Chapter I – La Huída.

En aquel tiempo la magnifica Alemania se encontraba dividida, la codicia de un hombre había destruido toda la grandeza de nuestro país. Era una vida dura para todos, no incluyendo claro a la poderosa elite de magos conformada por las familias más ricas e influyentes de la nación. Conservando la sangre descendiente del primer gran imperio mágico germano de tiempos remotos, nuestra familia estaba automáticamente a la cabeza de la comunidad mágica alemana de hoy en día.

Mientras el resto de la población sufría los terribles estragos de la guerra, nuestra cerrada sociedad burguesa se daba el lujo de vivir siempre en elegantes fiestas y reuniones llenas de frivolidad. Así pues se dio mi nacimiento dentro de aquel mundo de cristal, donde fui criada de acuerdo a normas consideradas dignas de la realeza. Los primeros diez años de mi vida fueron como una interminable pasarela de buenos modales y etiqueta. A mi corta edad se me consideraba ya un modelo semiperfecto de aristócrata germana, dominando también lo básico de magia; pero por dentro no era más que una chiquilla de despreocupado carácter, deseosa de conocer el mundo y actuar como le diera la gana sin importarle lo más mínimo que pensara la sociedad.

Justo en la fecha cercana a cumplir mis once años de edad, nuestra familia fue cruelmente traicionada. Los jefes de las otras familias pertenecientes a la elite de magia alemana habían acordado quitar el poder total de nuestro linaje en la sociedad del país, en dicho intento de derrocamiento fue brutalmente asesinado mi padre. Temiendo por el resto de la familia, mi madre se vio obligada a enviar lejos a mis dos hermanos mayores. Una terrible nevada caía la noche que los vería por última vez. Los días consiguientes al atentado contra nuestra familia, mi madre y yo nos encontrábamos viajando rumbo a tierras totalmente desconocidas para mí. Según le oía decir a mi madre sollozando, dejábamos atrás todo lo relacionado con nuestros días de gloria y felicidad, por lo que ahora deberíamos empezar una nueva vida en otro lugar.

Apenas amanecía cuando el barco anunció la llegada al puerto de Londres. Recuerdo cómo el viento frío me mantenía inmóvil así como la espesa neblina me impedía apreciar con claridad los alrededores. Bajamos aprisa del buque, los pocos sirvientes que decidieron seguirnos fielmente hasta el final se encargaban del equipaje. El esplendor y la gracia de mi madre siempre me habían sorprendido de una manera especial, aún en la situación en la que ahora nos encontrábamos ella lucía con todo el porte y la elegancia dignos de una dama germana.

Después de poner pies en tierra firme me di cuenta que un coche nos esperaba paciente. De él bajaron dos hombres finamente vestidos en tonos oscuros, de afiladas facciones, negros cabellos y tez morena clara. Sus serios y fríos rostros quedarían grabados en mi memoria, aun cuando después de presentarse ante nosotras siempre mostraran una fresca sonrisa y modales perfectos. Aquellos hombres al parecer habían sido amigos cercanos de mi familia, cosa que totalmente desconocía. Sus nombres eran Orion y Cygnus Black. Al parecer ahora nuestras vidas estarían ligadas a la noble y antigua casa de la familia Black.

El recorrido del puerto a nuestro nuevo hogar nos tomó menos de lo que esperaba, ya que viajábamos en algo parecido a un lujoso automóvil mágico. Saliendo de entre la neblina pude ver una enorme y tétrica mansión. Un escalofrío recorrió mi espalda, aquel lugar me provocaba a primera vista un extraño sentimiento de aprisionamiento y asfixia, razón la cuál desconocía. Justo al detenernos frente a la entrada principal de la casa una lluvia torrencial se dejó caer desde las alturas. Con un pase de varita los señores Black crearon una especie de capa protectora sobre nuestras cabezas impidiendo así que ni una gota nos mojara siquiera.

Las puertas se abrieron y todos entramos a un amplio vestíbulo. Los elfos domésticos recibieron nuestros abrigos y apremiaron el paso para llevar el equipaje a las que serían nuestras habitaciones. Una vez dentro la mansión no me pareció tan aterradora, mas aun prevalecía en mí una sensación de cautiverio.

Para recibirnos ya se encontraban las señoras de la casa, un par de mujeres de recias facciones e inquebrantables modales, Walburga Black y Druella Rosier - esposas de Orion y Cygnus respectivamente-. Junto a una de las mujeres se hallaban tres chiquillas, dos de ellas viéndome con tal aire de supremacía y frivolidad que me revolvieron el estómago; Bellatrix, la flacucha pelinegra de semblante cruel, Narcissa, la rubia con cara de mosquita muerta, y Andrómeda, una tímida pelirroja que se escondía detrás de todas ellas tratando de pasar desapercibida.

