Descargo de Responsabilidad: Creo que Nakamura me ha dejado sin corazón. Ella es dueña de Ren.
Para RedPassion 1987 por su cumpleaños. Espero que te la pases increíble. Un fuerte abrazo. Es chiquito pero espero que te guste.
El oír su llanto fue el sonido más hermoso que había escuchado en su vida. Sí, ella también estaba llorando, pero esta vez era de alegría. Escucharlo, por fin fue la culminación a largos meses de espera y angustia. Secretamente se había sentido angustiada porque su niño estuviera bien, viniera sano. Poco antes de saber que estaba embarazada cayó enferma y tomó medicamentos que no estaban recetados en el embarazo y esto la mantuvo preocupada aun cuando el doctor le aseveraba que su hijo estaba en perfectas condiciones. Bien, hasta no ver no creer. Todas sus angustias, preocupaciones y hasta sentimientos de culpa desaparecieron cuando lo conoció. Fue la experiencia más maravillosa en todo el universo, si tan solo pudiera compararlo con algo. Al tomarlo, él dejó de llorar, sabiendo que por fin estaba entre unos brazos amorosos y protectores que siempre velarían por él. Como sabiendo con certeza quién era ella. Lo besó en la frente, en las mejillas, le revisó sus manitas, sus piecitos. Sí, cinco dedos en cada mano y pie. Sus grandes y verdes ojos se posaban en ella casi como si pudiera verla con precisión, aunque sabía que él todavía no podía enfocarla. Era la recompensa a sus veinte horas de doloroso parto. Primeriza y estrecha de caderas, el doctor había temido que el niño no hubiera podido nacer naturalmente y se tuviera que realizar una cesárea de emergencia. Ella había estado aterrada, pero en el último minuto ese pequeñín había decidido no incrementar la angustia de sus padres y por fin dio el paso final o mejor dicho la última contracción. Los dolores y la agonía fueron olvidados al tenerlo junto a su pecho. No quería desprenderse de él. Estaba maravillada que hubieran creado algo tan especial y único como ese pequeño y perfecto ser. Era igual a su padre en sus facciones y sus ojos. Excepto por su azabache cabello, ese era el de ella. Y ella lo amaba. Claro que lo amaba. Desde que se enteró que lo estaban esperando. Desde que supo que venía en camino. Siempre le había parecido un cliché la frase de "el resultado de nuestro amor" pero en ese momento, no había mejores palabras que esas para describir sus sentimientos. Un pedacito del amor de su vida lo tenía ahí cerca de su corazón. No creía posible poder amar a dos personas con tanta intensidad, pero ahí viendo a su marido sosteniendo a su hijo en brazos y con lágrimas fluyendo libremente por su rostro, se dio cuenta de que así era el amor. Una magia indescriptible, pues mientras más se otorga, no se divide sino que se multiplica y aumenta. Crece infinitamente y eso lo había aprendido en el curso del tiempo que llevaba viviendo en Tokyo.
Su marido se acercó a ella y la besó tiernamente en los labios sin importarles que ambos seguían llorando.
—¡Gracias, Kyoko!, gracias por este maravilloso regalo. Gracias por darme este hijo tan hermoso. Ustedes dos son lo que más amo en esta vida.
—¿Cuál será el nombre del niño? —preguntó el doctor para anotarlo en la parte médica y certificado de nacimiento.
—Hizuri Rick —contestó una cansada Kyoko, ante la mirada agradecida y amorosa de su esposo.
