Ni yo misma me creo que me haya decidido a subir esto, pero ya no hay marcha atrás. Soy Kirtasha (si, la que su vida gira en torno al SpUk) y este es un fic en el que llevo trabajando dos años, aunque hace meses que lo tengo abandonado. Había pensado en subirlo cuando estuviera terminado del todo (estoy a tres caps de terminarlo, lo juro) pero las ganas de publicar algo han podido conmigo.

La verdad es que cambiaría un par de cosas pero quiero dejarlo como está. Esto es solo el prólogo y solo lo subo para saber que le parece a la gente. No sé que mierda estaría fumando para escribir esto, pero ya llevo siete capítulos y me da pena borrarlo xD Siento las incoherencias, locuras, sinsentidos, OOC y tonterías que os podáis encontrar. No se cuando subiré el primer capítulo, pero creo que esperare a ver si termino de una vez el fic. Ya sabéis, si os gusta dejarlo reseñado en un comentario. Y por favor criticadme, criticadme mucho, ya sea constructivamente o negativamente. Quiero mejorar y si no me lo decís como que no va a poder ser xD

Nada más decir que esto nació como un fic shota spamano pero acabó como lo que es ahora.

Disclaimer: Hetalia no me pertenece a mí sino al grandioso Hidekaz Himaruya, porque si me perteneciera (risa maligna)...

Aclaraciones: Esta es una historia SPUK, Inglaterra x España, España x Inglaterra o como cuernos quieras llamarlo, por lo que no vas a encontrar a un Inglaterra uke ni a un España enamorado de alguien que está todo el día insultándole.

Disfrutad.


Se estiró en la cama con un sonoro bostezo. Hacía apenas unos minutos que se había despertado, demasiado temprano para su gusto. No se encontraba solo en el cuarto. Una belga se vestía torpemente con la misma ropa del día anterior. Se acercó al español y este se incorporó al notar su presencia. La rubia le dio un tímido beso en los labios, momento que Antonio aprovechó para meterle la lengua hasta el fondo acompañado de un fuerte agarre al trasero belga. La rubia se sorprendió un poco pero correspondió de buena gana. Cuando se separaron el español le dirijo una sonrisa seductora.

-No te recordaba tan reservada anoche.-y era verdad. No había ni punto de comparación entre la Bélgica de ahora y la que le sugirió "dormir" en su cama. Pero él ya la conocía de sobra, no era la primera vez que se acostaba con ella. Y esperaba que no fuera la última.

-Me tengo que ir, Antonio. He quedado con mi hermano. Además, llegaremos tarde a la reunión.-dijo la rubia ignorando el acertado comentario del de ojos verdes. España se imaginó que pasaría si los dos hermanos descubrieran que se había acostado con ambos. Solo se le pudo pasar una palabra por la mente: trio. Aunque claro, sabía de sobra que no aceptarían.

Después de acompañar a la rubia a la puerta, volvió a su cuarto. Miró su reloj, como la chica había dicho antes, llegaba tarde a la reunión, un cuarto de hora tarde para ser más exactos. Examinó rápidamente su armario. Una camisa blanca, corbata roja y unos pantalones de traje. Fue al baño corriendo. Un poco de desodorante y algo de colonia. Abrió el cajón, cogió el cepillo y se peinó por encima. Bien, tenía el pelo limpio. Volvía a su cuarto derrapando por el pasillo. Se vistió apresurándose y se calzó los mocasines negros. Iba a salir por la puerta, pero su mente le avisó de que se le olvidaba algo. "¡Las llaves del coche!". Volvió sobre sus pasos. ¿Dónde las habría dejado? "Ah, ¡la mesa del salón!". Ahí estaban. Las cogió y ahora sí, salió por la puerta.

Joder, con las prisas no había ni desayunado. No sabía ni cuantas veces había pitado el claxon. ¿Es que tenía que ser el único país al que le pillara el tráfico? Por fin el idiota del primer coche había arrancado y dejado el camino libre. Miró otra vez el reloj antes de continuar su camino.

-¡Mierda!-media hora tarde. Definitivamente, la puntualidad no era lo suyo.

Pisó el acelerador y fue esquivando coches. Pero con precaución, lo último que quería era que le parase la policía.

Aparcó como pudo entre el coche de Suiza y Alemania. Un solo roce a cualquiera de los dos vehículos y saldría muy mal parado. Por suerte, su habilidad manejando el coche no le falló y aparcó limpiamente. Salió rápidamente y abrió el maletero. Cogió los documentos de aquel día. Hacía dos semanas que se había dado cuenta de que, para evitar que se le olvidaran en casa, la noche anterior los metería en el maletero y así, por la mañana los tendría listos para la reunión. Corrió hacia la puerta, subió las escaleras y miró una última vez el reloj. Tres cuartos de hora tarde. Suspiró con cansancio y entró.