- Queridas damas – pronunció con gallardía uno de los hombres – permítanme presentarles a la encantadora Morgen Karloff, viuda del que fuera un gran amigo nuestro, Adler Karloff – hizo una apropiada reverencia en sentido de pésame y continuó ahora señalándome con discreción – y su adorable hija, Yuria.

- Bienvenidas sean a nuestra casa – sonriente la mujer rubia saludó de beso en mejilla a mi madre – es un placer tenerlas con nosotros.

- En verdad les agradecemos tanto que nos reciban en su hogar – respondió humildemente – les prometo por el honor de nuestra familia que no causaremos molestia alguna.

- No es necesario prometer nada, querida – la otra mujer soltó una risueña y suave carcajada – ahora forman parte de esta noble casa.

Un estrepitoso ruido proveniente de lo que supuse era la cocina llamó la atención de todos. Saliendo a tropezones y cubierto de lodo, un chico de tez morena clara y cabellos oscuros como la noche se acercó. Al ver la pequeña multitud mirándole expectante desde el recibidor se detuvo en seco totalmente paralizado.

- ¡Sirius Black! – exclamó encolerizada la que supuse sería su madre – ¡Mira nada mas como vienes¿Dónde te habías metido, muchacho?

Aprisa la mujer tomó al chico por la oreja y a jalones lo atrajo hacia donde nos encontrábamos los demás.

- Debería darte vergüenza – reprendió su padre mirándole sumamente serio - ¿Acaso te parece propio presentarte de esta manera ante nuestras invitadas?

- Lo siento mucho, padre – se excusó brevemente agachando la cabeza – pero es que ocurrió un accidente… no ha sido culpa mía – volteó a verle con una mirada falsamente inocente.

- Como siempre… me supongo – colocó su mano sobre la cabeza del chico alborotando su cabellera – discúlpate con las damas y sube enseguida a darte un buen baño.

Obediente se plantó frente a nosotras e hizo una exagerada reverencia, después con un semblante solemne se excusó también con nosotras. Una vez hecho eso salió nuevamente disparado escaleras arriba desapareciendo en el segundo piso.

- Se ve que es un chico lleno de energía – sonrió sincera mi madre.

- Lamentablemente es un constante dolor de cabeza – suspiró Walburga con cansancio – como quisiera que se pareciera más a mi querido hijo Regulus.

- ¿Tan excelente muchacho es el hermano? – Preguntó curiosa – estaría encantada de conocerle.

- Le conocerás pronto, llega esta misma noche con su tío – comentó sonriente – Alphard le ha llevado con él a una cacería de quimeras.

- ¿No es eso peligroso? – Dijo preocupada – Esas criaturas son feroces.

- Los dos son magníficos magos, además lo han hecho exitosamente en contadas ocasiones anteriormente – agregó orgullosa.

- Les dejamos a solas para que charlen, con permiso mis señoras – galantes hicieron una reverencia y ambos hombres desaparecieron a un despacho contiguo.

- Será mejor mostrarles sus habitaciones – señaló la rubia en dirección a las escaleras y enseguida le seguimos hacia el segundo piso – Niñas, por que no le muestran a la pequeña Yuria el que será su cuarto.

- Enseguida, madre – dijeron las tres al unísono.

Al frente iban Narcissa y Bellatrix caminando apremiadamente por un pasillo frío y casi desierto, tratando de seguirles difícilmente el paso íbamos Andrómeda y yo.

- Dinos Yuria – murmuró la pelirroja tratando de romper el silencio - ¿Cómo es Alemania en esta época? He escuchado que el país se encuentra dividido a consecuencia de la guerra.

- ¡Andrómeda! – Reprendió la flacucha – Sólo a ti se te ocurre meterte en lo que no te importa. ¿Cómo se te ocurre preguntar semejante tontería?

- No me ha parecido ninguna tontería… – respondí severamente – al contrario me parece un halago que se interese por conocer más el lugar del que procedo.

- Aun así, si tanto deseas saber al respecto, hermanita – comentó la rubia ignorándome por completo – te recomiendo que leas alguno de los libros de historia que tenemos en la biblioteca; de esa forma te instruyes del tema que te plazca sin importunar a los demás.

- L-lo siento, hermanas – bajó apenada su mirada al suelo – no volveré a molestar a nadie con bobadas – rió falsamente.

Finalmente llegamos a una solitaria habitación, dentro ya se encontraba mi equipaje ordenadamente acomodado en su lugar correspondiente; y sin más que decir las tres chicas desaparecieron.

Una vez que estuve a solas me tiré en la cama viendo aburrida hacia el techo, suspiré largamente para luego quedarme profundamente dormida. No se cuanto tiempo dormí, pero me desperté sobresaltada al escuchar un gruñido. Giré la cabeza hacia la izquierda y vi como un perro negro me miraba mientras mostraba feroz sus colmillos. De un brinco me lancé sobre mi baúl de pertenencias y ágilmente saqué mi varita. El perro se acercó cautelosamente a mí sin apartar su vista de mi varita, yo por mi parte le apunté firmemente sin inmutarme.

