Buscando la luz al final del túnel

Estoy corriendo desesperadamente, sin rumbo definido. Estoy desorientada, no sé a dónde voy ni dónde estoy. Apenas queda oxigeno en mi cuerpo pero mi carrera no cesa. De repente empiezo a sentir una sensación de gran calor y algo me deslumbra en medio de esta gran oscuridad. A medida que me voy acercando la temperatura sube y sube sin parar. Me siento como si estuviera a pocos pasos del sol, y la verdad es que no ando muy mal encaminada. Empiezo a ver de qué se trata, qué es esa luz, de donde viene. Es fuego, un enorme incendio. Me preparo para volver a correr, pero esta vez en dirección contraria, intentando alejarme lo máximo posible de ese mar ardiente. Pero justo en ese momento una voz me detiene.

-¡Katniss! ¡Katniss!-dice esa voz angelical que reconocería en cualquier lugar, es ella, sin duda es ella- ¡Katniss, ayúdame!-dice desesperadamente, ¿porqué tiene tanta urgencia? ¿dónde está? ¿no estará…? ¡No! Mi patito no…

-¡Prim! ¡Prim, ¿dónde estás?-pregunto empezando a introducirme entre las llamas.

-¡Katniss!

Su voz suena a mi derecha, me giro y me adentro en el corazón del incendio. Ahora veo claramente donde han nacido todas estas llamas. Todas salen de mi hermana. Yo me quedo en pleno estado de shock, sin saber como reaccionar, viendo como el fuego empieza a consumir a mi hermana. Antes de haber podido asimilar lo que pasaba, Prim está en el suelo completamente abrasada y muerta, yo estoy junto a ella, también las llamas me han dado a mi. Pero yo no he tenido la suerte de morirme. Empiezo a sentirme cada vez peor, a lo mejor la fortuna si me va a ayudar y estoy muriéndome. Antes de que mis ojos se cierren y quedé completamente inconsciente oigo la risa de alguien. Volteo la cabeza para ver de quien se trata y veo a Coin de pie, mirándonos a las dos. Se ríe, se está riendo a carcajada limpia viendo como mi hermana y yo nos abrasamos. De repente mira a su lado y es entonces cuando veo que está acompañada, la silueta de un hombre fuerte, alto, robusto y musculado está a su lado.

-¡Enhorabuena, Gale! Tu bomba es espectacular. Que poder de destrucción tiene. Ha podido con la chica en llamas y su hermanita. Si ya lo dicen, ya. El fuego solo se puede combatir con más fuego-dice sonriendo hacia Gale y él le devuelve la sonrisa, entonces… ¿él es el que ha creado este incendio? ¿Con una bomba? ¿Le ha lanzado una bomba a Prim?

No me queda tiempo para poder escuchar la contestación de Gale, ni siquiera sé si llega a contestar. Mis ojos se cierran del todo. Al principio todo es oscuridad mientras sigo notando como el fuego me quema pero de repente todo cambia. Estoy en una gran pradera. No, un momento, reconozco esta pradera, es la de la arena de mis primeros juegos. Rápidamente busco algo para poder defenderme de los posibles atacantes que vengan a por mí. No hay ningún arma que me pueda proteger, estoy a pecho descubierto para cualquiera que quiera matarme. De repente veo algo sobre la Cornucopia. Es una figura un poco difícil de distinguir pero parece una persona, una pequeña. Va vestida con un vestido blanco o algo por el estilo, entonces no es uno de los tributos. Pero entonces, ¿quién es? ¿Y por qué está aquí?

Me acerco con mucha cautela. Al llegar al pie de la Cornucopia puedo ver que efectivamente es una niña que no debe alcanzar los quince años. Escalo por la pared dorada y al llegar a la cima veo de quien se trata.

-Prim, ¿qué estás haciendo aquí?-digo aterrada por la idea de verla en plena arena, un lugar demasiado peligroso y sangriento para ella.

-Katniss, ya es tarde para mí, pero no lo es para ti-dice tranquilamente y yo cada vez estoy más confundida. Mi cabeza empieza a doler, hay algo que debo recordar, pero no logro saber qué es-. Tienes que acordarte de la promesa que me hiciste antes de llegar aquí.

-¿Promesa? ¿Qué promesa?-digo muy confusa- y ¿por qué es tarde para ti? ¿qué ha pasado? ¿qué estás haciendo aquí? ¡Prim! ¡Prim contesta!

