Esta historia no me pertenece, su autora original es Kchann88.

Disclaimer: Los personajes de esta historia son propiedad de Walt Disney y de Kchann88.

-Liss1357


Elizabeth Turner se despertó con un sobresalto debido al sol de la mañana que entraba por la ventana de su pequeña, pero cómoda casa. Había dormido apenas un parpadeo la noche anterior. Diez años. Habían pasado diez años desde el día en que había sido obligada a ver el amor de su vida navegar lejos en el Holandés Errante, diez años desde que había visto su sonrisa reconfortante, diez años que no había sido capaz de besar sus labios o qué la haya sostenido en sus fuertes brazos. No sabía si el tiempo pasaba más rápidamente en el mundo más allá de éste, pero de cualquier forma, diez años era mucho tiempo.

Salió lentamente de la cama y miró por la ventana que daba al mar, y el lugar donde se había despedido de Will. The Empress estaba atracado allí, con las velas rojas ondeando al viento. Tai Huang y la tripulación la había dejado poco después de la salida de Will. Habían vuelto a Singapur, pero le dijeron que se quedara con el barco, porque después de todo, ella era todavía capitana y Reina de los Piratas. Abrió la ventana y escuchó los ruidos de la mañana en pequeña ciudad en la que residía. Había pensado regresar a Port Royal, pero ella simplemente no se atrevía a hacerlo. Necesitaba Will a su lado antes de que pudiera enfrentar todos esos recuerdos, recuerdos del tiempo en que ella y Will estaban juntos, los recuerdos de su padre, recuerdos de James y los recuerdos de una vida que casi no podía creer alguna vez existió. Debido a que ella era una mujer muy educada, había tomado un empleo como institutriz con el fin de ganar dinero. Se puso la bata y se movió por el pasillo y abrió lentamente la puerta de la habitación del otro ocupante de la casa, el hijo de ella y Will, William Turner tercero, o como ella lo llamaba, Willy. Ella lo miró, con el corazón rebosante de amor a la vista de su forma de dormir.

El era perfecto en todos los sentidos para ella, y se parecía mucho a su padre a esa edad. A Elizabeth le encantaba ser madre, y tener a su hijo cerca de ella durante los últimos años la había ayudado a salir adelante. Willy era un ser vivo, el recordatorio del amor que ella y Will compartieron. Las lágrimas asomaron a sus ojos cuando pensaba en lo mucho que su marido se había perdido: se había perdido los primeros pasos de Willy, su primera palabra, cuando estaba aprendiendo a leer. Se había perdido incluso de enseñarle la canción de los piratas. Simplemente no era justo. Tampoco era justo que él tuviera que salir apenas 24 horas después de que se había casado. El destino puede ser cruel, pensó, mientras se limpiaba las lágrimas. Pero podría haber sido mucho peor, se dijo. Si Jack Sparrow no hubiera ayudado a Will a apuñalar el corazón y a convertirse en el capitán del Holandés, entonces se perdería para siempre. Con la muerte como alternativa, tomaría los 10 años.

"Willy", dijo en voz baja mientras le tocaba el hombro. "Es hora de despertar."

Los ojos marrones oscuros del muchacho se abrieron al instante. Él sabía que día era hoy, y parecía que no había dormido mucho. Elizabeth le había dicho a Willy la historia de su padre por lo menos un millón de veces en sus nueve años, pero nunca se cansó de ella. Le encantaba hablar de Will a su hijo, y él siempre pedía escuchar historias de él antes de irse a la cama. Willy era un niño feliz, pero Elizabeth sabía que él nunca estaría completo hasta que conociera a su padre, y había muchas noches en que ella había secado las lágrimas de su niño por extrañar al padre que no había conocido todavía.

"Buenos días mamá", dijo, sentándose con un bostezo, con su pelo castaño claro despeinado por el sueño. "¿Papá viene hoy? Tu dijiste que estaría aquí hoy, al atardecer."

Elizabeth sonrió, abrazando a su hijo. "Él va a estar aquí Willy, puedo sentirlo."

"Eso espero", dijo Willy, devolviéndole su abrazo. "Quiero conocerlo más que nada. ¿Es realmente el capitán de un barco?"

"Sí lo es", dijo Elizabeth en la voz juguetona que a menudo adoptaba a la hora de contar sus historias a su hijo. "William Turner, el capitán del Holandés Errante".

