Hola!
Esta es la primera historia larga que hago sobre el Ita/Dei, y bueno es una idea que ya tenía para otro fic, pero siento que no ellos es mejor.
Ojala les guste!
Es un universo alterno, y por supuesto, los personajes de Naruto no me perteneces.
Perverso Tormento
Primer Capítulo
El avión acababa de aterrizar, y con todo el ajetreo que implicaba la seguridad de ingreso al país, más la odiosa tarea de buscar su equipaje, su corazón dio un fuerte martilleo. Deidara se llevó una mano al pecho aprehensivo, y rogó a Dios o dioses, que por favor todo le saliera bien en el país del sol naciente.
Sólo contaba con una mochila, y un pequeño bolso, como sus pertenencias. Era lo único que se trajo cuando abandono su tierra natal. Toda su vida, y sus recuerdos estaban allí. Sonrió tristemente mientras salía del aeropuerto, y se encaminó hacía una vida nueva. Tenía la secreta esperanza de que pudiera ser un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para vivir.
Deidara sacudió la cabeza. Otra vez se había perdido en sus recuerdos. En el día que llegó a Japón. Miró hacía un lado, y vio un montón de loza sucia. Esa noche se encontraba más cansado y más agotado de lo usual, tal vez se debía a las nuevas clases particulares que cierto maestro universitario le estaba dando. Pero tenía que darse el ánimo para lavar la loza, ese era su trabajo. Soltó un suspiro, y terminó de amarrarse el delantal. Pronto el restaurant se llenaría de más clientes, y su labor se haría insostenible.
Veinte minutos después, y con el movimiento habitual de un viernes por la noche. Hidan entró como si fuera un torbellino. Deidara le dirigió una mirada extrañada desde sus enormes ojos azules, y antes de que el hombre hablara se le adelanto.
-Ya sé. Hay un tipo increíble en "Kohona´s House". Es soltero, guapo, y con mucho dinero-Deidara repitió las palabras mecánicamente, como si llevara mucho tiempo haciéndolo.
-¿Cómo lo supiste?-Hidan le hizo un puchero, como si se tratara de una niño.
Deidara dio un hondo suspiro, mientras sus manos enjuagaban una copa.
-Porque siempre es lo mismo-respondió llevándose una mano húmeda, a un cabello rebelde que no se quedaba sujeto a su larga coleta rubia.
-Pero está vez es distinto-lo contrario Hidan.
-¿En qué?-el muchacho alzó una ceja.
-Me ha invitado a salir.
Ambos se quedaron callados, con el ajetreado ruido del restaurant de fondo.
-¿Aceptaste?-dijo el rubio, mirándolo con cautela.
-Sí… pero…-Hidan empezó a mover las manos nerviosamente. Actuaba como una colegiala-… hay un problema.
No supo por qué, pero sus palabras le sonaron como si el problema fuera de ambos. Deidara cerró los ojos con fuerza, aguantando el mareo, sus piernas se estaban volviendo de gelatina otra vez. No había comida nada en todo el día, y a esas alturas su cuerpo parecía a punto de desfallecer
-¿Qué clase de problema?
-Quiere que salgamos en parejas. Él invita a un amigo, y yo…ehh- carraspeó-… a un amigo-Hidan le sonrió de la manera más dulce y manipuladora que pudo, pero Deidara ya sabía lo que estaba pensando.
-No, no, no-el joven movió las manos frenéticamente soltando espuma para todos lados-Ni lo pienses-le advirtió con mirada fiera.
-Pero Dei….-le rogó-¡Por favor! Hazlo por mí-le tiró de una manga del sweater poniéndole cara de pena.
-No-le respondió firme-Yo no salgo con hombres ricos y arrogantes, eso tú lo sabes.
-No te pido que te enamores del amigo de Kakuzu, sólo tienes que sentarte con nosotros y ser tú-Hidan le dio un brusco abrazo con el que parecía que asfixiaba la frágil figura de su amigo.-Por favor.
El rubio boqueó por aire separándose del otro.
Deidara miró a Hidan, a sus ojos violetas, y se dio cuenta que por el enorme cariño que le tenía, no podía negarle eso. Detestaba esos sentimientos debiluchos de niña que a veces lo embargaban. Su amigo se veía demasiado entusiasmado e ilusionado por el tal Kakuzu como para decepcionarlo, además sabía que el otro era prácticamente un adicto a tener novio, con suerte se le pasaría su entusiasmo pronto.
