"Vuelve a Mí"
Kagome-Capítulo 1: "Recuerdos"
El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando los pájaros comenzaron a cantar. Las flores se abrieron mostrando sus magníficos colores y las mariposas que antes estaban escondidas, ahora salían al exterior sin temor alguno. La mañana era fresca y el viento soplaba suavemente.
Sus ojos se abrieron lentamente y parpadeó un par de veces para recobrar su vista en totalidad. Se levantó perezosa y observó todo a su alrededor. Vaya que el lugar era hermoso. Estiró sus brazos y comenzó a caminar en dirección al río. El agua sumamente cristalina se veía agradable y llena de peces buscando comida.
Se agachó junto a la orilla apoyando sus rodillas en el suelo y tomando con ambas manos un poco de agua que llevó a su rostro. Se quitó los zapatos y las medias y metió ambos pies en el agua y los sacudió levemente formando pequeñas ondas que luego se agrandaban. Suspiró y cerró sus ojos buscando un momento de paz para poder sentirse mejor. Peinó sus cabellos con una mano y luego los mojó delicadamente dejándole así, pequeñas gotas sobre él.
- Oye... ¿qué estás haciendo sola tan temprano?-
Una voz masculina la sacó de sus pensamientos. Dirigió su vista hacia la procedencia de la voz y lo vio. Él estaba parado detrás suyo. Sus cabellos plateados caían sobre sus hombros siguiendo camino por su espalda, haciendo contraste con su piel levemente bronceada, su haori rojo se veía un tanto desordenado, tal vez porque estuvo durmiendo, pensó. Sus orejas se movían levemente ante cualquier sonido y sus ojos dorados la observaban fijamente. Se sonrojó ante esa mirada y volvió dirigir su vista hacia el lago.
- Kagome... aún no me respondes-
- Solo... pensaba- Musitó.
Él se sentó a su lado y se cruzó de brazos y piernas. Miró de reojo el perfil de la chica. Sus cabellos azabaches un tanto mojados caían delicadamente hasta su cintura, sus ojos castaños parecían estar perdidos en algún lugar del agua, como si estuvieran siguiendo una especie de aventura. Aspiró su aroma tan dulce, el que siempre lo volvía loco, era tan agradable de sentir. La observó nuevamente, su piel solía ser pálida con un pequeño rosado en sus mejillas, pero por el contrario, esta vez se veía más bronceada por las largas caminatas al sol. Kagome levantó la vista repentinamente y dirigió sus ojos hacia el chico.
- Mmm... ¿y tú? ¿Cómo me encontraste?- Preguntó.
- ¡Ash!... tu aroma te delata... además, cuando desperté no estabas ahí-
- Ya veo... eres muy guardián Inuyasha... deberías preocuparte menos- Rió la chica ante la respuesta del hanyou.
- ¡No entiendo de que te ríes! A mí, no me resulta gracioso- Reprochó furioso al mismo tiempo que se daba cuenta que sus mejillas se ponían coloradas.
- ¡No te pongas así! ¡Ay! eres tan malhumorado... -
- ¡Yo no soy malhumorado!... -
Kagome se acercó hasta él y depositó un suave beso en su mejilla. Inuyasha se sonrojó ante tal acción y desvió la mirada levantándose de golpe. Kagome lo miró risueña y llevó una mano a sus labios.
- Es hora de irnos... - Dijo un poco nervioso.
- Sí-
Kagome se levantó e intentó ponerse los zapatos, pero antes de que pudiera hacerlo alguien la tomó por la cintura. De pronto se vio cara a cara con el rostro de Inuyasha mientras que el resto de su cuerpo estaba detrás de él.
- ¡Inuyasha! ¿Qué haces?... - Preguntó nerviosa.
- ¡Vamos! ¡Si espero a que termines anochecerá!- Dijo riendo.
Pasaron el viaje hablando y riendo ante cada ocurrencia del chico. Los dos regresaron a la aldea sonriendo y burlándose entre ellos.
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Una lágrima cayó repentinamente al recordar todos aquellos momentos juntos. Ya pasaban dos años desde aquella vez. Kagome, estaba débil tras un gran disgusto que había tenido al enterarse que Naraku había matado a su padre, después de que ella lo encontró gravemente herido. Tras tres días de inconsciencia total, Kagome despertó pero una nueva batalla con Naraku se liberó. Era imposible vencerlo, pero Kagome juntando todas sus fuerzas intentó purificarlo, sabiendo que estas no eran suficientes dado a su estado de su salud, sumó la fuerza pura de su propia vida para purificarlo completamente. Ella murió en aquella batalla junto con el resplandor de la perla de Shikon que desapareció con su cuerpo.
