my thing.

Prefacio.

Los apartamentos en aquel vecindario no eran los mejores; pequeños, son prácticamente una única habitación, sin contar el baño que por supuesto es aun mas pequeño. Alojamientos como ese abundaban. Toda la zona "Corona" siempre estaba en constante conflicto. La corona, llamado así debido a que en esa zona se construyo la primera iglesia de la ciudad, siendo una de las mas antiguas, era de los sectores mas religiosos pero a la vez mas violentos debido la gran cantidad de fanáticos obsesionados con su dios.

El departamento era una sola habitación, sin contar el baño. En este se podía apreciar al entrar una cama enfrente, a la derecha un pequeño mueble con 3 cajones para guardar ropa, una pequeña mesa en el centro del cuarto y a la izquierda un mini-bar que era normalmente utilizado como nevera. En la orilla de la cama, con sus codos apoyados en sus rodilla y la cabeza gacha, se encontraba un joven de piel pálida, así como su cabello, pero su brazo izquierdo presentaba tonalidades mas oscuras por alguna razón. Llevaba solo unos pantalones negros, que solía utilizar para dormir. La cama hizo movimientos de rebote indicando que algo se movía a las espaldas del muchacho.

Unos delgados brazos pasaron alrededor de su cuello y sintió como una nariz aspiraba el aroma de su blanco cabello desde su nuca, deleitándose lentamente. Cuando sus pulmones no podían aguantar mas, la dueña de esos brazos dejo caer su cabeza hacia atrás dejando escapar el delicioso, para ella, aroma.

—Me… encanta… tu… cabello… —susurraba acercándose a su oído.

—Lo se —dijo simplemente, casi seco y irritado, pero por alguna razón lo decía con una sonrisa.

—Umm… —sus manos dejaron su cuello pasando a sus hombros, de sus hombros a sus caderas y entrando por debajo de los brazos del chico colocando sus manos en su pecho. Movía uno de sus dedos circularmente sobre su pecho de forma sensual— sabes que mas me gusta?

—Mi brazo? —susurro mientras alzaba ligeramente el hombro de su brazo izquierdo.

—Como lo supiste? —su mano abandono su pecho para ir al hombro que antes el albino había alzado. Bajo lentamente desde el hombro hasta la palma sintiendo la piel de aquel brazo, un brazo de tono oscuro que dejaba una sensación áspera al rozarlo, pero no para ella. Estaba fascinada, se podía notar en como lo acariciaba y miraba con ojos de niña curiosa.

—Como no lo sabría? Road, ese brazo es la razón de que no puedas dejarme —decía algo molesto, mientras, trataba de ignorar sus caricias.

Road percibió en su tono de voz cierta hostilidad, por lo que lo dejo libre de sus brazos y fue a la horilla de la cama para pararse y colocarse en frente de el, luciéndole sin querer la camisa blanca de mangas largas a medio abotonar que era lo único que llevaba puesto. Se le veía grande, pues no le pertenecía a ella si no a su acompañante.

—Allen, pequeño tonto —le reprimía mientras lo obligaba a ponerse recto sentándose a horcajadas encima de el.

—Mmm… — Allen miraba intensamente la esquina, todo para no verla a ella.

Ella lo conocía, sabia sus debilidades; sabia que le encantaba sentir el cuerpo de Road sobre el, también le gustaban las caricias que ella siempre le da, como justo ahora que con una mano jugueteaba con sus cabello, desordenándolo y moviéndolo por todos lados de manera lenta y pausada. Debía esforzarse para no caer ante ella, por lo que trataba de serle indiferente.

Pero a Road no le gusta ser ignorada.

Se acerco al cuello de Allen lentamente, lamiendo cual perro haría para curar una herida. Era irónico que el desenlace fuera al revés del que debería, puesto que en vez de que lamer el lugar de la herida, lamia el lugar donde heriría.

¡Crash!

Road mordió fuerte en su cuello, concentrando la mordida con sus dientes delanteros en un solo punto.

—Ay! Ouch! Road! Que te pasa? —le grito enojado tratando de liberarse de ella pero fue inútil. Road había lanzado todo su peso quedando los dos tumbados en la cama con ella arriba y al mando.

—Escucha… querido… Allen… —a cada pausa que hacia, era una pequeña lamida en el herido cuello del pálido muchacho—, no puedo dejarte porque…Umm!

Allen, cansado, la hizo rodar estando el arriba.

—No lo digas —acerco su cuello a los labio de la chica, ofreciéndoselo, quien empezó a lamerlo gustosa—, Soy tuyo.

—Ohh… Allen —dejo de lamer su cuello y se acerco a su oído, susurrándole de forma inocente— muéstrame lo que Allen puede hacerme.

—Si —respondió obediente.

Dejo que ella se posicionara encima de él, con el sentado, y le quito la camisa deslizándola lentamente por los hombros mientras la miraba directamente a los ojos con furia y ella le devolvía la mirada con ojos morbosos, llenos de lujuria y expectativa por lo que vendría. Aun que sea extraño, la mirada de furia de Allen era su forma de reflejar el inmenso deseo de profanar a esa chica que lo tentaba cada vez que podía. En su mente, no podía esperar por tener el completo control de su cuerpo y hacerla su esclava que pida mas entre gemidos. Todo era así porque en un inicio ella se obsesiono con él, y él se volvió adicto a ella.

Todo empezó hace 3 años, cuando ella llego a su vida.