Suspiró con hastío.
Odiaba ceder de esa manera, pero no contaba con muchas opciones.
-¿Crees que pueden tener una relación? ¿Aunque tú seas un camarero y él un hombre adinerado que puede creerse el dueño del mundo?-le preguntó mordiéndose los labios.
-Sí. Jashin me lo ha dicho-respondió solemne y seguro-Además él es sólo un abogado. No es como los demás hombres que vienen por aquí. Sé que te agradará apenas lo conozcas.
-Esta bien-cedió a regañadientes-Pero no te prometo nada más-agregó mirándolo ceñudo.
-¡Eres el mejor!-exclamó Hidan abrazándolo brevemente-Iré a decirle a Kakuzu-dijo antes de irse.
El muchacho lo vio salir con un mal presentimiento. Ese tipo de cosas sentimentales le desagradaban. Y lo de una cita a ciegas, era mucho peor. Casi desfalleciente se apoyó en el lavabo. Recordó las palabras de su nuevo maestro, y trata de darse ánimos mentalmente. Tenía que esforzarse. Y algo más tranquilo reanudó su trabajo.
Como cada viernes, su hora de salida se prolongo hasta las tres de la mañana. Tenía sueño y se sentía débil, pero lo peor de todo era que por esta vez, su regreso a casa seria en solitario. Hidan se iría a casa después, acompañado por su nueva conquista, o lo que fuera. Su platinado amigo, se lo presentó a la salida, pero él apenas habló con Kakuzu, la verdad era que no tenía ánimos para nada.
Hizo el viaje de regreso como siempre en metro. En la noche Deidara sentía que tenía su encanto artístico, y lo inspiraba. No iba repleto, podía sentarse tranquilo, escuchar música o leer un buen libro, o simplemente mirar la ciudad al pasar. Esa noche descanso los cuarenta y cinco minutos que duraba el trayecto hasta su barrio. Le sirvió para dormitar un rato, y sacar algunas cuentas. Estaba angustiado porque ese mes sus gastos iban a incrementarse. Empezaba nuevas clases, y con la renta, y el dinero para la comida, no sabía del todo si era suficiente con lo que ganaba.
Odiaba esos momentos. Cuando la soledad y los problemas lo abrumaban.
Se deshizo la alta coleta lentamente, sentado a los pies del pequeño futón, que momentos antes había estirado en el cuarto. Sólo quería dormir.
Pero esa noche no descanso casi nada. Se despertaba seguido, empapado de sudor, por sueños intranquilos, moviéndose entre la vigilia y la ensoñación. Cuando se levanto su cuerpo era un pedazo de plomo. Y se llevó casi toda la mañana intentando ponerle atención a las palabras de Hidan, su compañero también de departamento. Su amigo estaba en el borde la de hiperventilación, moviéndose por todo el diminuto lugar mientras hablaba de lo maravilloso que era Kakuzu como amante, y como Jashin-sama al fin comenzaba a recompensarlo. Deidara se alegraba en serio por él. Encontrar un hombre bueno y decente era difícil en nuestros tiempos, bueno claro esta, según lo que en los parámetros de su amigo era ser "bueno" y "decente", pero en fin, el bueno de Hidan se lo merecía.
-Entonces, ¿Qué te vas a poner, Dei?-Hidan se paró delante de él con los brazos en jarras-No me digas que no lo haz pensado. ¡La cita es en unas horas!-lo miró acusadoramente.
Deidara desvió la mirada entretenido de pronto con el color de la pared.
-Eh… no lo sé-le respondió flojamente.
-Pero, ¿Cómo?-exclamó el otro-Deidara, por favor, pon algo de esfuerzo. Vamos a salir a divertirnos.
-Es tu cita, no la mía-le dijo él mirándolo a los ojos-Además sólo voy porque me obligas-lo acusó.
-No digas eso. Haz estado muy callado y distraído últimamente. ¿Dónde está el Deidara chispeante que conocí?
Esa simple pregunta lo pilló con la guardia baja, y haciendo acopio de todas sus fuerzas, se apartó moviéndose intranquilo por el cuarto.