"¿Pero él no tendrá que salir de nuevo, verdad?" Willy le preguntó preocupado, sus ojos muy abiertos. "No quiero que se vaya. Sé que él tenía que ir a hacer el trabajo del que me hablaste antes, pero se puede quedar, ¿no?"

Una mezcla de lágrimas felices y tristes llenaron los ojos de Elizabeth una vez más. "No mi amor, no tendrá que salir de nuevo. Puede quedarse. Para siempre ".

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El capitán William Turner estaba en la cubierta del Holandés Errante jugueteando alrededor, sin saber qué hacer. Habían pasado diez años desde que había visto a su amada esposa, y lo habían conducido casi a la locura. Si no hubiera sido por la compañía de su padre, él probablemente habría ido al límite. Era casi el amanecer en este mundo, lo que significaba que era casi la puesta de sol en el mundo de los mortales y casi la hora para que el resplandor verde apareciera, y para que él pueda reunirse con Elizabeth, finalmente el momento había llegado. El recuerdo de su último encuentro pasó por la cabeza, lo destrozo el tener que irse, menos de 24 horas después de haberse casado. Se preguntó lo que había hecho ella en los últimos años. Tal vez había navegado en el Empress? Él sonrió. Su esposa, la Reina de los Piratas. Él sintió una mano suave pero desgastada en su hombro.

"Will," dijo la voz de su padre, el hombre que había llegado a conocer durante la última década. "¿Estás listo?"

Will sonrió. Se había acercado tanto a su padre en los últimos años, y sentía un vínculo muy fuerte con él. "He estado listo desde que me fui", dijo con sinceridad Will. "Pero estoy un poco nervioso. ¿Qué pasaría si, por alguna razón, la maldición sigue, y yo estoy condenado a esto para siempre?"

"Eso no pasara", dijo su padre serio. "Elizabeth estará allí esperando. Ya lo sabes."

"Yo lo sé en mi corazón", admitió Will. "Pero que pasa si Calipso aparece y me dice que tengo que mantener mi trabajo. ¿Qué pasa si no hay capitán?"

"Va a haber", dijo Bootstrap con un tono serio. "Estoy seguro de que Calipso ya tiene a alguien en mente."

Will estaba a punto de responder cuando Calipso apareció de repente en la cubierta, en forma de Tía Dalma.

"Tengo a alguien en mente", respondió ella con esa voz peculiar. "Pero tu tiempo en el holandés ha terminado William Turner. He visto a tu mujer desde lejos, y se ha mantenido fiel a ti. Pero por ahora," dijo en un tono críptico: "Será mejor que te despidas de su padre."

Se dio la vuelta, sorprendido, mientras sus ojos se posaron en el hombre que había llegado a significar mucho para él, el que había sido su amigo y confidente durante esa década. "¿Pensé que ibas a venir a tierra conmigo?"

Bootstrap le dedicó una sonrisa agridulce. "Hijo, la vida ha sido muy dura para mí, he estado no-muerto, enviado al fondo del océano en un cañón, y casi me convierto en una lapa por este barco, he sido maldecido dos veces, y por no mencionar que yo era un pirata, que no es muy fácil para el cuerpo. "

"Pero..." protestó Will. "¿Por qué no vienes?"

"Calipso me ha dicho que es tiempo para irme", dijo Bootstrap. "Y la verdad sea dicha, yo lo sabía antes de que me lo dijera. Mi muerte sólo ha sido retrasada por estar en el mundo inmortal contigo. No cambiaría estos últimos años contigo para nada Will," dijo con sinceridad. "Pero ahora es tiempo de irme. Una vez que vayas a la orilla voy a volver al otro lado y ver lo que me espera allí. Yo podría haber ayudado a transportar a los muertos en los últimos años, pero no tengo ni idea de lo que hay en esa lado. Siempre ha estado en mi sangre morir en el mar. "

A pesar de sí mismo Will sintió las lágrimas picando sus ojos. Bootstrap le envolvió en un abrazo. "Te voy a extrañar padre. Pero espero verte en el otro lado algún día".

"No demasiado pronto, espero", respondió Bootstrap con una risita.

"Se volverán a ver", dijo Calipso con su acento extraño. "Todo el mundo se reúne en el otro lado algún día".