-Recuerda Katniss. Tienes que recordar, si no lo haces no podrás seguir viva. Tienes que recordar.

Empiezo a darle vueltas a mi cabeza y entonces esas imágenes que mi cabeza había estado bloqueando empiezan a iluminarse. Oigo la voz de Prim, después la veo a ella entre las llamas y al final a ella muerta a mi lado y yo muriendo con ella. No. No puede ser. ¿Mi patito ha muerto?

-¿Y las llamas? ¿Prim, estás viva?

-No, por eso necesito que recuerdes lo que me prometiste antes de participar en tus primeros juegos.

-No sé. No puedo recordarlo ahora mismo.

-Me prometiste que ibas a sobrevivir, que ibas a intentar sobrevivir por mí.

-Sí, ya lo recuerdo. Pero, ¿de qué sirve eso ahora? Tu ya te has muerto y yo contigo.

-No, Katniss. Tú aun puedes vivir. Tienes que vivir. Tu hora no ha llegado. Tienes que hacerlo por mí, por favor. Sobrevive. Me lo prometiste-dice ella rompiendo en llantos, rompiéndome el corazón, haciéndome llorar a mí también.

-Pero Prim, yo no puedo vivir sin ti-consigo articular mientras me ahogo con mis propias lágrimas.

-Sobrevive, Katniss. Vive todo lo que yo no he podido vivir. Vive por mí-dice, cada vez su voz se va apagando más, al igual que su imagen va desapareciendo hasta que finalmente no queda ningún rastro de ella, de mi hermana pequeña, de Prim.

Y entonces me derrumbo. Estoy sola, ya no me queda nada por lo que vivir. Sin mi hermana no puedo seguir adelante. No sé como ha sido capaz de pedirme que sobreviva, ¿acaso no se da cuenta que ella es mi vida? Sin ella ya no me queda nada, estoy sola, completamente sola. No me queda nadie. Ni siquiera Gale, él está de lado de la presidenta Coin, él ha matado a Prim, y a mí con ella.

Empiezo a sentir fuertes dolores por todo mi cuerpo entre ellos siento como unas garras me arañan brazos y cara. Me muevo rápidamente para quitarme de encima lo que sea que me esta arañando de esa manera. De repente escucho un gran ruido, un ruido desgarrador, como si algún animal se hubiera quejado. Mi mente tarda unos segundos en asociar el ruido con el de un gato. Para ese entonces ya he abierto los ojos.

Muy desorientada y exaltada miro a mi alrededor. No estoy en la arena, no estoy con Prim. Estoy en mi casa. Bueno, nunca la he sentido como mi casa, pero es el lugar donde vivo ahora, en una de las lujosísimas casas de la Aldea de Vencedores. Afortunadamente todo ha sido una de mis múltiples pesadillas, otra de las muchas que tengo desde mis primeros juegos.

Vuelvo a escuchar el ruido animal de mi sueño y entonces miro al suelo encontrándome a Buttercup quejándose. Creo que esa parte del sueño sí era real. Seguramente al oírme chillar en sueños quiso despertarme y yo para agradecérselo lo he tirado al suelo de una manera muy brusca, haciéndole daño. Este gato nunca ha sido santo de mi devoción pero esta vez se ha comportado muy bien conmigo, protegiéndome como lo hace con… ¡Prim! ¿Dónde está Prim?

Me levanto corriendo y voy a la habitación de mi hermana a buscarla. No está, su cama está perfectamente hecha. Puede que ya sea tarde y esté en clase. Busco a mi madre pero tampoco está, esto ya es raro. Bajo al comedor y en vez de encontrármelas a ellas desayunando felices me encuentro a una mujer mayor con un gran corazón a pesar de todo lo que ha tenido que pasar, Sae la Grasienta.

-Buenos días, Katniss. Ya tienes tu desayuno listo-dice señalándome un plato de cereales con leche caliente que hay en la mesa-. Yo me tengo que ir ya que hoy tengo que buscar carne, se me está acabando y no tengo con que hacer mis pucheros. Nos vemos para comer. Hasta luego.

Sae sale de casa y yo me quedo quieta. ¿Por qué me alimenta y cuida ella en vez de mi madre? Entonces empiezo a despertarme y darme cuenta de la realidad. Un fuerte dolor en mi pecho me pega con fuerza debilitándome tanto que termino cayéndome en el sillón rompiendo a llorar.

