Hola!

Bueno, primero que nada, quiero decirles que éste es mi primer fanfic serio dentro del fandom de Naruto. Estoy bastante nerviosa, porque no sé qué tipo de recibimiento le darán… pero siempre hay una primera vez para todo, no? xD

En fin. La idea me cruzó una vez que se me ocurrió que podría crear a una hermana menor para Sarada. Ya llevaba adelantada esa historia, y honestamente no me convencía cómo estaba quedando. Entonces, cuando veía imágenes m-preg y roleaba que Naruto estaba embarazado, pensé: "Oye, ¿por qué no hacer una historia que trate de una hija SasuNaru?".

Y de ahí nació esta historia. Honestamente no tengo bien definido cómo es que va a terminar, pero sí que tengo un argumento bien planteado. En fin, dejaré de parlotear (no sé si se pueda definir como tal, ya que técnicamente estoy escribiendo y no hablando xD) para presentarles esto.

Advertencias:

* El fic es SasuNaru (yaoi) contiene m-preg. Si no te gusta este género, te invito a que salgas de aquí.

*Aunque en muchos fics de mi adorada OTP (SasuNaru) lo hagan, aquí Sakura no es retratada como una perra maldita. Al contrario. La van a amar conforme vaya pasando en fic.

*Intento de IC (In Character), si las personalidades se salen de sus personajes, lo lamento mucho.

*La historia está ambientada en la nueva generación: básicamente todo es la misma historia, con excepción de que Boruto, Sarada y Himawari no existen. Neji está vivo y Tenten está con él. El origen de Metal-Lee sigue siendo un misterio xD

*Naruto y sus personajes (a excepción de mis adorados oc's) pertenecen a Masashi Kishimoto. Publico con fines de entretenimiento y ánimo de lucro.

Prefacio

Sayumi estaba agotada. No, esa sería una palabra para describir un nivel más arriba de lo derrotada que se sentía. Es que simplemente no lograba entender… ¿por qué de todos los alumnos, ella era la única que no hacía clones de sombra medianamente decentes?

Unos partidos a la mitad, otros borrosos con facciones mal definidas, otros con deformidades en los miembros… ¿es que acaso era una especie de fenómeno? Nada salía como ella deseaba.

"—Tranquilízate."

Le había recomendado Su tía Sakura en uno de sus tantos entrenamientos fallidos.

"—La práctica hace al maestro…—"

¡Qué maldita práctica ni qué nada! Siempre obtenía el mismo resultado mísero, una y otra vez.

Su cejo se frunció en cuanto percibió la presencia de alguien más, junto a ella. Inmediatamente, sus ojos negros se dirigieron a los matorrales de donde había escuchado el sonido. No era tonta, sabía que alguien o… algo la seguía desde hace rato. Con cuidado, sacó un kunai, guardado en su bolsa de armas. No sabía qué clase de cosa se encontraría. Recordemos que su edad era de 10 años, su mente de ninja inmediatamente formuló los peores escenarios. Un monstruo a punto de devorarla. Un ninja renegado que quería atacar a la aldea y matarlos a todos. Matarlos a todos…

¡No! Ella no lo permitiría bajo ningún concepto. Defendería a la aldea y a su gente, incluso si perdía la vida intentándolo, porque ese…

"…es mi camino ninja."

Sus manos temblaron en cuanto se dirigió a la planta. Sus rosáceos labios empezaron a moverse constantemente, y antes de que pudiera enterrar furiosa el arma entre sus manos al lo que se encontraba ahí, un conejo blanco apareció desde el interior, mirándola fijamente, antes de escapar.

—¡JA! La huérfana encontró un rival digno de su nivel… un esponjoso y tierno conejo blanco.

Gritó un niño desde su posición en lo alto de la rama de un árbol, con una mueca de superioridad que a la niña le molestaba mucho.

—¿Qué es lo que quieres Kuroda?

El mentado Kuroda ni siquiera se molestó en bajar para darle explicaciones a la muchacha. Solamente soltó otra sonrisa socarrona, y se dispuso a alzarse (como usualmente lo hacía).

—¿Tú qué crees? Entreno, y con resultado positivos.

Alardeó el chico con aire superior. Sayumi solamente asintió, y decidió ignorarlo con su habitual paciencia.

