Hola.
Naruto no me pertenece. Sino que es obra de Masashi Kishimoto.
La sangre lo mancha todo
"La sangre lo mancha todo" es un proyecto un tanto viejo, con una idea mal elaborada y terrible, en más de un sentido. Un fic basura, que no le dejará nada bueno a nadie.
Cuenta la historia de una médico cualquiera que pensó que podría resolver el mundo, mejorar su vida y darle felicidad a sus amigos, cuando en realidad lo que hacía era explorar sus vacíos existenciales, ignorar sus torpezas y hundirse en un sufrimiento lodoso.
El hilo conductor es la relación entre Sakura Haruno y Kakuzu. No hay forma de que algo así inicie o termine bien, por eso esta historia existe.
A modo de anécdota:
Hace un tiempo, en el Foro "Aldea Oculta entre las Hojas" se hizo un reto de escribir un OS con frases sorteadas de Inicio y Final, me sortearon las frases y escribí esta historia -completa-, sin embargo, nunca me sentí a gusto ni con el inicio ni con el final. Así que hoy, humildemente, reconozco que no puedo escribir un fic con un inicio o un final que no es mío, o en el que no participé activamente. Pero el trabajo está hecho, y, sin darle más vueltas, lo presento como mi cuadragésima cuarta historia.
La idea es mucho más vieja. Cuando por allá de ¿Cuánto vale tu corazón? quería también una historia de Kakuzu y Sakura en un Universo Alterno.
Advertencias:
Universo Alterno.
Excesivas notas de autor. Sorry, not sorry.
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La sangre lo mancha todo
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Las víctimas de El Creyente aumentan y la policía no sabe nada.
¡Extra! ¡Extra! Noticia de última hora: ¡Joven denuncia que fue atacada por El Creyente y sobrevivió!
...
La policía confirma que se trató de una pista falsa.
Se le solicita a la ciudadanía no entorpecer las investigaciones.
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Las farolas en la calle se encendieron al mismo tiempo: las luces, amarillas y altas, una tras otra, combatían la noche. Pensé que, al fin, había luz en nuestro camino. Pero la noche era tan oscura como la situación en que estaba.
Hacía más de dos años que la primera masacre ocurrió: los monjes del Templo del Fuego asesinados salvajemente y Chiriku, el monje principal, desaparecido. Su cabeza apareció un año después. Un crimen similar a otros ocurridos en países vecinos. A los pocos días de la masacre del Templo, el detective Asuma Sarutobi, encargado de la investigación, fue asesinado. Su cabeza aun no ha sido encontrada.
Con el paso del tiempo, ambos asesinatos se ligaron al mismo asesino. Así como una larga lista de salvajes muertes. Lo llamaban El Creyente porque todas sus víctimas tenían el mismo patrón de heridas y aparecían en el centro de un extraño signo, de una secta violenta y antigua que creía en Jashin, un tipo de dios de la muerte.
En dos años, El Creyente había asesinado a tantas personas que Tsunade Senju, médico encargado de las autopsias y análisis forenses, aprobó mi participación como miembro del equipo.
No creí que aceptar la petición de Tsunade desacomodara mi mundo en cuestión de un pestañeo.
El Creyente era un tema usual en los diarios y en los pasillos de la Policía de Konoha, donde trabajo. Además, Ino Yamanaka, mi mejor amiga, es una de las investigadoras a cargo y fue aprendiz de Asuma Sarutobi. El caso, en cierta forma, era personal, de mi vida diaria. Además, en el fondo, confiaba en que podría resultar útil si colaboraba. Así que desde hacía más de un año, había presentado mi solicitud para ser tomada en cuenta; sin embargo, Tsunade no creyó conveniente mi participación.
Una vez aceptada como parte del equipo, Ino era la primera persona a la que quería sorprender con la noticia. Aunque no podía ignorar que para que Tsunade aceptara un médico más en el equipo era porque las circunstancias eran turbias. Y eso Ino lo sabría mejor que nadie.
Ino había escogido el área de la psiquiatría y desde que su departamento inicial, el de Asuma, cerró, se desempeñaba en el equipo de Ibiki Morino. Su piso era subterráneo y normalmente solo estaban Anko Mitarashi y ella.
Al final del pasillo, encontré a Anko que salía de la oficina de Ibiki. Me llamó la atención verla cojear de la pierna izquierda; sin embargo, al notar mi presencia, ella encrudeció su expresión y enderezó su postura hasta subir al ascensor. Quise preguntarle si estaba bien, pero Ino, que salió tras ella, me enfrentó.
