"No digas mi nombre, si no sabes quién soy"

"No mires mis heridas si no sabes porque son"

"No juzgues mis ojos si no sabes de quien son"

"No me digas mentiras... o te quemare"

Beyond Birthday.

Leyó acariciando el viejo papel raspado por los años que gastaban el algodón viejo. Con el corazón envuelto en una sensación peligrosa. No eran rimas, tampoco eran palabras al azar, no era un mensaje en concreto, eran muchos y a la vez ninguno como solía decir aquel hombre, "es todo y nada al mismo tiempo" con un acabado "es tan divertido". Respiro el frio de las cenizas en esa casa casi abatida por el incendio que le había destrozado, respiro el aroma de las cenizas, el aroma de sus cabellos chamuscados y la piel ardiente le llegaron en un momento, desagradable pero no se alejó. Acaricio el baúl pequeño que estaba frente a él.

—Jamás se acabaran tus juegos... ¿No, Beyond?

Suspiro al viento con el frio saliendo de sus pulmones.

—Jamás te alejaras de mis pensamientos... ¿cierto?, prometiste nunca dejarme en paz, eres un monstruo...

"El monstruo eres tú." Un escalofrió le recorrió en ese instante, las palabras no eran reales. Odiaba que sonaran tan reales.

Se recriminaba cada día que con tal intensidad detestaba aun con toda su alma que le pareciera tan real, aun cuando no lo era.

— ¿Quién es esta persona? ¿L? — Su voz disimulada en elegancia le saco de su recuerdo—

Quizá solo un accidente que cualquier persona hubiera cometido, después de todo el mismo L aceptaba ser un simple humano a favor de eso mismo: La Humanidad. Los errores humanos estaban descritos por todo el rostro de L cuando miro a Light tomando aquella carpeta, cuando Light estaba cerrándola con una imagen muy singular entre sus largos dedos. Examino cada facción del curioso castaño, cada segundo sintió su respiración, la de el mismos se había agitado, como en una sacudida tremenda que jamás había sentido antes. Angustia, una espesa angustia sacudiendo su caja toraxica.

Los ojos oscuros se habían deslizado por sus brazos hasta esa fotografía en sus dedos, la única fotografía que había deseado esconder pero que no había podido destrozar. En completo silencio la alejo de los dedos de Light, la tomo en sus manos apreciando la vejez del material. En el descuido de sus pensamientos dejo la carpeta del psiquiátrico que estaban revisando sobre la mesa, el psiquiátrico donde estaba aquella persona en la que absorto pensaba, un asesinato de Kira ocasiono una conmoción en el psiquiátrico que en ese momento estaban revisando. Delineando con la mirada la facción de aquel hombre alto se movió inquieto.

—Es igual a ti —Trago fuerte sin que él lo percibiera— Casi parecen gemelos — Ironizo Light con una sonrisa amigable—

Los ojos de Light se trastornaron en confusión, un profundo desconcierto. Sonrió un poco y de nuevo sus facciones se vieron envueltas en ella. No podía creer ni un poco lo que veía. Su mirada se paseó por algunas palabras rápidamente por la carpeta aun sobre el escritorio, consternando con sus facciones contraídas. Por un momento pensó las posibilidades, ¿L jugándole una broma?, o quizá engañándole para notar su ansiedad.

Guardo silencio y los ojos ansiosos de Light se aproximaron a su rostro, esperando un indicio de acertamiento. Pero no recibió nada más que una mirada recriminante hacia su persona, despegándola rápidamente de la suya y volviéndola a la fotografía.

No, no estaba jugándole una broma, se percató de ello cuando sus miradas se encontraron, L parecía... tenso. No hacia ningún movimiento, ni para respirar.

—Lo siento L, no sabía que era tuya —Tomo un momento para sonreírle y mirar una vez más la fotografía en los dedos ajenos— Bueno, tampoco sabía que tenías un hermano, talvez no seamos tan amigos como pensaba.