-Eres demasiado ruidoso. — Dijo después de un rato de silencio entre ambos. —Si no te importa, me gustaría volver a estar sola. Es un poco extraño que hayas aparecido justo en el momento para burlarte de mí…

Era cierto lo que dijo. Kuroda estuvo presente todo el tiempo viéndola. Sentía que debía vigilarla en todo momento, porque en contraste con su agresiva, cortante aunque ocasionalmente dulce y comprensivo carácter, su exterior era delicado.

Su piel pálida hacía una hermosa combinación con su cabello y ojos negros. Y aunque se le podría definir como una tradicional belleza japonesa, eso no sería del todo cierto, ya que sus ojos eran grandes, e incluso, aunque Sayumi no se diera cuenta, revelaban más de lo que quería decir. Incluso las graciosas marcas en sus mejillas (que eran tres en cada costado, acomodadas horizontalmente, asimilándose mucho a los bigotes felinos) la hacían encantadora.

Kuroda dejó de analizarla silenciosamente, y se dispuso a ver como la niña se concentraba una vez más para lograr los afamados clones de sombra que tanto se le dificultaban. Era endemoniadamente inteligente para la teoría y memorización, el problema estaba en cuanto realizaba trabajo de campo: no lanzaba bien los kunais, era increíblemente torpe invocando técnicas básicas, su velocidad era baja, era ruidosa… en fin.

—¿Sigues ahí?

Preguntó la niña con los ojos cerrados y sentada en el suelo, como meditando algo.

Cuando Kuroda se perdió en sus pensamientos, la chica había fallado nuevamente en la maldita técnica, y se dispuso a darse por vencida (temporalmente) para descansar.

-No entiendo porqué eres tan orgullosa… deberías dejar que alguien como yo te asesore y te explique.

Sayumi abrió los ojos, mirando a Kuroda, que rápidamente se había posicionado al lado suyo sentado de manera más relajada. Sus oscuros ojos le dedicaron una expresión de enojo al muchacho que difícilmente se podía dejar pasar por alto.

—¿Qué clase de rivales seríamos si dejo que me enseñes técnicas?

Cuestionó seriamente, enfocando la vista en sus brillantes ojos color gris claro.

Kuroda se preguntó como una niña tan joven como ella era capaz de lanzarle esa clase expresión tan seria. Usualmente, las mujeres de su generación se volvían locas ante su presencia. Era el ídolo, el galán de la escuela. El más popular. Cada San Valentín, recibía dulces a montones por parte de todas. Un día, se dio cuenta de que Sayumi lo veía fijamente. "Y la más rara, cayó finalmente", pensó para sí, creyéndose el hombre de hombres. Tenían ocho años de edad, y grande fue su sorpresa cuando ese primer San Valentín, Sayumi, en lugar de regalarle dulces como todas, robó unos cuantos suyos. Cuando su tía Sakura la descubrió y se los devolvió al niño, que enojado le pidió una explicación, la respuesta de la niña fue contundente y firme:

"— ¡NO DEJARÉ QUE ME GANES EN NADA 'TTEBAYO!"

Las entonces utilizadas muletillas de "dattebayo" o "ttebayo", habían desaparecido conforme crecía, pero por lo que alguna vez le dijo Sakura al muchacho, eran utilizadas en todas las expresiones de la niña antes de eso. Tal parecía que ella quería estar a su alcance y superarlo, pero ¿quién no querría?

Era considerado el niño estrella de la generación. "Un prodigio" escuchó a su madre Tenten decir una vez. Además, era parte del prestigioso clan Hyuga, y su padre era el afamado héroe de guerra Neji Hyuga, quien en sus épocas, también fue considerado un genio. Tenía el byakugan de su familia, y era experto controlando armas, muy difícilmente alguien querría ponerse a su altura. Pero claro, llegó Sayumi y las cosas para él se volvieron confusas. ¿Por qué en vez de ponerse a perseguirlo y a acosarlo como otras lindas niñas, buscaba competir con él y ganarle en todo lo que hacía?

—Eres muy rara Sayumi.

Soltó divertido Kuroda, y aunque la mencionada quiso lanzarle una mirada asesina al castaño, resultó el efecto contrario al que ella deseaba: Kuroda la envolvió en un cálido abrazo. Podía ser, su familia era reservada, pero él, teniendo raíces de las más alegres (por parte de su madre Tenten, gracias) no podía evitar tenerle un enorme afecto a Sayumi. Lo sabía, los Hyuga eran en extremo conservadores, y aunque las ramas se habían roto hace tiempo, desde que Hinata Hyuga se volvió la líder de dicho clan, habían cosas que todavía no podían retirarse. Una de ellas, era que él tenía terminantemente prohibido el acercamiento a personas como Sayumi: sin clan ni honor.

