Su Catnip

–¡Primrose Everdeen!

Sus ojos corrieron directamente a Katniss. La encontró devastada, con la boca entreabierta y muchos sentimientos encontrados; temblaba visiblemente y pareciese que podría desplomarse en cuestión de segundos. Luego reaccionó con brusquedad e hizo la carrera gritando el nombre de su hermana pequeña, que ya se dirigía al escenario con Effie Trinket.

–¡Me ofrezco como voluntaria! –chilló soltándose de los agentes de la paz. Podía adivinar la cara de la madre de Katniss, sufrir con tal espectáculo. Gale caminó hacia las dos hermanas y cogió a Prim que gritaba a más no poder–. ¡Ve con mamá, Prim! ¡Suéltame! –decía Katniss con todo el dolor de su corazón. Asintió con la cabeza cuando su mirada se encontró con la de Gale, dedicándole varias frases, tratando de consolarla. Él dejó a Prim con su mamá y regresó a la sección de los chicos. Observó a Katniss colocarse frente al micrófono, con el rostro desencajado, intentado por todos los medios parecer fuerte, especialmente por su pequeña hermana. Pronunció su nombre y todos lamentaron su trágico destino, pero nadie lo hacía más que Gale, debatiéndose por no coger a su mejor amiga y huir en ese momento.

–Y ahora… los caballeros –dijo Effie con ese acento estúpido que la caracterizaba como proveniente del Capitolio. Metió la mano en el cristal y extrajo rápidamente una tarjetita con el nombre del desafortunado participante de los Juegos del Hambre–. Peeta Mellark –profirió con una risita. Podía reconocer ese nombre. No era más que el hijo del panadero. Lo había visto un par de veces en el colegio y cuando intercambiaba ciertos objetos con el padre de Peeta. Lo vio de la misma manera que Prim, miedoso y ansioso porque alguien se ofreciera de voluntario para salvarle la vida, aunque sonase muy egoísta. Gale pudo haberlo hecho, lo consideró seriamente; pero no por compasión al chico rubio, no, sino por Catnip, por ir con ella a la arena y protegerla inmensamente para que ella fuese la vencedora de los Septuagésimos Cuartos Juegos del Hambre. Pero pensó inmediatamente en su familia, quienes aún dependían de él, de lo que les trajese de comer. Se mantuvo quieto. Katniss no le perdonaría que hiciese eso, ya que Prim y su madre también dependía de Gale. Formó sus manos en puños y apretó los dientes. Sintió impotencia, no podría hacer nada por la chica que había querido, apreciado y amado. Simplemente quedarse a verla por la transmisión del Capitolio y aguardar a que sobreviviera por su familia y él. Hubiese querido ser Peeta, así no se hubiera visto obligado a pensar en todos, y solo enfocarse en Catnip, en su Catnip.