Después de todo, en la madrugada, el Creyente atacó, pero no logró cometer el asesinato. Y las esperanzas renacían para uno de los casos más sombríos del país. Por fin, la policía tenía una luz.
—Sé a lo que has venido.
—¿Podemos hablar aquí?—pregunté, acercándome a Ino.
—En ninguna parte. No puedes venir a buscarme a la oficina. No eres la médico encargada.
—Ahora lo soy.
—¿Sabes lo difícil que es esta investigación? No vengas a molestarme. No tengo tiempo ni ganas para darte información morbosa.
No me sorprendió que Ino evadiera la noticia de mi inclusión en el equipo investigador. Para nadie era grato ser parte de un caso que no avanzaba, pero cuyos expedientes se engrosaban. Mi participación en el caso solo sería un factor más de preocupación para Ino. De la misma forma que a mí me preocupaba lo que ese caso, sin resolver, le hacía a mi amiga.
Sin embargo, mi corazón palpitaba emocionado con la noticia de un testigo vivo, me satisfacía haber sido incluida el mismo día en que se habían recibido buenas noticias. Creía que era un buen indicio para mí. Parecía que al fin estábamos cerca.
—No pido información morbosa. Ino. Soy tu amiga y enti...
—No fue a tu padrino al que ese desgraciado mató. Han pasado dos años… y ¡nada! No tenemos ninguna pista.
—La sobreviviente.
Influía en la decisión de Tsunade de incluirme en su equipo esa última noticia. Tsunade tenía la esperanza de que mi nombre apareciera en el informe que resolvía los asesinatos, ambas necesitábamos que mi currículo mejorara. Su decisión de incluirme era porque estaba segura de que nos acercábamos al final.
—¿Quieres saber de ella? Es una tipa millonaria cuyo nombre es demasiado importante para ser ligado a una investigación inútil.
—Pero entre las víctimas ya hay personas de clase alta.
—Es una chica con contactos.
—Pero es una investigación oficial… y él sigue matando. Ella puede evitar que haya más víctimas.
Conozco a Ino desde el jardín de niños, es una de las personas más importantes en mi vida, y porque la quiero es tan difícil verla cargar el peso de la muerte sin resolver de Asuma. La separación de su equipo y la orfandad de la hija de Asuma son pecados a los que Ino no ha sido capaz de encontrarles el pecador, así que ella los carga. Ino es parte de un núcleo familiar fuerte y sus amistades las ha cosechado desde niña, por eso le es tan doloroso hablar de la muerte de su jefe y padrino, quien era el mejor amigo de su padre y prácticamente un padre para ella.
Ino me apreciaba porque aunque éramos amigas desde niñas, yo no formaba parte de la camaradería que caracterizaba al equipo de Asuma. Así que en medio de su frustración, me contó quién era la mujer que sobrevivió el ataque de El Creyente.
—Es una Hyuga.
—¿Hinata?
—No, su hermana menor. Hinata aun no sabe nada.
—¿El Creyente atacó a la hermana menor de Hinata?
Ino asintió, sombría.
—¿Está bien?
—Ilesa. Ni siquiera parecía perturbada.
No sabía cómo lo lograría, pero le prometí a Ino que conseguiría que Hanabi hablara. Además, confiaba plenamente en que Hanabi -o cualquiera que hubiese sobrevivido a esa bestia- podría confirmar mi teoría.
Si bien hasta ese día no estaba en el equipo oficial del caso de El Creyente, eso no quería decir que no estuviera enterada de lo que sucedía, al menos de lo que sucedía en la morgue, que considerando el hábito de El Creyente de ensañarse con las víctimas y sacarles los órganos, significaba mucha información. Conocí a muchas de sus víctimas al examinar sus cuerpos y desde hacía más de un año, le había solicitado a Tsunade mi participación en el caso, por lo que era un tema al que le dedicaba parte de mis pensamientos.
Además, siempre mantuve una buena relación con el antiguo equipo de Asuma: Ino y sus dos compañeros: Shikamaru Nara y Choji Akimichi. Así fue cómo conocí de la gran amistad que existía entre Chiriku, el monje del Templo del Fuego, y Asuma Sarutobi.
En el último informe relevante del caso, elaborado por Shikamaru Nara, se ligó la muerte de Asuma con la masacre del Templo. La investigación de Shikamaru le permitió determinar que la muerte de los monjes fue daño colateral, pues el verdadero móvil era la recompensa que un conocido e inalcanzable mafioso de un país vecino ofrecía a quien le entregara la cabeza del Monje Chiriku.
