Crepúsculo no me pertenece.
Espacio temporal: Después que Edward deja a Bella en el bosque luego del incidente del cumpleaños.
AU - OOC
Sumario:
Por más de cien años permaneció en soledad, hasta que la encontró.
Se alejo de ella consumido por las dudas.
Estaban unidos por un amor prohibido pero llegará algo que probará la belleza de la esperanza y lo absurdo del odio.
"Reflejos de un amor prohibido" : Besos de Sangre
Prefacio
No pude encontrar las palabras
No pude hablar lo que sabía debía decir
Tenia que herirla para salvarla
Tenia que ser lo suficientemente fuerte
Ella tenía que creerlo
Esto no era como debió haber sido
Era en contra del destino
Pero lo hice por ella
Cada momento que pasara junto a ella solo la pondría en peligro
Era mi única opción
Ella olvidaría con el tiempo
Pero yo no
Siempre la amaría
Veinticinco años después
Marzo
Morir por alguien a quien se ama, es una buena manera de morir. Esas habían sido sus palabras cuando el último aliento de vida escapo de sus labios, y como lo odie con todas mis fuerzas sin siquiera conocerlo.
Ese día perdí a mi madre, ese día me convertí en su mensajera, en quien vengaría su dolor. Ella me había dado un nombre que buscar y lo hice, incesantemente desde aquella noche por todos los rincones que me dijo, con todas las pistas que dejo.
Su petición era ahora mi bandera de batalla y me había propuesto cumplir su último deseo, aunque esto significará mi propia destrucción. Mal que mal este había sido su único anhelo, encontrarlo, y ese deseo ferviente la acompaño hasta su lecho de muerte, fue con lo que vivió y por el cual mi familia se destruyo incluso antes de tener una oportunidad.
Pero no siempre fue así, en el principio mi familia parecía feliz, a mi padre no le importaba compartirla con un recuerdo mientras fuera sólo eso, un recuerdo, él la había aceptado así.
No fue sino hasta que cumplí los doce años, que advertí con tristeza que ellos mantenían peleas que trataban de ocultar por miedo a destruir mi falsa ilusión de hogar.
Pero cuando llegue a los diecisiete años, ella decidió cambiar. Mi madre no ocultó más su agonía, y creo que se debía justamente a que se veía reflejada en mí a su edad, ella había descubierto el amor, uno que jamás olvidó.
Fue la noche de mi cumpleaños número dieciocho, luego de haber discutido incesantemente con mi padre que ella me contó su secreto. Antes de saberlo llegue a odiarla por lo que estaba haciéndonos, por lo que estaba haciéndole a mi padre.
Como me arrepentía por haberla juzgado sin saber pero verlo lastimado para mí había sido suficiente y la odiaba por ello, no entendía ni dimensionaba lo que ella ocultada. Para mi solo estaba acabando con mi familia, con mi lugar seguro, con el lugar que por tantos años llamé hogar.
Pero luego que me lo dijo, después de escuchar su verdad, inmediatamente de saber que había significado ese nombre en su vida la comprendí. Entendí que ella había tratado de amar a mi padre, y que había tratado de olvidar como le habían prometido que lo haría, sólo que no fue así.
Comprendí que no importaba cuantos años pasaran, el tiempo no sanaba las heridas cuando se ama de verdad, a ella le habían roto su corazón y destruido su alma, alguien más se había llevado con él la esencia de vivir. De la forma en que ella lo amo, el tiempo no pasa, los años no corren, simplemente transcurren incapaces de tocar ese sentimiento arraigado en el fondo de un corazón muerto, uno muerto por amor.
Ella había llorado incesantes lágrimas en el transcurso de estos años y sus lágrimas habían sido de sangre, la misma que la había separado de aquel amor prohibido. En un intento desesperado por olvidar, me había traído a este mundo y aunque no se arrepentía de ello, yo solo llegue para hacerla añorar aún más su recuerdo, añorar aquel deseo ferviente de volver a verlo sólo una vez más.
Después de unos años de fingir, se convenció que su recuerdo estaba clavado en su corazón como una espina pequeña, delgada y casi imperceptible, pero latente y molesta. Seguía amándolo y recordarlo con locura, la misma que finalmente acabo con su cuerpo y le doblego la voluntad, que acabo con aquella alma que permaneció eternamente congelada en aquel amor que profesaba.
Extrañamente hoy al caminar a su encuentro me sentía cercana a ella, su recuerdo me inundaba de una manera especial, un vínculo que no creí jamás tener con mi madre establecí. Caminando por aquellos pasillos no podía evitar estar nerviosa, mi estomago estaba apretado y esa sensación de escalofrío, mezclado con la ansiedad del encuentro me hacía dudar de la decisión que había tomado cuando pisé esta universidad.
Hoy era su hija más que nunca y por primera vez desde que supe su historia me atrevía a pensar en aquel nombre que había marcado mi destino y el de mi familia, por fin hoy conocería a Edward Cullen.
