Disclaimer: One Piece y sus personajes pertenecen al mangaka Eiichiro Oda. Créditos al autor(a) por la imagen. La historia pertenece a su respectiva autora con mero fin de entretenimiento.
Advertencia: Universo alternativo. Los posibles lazos amistosos, amorosos y/o familiares, serán en torno a la historia. Tras la evolución de la misma, se añadirán personajes secundarios (únicamente del manga/anime).
I.
"Prologue: I desire not to have appeared"
Dentro hay un dolor que duerme,
Duerme sólo con un ojo
Y despierta en el momento que estás cerca.
Y busco a través de las caras
Sin un solo rastro de la persona,
La persona que necesito...
El televisor se apagó. Tan centrada en aquel vídeo musical se encontraba, que no reparó en cuenta que alguien más había ingresado a la habitación, se había echo en posesión del control remoto y ulteriormente, terminó apagando el aparato. Sin moverse de su asiento, giró su cabeza para encontrarse con la figura de su hermana mayor con las manos sobre las caderas, esperando por una buena explicación, que seguramente tenía relación con el vídeo que -muy tranquilamente- veía.
—De nuevo lo estás recordando —comenzó a decir Nojiko.
—No tengo la más mínima idea de quién sea ese tipo.
La mayor percibió el sarcasmo impregnado en las palabras de su hermana. Suspiró resignada. Ella tenía en cuenta que cuando Nami adoptaba esa postura, era imposible lidiar con ella; sabía perfectamente que recordar a aquel vocalista le traía malos estragos a la chica de cabello naranja y verlo en televisión le era aún más difícil. Aunque eso había sido hace algunos años. Ahora no imaginaba lo que pasaba por su mente al rememorar su pasado.
Nami se levantó del sillón dispuesta a irse, sin embargo se detuvo frente a la peliazul y esbozó una cálida sonrisa en señal de estabilidad. Nojiko arqueó una ceja inquisitiva, alertando a la joven que unas palabras no le harían mal. Dejó caer los hombros cansada y soltó un bufido de resignación.
—Han pasado diez años desde que decidiste alejarte de él —recordó Nojiko a su hermana.
—Lo sé. Me envuelve la nostalgia al verlo tan feliz.
—¿Estás segura de que olvidaste lo que sentías por él?
—Estoy segura de que no sentí nada por él.
El silencio invadió la amplia sala que ocupaba la presencia de las hermanas. Nami estaba al tanto de todo lo que había ocurrido en la carrera del hombre al que recordaba como su primer amor. Sin embargo, lo había estudiado debido a la rivalidad que de alguna forma compartían. Ambos buscaban ocupar el puesto del antiguo -y fallecido- Rey del Rock, Gol D. Roger y los Oro Jackson.
Aunque no eran los únicos que buscaban el título. Existían numerosas bandas que ansiaban ser los reyes del escenario y por lo tanto, los más aclamados de la actual era. Entre todos ellos se encontraba el actual prodijio Monkey D. Luffy y su banda, los más conocidos y sobresalientes en las listas de popularidad a nivel mundial. También estaba entre una de las bandas más aclamadas de los últimos tiempos, la banda "Supernovas", liderado por la hermosa Jewelry Bonney, además de la banda "Bartobari", liderada por su vocalista Bartolomeo.
—Recuerda que, aunque ustedes dos hayan terminado mal, yo lo seguiré estimando como a un hermano.
Las palabras de Nojiko la hicieron sumergirse en un nuevo trance. Ellos tres habían compartido un lazo inquebrantable. Su madre Bellemere había sido una gran amiga del padre adoptivo de Law: Donquixote Rosinante. Ambos grandes cantantes de la anterior era, aunque no hubiesen tenido tanta auditoría como el antiguo rey. Además de establecer bajo las sombras de los fanáticos que mantenían una relación amorosa, algo que inclusive, llegaron a ocultar a sus propios hijos por razones desconocidas. Sin embargo, la astucia de ellos había sido más prolija, a tal punto de descubrir su fachada días antes de su muerte.
Muerte.
Un accidente automovilístico que terminó por derrumbar a ambas familias. Ambos artistas terminaron con sus vidas el mismo día, gracias a un maniático que conducía en estado de ebriedad a más de 100 km/h. Una tragedia marcada en ambas partes hacía doce años. Si bien, Law y sus hermanos ya eran mayores, al igual que Nojiko, el hecho no desaparecía la falta que sus padres les hacían.
—Tengo presente eso, ya que te has encargado de recordármelo estos últimos días —dijo Nami con cierto recelo, cruzando los brazos contra su pecho.