-Estoy cansado, el turno de noche me ha trastornado un poco el sueño-se excusó-Bueno, ¿Me sugieres algo para ponerme?-le sonrió cambiando de tema.
-Bueno-le respondió Hidan no muy convencido-Aunque será algo difícil. Has bajado mucho de peso. Pareces un chiquillo-se burló.
Deidara ignoró el comentario deliberadamente, y se dedico a sacar algunas prendas de su armario para que el chico le diera su aprobación o no. Sabía que el de ojos amatistas era un adicto a la moda, así que primero muerto antes de dejarlo salir desgarbadamente del departamento.
-No es necesario algo muy formal o elegante. Vamos a un club a beber algo y a bailar-Hidan dio un par de vueltas entregándole un par de prendas-Es perfecto para ti, además hace juego con tus ojos.
-Me va a dar frío.
-¡Tonterías! Apenas comienza el otoño. Te pones un abrigo y listo.
Deidara chasqueó la lengua, y se rindió. No tenía sentido explicarle otra vez, que el tema de la moda no le interesaba como a él. Tomó la ropa y se metió en el baño para cambiarse. Hidan estaba en lo cierto, sus prendas que antes le encajaban como un guante, ahora le quedaban más sueltas. Pero le daba lo mismo, no iba a salir para impresionar a nadie, sólo era una compañía más. Apenas se amarró el cabello, y ya estaba listo.
Hidan en cambio estaba radiante. Matador. Se había vestido para que a Kakuzu le diera un infarto.
-Vas a matarlo, ¿Lo sabes, cierto?-bromeó Deidara.
-Esa es la idea-la sonrisa radiante de él lo decía todo- Por Jashin, no le quedara otra opción más que enamorarse de mí.
El rubio soltó una carcajada.
-Ya lo creo. Será divertido presenciar su caída-lo secundó mientras salían del departamento.
Un taxi los esperaba afuera, enviado por Kakuzu desde luego. Tenía que llevarlos al exclusivo club "Loto Dorado", ubicado en una zona residencial de la ciudad. Para ambos era su primera vez en un lugar como ese. Ambos venían de familias de orígenes humildes. Por eso todo el trayecto lo hicieron haciendo conjeturas de cómo sería. La única experiencia de lujo extremo que tenían era el restaurant en el que trabajaban.
Desde el momento en que llegaron los trataron como si fueran príncipes. El recepcionista ya tenía aviso de esperarlos y conducirlos a un reservado en el segundo piso del club. Antes de llegar ahí, y guiados por el hombre, vieron la enorme barra dónde algunas personas consumían sus tragos. En el centro estaba la pista de baile, con bailarinas y bailarines especializados en cada esquina. A los lados sillones y sofás eran los centros de reunión para los grupos de amigos. Pero ellos no iban a estar allí. En el segundo piso los condujeron a una sala, que adornada con cortinas de seda le daba intimidad al ambiente. Dentro ambos hombres los esperaban.
Kakuzu se levantó enseguida para encontrarse con Hidan, una sonrisa socarrona adornaba su rostro. Deidara se mantuvo algo apartado, incómodo ante la escena. Giró la cabeza mirando el lugar, hasta que sus ojos se encontraron con una mirada que le heló la sangre. Tragó saliva. Eran los ojos más fríos y carentes de emoción que jamás había visto en su vida. Y el hombre dueño de ellos, irradiaba tal frialdad que al rubio se le erizó la piel de los brazos. Era sumamente atractivo, pero sólo para mirarlo desde una distancia prudente. De alguna manera él tenía un aspecto feroz y peligroso. Todo enfundado en una máscara de elegancia. Era un hombre alto, se notaba a pesar de que estaba sentado.
Él lo miraba como si él no estuviera allí. Sus ojos pasaban de largo sobre su persona. Una sensación amarga de sentirse menos que un insecto lo embargo. Se movió inquieto, cambiando el peso de su cuerpo de un pie a otro. Evitándolo.
-Déjenme presentarles a mi amigo-Kakuzu los llevó hasta el hombre-Mi amigo, Itachi Uchiha-el sujeto se levantó. Daba la impresión de que ocupaba todo el espacio con su sola presencia-Él es Hidan, el joven del que te hablé-ambos se hicieron una reverencia-Y él, su amigo-los dos se miraron. Deidara no estaba muy habituado al formalismo japonés, al contario, lo encontraba estúpido, así que no se mostró sumiso ante su estatus, ni bajó la mirada por él.
