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¡Hola! En este sector pondré One Shots o Drabbles de parejas no comunes. :x I know… soy imposible…

Este One Shot es dedicado a la Reina y Testigo del Stingue: NYMUS y una adorable personita que me mandó un PM y al final me lo tomé como un reto… ¡Meli!

Para vosotras dos…

Espero no me matéis, es mi primer Stingue. xD


Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece. Pertenece a Hiro Mashima. La historia con BL es totalmente mía. :x


Referencias De Lectura:

Narración.

«Pensamientos»

Diálogo.

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] UNO [

Wounds

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Ya debería estar acostumbrado a terminar de esa manera.

El pelinegro suspiró mientras buscaba el botiquín en el baño y volvió a suspirar cuando llegó a la conclusión de que no importase que fuese lo que practicasen juntos, siempre terminaría con alguna herida cortesía del hiperactivo rubio que respondía al nombre de Sting.

Suspiró de nuevo con frustración y se llevó el botiquín a la sala de lectura en el segundo piso.

Desde niños había sido víctima de las ocurrencias del rubio, no importaba que practicasen o estuviesen aprendiendo, ya fuese deporte o alguna actividad manual, futbol, patines, bicicleta, coser, cocinar e incluso barrer o escribir, de alguna manera Sting siempre terminaba lastimándolo y él, quién no es que no fuese rencoroso sino que más bien no le gustaba causar atención sobre él, terminaba perdonándolo en cada ocasión y además, continuaba aprendiendo alguna cosa nueva a su lado.

¿Qué podía hacer si ese chico era tan inquieto y curioso?

No que él mismo no lo fuese también, al contrario, tal vez su energía no desbordase en luz y calor a su alrededor como ocurría con Sting, pero sí que tenía su propia energía que lo impulsaba a instruirse también, de hecho, en cierta etapa pre adolescente de su vida en la que la literatura en verso se había convertido en su aliada y Poe y Baudelaire en sus mejores amigos, escribió uno o dos ―en realidad más de quince― poemas sobre ellos. Muchos de esos versos de novato representaban a Sting como el sol, lleno de calor y vida y a él mismo como la luna, quien solo brillaba por reflejo de esa otra fuente de energía. En ese entonces ya lo notaba, que él era como una sombra de Sting, y aunque mucho de eso lo tomó de manera pesimista en esos años de cambios y hormonas y de búsqueda de la identidad, ahora sabía ―y sentía―, que esos pensamientos no solo habían sido el combustible a su etapa emo gótica, sino que habían desencadenado un pequeño autodescubrimiento muy importante en su vida y que por un par de años fue un poco tormentoso ese saber y sentir:

Estaba enamorado de su amigo.

Estúpido Sting… ―murmuró el chico de cabellos azabaches mientras se sentaba en el sillón de la casa y sacaba el algodón, la gasa y el alcohol para curar su más reciente herida y esperando que no dejase hinchazón porque justo mañana tendrían las fotos con el equipo de futbol y las de su salón de clase para el anuario que declaraba el fin de sus estudios de secundaria.

Suspiró de nuevo y limpió la herida con la gasa.

Muchas veces se asustaba de lo rápido que había pasado el tiempo, recordaba cuando lo conoció, sus padres se acababan de mudar y justo al lado de su nueva casa un torbellino rubio vivía mimado por sus padres y ese mismo día, mientras un padre recién enviudado y un niño que había perdido a su madre desempacaban, el pequeño haz de luz se había metido a su casa a ayudarles llevando en sus menudos brazos; propios de un infante de ocho años, una pequeña caja con juguetes de Rogue, éste último le miró con el ceño fruncido, huraño y molesto de que tocasen los juguetes que había empacado aparte por ser los que le había regalado su madre poco antes del accidente que la apartó de él, y sin meditarlo siquiera, y para asombro de su padre; Rogue Cheeney, el niño mimado de su mamá quien siempre era calmo y amable, se lanzó con enojo sobre el nuevo vecino infiltrado en ese nuevo hogar sin madre y lo golpeó con sus infantiles manos mientras lloraba desconsolado como no lo había hecho ni cuando el ataúd de su madre descendía en la húmeda tierra de aquel frío y lluvioso día de octubre.

