Disclaimer: nada me pertenece, excepto ideas. El resto a JK Rowling

MariS.


Hermione miraba a Draco, en una charla sexual. Bien, estaba harta de lo mismo... tras lo mismo y lo mismo. Hermione se quejaba, mientras él miraba con estupefacción. ¿Quejarse de su forma de hacerlo? Si siempre salía encantada con ello.

— Pues será mejor que prueben algo nuevo. Algo fresco— dijo la consejera— ¿Han probado con alimentos? No de lubricarse con ellos, podría traer enfermedades... pero sí para traer algo de excitación al momento.

— ¿Alimentos?— preguntó Hermione— eso no sería muy higiénico.

— Alimentos como la mantequilla. Por ejemplo. Podría colaborar en muchas cosas. Un masaje con mantequilla podría servirles.

Hermione miró a Draco y suspiró, él parecía querer intentarlo. Con una sonrisa suave, ella se reía de aquella proposición. Claro, como si eso fuera a avivar su vida sexual. Lo miró, contemplar la lata de mantequilla y preguntarse cómo usarla, además de untarla en un pan. Leyó sobre calorías y otras necedades. Ella caminó hacia él y tomó la lata, con un gesto severo. Le quitó la tapa y caminó hacia la habitación. Se la colocó en las manos, mientras se quitaba el largo camisón de encima. Draco se preguntó si ella dormía con ropa interior.

No, nunca. Que él supiera.

— Ya está... Masajéame con esto.

Draco se encogió de hombros y eso hizo. Se untó las manos con mantequilla y comenzó a recorrer su cuerpo y piel, con ella. Se sentía bastante bien, de hecho. Era como si se tratara de un aceite relajante... aunque no le quitaba el olor a palomitas y muchas otras comidas. Draco suspiró, pasando sus manos entre sus senos y por su terso vientre. Resultaba bastante atractivo. No estaba precisamente eufórico en deseo, pero estaba bien. Para variar.

Ella hizo lo mismo con él y muy pronto estaban grasosos y brillantes. Suspiró y ella, se dejó caer en la cama.

El primer intento, puesto que resbaló. Draco intentó lo mismo, pero cayó de lado en el suelo. Demasiado resbaloso para su gusto.

— ¿Y qué es eso?— dijo, cuando sentía que tenía algo pegado a las nalgas.

— Es un peluche de Becca— se rió Hermione y él, se lo despegó. Sí estaba grasoso.

Y entonces, volvieron a la consejera sexual. Los miró. Tenían collarines y un par de ojeras. Hermione la miró de mala gana y con una sonrisa maliciosa.

— No más mantequilla.

— ¿Pero qué ocurrió?— dijo la mujer, consternada.

— Draco cayó innumerables veces sobre mí, yo sobre él. En el baño. ¡En todas partes!

Sí, la mantequilla no era para ellos.