—Y hablando de la guapura de Law... ¿Qué tienes pensado hacer si esa alianza se llega a dar?
—No me quedará de otra que trabajar con su banda. Después de todo, Penguin y Shachi seguirán siendo mis amigos aunque pasen los años.
Una discreta sonrisa dibujó los labios de Nami. Recordar a ese par como sus amigos le hacía entrar en melancolía. No imaginaba el cambio mental que habían tomado los dos sujetos después de una década de no verlos.
—Además, no creo que a tu novio le guste la idea de que llames a otro hombre "guapura" —recalcó mordaz la menor—. A eso se le llama infidelidad.
—Tú eres la menos indicada para decir eso, hermanita —rió Nojiko tras sus palabras—. Yo creo que estás celosa.
—Ya te he dicho que mis sentimientos hacia Trafalgar murieron hace años.
Nami se dirigió de nuevo a su asiento, arrebatando el control remoto de las manos de su hermana. Encendió de nuevo el televisor y antes de clavar su mirada en él, dedicó una fugaz mirada a la mayor para posteriormente, sonreír. A Nojiko le gustaba hacerla jorobar con el tema del hombre al que tenía en pantalla, era por eso que siempre se encargaba de recalcar su relación pasada.
Sin embargo, ella seguía rememorando los días felices a lado del cantante con melancolía. Pero no podía admitir que lo extrañaba como a un amigo, mucho menos delante de su hermana mayor. Debía mantenerse fuerte y sensata cuando la hora de su reencuentro llegara.
El sonido de un teléfono celular llenó el silencio que se había formulado, dando señal de un nuevo mensaje de texto. Al leerlo, Nojiko masculló un par de maldiciones inteligibles para la de cabello naranja, provocando una risita burlona de su parte.
—Parece que ya se te hizo tarde —llamó la atención la menor—. Las modelos no saben de paciencia.
—Me tengo que ir —dijo ella mientras tomaba su bolso y caminaba hacia la puerta—. Procura asearte un poco para tu reunión de hoy. Estás asquerosa.
—¡Yo también te quiero, hermana! —exclamó divertida la chica—. Por cierto, le dices a Boa que no se preocupe. No estoy interesada en su Luffy.
—Eso se lo puedes decir tú cuando los vea desayunar juntos otra vez.
La puerta se cerró tras de ella, sin darle la oportunidad a Nami de responder. Bufo molesta. No comprendía el empeño que ponían las personas al relacionarla con Luffy como una pareja sentimental, cuando ellos ya les habían dejado claro que sólo eran amigos. Ella tenía a su pareja y él, sospechaba que también la tenía. No había porqué rumorar que existía algo más entre ellos.
Sus deseos por mirar la programación televisiva se esfumaron, dando por terminada esa actividad. Levantándose del sofá, se encaminó hasta el cuarto de baño lista para darse una ducha. Aún le quedaba algo de tiempo libre antes de la reunión especulada con sus compañeros y mánager, así que no tenía ninguna prisa para preocuparse por ello en ese momento.
Se despojó de sus prendas y entró a la tina para disfrutar de un baño de burbujas. Pasó un moderado lapso de tiempo hasta que el sueño comenzó a invadirla, sus ojos poco a poco eran más pesados y empezaron a cerrarse poso a poco. Estuvo a punto de quedarse profundamente dormida cuando el sonido de su celular la alarmó, provocando que pegara un ligero respingo. Paseó su vista por la habitación hasta dar con el pequeño objeto que le indicaba que una llamada estaba entrando, lo tomó en sus manos y al observar de quien se trataba, inmediatamente lo colocó sobre su oreja.
—¿Te desperté, nena?
—Siempre adivinas lo que estoy haciendo, cariño —dijo Nami soltando una risilla traviesa.
—No por nada eres mi chica. A propósito, no se te vaya a olvidar que esta tarde tenemos una cita.
—Lo tengo presente desde que lo acordamos —ella jugaba con su mano libre entre el jabón de la tina—. Recuerda que tienes que pasar por mí al estudio después de mi reunión con los chicos.
—Estaré ahí puntual. Después de cenar, te tengo una sorpresa.
—Muero por saber de que se trata —manifestó pícara—. Te veo en unas horas. Te quiero.
—Te quiero, nena.