—Tía Sakura estará esperándome Kuroda… ya suéltame por favor.

Decía la chica, que estaba siendo asfixiada en esos instantes por los fuertes brazos de su compañero.

—Sayumi… si algún día llegara a permitírseme, ¿te casarías conmigo?

Preguntó de vuelta Kuroda, y Sayumi sólo atinó a soltarse del fuerte agarre que tenían sobre ella para observar al niño (ligeramente ruborizada).

-¿Qué idioteces estás soltando?

Ambos niños se quedaron callados después de eso. Sayumi procedió unos minutos después con s entrenamiento.

—Es algo tarde.

—Lo sé, ¿y?

Una vez más, el clon de sombra que intentaba realizar resultó totalmente fallido. Soltó un gruñido de frustración, y a Kuroda le pareció divertido ver cómo proseguía a pesar de sus fallas.

-Sakura-san se enojará si llegas tarde…

Ante la mención de su adorada tía, Sayumi paró con lo que estaba haciendo, y observó la puesta de sol, indicando el inicio de la noche. Abrió los ojos desmesuradamente, e inmediatamente fue de un lado a otro a gran velocidad para recoger las cosas con las que estuvo entrenando toda la tarde.

-Tía Sakura me matará… se supone que hoy era nuestra visita al templo.

Sayumi murmuraba las cosas lo suficientemente alto para que Kuroda la escuchara. El chico alzó una ceja.

—¿Al templo?

-Sí, al templo. Vamos cada mes para pedir por no sé qué cosas. Tía Sakura me ha explicado que tiene todo que ver conmigo y que por eso es importante para mí, pero… la verdad no tengo idea de a qué se refiere.

Kuroda asintió, escuchándola atentamente y viendo como la niña se dirigía rápidamente a la aldea. Vio que su chaqueta naranja quedaba ahí tirada, pero antes de que pudiera recogerla y dársela, la chica ya se había desvanecido.

—Hum. Zorrita* torpe…

Murmuró el chico con cariño.

SasuNaru-¿Quiénes son mamá y papá?-SasuNaru

—¡Sayu-chan!

Sakura estaba furiosa. ¿Cómo es que la niña sabiendo lo importante que era esa fecha se le ocurría llegar tan endemoniadamente tarde? Algunas veces, su actitud irresponsable le recordaba a …

—Tía.

Jadeaba la recién llegada susodicha, apoyando su peso en sus rodillas, sudada por el esfuerzo que le había resultado llegar ahí. Sakura frunció el ceño, observando los pantaloncillos usualmente blancos de su adorada niña manchados totalmente, su hermoso y lacio cabello negro ondulado despeinado y su piel de porcelana perlada por el sudor.

La mujer rosada suspiró, sabiendo que para esa niña no había remedio.

—¿Practicando nuevamente?

Preguntó, ahorrándose la molestia que normalmente le hubiera causado su retraso. Sayumi se sorprendió ante la pasividad que reflejaba la voz de su tía.

—Hm.

Asintió, y Sakura, que vestía un elegante blusón rojo con detalles blancos que resaltaba sus curvas y mallas blancas pegadas a sus cortas, pero finas piernas, sacó un pañuelo de la pequeña bolsa roja que llevaba consigo. Procedió a limpiar el sudor de la cara de la hermosa niña frente a ella, agachándose para estar más cerca de ella.

—Lo lograrás pronto. Ya lo verás.

Susurró con dulzura, dándole un cariñoso beso en la frente. Veces como esas, Sayumi se preguntaba el porqué siendo una persona tan bella como lo era Haruno, tan caritativa, y tan amable (aunque con carácter, como toda buena mujer) seguía soltera.

—¿Ya nos vamos?

Preguntaba la niña, regalándole una resplandeciente sonrisa a su madre adoptiva-tía como una silenciosa compensación por haber llegado tan tarde. Sakura le devolvió el gesto, totalmente agradecida y le tomó la mano de manera maternal.

—Nos vamos.

Afirmó, incitando a Sayumi suavemente a avanzar.

