Había refrescado y un viento fuerte azotaba la ciudad. Marinette fue la primera en que le repercutió el cambio sorpresivo de temperatura. Al salir de la escuela, su cuerpo tembló.

Y estornudó.

—Ah... ¡Aaachuuú! —articuló Marinette, de una forma fuerte y escandalosa.

—¿Umm? ¿Que fue eso? —cuestionó Adrien en su mente al oír un ruido extraño en la entrada del colegio.

—Hace frio —musitó Marinette para sí misma mientras se abrazaba y Adrien se sorprendió que fuera ella. ¡¿Eso fue un estornudo?!

Era tan tierna que era muy difícil imaginarse que estornudaba de esa forma. En medio de sus pensamientos, su nariz comenzó a picar y...

—¡Achú! —pronunció Adrien, de una forma suave y demasiado linda.

"Awww" La mente de Marinette pronunció al oír ese estornudo tan tierno. ¡Estornudaba como un gatito!

—Salud —Entonces dijo.

—Gracias.

Y ella volvió a sentir su nariz irritada...

—Ah... ¡Aaachuuú!

¡¿Por qué tenía que estornudar de esa forma?! —se escandalizó en su interior, al saber que Adrien había escuchado su estornudo tan raro ¡Por los Miraculous!

Sin notar que el aludido, con su dorso de mano cubriendo su boca intentaba contener la risa que borboteaba en su garganta y hacía temblar su cuerpo.

Ella lo veía y creía que temblaba por el frío. Sin saber que se estaba riendo de ella, sin mala intención. Pero lo estaba haciendo, ya que era muy difícil que creer que la adorable Marinette estornudaba así.

Al recuperarse pudo mirarla sin que una carcajada salga de su interior y sus ojos no pudieron apartarse de la muchacha.

—Umm... ¿Marinette?

—¿Que sucede?

—Yo... hay algo que debo decirte, pero... —su mano rascaba su cabello nervioso. No podía mirarla, pero a la vez sus ojos no podían apartarse de ella— Me da pena...

Ella se sonrojó por la penetrante mirada que le mandaba. Su corazón latiendo impacientemente por la espera. Podría ser que...

—Dime...

Hizo una pausa de unos segundos y armándose de valor, lo dejó salir.

—Tienes un moco.

Y ella cubriendo su nariz con sus dos manos, huyó del lugar. Terriblemente avergonzada.

Luego pensó Adrien, que era mejor no haberlo dicho.