- Acércate y juro que de esta no te salvas – amenacé molesta.

Para mi sorpresa en aquel preciso momento el perro empezó a cambiar de forma. En menos de un minuto había dejado atrás su forma animal para ahora lucir totalmente como un humano. Boquiabierta me di cuenta que se trataba del chico sucio de esa misma tarde.

- No puedes hacer magia – me replicó desafiante.

- ¿Quieres ver que sí? – poniendo firmemente en alto mi varita lo apunté sin titubear.

- Si serás tonta, me refiero a que los menores tenemos prohibido hacer magia – no quitaba la mirada fija de cada uno de mis movimientos.

- ¿Ah si? – Pregunté sarcástica – ¿Quién lo dice? – esta ultima pregunta la remarqué con notorio resentimiento.

- El ministerio de magia, obviamente – dijo con fastidio.

- Bien, siendo así… - bajé lentamente la varita hasta ponerla sobre el baúl – Por cierto¿que rayos hacías aquí? – Le miré fríamente – si no lo sabías esta será mi habitación desde ahora.

- Lo sé – sonrió pícaro – Tenia pensado darte un buen susto como bienvenida a esta casa, con mis primas este truco nunca falla.

- Pues yo no soy como ellas – refuté ofendida - ¿En serio creíste que transformándote en perro me asustarías? Por favor – reí burlona – no eres el único animago por aquí.

- ¿Quieres decir que tu también puedes transformarte? – Saltó hacia mí con una mirada brillante llena de curiosidad - ¿En que animal puedes transformarte?

- No voy a decírtelo – me di la media vuelta dirigiéndome a la puerta.

- ¿Por qué no? – Reclamó insistente – Anda, ya me has visto a mí – se plantó frente a mí viéndome fijamente y sonrió – No te dejaré salir hasta que me muestres tu transformación.

- Estas loco si crees que te mostraré, además yo nunca te pedí que te transformaras – Le miré amenazante – Apártate.

- No me quitaré – se recargó en la puerta cruzándose de brazos – Me quedaré aquí todo el tiempo necesario hasta que lo hagas.

- Por Merlín, que chico tan fastidioso eres – suspiré cansada.

Caminé lentamente hacia el balcón, abriendo sus puertas de par en par. El aire era frío, mas ya estaba acostumbrada siendo igual al de mi país natal. De un brinco me subí en el barandal de piedra mirando hacia abajo sin sentir vértigo alguno.

- ¡¿Estas loca?! – Exaltado el chico se acercó aprisa – Baja de ahí si no quieres morir.

Sin darle tiempo para sujetarme, me lancé cayendo rápidamente hacia el suelo. El pelinegro ahogó un grito de terror, pero justo antes de tocar tierra en instantes me vi transformada en un halcón de grisáceas alas. Emprendí el vuelo veloz hacia el cielo siendo observada con enorme sorpresa por el pequeño Black. Después de dar un par de vueltas sobre la mansión, volví al balcón y tomé mi forma humana nuevamente ante los ojos incrédulos del chico.

- ¡Excelente! – Sonrió entusiasmado – Nunca me imaginé que fueras un ave, ha de sentirse grandioso el volar.

- No es cosa del otro mundo - dije algo sonrojada - se siente lo mismo que cuando vuelas en escoba – Él chico no dejaba sonreír ampliamente, no creí que al verme en mi forma animal le causaría tanta emoción.

- Te propongo un trato, ya que ambos somos animagos… deberemos apoyarnos según lo requiera la situación – su mirada se volvió severamente fría - así como también guardaremos el secreto de lo que somos ante los demás – bruscamente estiró su mano frente a mí con un gesto serio – ¿entendido?

- ¿Eh? – Le miré con extrañeza, pero después de un momento de pensarlo decidí apretar su mano – Bueno, como quieras.


Disclaimer: Harry Potter y demas personajes por desgracia no me pertenecen uú propiedad de JK Rowling...
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N/A: Notas y/o comentarios de la loka autora xD
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Hellouuuu a todos gracias de antemano por leer mi nuevo fic de HP--- ojala haya sido de su agrado y bueno.. espero
reviews de su parte antes de irse... recuerden que sus palabras me fuerzas para seguir escribiendo xDDD
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Ahora, acerca del fic... o.o me parece importante aclarar tanto a los que han leído Identidad Verdadera como a los que no... y a quienes invito lo hagan xD que este fic es una PREhistoria de Identidad V... ya que aqui tengo pensado develar algunos misterios no resueltos sobre Anouk Blackwood y su pasado... como por ejemplo ¿Quien es la madre de Anouk¿Por que Marius quedo a cargo de Anouk? y ¿Quien es el padre de Anouk? xDDD acompañenme en esta loca aventura y no olviden dejar su opinion...
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Love, Roshio