—Si consideramos que no puedes saber mi nombre, talvez así sea Light.

Ósea que si es tu hermano... mal mentiroso Ryuzaki...

—Talvez solo sea una simple coincidencia, jamás vi a alguien siquiera parecido a ti —Le sonreía amablemente, tratando de no olvidar los distintivos de aquella persona— Es claro que no sean el mismo por el cabello, en definitiva es distinto al tuyo y no da esa sensación de Inteligencia que tu das con solo mirarte.

—Él es... solo un psicópata que fue arrestado por homicidio.

No obtuvo alguna otra respuesta.

Le afligió un momento negarlo, rechazar su verdadero valor en su persona. Metió de nuevo la imagen en el archivo, quitándole importancia y girándose al monitor para parecer desinteresado y en completa tranquilidad ante los ojos de quienes estaban en la misma habitación. Proseguía con sus investigaciones ignorando el inquietante hecho.

Confundido y un tanto encolerizado Light Yagami fingía que no ocurría nada, que solo bromeaba con sus palabras del parentesco, nada en realidad, calmo y emocionado por los pequeños y absurdos descubrimientos sobre Kira, cuando en realidad se desquiciaba por dentro el que el tiempo no pasara rápidamente. Presionaba las teclas con la furia contenida cosquilleando en su cuerpo, respiraba para calmarse, estaba volviéndose cada vez más impaciente, algo que podría hacerle fallar y el no fallaría. Pensaba en la posibilidad casi nula de que solo fuera una coincidencia pero no creía en las coincidencias y sus ojos no le engañaban, ¡es que ambos hombre eran tan idénticos!

En el recorrido a casa ya todo estaba calculado, predestinado y hasta saboreaba la inminente victoria, una que le parecía tan graciosa. Algo que le desconcertaba era la mirada de esa persona, no era una mirada singular, casi le había hecho helar el cuerpo. No se iba a echar a filosofar sobre aquella mirada, pero esos iris de color carmesí le hacían desear mirarlos directamente, sentir esa mirada tan penetrante sobre él, con esa sonrisa perlada de dientes, arrogante, más arrogante que la mirada de Ryuzaki a su persona. Podría jurar ver odio a través de esa mirada.

Si era alguien importante lo encontraría. Sin perder la figura de aquel hombre en sus memorias lo describió con toda la perfección que podía. Sus inmensos ojos brillantes, el cabello negro largo y lacio, con la piel increíblemente blanca. Misa estaba sentada en la esquina de la habitación, escuchando, tratando de grabar en su memoria todos los detalles, un tanto asustada, con los objetos regados por todo el lugar, la histeria de su amado no cabía ni en la pequeña habitación, obligándola a alejarse y no hacer ni un movimiento.

Rebuscaba y hackeaba con tanto como sabia, preparando las paginas para comenzar a investigar. Se atrasaba en algunos momentos y se frustraba en la silla de su escritorio, se recargaba y refrescaba su garganta con el agua fría servida de la compañera que trataba de seguirle el paso ya en la otra computadora después de gritarle que no se estuviera solo quieta observándole.

Un loco encerrado en uno de los psiquiátricos financiados por el mismo L que los mandaba allí. Rio fuerte, una lista de nombres anotada en la libreta de junto con palabras torpes en sus manos. 24 personas, con una descripción similar, 25 psiquiátricos financiados, solo tendría que buscar un poco y lo tendría pendiendo y rogando a sus pies. No podía existir un parecido tan igual al mismísimo L. Se quedó expectante con la libreta entre las manos, revisando cada dirección IP y cada nombre escrito de las instituciones.

—¿Light?... ¿Qué debo hacer ahora?...

—Si lo que creo es correcto —Giro la silla de ruedas y volvió su vista a la cama donde ella aún se encontraba con la laptop en las piernas— L debió tener un pelea de poder o algo así, no sabemos demasiado de su pasado pero podemos saber que Él fue entrenado para ser lo que es y esta persona, por la forma en la que L lo miro, debe traerle algún tipo de recuerdo afligido que

—No, no entiendo, Light.