Me llamo Katniss Everdeen. Tengo 17 años. Soy una chica del distrito 12 que fue a los famosos juegos del hambre para proteger a su hermana. Arme una revolución que acabó con el Capitolio. Los juegos del hambre ya no existen. Prim ha muerto. Finnick ha muerto. Boggs ha muerto. Rue ha muerto. Muchos de ellos han muerto por ello. ¿Por qué sigo yo viva?

Una vez ordeno mi mente comprendo del todo que la pesadilla no era una de mis múltiples pesadillas, era un recuerdo, el recuerdo de la muerte de Prim. Prim, mi patito, mi vida, la persona por la que he luchado durante estos dos años para darle un mundo mejor, libre, seguro y sin violencia, está muerta. Ha muerto por mi culpa. Porque no supe protegerla.

Me derrumbo volviendo a caer en ese gran pozo negro sin fondo, en el túnel oscuro sin luz en el que vivo desde hace tres meses, cuando mi hermana murió y me enviaron de vuelta al distrito 12. Desde entonces no me he movido de aquí, no he salido de casa y no he recibido visitas de nadie. No he sabido nada de mi madre a parte de que está en el distrito 4 construyendo el hospital y trabajando. Tampoco he sabido nada de Gale. Sae me dijo que había escuchado algo sobre que había conseguido un empleo muy bueno y estaba en el distrito 2.

Si no fuera por Sae yo ya estaría muerta, más de lo que lo estoy. Ella es la única que se ha preocupado por mí durante este tiempo, viniendo a casa a diario para asegurarse que coma e informarme de cosas que pasan fuera de las cuatro paredes de mi casa en las cuales me he encerrado. Aunque bueno, no siempre me cuenta todo lo que pasa. No me había contado que Peeta había regresado del Capitolio y ahora estaba viviendo a unos cinco diez metros de mi. De esto me enteré ayer cuando me lo encontré en mi jardín plantando esas Primroses amarillas.

Mientras lo recuerdo, inconscientemente me dirijo a la ventana y las veo. Rompo a llorar de nuevo pensando en mi hermana y recuerdo lo que me ha dicho en el sueño de esta noche, que sobreviva, que luche por seguir adelante por ella, que viva lo que ella no ha podido. Sé perfectamente que ella ahora mismo no debe de estar nada orgullosa de mí, de mi comportamiento. Si ella siguiera aquí a mi lado estaría regañándome por ser tan estúpida y quedarme bloqueada. Hasta yo misma me odio, odie a mi madre por comportarse así cuando mi padre murió y me prometí que nunca dejaría que nada de lo que le pasó me pasara a mí, sin embargo aquí estoy, desconectada, muerta en vida. Y me odio por eso. Me odio como llegue a odiar a mi madre en su momento. Y quiero salir de aquí, intentar volver a flote. No quiero seguir odiándome así. No puedo seguir desperdiciando mi vida. Prim no querría que lo hiciera. Tengo que salir adelante por ella. Vivir la vida que desgraciadamente ella no ha podido.

Buttercup pasa por mi lado. Cojea un poco, parece que algo le molesta en la pata derecha trasera. No creo que el daño sea por la caída de la cama. Hay muy poca altura como para haberse hecho un daño que aun le durara. Así que lo cojo y examino su patita. Tiene una astilla clavada, seguramente se hirió en el camino de vuelta desde el distrito 13. Me parece increíble que el pobre haya sido capaz de hacer un camino tan largo y él solo.

Le curo rápidamente la pata y entonces hago algo que nunca creí que sería capaz de hacer, es algo que lleva rondándome por la cabeza toda la mañana, pero nunca creí que fuera capaz de hacerlo. Me sorprendo con la carta de mi madre, la que aun no he abierto, en las manos. Esta vez si la abro y rápidamente marco su número. El teléfono suena y nadie contesta así que me dispongo a colgar.

-¿Diga?-dice la voz de mi madre al otro lado del teléfono y mi corazón se para, el pecho me empieza a doler y mi respiración empieza a ser muy irregular- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

-¿Mamá?...-digo en apenas un susurro, no me sale la voz. Es como si tuviera un nudo enorme en la garganta que impide que mis palabras lleguen a pronunciarse.