Rogue sonrió ante ese recuerdo.

Es verdad… ―dejó la gasa con un poco de sangre en la mesita frente a él―, yo fui el primero en herirle…

Y debía agradecer a la ligereza de los padres de Sting que habían brindado ese espíritu sin rencor del rubio, porque a pesar de lo agresivo de su primer encuentro no habían guardado distancia de ellos y al contrario, les brindaron una gran y estrecha amistad que ayudó a Rogue a alejarse de la tristeza en que su infantil alma vivía desde la pérdida de su progenitora. Y si lo pensaba detenidamente ―como hacia todo en su vida a diferencia de Sting―, tal vez por eso nunca reclamó cuando terminaba dañado por la energía explosiva de su amigo.

Esto va a arder… ―se susurró como si prevenirse alivianase un poco la acción de aplicar alcohol en la herida― ¡Estúpido Sting! ―volvió a maldecir y colocó el algodón empapado con el etílico y transparente liquido mientras sus ojos se cerraban para aguantar el escozor.

Era una suerte que ya estuviese acostumbrado al dolor.

Y por un demonio eso también debía ¿agradecérselo? al rubio, porque él lo había entrenado en heridas, daños y torceduras, y por él había pasado por una etapa de dolor interno.

Justo cuando se dio cuenta que gustaba de su amigo.

Tenía trece años y no entendía que pasaba con él, no comprendía porque su corazón se aceleraba cuando el rubio se le acercaba, o le sonreía, o cuando lo abrazaba al meter un gol o cuando pasaba su brazo sobre sus hombros en actitud de compañerismo o mientras le contaba un secreto al oído. Y sí, Rogue entendía de hormonas, ser un ratón de biblioteca le había supuesto una ventaja en su descubrimiento, por eso sabía que a esa edad a la mayoría le pasaba lo que a él le ocurría, sin embargo la norma era que ocurriese con el sexo opuesto y no con el mismo.

¡Y que descubrimiento más vergonzoso!

O eso pensaba él cada vez que debía ocultar el sonrojo ante la proximidad del rubio propia de su carácter cálido y amistoso, o explicar por qué ahora de vez en cuando tartamudeaba, o por qué a diferencia de sus demás amigos él no compraba ―robaba― revistas de mujeres semi desnudas, o peor aún, cuando la parte baja de su cuerpo empezó a responder de cierta manera ante algunos sueños que involucraban a sus amigos e incluso con algunos de sus gestos de íntima amistad, como desnudarse frente de él o similares.

¿Por qué tenía que ser el diferente?

Rufus, Orga, Natsu, Gajeel, Gray y Sting… todos llevaron esa etapa con normalidad.

Yukino, Minerva, Lucy, Levy y Juvia… todas se enamoraron de alguien del sexo opuesto.

Intentó, en el primer año de colegio ignorar eso en él, llegando a pensar que había sido cosa de un inicio púber atrofiado, pero no había servido de nada.

¿Cómo no notar su preferencia por los varones cuando las duchas eran grupales y nadie temía exhibirse ante sus inocentes pero muy curiosos ojos?

¡Estúpida secundaria llena de hombres de buen ver!

Esto va a hincharse… ―dijo cuando dejó de aplicar alcohol y tiró en la mesa el algodón mientras se tiraba de espaldas al sofá y observaba el cielo raso recordando sus antiguos miedos.

Miedo a ser rechazado.

Miedo a perder a los que quería.

Miedo de ser una vergüenza para su padre.

