Capítulo 1

Era Aragorn, hijo de Arathorn. El heredero de Isildur. El único heredero al trono de Gondor. El rey exiliado…

El joven sacudió la cabeza, abrumado. Soy descendiente del hombre que mató a Sauron, el hombre que fue débil ante el poder del anillo único, el hombre que tuvo la oportunidad de destruirlo pero no lo hizo, dejando la Tierra Media en grave peligro hasta que vuelvan a encontrarlo o alguien lo destruya. Y esa responsabilidad será mía… Aragorn, o más conocido como Estel entre familiares y amigos, se frotó el rostro y suspiró. ¡Maldición!

Su padre adoptivo, el señor Elrond de los elfos de Rivendel, le había contado el secreto que llevaba veinte años guardando en el desayuno de esa mañana. Decir que se había sorprendido era quedarse corto. Estaba… ¿cuál era la palabra? En estado de shock. Sí, esa era la expresión exacta. Se había quedado atónito y había salido al jardín en trance sin percatarse de su alrededor, sentándose debajo del sauce que había allí.

¿En estado de shock? ¡Demonios, claro que sí! ¡Acaban de decirme que soy rey! Un rey exiliado, ¡pero un rey! ¡Y no quiero serlo!

Apoyó la frente en sus rodillas y volvió a suspirar. Ahora entendía por qué todo el mundo lo protegía tanto. ¡Pero nunca se le habría ocurrido que era por eso!

"¿Estel?"

Miró hacia adelante y vio al elfo de cabellos dorados, que lo observaba con penetrantes ojos plateados.

"Hey, Legolas" –respondió, desganado.

El príncipe más joven de Mirkwood se sentó a su lado sobre la hierba.

"Fue una noticia inesperada, ¿verdad?"

Aragorn se rio.

"Creo que te has quedado corto."

"¿Quieres que empiece a llamarte Aragorn ya?"

"¡Dame un tiempo para hacerme a la idea, al menos!"

Los dos amigos se quedaron allí sentados en silencio; uno mortal y otro inmortal, uno con el cabello oscuro y otro con el cabello claro, pero ambos de sangre real… aunque uno de ellos tenía dificultades para aceptarlo.

"Durante todos estos años creí que solo era hijo de un simple Dunedain. ¿Pero un rey, Legolas? Tiene que ser un chiste" –dijo Aragorn con la voz llena de incredulidad.

El elfo lo miraba fijamente.

"¿Por qué piensas eso?"

"¡Es demasiado extraño como para ser verdad! Siempre he querido ser un montaraz, no más. ¿Y ahora soy un rey? ¿Qué voy a hacer como rey? ¡Ni siquiera tengo un reino, por los Valar!"

Legolas se rio con suavidad.

"Tómatelo con calma de momento, Estel. Todavía falta mucho para que reclames el trono."

"¡Eso es fácil de decir para ti! ¡Has sabido la verdad sobre mí desde hace mucho! –gruñó Aragorn-. ¡Ahora entiendo por qué todos me seguíais como mamás gallina a donde quiera que iba!"

El elfo se rio ahora a todo pulmón.

"¡Y fue lo más difícil del mundo, créeme!"

El muchacho se rio también con él.

"Aye, ¡y os cansaré aún más de ahora en adelante! ¡Te arrepentirás de haberte hecho amigo del rey de Gondor!"

"¡Ja! ¡Ya me estoy lamentando!"

Los dos amigos se rieron tan fuerte que los escucharon del palacio. El señor Elrond sonrió y se giró hacia los demás elfos que estaban en la habitación.

"Siempre supe que Legolas sabría cómo manejar al chico."

Keldarion, el príncipe heredero del Bosque Negro, también sonrió. Los trágicos eventos de hacía unos años habían convertido a Legolas en una persona más reflexiva.

"Estoy de acuerdo. Mi hermano tiene esa habilidad. De todas formas, tienen el mismo temperamento."

Elladan se rio a carcajadas.