-¿Katniss? Oh, dios mio. ¿Katniss, eres tú?-dice mi madre contenta- Hija, no sabes la alegría que me da escuchar tu voz. Me tenías preocupada. Hace más de dos meses que no he sabido nada de ti. ¿Qué tal estás, mi vida?-me pregunta, como si no fuera obvio, estoy por soltarle un cortante "¿tú que crees? Fatal" pero quiero intentar empezar de nuevo con mi madre, no quiero romper la buena relación que habíamos empezado a tener después de mis primeros juegos.

-Mejor-me limito a contestar- ¿y tú? ¿Cómo te va en el distrito 4?

-El hospital ya esta construido y ahora desde hace un par de semanas estamos ya con la rutina. Es todo muy ajetreado pero no me puedo quejar. El tiempo aquí es magnifico, con la playa al lado… A ver si algún día vienes a hacerme una visita. Pero bueno, mejor quiero que me cuentes de ti, ¿qué has hecho este tiempo? ¿Cómo está el distrito 12?

-Pues yo no he hecho mucho y el distrito, no he ido a la ciudad en realidad, pero Sae la Grasienta me ha comentado que van bastante avanzados con el tema de la reconstrucción.

-Como me alegro. ¿Y ha regresado mucha gente?-dice mi madre, pero yo creo que más bien me está queriendo preguntar si han regresado Peeta o Gale.

-Si, cada vez regresa más gente. Aunque creo que Gale se ha ido al distrito dos, a Haymitch no lo veo desde hace tiempo y… Peeta-mi voz se corta en pronunciar su nombre, me duele mucho pensar en que lo tengo tan cerca y no puedo ir a verlo, no tengo fuerzas, me duele que mi Peeta ya no esté aquí conmigo- Peeta regresó hace un par de días, me crucé con él ayer.

-¿Sí? Cuanto me alegro. Y ¿qué tal está él?-me pregunta con interés.

-Bueno, la verdad es que no pudimos hablar mucho tiempo, estuvimos trabajando arreglando el jardín, aunque yo lo vi bien-digo otra vez casi sin voz, recordando las Primroses.

-¿A sí? Me alegro mucho que esté mejor. ¿Qué estuvisteis haciendo en el jardín?

-Plantando… Plantando Primroses amarillas-digo y un gran silencio se produce, mi madre no contesta, se queda callada y yo tengo miedo que haya colgado o que le haya pasado algo- Peeta las trajo del bosque para plantarlas por ella.

Empiezo a escuchar sollozos al otro lado del teléfono y las lágrimas que llevo tanto tiempo aguantando, desde que marqué el número, empiezan a caer. Ahí nos ponemos las dos a llorar sin poder parar hasta que finalmente a mi madre la llaman por una urgencia en el hospital y con todo el dolor de su corazón tenemos que colgar, aunque quedamos de llamarnos mínimo una vez a la semana para saber como van las cosas.

Al poco de colgar llega Sae para comer, como bien prometió esta mañana. Pero hoy no ha venido sola y me sorprendo mucho al ver que Peeta entra detrás de ella. En sus manos veo que trae dos hogazas de pan. Las deja encima de la mesa y yo me quedo muy sorprendida al ver el pan que ha traído. Son las que llevan queso, mis favoritas. ¿Se acuerda de eso? Eso significa que mi Peeta aun está ahí, solo tengo que ayudarle a volver a salir. Qué tonta he sido al pensar que no tenía remedio, que lo había perdido para siempre. Él deja el pan y me mira y ve mi expresión, estoy como en shock y cuando noto que me mira una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios mientras dirijo mi vista a la suya. Es la primera vez que sonrío desde lo que sucedió.

-El pan con queso por encima es tu favorito-asegura mirándome- ¿Real o no real?

-Real-digo sacando una enorme sonrisa al ver que si que se acuerda. Viendo por fin a mí Peeta después de seis meses.

Nos quedamos mirándonos fijamente durante un rato hasta que Sae nos interrumpe pidiéndonos que pongamos la mesa porque la comida ya está casi hecha. Una vez la sirve y nos sentamos empezamos a comer en silencio, pero mi curiosidad de por qué ha venido Peeta sigue amartillando mi mente, así que sin darme cuenta acabo preguntando.

-¿Y cómo es que has venido a comer con nosotras, Peeta?-pregunto realmente interesada.