La llamada finalizó. Nami esperó un momento más antes de salir de su relajante baño; cuando lo hizo, tomó una bata y la colocó sobre su cuerpo desnudo, salió del cuarto y se dirigió a su habitación. Abrió su amplio armario -el cual guardaba un extenso guardarropa- y eligió el atuendo que llevaría esa tarde: un sencillo vestido de encaje y corte recto a medio muslo de color verde, el cual hacía juego con sus zapatillas blancas. Secó su largo cabello y lo ató en una coleta alta y maquilló su rostro sin usar demasiado maquillaje, como lo hacía Boa Hancock o su hermana.
La hora de su reunión se acercaba, así que decidió que era hora de partir. Tomó su bolso y salió del apartamento en el que vivía. Decidió no salir en su coche, ya que su novio pasaría por ella después, por eso decidió llamar a un taxi para que la llevara al lugar en el que se encontraría con sus compañeros.
El camino fue aburrido. El taxista sólo se limitó a conducir a pesar de conocer perfectamente la carrera que ejercía la chica. Además de ser la vocalista de una amada banda de rock, era la portada de muchas revistas. Sin embargo, la apariencia del tipo denotaba que se trataba de un viejo cascarrabias, malhumorado e impaciente, ya que pudo notar un ligero tick en el rostro del mismo mientras ella recordaba la dirección.
Estando a punto de llegar a su destino, una vibración la hizo posar su atención en el bolso que llevaba, para buscar su teléfono celular e inmediatamente, echar un vistazo a la pantalla. Era un mensaje de texto de un número desconocido.
Nuestro día llegará pronto. Ansío ese momento.
Desconcertada, nuevamente guardó el celular dentro de su bolso. No reconocía al numero que le había mensajeado ni sospechaba quien pudiera ser. Decidió restarle importancia, tal vez se hubieran equivocado o uno de sus desquiciados fanáticos hubiera conseguido su número, siempre le pasaban cosas similares con ellos, recibiendo llamadas o mensajes diciendo que la amaban o que era la mejor. Ya se había acostumbrado a eso.
El vehículo se detuvo frente al estudio de grabación: Un gran edificio que tenía el logotipo de una estrella con una especie de cicatriz en su lado derecho. Bajó del taxi, agradeciendo por el servicio y al mismo tiempo, pagando por el mismo. Cuando el taxista partió, Nami se dio media vuelta para contemplar la edificación y posteriormente, entrar.
—Señorita Lager, sea bienvenida —llamó una de las secretarias—. Los señores llegaron hace un momento. Se encuentran en el estudio junto a su mánager.
—Gracias, Camie —le dijo Nami con una cálida sonrisa—. En un momento estoy ahí.
—Señorita Lager —antes de que Nami desapareciera, Camie la detuvo—. El señor Monkey estuvo aquí hace un momento. Dijo que se comunicara con él para acordar el día de su próximo desayuno.
—Lo haré. De nuevo gracias —pronunció amablemente la chica—. Por cierto, ya te he dicho que me llames Nami.
—Que tenga un buen día, señori... Nami.
—Igualmente, Camie.
La mujer tomó el ascensor que conducía al cuarto piso. Estaba impaciente por escuchar una respuesta negativa por parte de su mánager y armar un debate entre sus compañeros. No deseaba trabajar junto a un artista como Trafalgar, pero si las cosas se daban de otro modo, debía asumir con juicio lo que le venía en un futuro.
Cuando llegó a la puerta del estudio de grabación, no pido evitar hacer una mueca de desagrado al escuchar las voces de sus añigos, junto a la de su representante. Sin duda esa reunión no terminaría como ella esperaba. Golpeó sutilmente un par de veces la puerta de madera, hasta no escuchar más que silencio y posteriormente, una voz increíblemente melosa diciéndole «Adelante, Nami-san». Entró a la habitación y se encontró con todas las miradas posadas sobre ella.
—Como siempre, eres la última en llegar —comenzó por hablar un hombre de cabello verde.
—Da gracias que yo te traje hasta aquí, Zoro —especuló otro hombre moreno y de cabello rizado—. Si fuera por tu propia razón, hubieras terminado al otro lado de la ciudad.
—¡Cállate, idiota! —bufó Zoro, enfadado por el comentario de su compañero.
Nami suspiró resignada. Si bien, ellos eran como hermanos, las típicas peleas provocadas por tonterías no faltaban cada que estaban juntos. Eso era lo que a ella le gustaba para aminorar su estrés.
Tomó asiento en una de las sillas disponibles al frente del pequeño escritorio que ahí se encontraba. Comenzó por observar las facciones de cada uno de sus amigos para terminar con la de su representante, para deducir si ellos habían llegado a un acuerdo antes de hacer acto de presencia. No hubo ninguna respuesta, así que sólo espero que alguno hiciera el primer comentario.