Misa inflo sus cachetes y su novio se frustro, cerró los ojos y le respondió entre dientes, molesto.

—Solo quiero que busques entre todas estas páginas —Le lanzo la libreta a la cama— anotes a las personas y descubras quien es Beyond, compáralos, busca el más parecido, usa tus ojos y averígualo.

Se quedaba quieta, con los pies rozando el piso frio. Estaba tensa, no compartía la felicidad de ese hombre enloquecido por la merecida recompensa que deseaba desde hace mucho tiempo, lo veía saborear su éxito temiendo completamente asustada que no le durara demasiado el gusto. Sus ojos desorbitados y sus manos temblorosas. Tomo la libreta y asintió al tiempo que apretaba la laptop sobre sus piernas.

—Tengo algunos nombres, pero no encuentro las fotografías o antecedentes, quiero que los busques, encuentra las fotografías y acerta quien es. Si no es fácil acceder a las fotografías deben ser los más protegidos de L.

Levantandose Yagami pasó los dedos deslizando por sus mejillas, plantando un intenso beso en sus labios para borrar de su memoria el desastre anterior, hacerla concentrase en el trabajo que le daba.

—Eres impresionante Light...

La sonrisa en sus ególatras labios se extendió por su rostro, extasiado por su actitud, siendo alabado.

—Joven Ryuzaki.

La voz protectora de Watari sonaba entristecida cuando L le contaba lo sucedido encorvado sobre el suelo evitando de forma obvia el contacto visual, arrepentido de sí mismo. Temiendo el peor de los sucesos.

—Watari esta vez... yo no sé qué debo hacer ahora. No puedo simplemente dejarle morir así... le dije que no pasaría de nuevo.

En el silencio de la habitación su mente no paraba de darle vueltas a cada suceso, deseando interna y externamente que el error no fuera tan terrible como sabía que era. La agonizante sensación de decirle que había sido su culpa, que pasara lo que pasara le detendría con todo lo que podía. Dentro de sí estaba seguro de que Light era Kira, de eso no había la menor duda para él, pero si era de este modo entonces la muerte de Beyond solo marcaría un logro más en la lista de Kira, uno más para llegar a él. Si Beyond moría una parte de si mismo también lo haría, lo único que quedaba de su pasado eran B y Watari, nada más. La reconfortante mano de Watari se posó en su hombro, otorgando el consuelo que necesitaba a su atareada mente.

—Pase lo que pase Beyond lo entenderá, siempre fue un joven muy listo. Su destino era escrito por sí mismo, la marca de morir bajo el fuego ardiente, ese era su deseo, la prolongación de su vida no ha sido más que una carga para sí, no vera a la muerte de mala forma.

Comprendía sus palabras pero el sentimiento de culpa seguía esparciéndose por todo su cuerpo. Seria culpable del principio y culpable del fin.

—Fue mi culpa, acepto la responsabilidad, yo —Se detuvo al alzar la mirada con la suya—

Los ojos de L siguieron las marchitas pestañas que cubrían sus ojos escarlata, en seriedad y cansancio, un poco de desconcierto como un brillo muerto. Cada movimiento al respirar retumbaba en su interior rogando porque parara pero deseando que ese cuerpo jamás dejara de latir en vida, de fluir su sangre por sus venas y remojar los ojos cansados, oscuros por la negrura de sus pensamientos. La culpa bullía dentro de su cabeza formando un escándalo que le obligaba a apretar el ceño en protesta de sus pensamientos.