SALA DE REUNIONES B

A-bu-rri-mien-to. No solía pasar del discurso de Alemania, pero hablar de economía una y otra vez le cansaba hasta a él. Bélgica e Italia del Sur flirteaban, EEUU y Rusia se lanzaban miradas de odio y Grecia, sorprendentemente, tomaba apuntes y escuchaba al germano atentamente. Pero alguien faltaba allí... Y no, no era Canadá que estaba sentado al lado de su hermano y tampoco era el francés que le tendía una rosa a Mónaco. Faltaba un españolito que seguramente se había quedado durmiendo en su casa pasando de la reunión olímpicamente. Antonio nunca cambiaría. No acostumbraba a llamar a los países por su nombre humano, pero con él tenía cierta confianza por así decirlo, al igual que con Francis y Kiku. Claro que nunca lo llamaría así en su cara. Solo se lo dijo durante su época pirata. Normalmente se dirigía a él con un "Spain".

La puerta de la sala se abrió de repente, dejando ver a un moreno de ojos verdes. Se escabulló de la fulminante mirada de Alemania que no dejó de hablar y se sentó al lado de Francia. Ahí estaba otra vez, esa maldita sonrisa... Suspiró. ¿Por qué tenía que pensar ahora en él? Debería estar pensando en la reunión que tendrían después sobre Oriente Medio. Joder, se estaba cansando de tanta reunión. Quizás pudiera excusarse argumentando que estaba enfermo o algo por el estilo, de todas formas quedaba un cuarto de hora para que terminaran.

-¿Te la tiraste?-le preguntó el francés con una sonrisa pícara. Quería enterarse de todos los detalles.

-Sí.-dijo el español con simpleza compartiendo la misma sonrisa que su amigo. Esperó a que Francis le hablara de nuevo, siempre había más preguntas.

-¿Y cómo tenía el...?-el rubio fue interrumpido por la mano de Mónaco, que le quería comentar algo sobre el discurso de Alemania.

El moreno pasó la mirada por los demás países. ¡Vaya! Parecía que Romano estaba mostrando su encanto italiano a Bélgica. "¡Así se hace Lovi, ya te has convertido en todo un hombre!" Pasó por alto el hecho de que ayer se había acostado con la belga, seguro que a Romano no le haría mucha gracia. Dejó de lado a la "parejita", tenía cosas más importantes que hacer. Cómo encontrar su nuevo fichaje. No eran pocas las naciones que habían pasado por su cama, y desde luego Bélgica no iba a ser la última. Se había cansado de acostarse siempre con la misma gente, y cuando eso pasaba, tenía que buscar otro juguete. ¿Quién podría ser su nueva víctima? ¿Suiza? Podría ser bastante frío pero siempre le había llamado la atención. Oh, la hermanita de Suiza... Nah, ni siquiera se había desarrollado... ¿Canadá? La verdad es que era bastante mono pero... No, esta vez quería algo diferente, algo como... Se fijó en el chico rubio que parecía aburrido, el que estaba sentado al lado de Japón. "Inglaterra". Casi pronunció su nombre. No, no, no... Una vez casi se acuestan y se prometió así mismo que nunca cometería el error de enrollarse con el rubio. Pero... Dios, ¿cómo no se le había pasado por la mente aquellos orbes verdes? ¿Sería un error intentar algo con él? Nunca olvidaría el momento en el que rozaron sus labios pero... Bueno, ¡y qué más daba! Habían pasado ya muchos años desde aquello, todo estaba olvidado... Ahora solo eran dos países más en aquel gran mundo, no dos Imperios. Estaba decidido, próxima destino: la cama de Inglaterra. Se pasó la lengua por los labios. No iba a mentir, el inglés era bastante atractivo, muy atractivo. Se imaginó por un momento a Arthur gimiendo debajo suya... No, espera. Se imaginó así mismo gimiendo debajo de él. Eso es, eso es lo que quería. La diferencia era que él iría debajo, siendo domado, sumiso, incluso castigado. Y es que en verdad era todo un masoquista, pero no había encontrado a nadie que pudiera hacer el rol de dominante, ni siquiera Holanda. Cuando se lo propuso a Vincent, creyó haber encontrado por fin a alguien que le diera fuerte, pero al final fue al revés, aunque no por ello disfrutó menos... Vale, sabía de ante mano que el inglés no cedería así como así, habría que engatusarle... Seducirle. Si, habría que seducirle, pero él no caería ante tontas insinuaciones... Debería elaborar un plan con diferentes maneras de seducir. Cogió uno de los folios e hizo una lista con al menos, diez maneras de seducir.