-Bueno, Sae me dijo que viniera, creyó que a ti no te molestaría-dice como disculpándose por si me ha molestado.

-Es que esta mañana me lo encontré por la ciudad comprando algo para comer y como me dijo que iba a comer solito y conociendo sus dotes culinarias pensé que podría venir con nosotras a comer-explica Sae-. Así nos hacíamos compañía los tres, que estamos muy solos últimamente y eso no se puede. Yo que soy mayor aun pero vosotros que sois tan jóvenes tenéis que salir más, divertiros. Tenéis toda una vida por delante. Además, Katniss, como sois tan buenos amigos creía que te gustaría recibir su visita.

-Me encanta que me visites, Peeta, y no me molesta. Ya sabes que siempre que quieras puedes venir a verme, simplemente me ha sorprendido verte, pero no me molesta para nada-digo antes de que Sae hable.

-Tendría que habértelo comentado antes, lo siento, pero bueno, ya está hecho. También quería darte una sorpresa.

-No te disculpes, Sae. Me diste una buena sorpresa, gracias-digo sinceramente y sonriendo. Apenas he parado de sonreír desde que Peeta ha entrado por la puerta y no recordaba que se sentía al hacerlo.

Acabamos de comer y Sae dice que se tiene que marchar y decido acompañarla a la puerta mientras Peeta me espera en el salón. Le abro la puerta y ella sale. Antes de que cierre ella se gira con una sonrisa mirándome.

-Ahí lo tienes. Os dejo solitos pero cuidadito con lo que hacéis tortolos-dice con una expresión divertida y una sonrisa cómplice. Entonces se va dejándome a mi patidifusa y empezando a sonrojarme.

-¿Katniss?-dice la voz de Peeta a mis espaldas. Me giro para ver como llega hasta mi- ¿Pasa algo?-yo niego, cierro la puerta y empezamos a caminar hacia el sofá.

Nos sentamos uno a cada punta, con una separación entre los dos. Callados. Ninguno de los dos empieza ninguna conversación. No sabemos por donde empezar. Es algo difícil. Muchas temas dolorosos. Demasiados. Pero al final, después de un largo silencio me atrevo a hablar.

-¿Y qué tal todo?-pregunto, sin saber que decir, pero queriendo hablar con él. Necesito escuchar su voz.

-Mejor-se limita a contestar, conozco el significado de esa respuesta, es la misma que le di a mi madre hace un par de horas. El silencio vuelve a surgir.

-Peeta… Siento mucho lo de tus padres. De verdad. Lo siento muchísimo-digo conteniendo las lagrimas, aunque al ver su expresión de dolor no puedo reprimirlas y salen sin previo aviso.

Muero por poder lanzarme a sus brazos, abrazarle, consolarle, decirle que lloré todo lo que quiera en mis brazos, que yo estoy aquí para ayudarlo todo lo que pueda. Pero soy incapaz de hacer eso, sé que él aun no está curado del todo y un acercamiento conmigo tan repentino podría hacerle daño. Así que me limito a quedarme quieta, intentando decir con la mirada todo lo que no le puedo expresar con mis actos. Pero algo me sorprende. Él con los ojos llenos de lágrimas se lanza a mí y me abraza con mucho fuerza. El llanto aumenta, él se esconde en el hueco de mi cuello, tapándose con mi pelo y desahogándose. Y a mi me duele mucho verlo así. Me mata verlo sufrir y no poder hacer nada para que su dolor sea menor. Pero comprendo un poco el dolor que siente y sé que en estos casos esto es lo mejor, llorar, desahogarse con un amigo que te apoye.

No sabría decir cuando tiempo hemos estado así, los dos abrazados y llorando por todas nuestras perdidas, sobretodo por la de nuestras familias. Esas son las que más nos duelen. Sí, vale, mi madre aun sigue con vida, pero ya no la tengo conmigo. Los dos nos hemos quedado solos y desprotegidos ante el mundo, solo contamos con la compañía de las pesadillas que siempre nos acechan. Nos martirizan. Pero, después de tres meses pensando que estaba sola y que lo iba a estar para el resto de mi vida, he encontrado un gran apoyo, alguien que me necesita tanto como yo le necesito a él. Peeta y yo ya no estamos más solos, ahora nos tenemos el uno al otro y juntos vamos a poder sobrevivir, como hemos hecho siempre. Juntos podemos.