La importante pista fue conseguida gracias a que el mafioso también ofrecía una jugosa cantidad de dinero por Asuma Sarutobi, cuyo instinto investigador lo hizo acercarse demasiado a las fauces de su propia muerte.
Sin embargo, tal hipótesis no era compartida por los otros miembros de la Policía, pues consideraban que El Creyente no era un sicario, como apuntaba Shikamaru, sino un psicópata que se ensañaba con sus víctimas. Había kilos de desperdicios humanos que confirmaban la locura del asesino.
Shikamaru y yo no dejamos la pista suelta. Al investigar los antecedentes de los cuerpos que llegaban a la camilla de la morgue, víctimas de El Creyente, algunas cabezas, muchas para ser una casualidad, tenían precio. El Creyente era un loco, sí; pero cobraba por algunas de sus víctimas.
En mi tiempo libre, investigaba –gracias al acceso que Kakashi me garantizaba a los registros policiales- a aquellas personas cuyas cabezas tenían precio.
Nadie buscaba a Hanabi Hyuga; pero la cabeza de Neji Hyuga, su primo, sí tenía precio.
Encontré a Hanabi relativamente fácil, aun rondaba el edificio de la Policía, como si esperara que alguien se atreviera a decir que sobrevivió el ataque de El Creyente. Así que en cuanto la vi, subiendo unas escaleras, eso mismo le pregunté.
La muchacha, altanera y rebelde, sacó sus colmillos y coqueteó con la muerte, al hacer comentarios que a cualquier otra persona le resultarían chocantes sobre los avances de la investigación y el fatal destino de tantas personas a manos de un infeliz.
No logré conseguir información pertinente hasta que Neji Hyuga nos encontró.
—Hanabi, estas no son horas de atender personas ajenas a la familia. Tampoco es el lugar—dijo él, con sus ojos fijos en su prima menor, ignorándome por completo.
—Ha sido muy insistente—murmuró la chiquilla, con una sonrisa ladina, subió los escalones que le hacían falta para alcanzarlo—. Por poco le cuento toda la historia.
—No juegues con las personas, Hanabi. No te luce. Investigar es el trabajo de ella, además hay mucho en juego, mucho más de lo que al parecer eres capaz de entender—replicó con frialdad Neji.
La nariz de Hanabi se frunció, en un gesto que yo le conocía demasiado bien a Neji, así que antes de que la muchacha tuviera tiempo de enfrascarse en una discusión con su primo, volví a la carga.
—¿En el ataque habían dos hombres?
—¿Dos hombres?—me preguntó ella, de pronto, parecía sorprendida y curiosa.
En el parte policial, decía que solo fue un atacante. Todos los dictámenes médicos y forenses relacionados con el caso de El Creyente hablaban que solo había un perpetrador.
—No actúa solo. Había otro hombre, ¿cierto? ¿Qué hacía él?—insistí.
—Ella no tiene autoridad para hacer ese tipo de preguntas. Su trabajo es como médico. No respondas—le pidió Neji.
Hinata era bondadosa y amable, Neji era de buen corazón, y Hanabi siempre me pareció como una mezcla de ambos, con algo de celos y pedantería. Más parecida a Neji que cualquier otra persona, así que confiaba en mis habilidades para lidiar con ella.
—Estamos hablando de un psicópata. Mentirle a la policía solo provocará que nunca salgamos de este abismo.
—Había dos hombres—dijo, por fin, Hanabi, confirmando mi teoría.
Había desafío en los ojos de Hanabi, pero la expresión de Neji estaba imperturbable. Pero antes de que pudiera averiguar más, mi beeper nos interrumpió. Los tres sabíamos que el asunto no quedaría ahí. Hanabi no escondería información importante de mí. Así que sin ningún tipo de despedida, me marché.
Unas horas después descubrí por qué Neji no había mostrado ninguna seña de estar preocupado por lo que Hanabi dijo. Todo lo relacionado con el posible intento de asesinato a Hanabi Hyuga por parte de El Creyente fue eliminado. No quedó ningún registro escrito que contuviera siquiera el nombre de Hanabi, nunca se recibió declaración alguna de la mujer, y aquellos que la vieron en el edificio, que la escucharon decir que El Creyente la atacó, voltearon el rostro hacia un lado.
La luz se apagó, y con la cadena de hechos que sucedieron a continuación, ni todas las farolas del mundo serían suficientes para darnos una guía de cuál dirección tomar. Fuera cual fuera el camino, siempre estaría cubierto por la noche.
..
Continuará...
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