Sólo unos minutos más tarde, el destello verde apareció y Will se encontraba en el mundo mortal una vez más. Entonces sintió una extraña sensación en el pecho que no había sentido en diez años, su corazón latía. Él sonrió, podía ver a Elizabeth desde aquí. Se sentía tan bien ahora que no se podía poner en palabras y apenas podía creer que esto estaba sucediendo realmente. Junto a Elizabeth sin embargo, vio otra figura.

"¿Quién es ese?", se preguntó en voz alta.

"Bueno", dijo su padre. "Tengo que decir que se parece mucho a ti, incluso desde aquí. Creo que ese es tu hijo", dijo, mientras le ponia la mano en el hombro de Will.

Su boca se abrió, y su corazón latía con fuerza, cosa que todavía se sentía extraño. ¿Su hijo? ¿Será posible? No tuvo tiempo para reflexionar sobre esto, debido a que el holandés estaba casi en la orilla. Se volvió hacia su padre por última vez.

"Te amo papá", dijo sin rodeos, sabiendo que ahora no era el momento para contener cualquier cosa.

"Yo también te amo, hijo", respondió Bootstrap dándole a su hijo un último abrazo, las lágrimas corrían por sus mejillas. "Y nunca olvidare lo orgulloso que estoy de ti. Da mi amor a Elizabeth y a mi nieto", dijo en voz baja.

"Lo haré," respondió Will mientras abrazaba a su padre con fuerza.

"Ve a estar con tu familia Will," dijo Bootstrap. "Has esperado lo suficiente. Te veré en el otro lado algún día".

"En el otro lado", dijo Will asentía.

"Adiós William Turner", dijo Calipso, que todavía tenia esa extraña sonrisa en su rostro. "Te doy las gracias por llevar a cabo tu deber correctamente."

Will asintió con la cabeza y le dio una pequeña sonrisa. Por fin, su pie golpeó la arena. Él estaba fuera del holandés para siempre.

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Las horas pasaban demasiado lentamente para Elizabeth y Willy. Ellos se ocuparon de su día, tratando de hacer las cosas que ayudaran a que el tiempo pase más rápido y disminuir su aprehensión, pero fue en vano. Finalmente sin embargo, llegó el momento, y cuando casi era la puesta de sol, se dirigían hacia la costa. Willy caminó un poco por delante de Elizabeth, cantando.

"Saqueamos, robamos, sin nada importar, todos brindando yo-ho yo-ho, yo-ho pirata siempre ser. Hurtos, estafas, toma lo que hay todos brindando yo-ho yo-ho, yo-ho pirata siempre ser..." Se calló, parándose en el borde de la colina y mirando hacia el atardecer.

Elizabeth estaba a su lado, coloco su brazo alrededor de sus delgados hombros. El veía con optimismo hacia ella, y ella trató de darle una expresión tranquilizadora. La verdad era, sin embargo, apenas podía respirar y el corazón le latía con fuerza en su pecho, lo que le hizo mirar por encima, al cofre a su lado que aun contenía el corazón de Will. A medida que el sol estaba cada vez más bajo, aún podía oír los latidos de su corazón. Por último, el sol se ocultó detrás del horizonte y su aliento quedó atrapado en su garganta. Ella sintió a Willy moverse incluso más cerca de ella, esperando. Entonces, ahí estaba, el rayo verde. De repente, ella no pudo oír los latidos del corazón de Will en el cofre.

¿Podría estar pasando esto? ¿Era verdad que él regresaba a su familia para siempre? Y entonces lo vio; velas en el horizonte. El holandés estaba navegando en la costa, y en lo alto de la jarcia pudo ver una figura con un pañuelo y una camisa de color blanco puro, sonriendo, Will. Ella se quedó sin aliento, una sonrisa se formo en su cara mientras Willy miró hacia ella con una sonrisa insegura en su adorable rostro.

"Mamá, ¿es papá?" -preguntó con entusiasmo. "¿Es realmente él?

"Sí, así es Willy", respondió ella mientras lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas. "Es él".

"¡Vamos!" dijo mientras agarraba su mano y la llevaba por la ladera de la playa. "Vamos a ir a su encuentro".