Tanto Kakuzu, como Hidan e Itachi ordenaron tragos para servirse. Deidara pidió un jugo, no bebía ni una sola gota de alcohol, y además cuidaba muchísimo su alimentación. Intentaron conversar, sin embargo, el rubio notó que Itachi era un hombre bastante silencioso, y para su gustó, desagradable. Sólo participaba en lo que conversaban haciendo observaciones sarcásticas, o con comentarios fríos y vacíos. Pero al parecer, él era la único que tenía tiempo para notarlo. Hidan y Kakuzu estaban en otro planeta, demasiado pendientes el uno del otro como para fijarse en sus amigos, que cada vez más silenciosos bebían sin mirarse.
Deidara ya estaba que se arrancaba los cabellos de aburrimiento, así que se aventuró a iniciar una conversación, ¿Qué podía perder?
-¿Sueles venir a menudo por aquí?-él sólo quería ser amable, luego lo lamentaría.
-No frecuento estos lugares-pese a que su voz era sumamente masculina, a él le pareció demasiado seca e inexpresiva-Vine porque Kakuzu creía que podía distraerme aquí un rato-lo miró como si pudiese traspasarlo- Pero se equivocó.
-Entonces, ¿Por qué no te vas?-la pregunta salió de sus labios demasiado rápido como para pensarla bien. Se llevó las manos a la boca como si pudiera tapar su impulsividad.
-¿Me estás echando?-en sus ojos de profundo color ónix brilló una peligrosa amenaza.
-Tómalo como quieras-le respondió a la defensiva. Su trabajo en el "Kohona´s House" lo había preparado todo ese tiempo para lidiar con la arrogancia de esa clase de hombres-Si no puedes divertirte, o conversar sin ser un borde, tal vez sería mejor que te fueras.
Itachi lo miró con la sorpresa pintada en sus perfectas facciones. Era la primera persona que conocía que se atrevía a hablarle así. Ese muchachito era muy insolente, iba a tener que ponerlo en su lugar.
-Éste es mi mundo. Quién sobra aquí eres tú-le habló con dureza, como quién esta acostumbrado a que le obedezcan sin cuestionar-No es lugar para un simple empleado. Deberías estar lavando los platos-replicó con desprecio.
Él dio un suspiro, intentando no perder la calma ni la compostura en ese lugar, no quería terminar en la cárcel por ofender a un "ricachón". De todas maneras, ya se había hecho una especie de coraza en contra de los insultos. No iba a darle el placer de verlo enojado, la indiferencia era una mejor arma. Lo miró a los ojos, desafiante, pero se abstuvo de decirle algo mordiéndose la lengua, además su celular había comenzado a sonar. La piel de su rostro se coloreo al ver el nombre de quién lo llamaba.
-Permiso-algo tembloroso Deidara se levanto sin mirar la expresión que se había dibujado en el rostro de sus acompañantes.
Kakuzu miró al Uchiha acusadoramente. Lo conocía demasiado bien, y se temía lo peor.
-¿De qué hablaban?-le preguntó mirándolo serio.
-Nada importante-murmuro entre dientes Itachi, mientras miraba la cortina por dónde había desaparecido el joven.
Hidan compartió una mirada cómplice con Kakuzu.
-Iré a buscarlo-le sonrió a ambos, y se levantó.
Kakuzu esperó hasta que su amante ya no estuviera a la vista, para girarse a mirar a su amigo, el cuál bebía tranquilamente su vaso se sake, serio e inexpresivo.
-¿Qué le hiciste a Deidara?-lo acusó.
-Te he dicho que nada.
Kakuzu alzó una ceja.
-Te conozco, Itachi-lo miró como pensándose lo que iba a decir-No sueles ser muy sutil, ni con hombres ni con mujeres.
El Uchiha dejó el vaso sobre la mesa con un golpe seco.
-¿Qué te hace pensar que yo fui el que hizo algo?
-Vamos, Itachi…
-Fue él-lo interrumpió -Ese muchachito me echó del lugar. Debería de cortarse la lengua antes de hablar-la voz de Itachi se cargó de desprecio, y de un enfado muy mal disimulado.
