Titulo: Necesidades de la sangre
Personajes: OkiKagu (Okita Sougo + Kagura Yato)
OneShot: 526 Palabras
Beta: Mizzu
Estandar Disclaimer aplicado, GINTAMA no me pertenece.
La vida es una perra caprichosa. Kagura lo sabía mejor que nadie. Pensar que hace tan solo unos años ella hubiera golpeado hasta el cansancio a quien se atreviera a decir que su vida sería esa, incluso Gin-chan; sobre todo Gin-chan.
Sin embargo ya no podía hacer nada para cambiarlo, principalmente porque Gin-chan nunca encontró esa máquina del tiempo que siempre buscaba. Además no estaba del todo disconforme con su vida, ¿Quién iba a pensar que la sangre Yato iba a tener otra necesidad a parte de matar? Y la tenía: Reproducirse.
La permanencia de la especie. Sobrevivir.
Cuando tuvo edad suficiente para entender que el Gorila estaba realmente enamorado, que Shimpachi probablemente moriría virgen y que Sacchan nunca dejaría eso del sadomasoquismo; su cuerpo comenzó a reaccionar de manera extraña. Y aunque le jodiera, era vergonzoso.
Para cuando el Sádico le preguntó si es que acaso estaba en celo, o algo así, se juró que lo mataría. Su sangre, el monstruo en su interior, así lo pedía desde hace años. Nada mejor para calmar esas extrañas ansias que golpear esa cara de niña. Pero su sangre, que había exigido la cabeza de ese bastardo desde el principio, al parecer tuvo otros planes. Porque pelearon, sí. Hasta el cansancio. Hasta que hubo sangre en el suelo y sus cuerpos tuvieron varios huesos rotos. Y luego hicieron lo que Gin-chan consideró una "aberración inmoral en su propiedad".
Kagura descubrió que había otra forma en la que su sangre reaccionaba al estar con ese imbécil del Shinsengumi. Que había algo igual de emocionante que golpearlo en una pelea y eso era dejarlo exhausto, teniendo sexo. Porque el Sádico podía tener fuerza pero nadie tenía la resistencia del clan Yato. Era como una malditamente complaciente manera de vengarse.
Aunque claro, de saber que todo terminaría así probablemente hubiera parado… Tal vez. Porque su sangre, esa que le había ayudado a ganar muchas batallas, había perdido esta. Una de las más importantes.
—¿Cómo que no se parece a mí? ¿Qué demonios significa eso? ¡Gin-chan!
Gintoki quien había permanecido agachado en una esquina todo el rato, más por miedo a los gritos de Kagura que a otra cosa, se acercó para comprobar lo que decía Otae. Y era muy cierto, el pequeño bulto que sostenía la hermana de Shimpachi no se parecía en nada a Kagura. No había cabellos rojos ni ojos azules.
—No se parece.
—¡Eso es mierda!, ¡es injusto! ¡Voy a destripar a ese maldito sádico!
Porque la sangre Yato, imponente y fuerte, había perdido esta batalla.
Pero Kagura no odiaba a su hijo, al que llamaría Kamui sólo para molestar un poco, Kagura lo amaba. Al que odiaba era al bastardo que había doblegado su sangre.
Sin embargo, esto no se iba a quedar así, por supuesto que no. Ella se iba a asegurar de que los próximos sean tan parecidos a ella como sea posible, después de todo, a ella nunca le ha gustado perder. Y a su sangre tampoco.