SasuNaru-¿Quiénes son mamá y papá?-SasuNaru

El templo se encontraba vacío (como usualmente lo hacía en esas fechas) aunque grande fue la sorpresa cuando vieron a alguien más ahí: nadie más que el séptimo Hokage, esperando a quién sabe qué con dos loncheras en la mano izquierda, una encima de otra.

Sakura se tensó un poco y frunció el ceño, apretando su agarre sobre la mano de Sayumi considerablemente. La chiquilla no entendía por qué su tía se enojaba tanto ante la presencia del líder de la aldea y de su amable esposa (aunque ella no se encontrara ahí por el momento).

—Sakura-chan, Sayumi-chan.

Saludó el hombre amablemente, tendiéndoles a ambas mujeres las antes mencionadas loncheras como ofrecimiento. Sakura se enojó ante el gesto.

—Hokage-sama.—respondió Haruno ante el gesto del séptimo y en seguida miró los contenedores de comida que yacían frente a ella y su sobrina. —¿Qué es eso?

Naruto, dolido pero acostumbrado al trato que su antigua mejor amiga le ofrecía a él y también a su esposa habitualmente rió un poco, y más por costumbre que por otra cosa, sus orbes color cielo se dirigieron a Sayumi, con un sentimiento muy cercano al arrepentimiento.

—Hinata les envía esto.

Respondió, y ante la mención de su pareja a Sakura se les subieron los cabales nuevamente.

—Como si en serio necesitáramos algo de eso.

Soltó prepotentemente, y Sayumi pensó que a eso se refería cuando hablaba del carácter de su tía. Naruto bajó la mirada tristemente y procedió a dejar los paquetes ofrecidos en el suelo.

—Si necesitan algo… saben que cuentan con nosotros, ¿está bien?

—Sí. Siempre podemos contar con ustedes.

Comentó sarcásticamente Haruno, y Naruto cerró los ojos soportando el tono de voz hiriente con el que esas palabras estaban cargadas.

—Ya me voy entonces.

Comentó en seguida Naruto.

—Por favor.

Murmuró Sakura, afianzando nuevamente su agarre a la pelinegra, y ésta se atrevió a hablar aún con toda la tensión presente con un tono amable y con una sonrisa honesta adornando su rostro.

—Gracias, Hokage-sama.

Y entonces, Naruto la vio con adoración, con un brillo en los ojos que Sayumi muy difícilmente olvidará. Porque viéndose tan pocas veces en un ambiente lleno de hostilidad por parte de Sakura, aquella fue la primera vez que Sayumi le dirigió la palabra.

Con el Hokage fuera y Sakura dejando a la niña jugar libremente por los alrededores mientras ella rezaba, Sayumi tomó el paquetito con comida que Hinata, la dulce pero melancólica esposa del Hokage, había preparado para ellas. Se sentó, y cuando olfateó el contenido para averiguar de qué se trataba, sus ojos se nublaron del majar que le aguardaba dentro de la lonchera que tenía escrito su nombre.

—Ramen…

SasuNaru-¿Quiénes son mamá y papá?-SasuNaru

—Hola, Sasuke-kun.

Saludaba Sakura frente al ofrecimiento que había hecho frente al altar dedicado al susodicho.

—Seguramente Naruto vino a saludarte el día de hoy también. Sigo enojada con ustedes, par de idiotas.

Comentó riéndose un poco, acompañando esa misma risa con tintes trsites.

-Pero a decir verdad, estoy bien. Estamos bien. Sayu-chan está creciendo. Se parece tanto a ti… aunque su torpeza es tan… Naruto.

Definió, sonriendo.

—Sus rasgos son definitivamente los tuyos. Su carácter también. Sin embargo la expresividad en sus ojos y sentimientos son otra cosa. Sasuke-kun, donde quiera que estés…

"…vuelve. Te necesito, Naruto te necesita. Sayumi te necesita."

Y bien? Horrible? horripilante?

Gracias a las personas que se tomaron la molestia de dejarme un review y un favorito. Chicas, seguiré la historia por ustedes, lo prometo :'D

Zorrita*

No la estaba insultando, aunque suene muy feo llamar a alguien (sobre todo a una chica así).

Es una forma cariñosa de apodarle, por las líneas estilo Naruto en sus mejillas.

Nos vemos en la próxima actualización!

Ciao.