Scorpius y los niños perdidos
Prólogo
"Cuenta la leyenda que si un niño cae de la cuna y su madre no se da cuenta, viene un hada y lo cuida. Cuenta hasta tres y si la madre no regresa, el hada se lo lleva."
Tan solo habían pasado 10 años de paz en el mundo mágico, cuando un grave terremoto devastó gran parte de Inglaterra y Europa. Una magia oscura y antigua comenzó a destilarse por toda la tierra, silenciosa y letal. Nadie sabía de dónde provenía, pero pronto lo descubrirían.
A lo largo de los siguientes años, las bestias comenzaron a aparecer, escondidas en los bosques y en la oscuridad. Los magos en esas tierras nunca las habían visto, pero era como si los peores cuentos y mitos de los propios magos, se hicieran realidad y con la venida de esos seres, los niños comenzaron a desaparecer. Muchos niños con magia recorriendo por sus venas se esfumaron en noches frías.
Esa noche Hermione estaba al borde del colapso, nunca se había sentido tan abrumada en toda su vida. Eran las tres de la mañana y Hugo no paraba de llorar, ya habían sido dos días enteros en los que la pobre mujer no dormía más de una hora por la enfermedad que padecía el infante. Tampoco ayudaba la creciente preocupación que aquejaba su corazón por Ron. Su esposo había ido comandando un grupo de Aurores hacia las zonas donde la magia era más fuerte "El muro", al norte de Irlanda. No había tenido noticias de él en tres días y eso comenzaba a asustarla de maneras que nunca había creído posible.
Repentinamente, sintió una extraña sensación en el pecho, un golpe sordo y una sensación helada. Hasta Hugo aguanto la respiración y dejó de llorar. Fue un dolor profundo y frío, nada que hubiese sentido antes. Le faltó el aire por unos segundos y la sensación de que algo andaba mal se apoderó de ella.
Rose
Corrió, corrió lo más rápido que pudo hacia la habitación de su pequeña. La niña había estado tan silenciosa toda la noche. Con el corazón en la mano, abrió la puerta y el frío del invierno la abofeteó. Las ventanas estaban abiertas de par en par y su niña, su pequeña niña de fuego no estaba. Corrió hacia la ventana con desesperación, pero ya no había nada. Se la habían llevado.
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Esta historia está hecha con mucho amor, salió de un sueño y realmente no puedo sacarla de mi cabeza. Yo sé que mi ortografía no es perfecta y estoy segura que encontraran errores, de antemano, realmente lo lamento mucho. Si hay alguien que quiera ayudarme con esa parte, en realidad estaría muy feliz y completamente agradecida. Por otro lado, sus comentarios dan vida a la historia y la ayudan a que sigue presente, así que les invito a escribir lo que piensan de esta historia, siempre responderé y estaré pendiente de ustedes.
Saludos y abrazos desde la lejanía.
Luciana.