Aparte que se sentía en un mundo solitario, no veía a nadie como él, al menos no con sus inclinaciones, porque jóvenes vestidos de negro y con camisetas de bandas rock goth habían bastantes; y es que, a pesar de su madurez más elevada que la media a su edad y sus conocimientos más amplio de muchos temas gracias a los libros aún se veía afectado por los mitos sociales de la homosexualidad, como lo eran ―y es―, de la afectación de carácter al tipo femenino, incluso al vestir o hablar; y es que, a él no le llamaba la atención vestirse de rosa, usar vestidos y maquillaje y tampoco veía atractivo eso en los hombres, por lo que, por un tiempo también se consideró un homosexual especial y diferente.

Ahora de vez en cuando se reía de tal hecho.

Por suerte, una vez que se quedó hasta tarde limpiando el salón escuchó una plática de Erza y Jellal ―en ese entonces presidenta y vicepresidente del consejo estudiantil―, sobre la relación que recién iniciaban Freed y Macbeth, estudiantes de último año en ese tiempo, y cuando Rogue se comparó con ellos sorprendido de tal noticia, se dio cuenta que aunque Macbeth usaba maquillaje no era considerado afeminado, puesto que era lo normal entre el grupo de los Darks, y que aunque Freed llevaba el cabello largo no poseía ninguna afectación de carácter que desvirtuara su masculinidad, al contrario, ambos eran muy cotizados por el sector femenino de la secundaria. Le hubiese encantado escuchar más sobre el tema, pero tuvo que retirarse en silencio cuando los responsables del orden en la escuela dejaron de usar los labios para hablar y los usaron para algo más entretenido.

Las paredes del colegio eran testigos de muchas cosas.

Ya a los quince años, Sting le infringió otra herida, pero esta vez sin saberlo y sin quererlo, y tampoco podría acusarlo de que fuese una herida traicionera, después de todo él se dio cuenta antes que el mismo Sting de que cierta chica pelinegra del club de basketball le llamaba la atención: Minerva Orland, una increíble atleta, con un buen ver que solo era superado por su amor propio.

Ese noviazgo de poco más de medio año entre ellos fue una etapa dolorosa para él.

Y gracias a ese noviazgo adolescente de su amigo fue que la herida que tenía dentro de él, y que al igual que la herida que hace poco trataba, la intentó sanar con alcohol y esto terminó revelando su secreto ante los demás.

No mezcles ron con secretos.

Sin embargo, esos miedos alimentados por los versos de los poetas malditos que tanto admiraba no se vieron recompensados con los reproches que pensó que tendría, no.

No perdió a nadie.

Nadie lo miró con asco, y hasta se sorprendió de que algunas personas solo estaban esperando que él mismo les contase lo que ellos ya sospechaban, incluso su padre, aunque reacio al inicio y le preguntaba constantemente si no era solo una etapa, terminó aceptándolo un par de meses después de que su respuesta fuese siempre la misma:

Sigo siendo yo, papá. Espero que eso sea suficiente para ti.

Y lo fue.

Porque para su padre nunca dejó de ser el chico tranquilo que siempre lo llenaba de orgullo.

Ahora, Sting fue el que le dio más problemas con ese tema. Se había apartado de él, y aunque en ese entonces todos creyeron que era a causa de su novia, esa no era la razón, el rubio lidiaba con unas inseguridades similares a las de Rogue, aunque menos notorias, al ser él siempre alegre, ruidoso y cariñoso fue menos proclive a las sospechas por lo que nadie notó esa lucha interna entre sus gustos variados en cuanto a personas a nivel romántico. Porque sí, a él realmente le gustaba Minerva, como muchas veces gustó de otras chicas e incluso admiró cuerpos femeninos desnudos a una edad en que no era legal obtener ciertas revistas pero la picardía juvenil era más astuta que la ley, pero también ―con una misma o mayor asiduidad― experimentó alarmantes sueños con sus amigos, y mucha curiosidad en las duchas de hombres, además de palpitaciones extrañas cerca de algunos hombres, pero ante todo, cerca de Rogue.

