Despedida
Como era posible que hubiesen llegado hasta allí. ¿Qué había sucedido en el pasado para que ahora su vida y la de sus allegados más cercanos volvieran a correr peligro?
Agitado en una carrera que parecía no tener fin, su mente pensaba más rápido de lo común mientras que sus piernas parecían perder velocidad. Debía mantenerse en movimiento, al menos hasta llegar al punto exacto en el bosque prohibido para emprender su largo y confuso viaje.
Sus instrucciones eran claras y precisas "volver para reparar y unir para existir".
Si McGonagall había dicho que era fácil, ¿Por qué debía ir directamente al bosque prohibido mientras lo perseguían?
Un destello de luz verde pasó rosándole por la cabeza
-¡Mierda!-exclamó, ese pequeño y letal destello por poco hacia que perdiera el equilibrio y callera. Ahora no era momento para caerse si no para correr.
Debía mantenerse vivo, o todo habría sido en vano y no tendría caso regresar. Pero debía hacerlo no solo por él, sino también por ella.
Si lo conseguía, él se iría de ese lugar, pero ella se quedaba a enfrentar sola con todo el caos, sabía que no era justo, pero con lo cabezota que era la chica, no lo había dejado decidir.
Su pie se enredó en una de las tantas ramas de los enormes arboles y cayó al suelo húmedo y pedregoso, dándose un golpe a un costado de su cabeza y en ese preciso instante comenzó a sentir una cierta tibieza manar por su oreja. A gatas se trasladó por uno de los troncos caídos de los árboles y apoyó su espalda contra el tronco, respiró agitado tratando de calmarse, ya casi estaba cerca.
Su mente le dio una jugarreta pues de pronto, de la nada, su mirada descubrió dos orbes de un hermoso verde esmeralda que lo veían tristemente….
-Tú debes ir –le decía Lily, mientras se escondían ambos en la torre más alta del castillo–se que tú puedes reparar esto
-no puedo dejarte sola –le exclamó exaltado tomándola por los hombros – ¿Cómo crees que puedo concentrarme mientras sé que te dejo en el peligro? Deberías ir tú, al menos tendrás una idea de dónde empezar –por supuesto que él también la sabia pero no era sensato para el muchacho, que Lily se pusiera en peligro, al menos a donde iba no habían hechizos lanzados por doquier como aquí, en este momento.
-y si voy yo ¿Cómo piensas regresarme? –dijo ella defendiéndose, no era tonta ni mucho menos idiota, sabía cuidarse sola.
Ante ese comentario el chico de ojos marrones no supo que decir, ¡claro que ella tenía razón!, Lily era tan capaz de crear una forma para volver y era más confiable que siquiera él mismo.
-James –le dijo en un tono con el cual su madre se dirigía hacia él cuando su testarudez le recordaba al de su padre –hazlo por los dos, por papa y mama, si ellos no están juntos… –no pudo terminar la frase y de sus ojos verdes brotaron lagrimas mientras sus manos cubrían su rostro.
En un acto reflejo James la rodeó con sus brazos.
Su hermana era todo lo que quedaba, sus padres habían muerto hace unos días todo por defenderlos a ellos dos, ni siquiera habían podido velarlos como es debido, pues antes incluso de dejar el colegio, su tío Ron Weasley les había dicho que era el lugar más seguro para ellos, mas nunca se pudo imaginar totalmente que ese era precisamente el lugar a donde los irían a buscar, en donde exactamente se encontraban en ese momento.
Y dando un toque más horrible en esos momentos, habían recibido una amenaza recalcando que la mejor manera de eliminarlos era privándoles la vida. No precisamente asesinándolos si no prohibiéndoles la oportunidad de nacer. Pues precisamente era a uno de ellos dos a quien no querían vivo.
Hace mucho tiempo, una nueva profecía salió a la luz en el mundo mágico, la cual había exclamado la existencia de dos destinos inciertos, nacidos para enfrentarse entre sí y encontrar al vencedor. Dicha profecía había ido a parar a manos de los últimos mortifagos existentes y entre ellos uno cuya cara jamás había sido vista por un ser vivo y de poderes inimaginables que lograba controlar la mente de ineptos y estúpidos hombres que arriesgaban la vida sin siquiera conocerlo.
