar algo?
Tsuna levantó la vista de la jarra con zumo de naranja que tenía en sus manos para mirar a Bianchi apoyada en el marco de la puerta de la cocina. Sonrió un poco al notar la preocupación de la chica, pero negó con la cabeza.
-Me ha dicho que no es nada, y que no le prestara atención.
Bianchi bufó en su lugar.
-Estúpido único hermano menor.
Tsuna hizo una mueca; siempre le iba a dar gracia la forma en que Bianchi mostraba su preocupación por Gokudera. A veces pensaba que no le habría molestado tener una hermana mayor a él también.
-¡Yo, Tsuna!
Yamamoto apareció de repente detrás de Bianchi, con una sonrisa y aún vestido con el uniforme del equipo de béisbol. Lo saludó con una sonrisa, ya se había acostumbrado a que sus amigos aparecieran por su casa sin aviso.
-Vine a ver cómo les iba con la tarea. ¿Ya terminaron?
-Ah, Gokudera-kun está en mi habitación. Termino de servir y subo.
Yamamoto se quedó mirándolo sin entender la situación. Terminó por encogerse de hombros antes de hablar.
-Como vi salir a Gokudera pensé que ya habían terminado.
Bianchi y Tsuna cruzaron miradas solo un segundo, antes de ir con prisa hacia las escaleras, donde vieron a Reborn sentado en la barandilla.
-Tranquilo Tsuna. Gokudera tenía algo que hacer.
Oh, él conocía esa mirada en el bebé asesino. Tragó pesado y se preguntó qué le habría dicho Reborn a su amigo. Casi, hasta sintió pena por él.
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-Ne, Fuuta, tengo hambre.
-¡Lambo! Espera a llegar a casa.
Fuuta rió al ver como I-Pin reclamaba a Lambo su exagerada actuación sobre tener hambre, ya que el pequeño con disfraz de vaca se había recostado en el suelo con expresión moribunda.
-Vamos Lambo, compraré un helado camino a casa.
-¡De eso hablaba!
El pequeño parecía haber recobrado sus fuerzas tan solo al oír la palabra helado. Típico.
-¡Vaca estúpida!
Los tres se voltearon. Había una sola persona que llamaba así a Lambo, y en efecto, Gokudera acababa de llegar hasta ellos. Se veía agitado por lo que probablemente había corrido hasta allí. Se enderezó frente a ellos, acomodando su cabello con una mano.
-¡Estupidera! ¿Qué haces aquí?
I-Pin y Fuuta quedaron mudos al ver lo que siguió a continuación. Gokudera suavizó su voz, forzadamente, y colorado por la humillación que empezaba a sentir, habló.
-Necesito un favor.
-¿Un qué? –Repitió Lambo. Gokudera apretó sus puños.
-Un favor, vaca estúpida.
-¡Con ese carácter, Lambo-san no piensa hacerte ningún favor!
Gokudera bufó con fastidio, él no tenía tiempo para eso.
-Vamos, solo un favor, ni sabes que voy a pedirte.
-Me niego.
Fuuta tuvo que retener a Gokudera para que no golpeara a Lambo.
-Lambo, iremos al parque de diversiones si ayudas Gokudera-niisan.
El de ojos verdes miró asombrado al niño que lo retenía. Él no tenía una especial amistad con Fuuta, y le sorprendía que decidiera intervenir por él, sin saber ni siquiera lo que quería pedirle al guardián del rayo.
-¿En serio?- Preguntó Lambo emocionado, con el cuerpo medio oculto detrás de I-Pin- ¡Entonces Lambo-san lo hará!
Gokudera no podía creer que Fuuta lo hubiese convencido tan fácilmente. Una vez que se calmó el ambiente, apartó un poco a Lambo para decirle lo que quería. Estaba agradecido con Fuuta por ayudarlo pero no quería que le hiciesen preguntas incómodas sobre su accionar.
-Ahora, pídele lo que quieres a Lambo-san de rodillas.
Le salió una vena en la frente al ver la altanería con que le hablaba ese niño mientras se hurgaba la nariz.
-Ni en sueños, vaca estúpida- Se calmó antes de iniciar otra pelea sin sentido con el mocoso. Tomó aire antes de hablar- Necesito que utilices tu bazooka de los diez años en mí.
Sí, lo había meditado una y otra vez, y esta era la única idea que se le ocurría. Debía volver allí, y confirmar algo que lo molestaba desde la última vez que accidentalmente fue, con sus propios ojos.
Y esa última vez no se refería a cuando ocurrió toda la batalla contra Byakuran –criminal rehabilitado en esta época- sino a hacía dos semanas, cuando ese mocoso idiota que tenía enfrente, en uno de sus tantos berrinches, dejó caer la bazooka sobre él.
Ya ni siquiera recordaba porqué Lambo había comenzado a llorar histéricamente aquella vez, pero sí recordaba la familiar sensación de pasar por el túnel que conectaba los diferentes espacios temporales. Recordaba haber pensado en matar a Lambo cuando volviese.