—Es impresionante que guardes esa clase de sentimentalismos, estoy tan aburrido aquí que ahora sueno como novela latina la mitad del tiempo —Divago— Incluso a veces hago esos ruiditos de las series cuando el protagonista se acerca épico a la batalla en algún anime, ya sabes —Movió sus ojos alrededor de él, trasladándose a otro lado en su cabeza, lejos de su presencia — Cosa de todos los días... Pero no estoy tan drogado para no saber que ese soy yo quien habla o quizá es mi cabeza o esa rata que

Fluida y ronca era su voz aunque con ligeras variaciones que daban entender los medicamentos en su sistema. Las enfermeras le tenían un terror que llegaba al pánico. "Es un monstruo" "Esta completamente descabellado" solían decirle un poco más como "Solo con usted se le ve más tranquilo" "A nosotras solo nos grita".

"Su hermano estuvo preguntando mucho por usted" Le había dicho la enfermera de base, la única que toleraba y aguantaba los ataques abruptos de Beyond, Cristina se llamaba ella, una mujer alta, un poco regordeta con apariencia fuerte, superior. Ella sola lidiaba con el hombre que estaba frente a él. La enfermera se estaba sentada junto a la puerta con una inyección preparada en la mano, fuera de la habitación, escuchando cada palabra de ambos hombres con el inexistente conocimiento de lo que hablaban y sin interés al respecto.

—Si solo viniste para mirarme entonces deja de mostrarme esa terrible fotografía o sabrás lo que es tener mis dientes sobre tu carne una vez más.

Alejo la fotografía con lentitud, regresándolo a sus pantalones. Con el terrible recuerdo de sus dientes rasgando su hombro la última vez que había llegado a aquel lugar. Se veía obligado a decirle su error, se sentía deprimido. La culpa se tumbaba sobre sus hombros.

—¿Cómo te sientes?

Le miro desconcertado un momento. Beyond miro las manos de L, desconcertado, admirando las vendas blancas entre sus dedos largos, pensando en que pronto regresarían a su rostro para dejarle ciego como condena.

—¿De verdad vas a preguntarme esto? — Su entrecejo marchito se frunció— después de medio año de encerrarme... ¿es lo único que vas a preguntarme?

El ceño fruncido en su piel siempre era una obra que cautivaría al más enfermo de todos, en este caso a el que nunca podía dejar de mirar su rostro, el más inteligente. Lo tenía de cuclillas en el suelo, recargado en la base de la cama, con los brazos sobre su pecho amagados por la camisa de fuerza. Su piel no era más que un lienzo mal pintado.

—El hombre que creemos es Kira encontró esta fotografía.

El hombre de la camisa de fuerza se relamió los labios pintando una sonrisa suave, comprensiva y despreciable en su rostro, comenzó a tener pequeños espasmos desde sus hombros, agitando su respiración acortada en sus pulmones, como riendo en silencio, un silencio tan amargo como sus ojos.

—¡Me has regalado, bastardo! —Estallo—

Comenzó a levantarse del suelo, con tropezones chocando contra las paredes debido al peso de la camisa de fuerza. Reía. Elle se levantó acercándose a la puerta de salida, retrocediendo sin dejar de encararle. El hombre se paraba en ambas piernas sin encorvarse ni un poco, mostrando su altura superior a la suya, demostrando que no eran una copia exacta.

— ¡Moriré! ¡Y tú también lo harás! Porque si el viene por mi yo hare que te lleva a ti también ¡HAHAHAHAHAHA!

Las enfermeras entraron una tras otra, dos doctores detuvieron los movimientos de Beyond que enloquecía golpeando las paredes de suave algodón con su propio cuerpo, gritando y gimiendo despavorido, tratando de llegar junto a su captor. Se alejó por los pasillos ahora escuchando el llanto fuerte del preso, un llanto desgarrador que jamás había escuchado emitir por aquel hombre tan fuerte y tan listo. Le sabía destrozado, le sabía arruinado. Ahora le parecía más su propia copia que cuando trataron de matarse mutuamente, porque así fue, queriendo o no hacerlo fue una pelea a muerte por parte de ambos.