Ese hombre había sacado la conclusión que el destino contrincante era uno de los dos únicos Potter con vida, pues sus progenitores ahora estaban muertos.
Lily estaba aterrada, pues aseguraba que era su hermano al que querían y ese era su manía por sacarlo de allí. Por otro lado, James dudaba que fuera ella a la que querían pero si él no estaba para protegerla, se ensañarían con la chica y la harían sufrir. No podía siquiera imaginar eso.
Lily se movió y se separó de su hermano, debía sacarlo de allí a como diera lugar, debían cumplir las órdenes de la directora y prevenir el cumplimiento de la amenaza, o si no ellos nunca nacerían y no habría salvador, en esta ocasión.
Acunó el rostro de su hermano es sus manos y esperó a que este abriera sus ojos llorosos.
James no quería dejarla, era su única familia, había perdido a sus padres, no quería perderla a ella también.
La mirada verde de ella se encontró con los marrones de él, cuando abrió los ojos.
-Debes unirlos, James –dijo Lily –es la única manera de reparar todo –sabiendo que esa era su despedida, plantó un beso en la frente de su hermano y con su mano le removió el cabello negro dejándolo más rebelde de lo que era.
-Recuerda no ser tan como papa –bromeó Lily, su hermano se parecía mucho a su padre a excepción de los ojos, que era los de su madre –o tal vez mamá se dé cuenta…
-Si es tan como tú, cuando era joven, creo que eso será difícil –dijo James respondiendo a la sonrisa que Lily le había brindado, sabía que su hermana ya había tomado una decisión y el debía respetarla, a pesar del peligro.
-Yo los distraeré James. Debes correr al bosque prohibido y llegar al punto de traslado –Con una determinación a salvarlo, Lily se puso de pie, dio media vuelta y salió corriendo sin mirar atrás.
James vio perder los cabellos negros y lisos de su hermana menor entre la puerta principal de la torre de astronomía, sabía que ya no habría más despedidas.
Oyó algunas explosiones y sabía que en ese momento su hermana se llevaba tras ella a los mortifagos, que iban subiendo la torre, hacia el gran comedor.
Sin perder más tiempo en llorar, enjuagó sus lágrimas con la manga de su túnica y salió corriendo tratando de encontrar el camino más rápido al bosque prohibido…
Agitó su cabeza nuevamente, tratando de volver a la realidad, el golpe de la caída lo había dejado confuso y por poco se desmayaba, de no ser por los crujidos de las ramas que producían al pisarlas.
Los hombres encapuchados estaban más cerca y esos crujidos eran una prueba de ello.
Visualizó a uno de ellos diez pasos delante de él, buscándolo, preparado para matarlo a la mínima oportunidad.
Con la varita en mano, James se levantó poco a poco de su lugar y le apuntó directo a la cabeza.
-Desmayus –gritó y de su varita salió un rayo de luz roja que dio en la cabeza de su agresor y lo dejó tirado en el suelo. Sabía que su movimiento había alertado a los demás hombres y enseguida se puso a correr, debía llegar.
Faltaba poco.
Y allí esta, no sabía que buscaba en un principio pero al ver la lata vieja y oxidada, supo que ese era su transporte y más acertado estuvo cuando lo vio brillar, se estaba preparado para irse sin él, estaba por llegar tarde.
La lata sucia empezó a brillar con más intensidad anunciando así los pocos segundos para su partida, en un movimiento ágil y desesperado, James se lanzó en dirección al traslador mientras unos rayos de luz verde pasaban febrilmente en el lugar en donde estaba su cabeza, antes de desaparecer con la ayuda del traslador.
Sin percatarse del tiempo y como si jalaran de su ombligo, James Potter se desvaneció del bosque prohibido, emprendiendo un viaje sin la garantía de un retorno escrito o el éxito conseguido, pues su misión consistía en hacer que sus adolecentes padres se enamoraran antes de que alguien más interfiriera.
...