Sting no se comprendía.

Y como no se comprendía rechazó todo eso que lo volvía esa persona insegura que no era, esa persona temerosa que ocultaba de todos, y esa persona con inclinaciones que él mismo tachaba de anormales; y al hacer eso se lastimó a sí mismo, y al rechazar abiertamente a su amigo por un tiempo, lastimó de nuevo a Rogue.

Y esa herida había sido muy difícil de curar.

Tres meses después de que Sting rompiese con Minerva, y cuatro luego de que Sting dejase de relacionarse con él había sucedido un evento que los había unido de nuevo.

En un viaje del equipo de futbol ambos habían escuchado unos maullidos detrás de las canchas deportivas y cuando fueron a ver encontraron un par de gatos recién nacidos y abandonados en una caja sucia, la madre de ambos yacía muerta al lado de la caja y los gatitos intentaban inútilmente de despertarle porque los tipos que les lanzaban piedras y probablemente los causantes de la muerte de la madre, continuaban con el cruel castigo.

Inaceptable.

Rogue entró en una cólera ciega, y furioso y casi poseído por un odio nada normal en él, se lanzó contra ellos. Esos malditos habían separado a esas criaturas de su madre y se atrevían a reírse de tal hecho, derribó a un par con sus dos primeros golpeas, dada la fuerza de su enojo, pero pronto los otros cuatro lo tiraron al suelo, y aunque Rogue se defendía recibía más golpes que los que daba.

Y justo cuando pensó que terminaría inconsciente, alguien llegó en su ayuda.

Sting, furioso por los gatitos y porque lastimasen a su amigo quitó a patadas a los gamberros y le ofreció una mano para levantarlo, con una sonrisa lo puso en pie y con una frase ayudó a que esa herida que le causó comenzase a sanar:

He sido un imbécil, pero soy tu amigo y no permitiré que estos malnacidos te lastimen… ¡Dejemos inválidos a estos malditos!

Y sin impórtales la desventaja numérica que implicaba ese seis contra dos, se abalanzaron de nuevo contra los tipos que parecían promediar su edad, y entre patadas, puñetazos, mordidas y jalonazos de cabello ―porque no solo las mujeres pelean así―, pudieron salvar a los dos gatitos, y aunque se ganaron muchas heridas nuevas y severos dolores en todo el cuerpo, salvaron algo más importante.

Su amistad.

Porque cuando dos hombres se pelean contra otros seis las cosas rotas entre ellos y las cicatrices mal curadas dejan de importar, porque al final lo que importa es la victoria y entre la adrenalina y la testosterona recordaron como de bien se entendían y se sincronizaban, como de bien actuaban en conjunto, y como de bien era estar el uno al lado del otro. Y, a pesar de que llegaron lastimados al juego y casi los descalifican por el pleito acontecido, no pudieron evitar sonreír todo el juego.

Porque ahora sí, sus heridas estaban sanadas.

Y ahora, con diecisiete años ambos, su amistad seguía más fuerte que nunca.

O al menos eso pensaba el de azabaches cabellos.

¡Hey, Rogue! ―escuchó que gritaban a la puerta de la entrada en la primera planta y lo único que pudo hacer fue bufar e ignorar la voz del rubio―. ¡Rogue, sé que estás ahí! ―volvió a llamar al no recibir respuesta ni de la puerta ni de los mensajes que mandaba al móvil del chico de ojos rojizos― ¡Ryos! ―gritó y el azabache frunció el ceño molesto de que usara su antiguo nombre de poeta barroco con tendencias depresivas― ¡RYOS! ―lo escuchó de nuevo y Rogue juró golpearlo cuando le diese la gana abrirle la puerta, y por lo que había sucedido tal cosa no pasaría pronto.

Sin embargo, Sting no era de los que esperaban tranquilos.

Y eso él lo sabía mejor que nadie.