Elizabeth corrió a su lado y notó una extraña figura que apareció en el holandés, mientras golpeaba la costa, era Tía Dalma, o como ahora se la conocía, Calipso. Ella le lanzó a Elizabeth una triste, pero misteriosa sonrisa, y Will asintió con la cabeza hacia ella al bajar del barco. Se dio cuenta de que Bootstrap estaba en cubierta también y él asintió con la cabeza y le dirigió una sonrisa amable. Ella estaba demasiado distraída, para preguntarse ahora acerca de lo que sería su destino. El minuto de que el pie de Will chocara con el suelo, el holandés y Calipso desaparecieron, en busca de un nuevo capitán. Se izo completamente silencio por un momento y Will y Elizabeth Turner se miraron a los ojos, todavía a varios metros el uno del otro. Se detuvo un momento, disfrutando la vista del uno del otro. Elizabeth notó que Will miró rápidamente a Willy, una sonrisa sorprendido, pero feliz en su cara. El silencio se rompió pronto.

"Elizabeth!" Will gritó en voz estrangulada, emocional mientras corría hacia ella.

"Will!" -gritó Elizabeth en voz alta, lágrimas ahogando su voz cuando también empezó a correr.

Finalmente se reunieron y chocaron con los brazos del otro, sus caras estaban húmedas por las lágrimas saladas. Will tiró de ella hacia él, apretándola con fuerza, como si tuviera miedo de que alguien se la llevara sin previo aviso. Elizabeth apoyó la cabeza contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón en su interior una vez más.

"Will ..." dijo en un medio sollozo. "Will, estás aquí, por fin estás aquí. Cómo te he echado de menos."

"Estoy aquí", dijo con esa voz dulce y profunda que había echado mucho de menos. "Nunca te dejaré de nuevo. Nunca." Su voz tembló, pero Elizabeth sabía que él nunca había pronunciado una declaración que significara más para él. Se besaron, y fue el más cariñoso, más apasionado beso que habían compartido alguna vez, porque se habían visto obligados a esperar tanto tiempo para tenerlo. "Te he echado mucho de menos, mi Elizabeth."

Elizabeth sonrió en el pecho de Will mientras le acariciaba el pelo. "Will," dijo ella con suavidad, mientras se separaban, sin poder apartar los ojos de la cara del otro, como si esto fuera demasiado bueno para ser verdad. "Hay alguien que quiere conocerte. Willy", dijo ella delicadamente mientras le tendia la mano. "Ven aquí para conocer a tu padre."

Will miró a su mujer y luego al chico frente a él. Parecía tener un poco más de nueve años de edad, y se parecía mucho a el. "¿Este es nuestro hijo?" pregunto, nuevas lágrimas viniendo a sus ojos color café espresso. "¿Este es nuestro hijo?" -repitió, casi sin poder creerlo.

"Sí", confirmó Elizabeth en un tono cordial. "Este es nuestro hijo, William Turner tercero. O como yo le llamo, Willy".

Instantáneamente levanto al chico en el aire, abrazándolo con fuerza contra su pecho. "Willy..." dijo, con los ojos cerrados mientras sostenía a su hijo aún más cerca. "Mi niño, mi bendición. Nunca te dejaré de nuevo. Te lo prometo con todo mi corazón. Soñé que podrías estar aquí", dijo, y lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas.

"Papa", respondió Willy con una voz suave. "Oh papá, Te amo", dijo mientras colocaba sus bracitos alrededor del cuello de Will y apretó a su padre cerca de él.

"Te amo demasiado, mi hijo", dijo Will, la palabra que sonaba extraña pero agradable en su lengua. "Te amo tanto."

Will puso al pequeño Willy de nuevo en el suelo, y Elizabeth notó que ninguno de los dos podía dejar de sonreír, ambos con sus ojos húmedos.

"Papá, papá!" Willy exclamó el minuto sus pies tocaron el suelo. "¿Me das un paseo sobre tus hombros? Por favor!" Rogó, sacando el labio inferior, una táctica que siempre funciono en su madre.

"Por supuesto Willy", respondió Will con voz cordial mientras levantaba su hijo sobre sus hombros. "Aquí vamos!" Willy se echó a reír cuando su padre empezó a caminar.

Elizabeth sonrió, y Will alargó su mano y la apretó con fuerza, mientras mantenía una mano en los pies de Willy para que no se cayera. "Estoy en casa", dijo Will en voz baja, tan eufórico que no sabía qué hacer.

"Sí," dijo Elizabeth, su alma se sentía tan viva con él a su lado. "Tú estás en casa. Para siempre."

En este punto, Willy comenzó a cantar la canción del pirata, una vez más, y le rogó a sus padres a unirse a él. Y así lo hicieron, los Turner caminaban a su casa cantando.

"¡Yo ho, yo ho, un pirata siempre ser!"