Leyendas de pasión no me pertenece.


La primera vez que vi a Samuel Ludlow fue en el día de nuestra boda. Él parecía feliz, con sus ojos claros resplandecientes, todo alto y bien portado. Solo sabía su nombre, y estaba parada frente al altar junto a él. Ha estallado la segunda guerra mundial, y lo hicimos para mantenernos a salvo. El mismo día de la boda se fue a la guerra, yo tenía puesto el anillo, el vestido blanco y él me dio su apellido. Por ahora mi nombre es Teresa Ludlow.

Esto le convenía a mi padre, el tío de Samuel era un diputado y mi padre quería ser reconocido en el mundo político. A Samuel le ha parecido una excelente idea, que yo me mude a su rancho familiar en Montana, esperaba vivir en la casa de su tío, pero lo peor de todo esto es ir al campo.

—Bien Teresa—dice el abuelo de Sam emocionado—¿Lista para conocer tu nuevo hogar?

Guardé silencio, soy una chica de ciudad que disfruta de las fiestas, ir de compras y chismear. En mis planes no está quedarme en ese lugar. Traté de no poner una expresión despectiva al bajarme del carro. Ha llovido, y el lodo amenazaba con ensuciar mis zapatos costosos.

Saludé a todos como era debido, les asombraba que Samuel se casara con alguien como yo. Me enseñaron la habitación que iba a utilizar y me instalé. Lo más normal, sería mandarle una carta a Sam, para decirle que ya estaba en el rancho.

Querido Samuel.

Estoy viviendo en tu hogar en el campo como tú querías. Todos son muy amables, aunque creo que no logro convencerlos mucho, también hay muchos rumores extraños y cuando he preguntado, ellos no han querido responderme.

Debería preguntarte. ¿Como estás?

Eres lo suficientemente inteligente para cuidarte a ti mismo. ¿No?

Pd: Creo que debería usar botas, mis mejores zapatos se han estropeado y me han visto como si estuviera loca, cuando entré. ¿Quizás mi vestido no fue lo suficientemente bueno para impresionarlos?

Besos y abrazos.

Teresa.