Pero aún así se sorprendió cuando escuchó la ventana del pasillo del segundo piso abrirse y los bufidos y maldiciones de su amigo al pasar por ella.

Ese idiota… ―intentó sonar enojado pero sonrió, debió imaginar que usaría el árbol para treparse y entrar por allí como cuando eran niños y huía de su enojada madre después de causar algún desastre típico de él.

¡Hey! ―entró molesto el rubio― ¡Sabes lo difícil que es entrar por esa diminuta ventana ahora! ―reclamó olvidando que el resentido debía de ser el azabache y no él― ¡Me raspé la rodilla! ― continuó mientras se sentaba en el sillón a los pies del moreno― ¡A veces puedes ser muy desconsiderado, Ryos!

Terminó de pronunciar ese nombre y recibió una patada que lo tiró al suelo.

¿¡Pero qué demonios te pasa!? ―le reclamó en tanto se sobaba el trasero y fue cuando se levantó que vio el algodón con sangre― Oh… ―soltó de pronto al recordar porque había asaltado la casa de su amigo y por fin tuvo la decencia de mostrarse apenado―, sobre eso…

¡Cállate! ―silenció al rubio y se sentó―. Eres un idiota, Sting…

Para su mortificación la sonrisa del rubio ante su insultó le quitó el enojo por completo y sus chispeantes ojos azules lo hicieron formar una pequeña sonrisa.

Lo soy… ―aceptó―, déjame arreglo eso… ―y sin dejarlo responder tomó el labio herido del azabache con los suyos y lo masajeó suavemente con su lengua.

Rogue sonrió y aceptó el beso, abriendo su boca para finalmente darse un beso de verdad.

Saboreando la calidez, la humedad; la dulzura de su agresivo movimiento necesitado y la suavidad de esos labios que insinuaban una sonrisa de superioridad y diversión.

Rogue lo dejó pasar.

Al menos esta vez el idiota no estaba usando los dientes como hacía un rato en el colegio y por lo que le partió el labio cuando fueron atrapados en plena caricia y confesión y por la sorpresa, Sting le había mordido más fuerte de lo esperado ―bastante fuerte― y le había roto el labio inferior.

¡Esos metiches llamados amigos! ¿Qué no podían esperar que terminara Sting de confesarse?

Y sí, lo aceptaba, sí era algo dramático.

Apenado por los silbidos y aplausos de sus amigos, Rogue se había ido dejando a Sting contestar las preguntas de los fastidiosos que llegaron a joderle uno de los mejores momentos de su vida y se había encerrado en su casa ignorando llamadas y mensajes.

Pero es que el drama no es exclusivo de las mujeres.

Lo siento… ―murmuró Sting al separarse de él y acariciarle con cariño la herida del jugoso labio con el pulgar.

Ya me acostumbré… ―respondió con una mueca cansada el azabache pero luego sonrió.

Porque aunque Sting le causaba heridas, él mismo era quien las curaba.

Y ese daño no era nada comparado a la felicidad que le daba a su vida…

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¿Review?

:D Los reviews son gratis y animan a continuar escribiendo D:

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Rincón De La Escritora En Proceso:

Oye… ¿¡Qué fue eso!? No lo sé… no lo sé… DDDDD:

Espero les haya gustado. xDD

La palabra de Vita para escribir la historia fue: Heridas.

Nym no me mates… Dx

¿Qué pareja extraña podría seguir? DD:

No lo olvides,

Y si eres chica y te gustan los chicos está bien.

Y sí eres chico y te gustan los chicos, está bien.

Y si eres chica y te gustan las chicas, está bien.

Y si eres chico y te gustan los chicos, está bien.

Y si eres chico o chica y te gustan ambos está bien.

Y si eres chico o chica y no te gusta ninguno, también está bien.

Siéntete libre de gustar como lo quieras y se a alguien le incómoda, que se joda solo. 7u7)r

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¡Gracias por comentar!

¡Gracias por leer!

¡Adieu!

.o./

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