Damn it. ¿Por qué el español le miraba así? No se cortaba ni un pelo... Desvió la mirada varias veces pero él seguía mirándole. Pero no con odio ni furia, era con... ¿lujuria? No, no podía ser. Al parecer no se daba cuenta de que sabía que le miraba. "Dios mio", se estaba humedeciendo los labios, ¡mientras le miraba! Se puso rojo. ¡Joder! Es que Antonio estaba muy bueno... ¿¡Pero en qué estaba pensando!? Vale, había llegado la hora de excusarse. Soltó un leve "perdonad" y se retiro de la sala.

Al baño, al baño... ¿Pero qué le pasaba? Se estaba poniendo nervioso... ¡Y todo por culpa de Antonio!

-Ese bastardo español...-no pudo evitar murmurar. Se miró en el espejo, ¿podría ser que se hubiese fijado en él? Se arregló un poco el pelo pasando sus dedos por los enredos rubios. A sus ojos era bastante atractivo, además España y él tenían un pasado juntos...

Fuego... Sangre... Unos ojos verdes que ardían incluso más que las llamas. No, dos pares. Y dos cuerpos que se abalanzaban el uno sobre el otro, buscando la destrucción completa del contrario...

Nunca, en la vida, olvidaría aquellos días junto a él. Claro que también peleaba frecuentemente con Francia, con Japón e incluso alguna vez cruzó su espada con Prusia. Pero cuando luchaba contra España, cuando luchaba contra él todo era diferente... La adrenalina, los sentimientos, incluso parecía que sus cuerpos aguantaban más solo para no darle la satisfacción al otro de verle herido. Recordó incluso una vez en la que probó la sangre de Antonio, tan roja y tan caliente como él. Estaba en sus zapatos, en sus nudillos, incluso manchando su camisa blanca... Las imágenes parecían tan recientes que incluso sintió un escalofrío. "A pesar de los años que han pasado... Es como si todo hubiese sucedido ayer mismo." Suspiró. Abrió el grifo del agua. Joder, que fría estaba. Se frotó varias veces los ojos con ella. Alcanzó una de las toallas que estaban en el lateral. Secó su cara mientras pasaba un dedo por sus dos cejas para peinarlas de nuevo. La imagen de Antonio volvió a su cabeza casi reflejándose en el espejo, atado, sonriendo, durmiendo, de cualquier forma. "Quién sabe lo que estará tramando."

SALA DE REUNIONES B

(Pasillo)

El cuarto de hora restante había pasado enseguida y todos los países de Europa se preparaban para la siguiente reunión. España bostezó mientras agitaba un papel frente al rostro de Francia.

-¿Qué es?

-Tú mira.-le cedió el folio y esperó expectante.

-Estas de broma, ¿verdad?-inquirió con una sonrisa incrédula mientras le devolvía el papel.

-No. Lo digo en serio. Es mi nuevo objetivo.-sonrió totalmente confiado en sus palabras.

-Vamos Antonio, si yo no he sido capaz de llevármelo a la cama, con lo seductor que soy,-hizo un gesto con la mano echándose atrás el pelo-está claro que tú, por mucho que te esfuerces no lo vas a conseguir.-dio por concluido su discurso poniendo una mano amigablemente en la espalda de su amigo.

-Vas a ver de lo que es capaz este culo.-Antonio rió triunfador dando por sentado que su arma secreta podía con todo o, más bien con todos.

Francis no pudo evitar-y tampoco quería evitarlo-echar una mirada al trasero de España. Lo peor de todo es que tenía razón, a ese culo no podía resistírsele nadie, ni siquiera el mismísimo Inglaterra.

Uff... El agua fría le había aclarado las ideas. Al menos unas pocas. Resopló, se acababa de acordar de la reunión de Oriente Medio. Menos mal que aquel día era viernes. Mañana se dedicaría a sus quehaceres, además, tenía un bordado a medio coser. Saliendo al pasillo, se encontró con Antonio y Francis. Ahí estaba, mirándole de la misma forma que antes. "Shit". No eran imaginaciones suyas. Hizo como que no lo había visto y entró a la Sala A. Estaba empezando a preocuparse por lo que le pasaba al español con él.

"Si hubiese sabido que iba al baño, le hubiera pillado allí..." ¡No! Tenía que ceñirse al plan. Vale, adelante con la primera manera.

-¡Francis!-dijo sobresaltando al rubio.-¿Sabes si se puede llevar comida a la reunión?

-Bueno, no hay ninguna norma que lo impida, pero...-antes de que pudiese acabar la frase España ya había salido corriendo en dirección opuesta.