-¿Te echó?-el otro se largo a reír-El rubio tiene agallas. Tengo que felicitarlo cuando regrese.
-Cállate, idiota-lo silenció el Uchiha con una mirada de hielo.
Apenas Deidara dejó de estar cerca del marco visual de sus acompañantes, descolgó el celular mientras caminaba hacía el servicio de caballeros.
-¿Dónde estás, mocoso? Acabo de llamar a tu casa-la voz de un hombre se escuchó severa por la otra línea-Más te vale que estés ocupando tu día libre en un buen descanso, y buscando inspiración.
-Sasori, te llamaré más tarde-le dijo él en voz baja, casi un susurro-Estoy algo ocupado ahora, pero no he descuidado mis obligaciones.
-Dime entonces, ¿Dónde estás?-el chico guardó silencio, a la vez que se encerraba en un cubículo del baño, pasando a varios hombres en el camino-Escuché ruidos, ¿No me digas que andas de parranda?
-No es eso, yo…
-Te he dicho cientos de veces que si llegas pasado de copas como cualquier adolescente insensato, las clases de acaban-el hombre lo interrumpió hablándole con amenazadora severidad.
-Vine por Kakuzu-le explicó sentándose sobre la tapa del W.C-No tenía escusas para rehusarme.
Un silencio de clara desaprobación vibró entre ambos.
-¿No has bebido, supongo?
-Por supuesto que no.
-Trata de acostarte temprano-se escuchó un suspiro en la otra línea-Te espero mañana. No llegues tarde.
-¡Dei!-la voz de un hombre más un golpecito en la puerta hizo que el muchacho diera un brinco-¿Estás bien?
-Tengo que colgar, Sasori- dijo él, y terminó la comunicación sin esperar respuesta.
-¿Dei?-volvieron a llamarlo.
El joven se pasó una mano sobre el cabello nervioso, y abrió la puerta enseguida. Hidan lo observó sospechosamente.
-¿Con quién hablabas?
-Con nadie-el rubio pasó a su lado yendo al lavabo.
-Te escuché-lo señaló acusadoramente.
Deidara se mordió los labios, culpable. Vio el reflejo de su amigo por el espejo esperando una explicación.
-Hablaba con un compañero de clases-le dijo sin más.
-Es él hombre por el que sales tanto-Deidara se giró sorprendido-No soy tonto. Me imaginaba que tanta salida se debía a algún amor secreto-le guiño un ojo-¿Y es bueno en la cama?
-Eh… pero que idioteces dices-le respondió mirándolo con las mejillas encendidas-¿Regresamos?
-Sí. Pero no creas que te salvas de esta. Vas a tener que contarme todo sobre ese hombre misterioso-salieron del tocador-¿Y qué te pareció Kakuzu?
-Se ve que esta interesado en ti-Deidara entornó los ojos-En todo caso es mucho mejor persona que el insufrible de su amigo.
Hidan rió por lo bajo.
-Se llevan mal. Lo detestas-afirmó él.
-¿Por qué lo dices?-ambos cruzaron la cortina que llevaba al privado.
-Es cosa de verlos-le susurró Hidan al oído de Deidara. Ambos miraron al Uchiha y se sentaron.
El rubio intento relajarse. Pero ahora se sentía más incómodo que antes, de alguna manera sentía que era parte de un minucioso escrutinio por parte de Itachi. Y aunque ahora todos hablaban y compartían más, él seguía teniendo un mal presentimiento.
Kakuzu se levantó de pronto, como si fuera a anunciar algo. Deidara miró a su amigo, pero esté le rehuyó la mirada. Entonces supo que lo que pasara, no sería nada de bueno para él.
-Itachi, quería pedirte un favor-lo miró a él-y espero que no te moleste Deidara-luego dirigió sus ojos a él-Pero queremos estar solos con Hidan, ¿Itachi podrías llevar a Deidara a su casa?
Hidan le apretó fuertemente una mano a Deidara por debajo de la mesa, pidiéndole en silencio que no se enfadara ni dijera nada. El joven se pasó una mano por el cabello fastidiado, y se mordió la lengua cuando escuchó la fría voz de Itachi decirle a su amigo que lo llevaría sano y salvo hasta su casa.
¿Qué se creía ese, Uchiha? Lo maldijo internamente.