- Inuyasha... tenemos un trabajo, vamos-
La voz de un hombre lo sacó de sus pensamientos. Dirigió su vista hacia aquella persona y vio como un hombre de cabello corto y coleta se acercaba a él junto con una mujer de cabellos castaños que llevaba en su mano un boomerang gigante.
- Miroku... yo... no voy a ir... quiero estar solo, al menos hoy- Musitó.
- No puedes estar así para siempre- Dijo la joven de cabellos castaños- yo también... extraño mucho a Kagome, pero... no podemos hacer nada... si ella eligió que eso era lo mejor, pues... hay que aceptar lo que decidió-
- Sango, tú no entiendes... me siento tan culpable, yo... jamás debí haber permitido que ella hiciera algo, tendría que haber destruido a Naraku, aún cuando tuviera a Kikyo... Kikyo... ya estaba muerta, su único camino era el descanso eterno, sin embargo Kagome... estaba viva, murió... por mis descuidos, otra vez sucedió lo mismo- Comentó mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas una vez más.
- Culparnos ahora no devolverá a la vida a la srta. Kagome, fue un error, que todos cometimos... podría haber abierto mi agujero negro, pero tenía miedo a los insectos-
- Es cierto, yo podría haber atacado sin importar que Kojaku estuviera ahí, pero me importó más su vida... - Acotó Sango- pero todos tuvimos miedo... -
- ¡¡Pero no entienden!! ¡¡Kagome confiaba en mí!! No en tí Sango, ni tampoco en tí Miroku, ella confiaba en que yo la iba a proteger, que iba a permanecer a su lado, pero le fallé... - Gritó- yo se lo prometí... y le fallé... - las últimas palabras fueron interrumpidas por un pequeño sollozo que hace bastante quería dejar salir.
Desde que Kagome había muerto, nadie había vuelto a hablar de ella jamás. Tan solo permanecía en los pensamientos de cada uno. Sango y Miroku, percibían que Inuyasha pensaba cada momento en ella, pero por más que quisieran decirle algo, no sabían que. Era muy difícil para el hanyou y ellos lo sabían. Ambos habían compartido demasiado tiempo juntos y muchas cosas, que jamás iban a poder reemplazarse por nada.
- Inuyasha, el tiempo no puede volverse atrás por más que queramos... es algo que debemos asumir, no podemos hacer nada más- Dijo Miroku mirando como Inuyasha se mantenía en silencio.
- Ya lo sé... - Susurró- eso... lo sé-
Bajó del árbol al que estaba subido y como hacía todas las tardes iba al árbol sagrado. Ellos ya conocían su rutina. Iba a verla al menos cuatro veces en el día, por más que hubieran pasado dos años, él no dejaba de quererla y mucho menos olvidarla. Lo observaron irse con tristeza. Ellos debían ir a hacer su trabajo. Los monstruos se hicieron más frecuentes en las aldeas después de la muerte de Naraku, por eso, ellos mismos se había encargado de destruir y derrotar a cada uno de ellos. Pero para Inuyasha, todo era mucho más difícil, desde que Kagome no estaba con él.
- Excelencia... ¿cree que deberíamos hacer algo?- Preguntó la joven exterminadora observándolo.
- No Sango, lo único que nos queda... es esperar a que Inuyasha, pueda asumirlo... -
- Pero... ya han pasado dos años, y aún así... todo sigue igual-
- Lo sé, pero hay que darle tiempo-
Miroku se dio la vuelta y comenzó a caminar. Sango se disponía a seguirlo cuando de repente una voz la detuvo. Esta era dulce y suave, rápida como una brisa y muy acompasada.
- No te preocupes Sango, todo va a estar bien-
Ladeó el rostro para ver quién había dicho eso. Su voz sonaba igual a la de Kagome. Por un momento pudo sentir aquella presencia tan característica de su amiga, pero luego vio como todo aquello que la rodeaba desaparecía en un abrir y cerrar de ojos. Una tenue imagen se vio en el interior del bosque. Aquella figura, era la de una mujer joven con pelo largo hasta la cintura color azabache, un uniforme escolar, ojos color castaños con una hermosa sonrisa en sus labios, su piel era pálida con un leve tono rosado en sus mejillas y en su cuello, llevaba una resplandeciente perla de un color púrpura perfecto. Esta le sonrió dulcemente y la saludó con la mano, luego de unos instantes desapareció.
Continuará...
N/A: Bueno, no podía dejarlas con la muerte de Kagome, la verdad, yo tampoco quería que mi Inuyasha lindo se quedara solo. Espero que les haya gustado el primer cap. La verdad me costaba mucho pensar como debería empezar, ¿Y qué mejor manera que un recuerdo?.
Chicas me voy despidiendo. Dejen reviews! Nos estamos viendo en el 2do. Cap!
Besos!
Gracias!
Kagome-