"Nunca olvidaré la cara de Estel cuando le dijiste lo de su verdadera identidad, padre. ¡Casi tuve que cerrarle la mandíbula de lo boquiabierto que estaba!"

Elrohir se frotó el brazo derecho e hizo una mueca.

"¡A mí todavía me duele el brazo de cuando me empujó para llegar a la puerta! ¡Nunca imaginé que pudiera correr tan deprisa!"

Elrond miró por la ventana y vio que los dos amigos se alejaban del sauce para volver al palacio.

"Esto es solo el principio. Grandes eventos están por venir. Y cuando lo hagan os daréis cuenta de lo poderoso que puede ser ese chico."

Cuando los dos amigos entraron en la habitación, Aragorn miró a Elrond y dijo:

"Perdóname por reaccionar así, padre. Me he comportado como un niño."

Elrond se le acercó y lo abrazó.

"Para mí siempre serás un niño, Estel. Sin embargo, comprendo tu reacción. Fue una gran noticia –separándose, miró a Aragorn a los ojos-. Y ahora que sabes quién eres, ¿estás listo para aceptar tu destino?"

Aragorn suspiró.

"No. Ni en un millón de años."

Los otros se echaron a reír al oír eso y Elrond sonrió.

"Supongo que no, pero tus hermanos y yo, así como tus amigos, te ayudaremos. Estás destinado a convertirte en una gran persona, Estel, y siempre estaremos ahí para guiarte."

"En otras palabras, ¡cállate y sigue nuestras órdenes!" –interrumpió Elrohir, sonriendo.

Con un gruñido, Aragorn se dio la vuelta y se lanzó sobre su hermano, haciendo que ambos cayeran al suelo en medio de las risas de los demás. Elrond solo suspiró y sacudió la cabeza.

"Mientras tanto, te sugiero que madures un poco más rápido."

Esa noche después de cenar, los cinco amigos se encerraron en la habitación de Aragorn para planear el viaje de caza del día siguiente. En realidad era una lección para Aragorn, pues los elfos no necesitaban ir de caza al no comer carne, pero Estel necesitaba mejor sus habilidades de caza y rastreo, entre otras.

Los hermanos del Bosque Negro, que llevaban todo el verano en Rivendel, no se lo perderían por nada. Se suponía que deberían haber vuelto a Mirkwood hacía unos días, pero Legolas había convencido a su hermano de quedarse otra semana.

"Vamos, Kel. ¿Qué va a hacernos padre por llegar una semana más tarde? ¿Expulsarnos del reino?" –había dicho Legolas el día que se suponía que debían irse.

"No me preocupa que nos expulse, ¡pero padre enfadado es peor que un orco malhumorado! ¡Grita como si fuera a despertar a los muertos! ¡Todavía me suenan los oídos después la charla que nos dio el último verano, y todo porque quisiste que nos quedáramos más tiempo!" –había replicado Keldarion.

"¿A dónde deberíamos ir mañana?" –preguntó Aragorn, acostado en su cama con los brazos cruzados detrás de la cabeza.

"¿Por qué no vamos a las planicies?" –sugirió Legolas.

"¿Las planicies? Pero eso está muy lejos, ¿no? Los bosques son tan grandes y hay tantas rocas…" –decía Elladan, frotándose la barbilla, pensativo.

"¿Por qué lo dices? ¿Crees que no puedo con ello?" –exclamó Aragorn.

"¡No, solo compadezco a las planicies porque vas a contaminar su aire con tu mal aliento!"

"¡No tengo mal aliento!"

"¡Sí que lo tienes, humano!" –se unió Elrohir. Cogió la almohada más cercana y se la lanzó a su hermano pequeño. Y entonces una salvaje batalla de almohadas comenzó… y siguió hasta el amanecer.

Y aquí empezamos el siguiente desastre XD Ya unimos a Aragorn al grupo, o lo que es lo mismo: imán para los problemas número dos jajajaja