Los cuatro salieron hasta las afueras del club, al estacionamiento. Tanto Deidara como Itachi, se comportaron con fingida cortesía delante de sus amigos. Por lo menos hasta que el coche de Kakuzu desapareció. Entonces, el muchacho sin ni siquiera despedirse o agregar alguna palabra más, se dio media vuelta, y con las manos en los bolsillos de su abrigo empezó a caminar.
-Deidara, detente-la orden del Uchiha lo hizo titubear-Le dije a Kakuzu que te llevaría a tu casa, y eso es lo que pretendo hacer.
-Eso es lo que crees tú-le respondió él de espaldas-No necesito que me lleve en su auto caro-el muchacho se giró un poco, sólo para mirarlo por sobre su hombro-Las personas como yo preferimos el metro.
-No seas ridículo. Son las cuatro de la mañana y las distancias son bastante largas-el hombre empezó a caminar hacía él.
-No te molestes por mí. Sólo vete. Sé cuidarme solo-Deidara se giró por completo a enfrentarlo.
-No me molesto-le dijo cuando llegó a su lado-Pero te llevaré a tu casa, y dejarás de discutir, niñito-lo cogió del brazo y tiro de él, en un agarre inquebrantable.
-¡Suéltame!
Llegaron al auto, y aún sosteniéndolo lo obligó a entrar. Le cerró la puerta poniéndole seguro para evitar que huyera mientras él rodeaba el coche.
-Dame tu dirección, y quédate callado-volvió a ordenarle, con una voz suave pero amenazante.
Deidara se la dio a regañadientes. Sentía que se asfixiaba al lado de ese sujeto. Lo miró de reojo sintiendo un espantoso mareo subirle desde el estomago. Se colocó las manos sobre el vientre controlando su respiración, lo que menos quería era terminar vomitándole el auto a ese individuo. Estaba segura que por algo así sería capaz hasta de demandarlo, y hacerlo pudrirse en la peor de las prisiones.
-¿Qué te sucede?-preguntó con voz grave e imperiosa.
Él se mordió el labio inferior, delatando su nerviosismo, pero levantó el mentón con gesto desafiante.
-Eso no es tu problema.
-Te hice una pregunta-repitió él.
-¿Todo el mundo responde siempre a tus preguntas?-contraataco él sintiendo que el mareo iba menguando.
-Sí-su respuesta fue simple y clara. Un hombre como él estaba acostumbrado a hacer lo que quería y a tenerlo todo. Puro poder
-¡Dios! ¡Eres insoportable!-exclamó el rubio mirando por la ventanilla.
-Me alegra saber que no me ves como un futuro amigo-comentó sarcástico.
-Nunca. No soy ciego, ni idiota-se giró para mirarlo, con un desprecio profundo en sus pupilas azules.
No podía creer que existiera un ser humano que pudiese volverse cada vez más odioso.
Después de eso no se volvieron a dirigir la palabra. Ese breve enfrentamiento había tenido sus efectos sobre él. Se sentía cansado y muy, muy sedienta. Era como si le hubieran extraído las energías. Su rostro se puso muy pálido, y las extremidades parecía que se le adormecían.
-Llegamos-Itachi lo miró, captando al instante la inusual palidez-¿Te acompaño hasta la puerta?
-No-negó él con la cabeza.
Con las piernas como gelatina se bajo del auto, ante los atentos ojos oscuros de Itachi, que también se había bajado del auto. Era como una prueba de terca supervivencia. Una manera de él de demostrarle al Uchiha que no necesitaba su ayuda. Pero él era mayor, y no un idiota. Ese joven podía dar la impresión de ser autosuficiente, aunque no lo fuera. Era tan pequeño y frágil que parecía que iba a quebrarse de un momento a otro. Eso lo alarmó.
-Gracias por traerme-le soltó el rubio con voz estrangulada, más que nada porque podía detestarlo, pero no era un maleducado- Adiós.
-No nos veremos nunca más-le dijo a modo de despedida.
Deidara se encogió de hombros, y caminó los últimos pasos que le quedaban. Itachi lo observó hasta que no vio más su largo cabello oro engullido por la puerta. Una duda, y una sensación extraña lo sacudieron. Pero su mente práctica desplazó al instante esas inquietudes.