Donde apareció, diez años en el futuro, era un lugar realmente cómodo. Sentía un mullido colchón bajo él y unas suaves sábanas enredadas en su cuerpo.
Se había sentado en la cama para mirar alrededor. La habitación era muy amplia y los muebles, aunque no eran abundantes, se veían sofisticados. En una segunda mirada decidió que el lugar era de su completo agrado. A los pies de la cama encontró una camisa y un pantalón negro, elegante. Era obvio que pertenecían a él, y con algo de una extraña vergüenza ajena, se preguntó si su yo del futuro habría aparecido desnudo en el pasado.
Había decidido quedarse allí a esperar a que pasaran los cinco minutos, no tenía ganas de averiguar ni donde estaba. Había tenido suficiente del futuro, sí señor. Y casi lo logró, habían pasado casi cinco minutos cuando lo impensado ocurrió.
A la derecha de la cama había otra puerta, que aparentemente conducía a su propio baño. Esta se abrió de repente, dejando salir una pequeña nube de vapor.
-¿Ya despertaste, Hayato?
Cabe resaltar, que cuando oyó esa conocida voz salir junto con el vapor, su corazón se detuvo. ¿Qué estaba ocurriendo allí? Porque bueno, no todos los días su querido Décimo salía del baño de una habitación que aparentemente era suya, desnudo.
Sí, Tsunayoshi Sawada- alias Décimo Vongola- era el dueño de aquella voz varonil. Y se presentaba frente a él con nada más que una toalla en la cabeza, secando su cabello.
Cuando ambos pares de ojos se encontraron, se congelaron. Uno no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, y el otro comenzaba a pensar que estaba creándole un trauma al pasado de su sexy novio.
Tsuna del futuro se había puesto rojo como una manzana, y con rapidez se había tapado un poco con la diminuta toalla que tenía.
-¿Juu-Juudaime…?
SÍ, Gokudera no tenía palabras.
De acuerdo, no era difícil entender la situación. Él aparecía entre las sábanas de su cama, su ropa al pie de la misma, Tsuna salía de su baño, desnudo sin ningún pudor sabiendo que Gokudera del futuro estaría allí. Sumar dos más dos era fácil, y él era avanzado en matemáticas.
Pero se negaba a entender aquella absurda situación.
Antes de que Tsuna mayor pudiese decir algo, Gokudera se sintió arrastrado una vez más por aquel túnel y pronto apareció ante Lambo, Yamamoto, Tsuna, Reborn y una abochornada I-Pin.
Aquella experiencia tuvo muchas consecuencias (infaltables las burlas de Lambo y Reborn ante su inoportuno cambio de lugar con su desnudo yo del futuro) pero la principal, era que desde entonces no podía evitar entretenerse en la figura de su Décimo, más de la cuenta.
Estar cerca de Tsuna, dormir en la misma habitación, rozar su brazo o simplemente escuchar su varonil voz en el estado híper última voluntad, le ponía la piel de gallina y perdía toda la concentración en lo que hacía.
El problema era que tenía muchas dudas; ¿la idea que se hizo de aquella situación en el futuro había sido la correcta? Si era así ¿estaba bien tener ese tipo de… vínculo con su Décimo? ¿Pero y si se había equivocado? Su cabeza daba vueltas acerca de eso desde entonces, y no había forma de olvidarlo.
-¿Qué?¿Sólo eso? – Lambo se limpiaba uno de sus oídos con el dedo meñique, restándole importancia al pedido de Gokudera.
-Vaca estúpida, solo hazlo.
-¡Cállate Estupidera!- Enojado, Lambo lanzó la bazooka sin ningún cuidado sobre la cabeza del chico, que se sorprendió por su acción.
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El paso por el túnel se le hizo más corto que nunca, y rápidamente sintió una dura superficie bajo su cuerpo. Seguramente había aparecido en el suelo o algo así. Abrió los ojos que había cerrado por reflejo y, por segunda vez en dos semanas, Gokudera se quedó completamente helado.
Efectivamente, estaba sobre el suelo de algún lado, pero no porque había estado entrenando como pensó. Sobre él había otra persona, que tiraba de la corbata de Gokudera hacia arriba, uniendo sus labios. La otra mano del chico estaba a un lado de su cadera, y lo más incómodo, era que este chico tenía una de sus piernas entre las suyas propias, demasiado cerca de aquella delicada zona.
¿Qué rayos estaba pasando?
Peor fue descubrir quién era la persona que lo dominaba de esa forma tan íntima.
-¿Juudaime…?
El Tsuna del futuro abrió los ojos de repente y también volvió a congelarse al verlo. Entonces, suspiró pesadamente y susurró una sola cosa con una mezcla de fastidio y vergüenza.
-Mierda.
-O-
Los comentarios son bienvenidos!