—Nami, antes de que llegaras estábamos discutiendo la razón de nuestra reunión —comenzó el mánager del grupo.
—¿Y a qué conclusión llegaron? —cuestionó ella intrigada.
—Verás, Nami —llamó su atención una mujer de cabello negro y grandes ojos azules—. La mayoría de nosotros hemos concretado que el proyecto debe realizarse.
—¿La mayoría? —volvió a preguntar Nami—. Robin, ¿Alguien se negó a participar?
—Fui yo —Zoro levantó su mano de manera cansada.
Nami se regañó mentalmente al hacer esa pregunta. Conocía lo suficiente a sus compañeros como para adivinar fácilmente quien sería la persona que se negara a dicha alianza. Robin lo pensaría durante un momento, tomando la decisión adecuada. Y esa oportunidad sería la adecuada; Usopp, se haría del rogar durante unos minutos, para después, aceptar el contrato sumamente emocionado; con Sanji no existía la opción de dudar. Si Robin había aceptado, era seguro que él también lo hubiera hecho, queriendo obligar al cabeza de marimo a recapacitar de su decisión; Zoro era el único al que le gustaba trabajar independiente. A él no le gustaban ese tipo de alianzas, ya que -según él- era mejor que el público los hiciera notar por su trabajo individual y no en colaboración con otras bandas.
—¡Maldito marimo! —exclamó iracundo Sanji—. Si las damas lo aceptaron, no permitiré tu negación.
—¡A ti no te importa, estúpido cejitas! —gritó Zoro, levantándose de su asiento de golpe.
—Para tu información, estamos en la misma banda, así que... ¡Sí me importa, idiota desorientado! —el rubio se levantó de igual forma.
La pelea se intensificó al punto de que los dos hombres chocaran sus frentes contra sí, a la vez que rechinaban sus dientes y sus miradas irradiaban en rabia contenida. Algo que no duró mucho tiempo gracias al prominente golpe que Nami les concedió a cada uno, provocándoles un gran chichón en la cabeza.
—No es momento de discusiones sin sentido —advirtió Nami furiosa—. Cada quien es libre de ejercer su opinión y yo estoy de acuerdo con Zoro.
—¡Nami-san! —dramatizó el rubio.
—No veo necesaria esta alianza —explicó ella—. Que la banda "Heart" busque a otra banda, existirán otras que acepten con gusto. Nosotros podemos trabajar independientemente.
—Lamentablemente no sólo es tu opinión o la de Zoro —el representante capturó la atención de los presentes—. Y para esto es la reunión. Sabía que esto pasaría, así que me di la tarea de hacer que todos lleguemos a un acuerdo factible.
—¿A qué te refieres? —cuestionó Usopp.
—A que cada uno de ustedes, manifestará una razón lo suficientemete convincente para aceptar o no la invitación que nos han hecho los Heart. Queda prohibido repetir argumentos y posteriormente, se hará votación de lo que se crea más conveniente para la banda. Así que piensen bien en sus respuestas.
El silencio inundó la habitación. A Nami no se le ocurría ningún otro argumento satisfactorio con cual contraatacar a los veredictos positivos. Sabía que de una manera u otra, la terquedad del mánager era superior a la suya y esa idea le carcomía hasta sus más sensatos sentidos.
Todos parecieron meditar sus opiniones durante un momento, denotando un entrecejo arrugado y sus labios en una delgada línea recta -en especial Usopp-. Una fina capa de sudor adornó el rostro de la chica de cabello naranja al no encontrar un argumento lógico que desertara la oportunidad que se les había presentado y quería rechazar.
—Deduzco que es una buena opción aceptar la invitación que muy amablemente nos han hecho los miembros de Heart y su mánager, puesto que oportunidades como esta no se presentan a menudo —comenzó a explicar Robin—. La audiencia se elevaría notoriamente, llegando incluso a alcanzar a Monkey D. Luffy.
—Concuerdo con Robin-chan —apoyó Sanji tomando la palabra—. Además de elevar la audiencia, la venta de ese sencillo se daría a notar en todo el mundo.
—Eso sin mencionar las listas de popularidad —añadió Usopp oportuno—. Con esa canción, tanto como los Heart, como nosotros dejaríamos atrás al actual líder, Luffy. Después de eso, quedar por encima de Trafalgar será pan comido.
Demonios.
No tenía salida. Sólo le quedaba una última esperanza en el veredicto de Zoro para contrarrestar la decisión final. Sin embargo, dudaba de las capacidades cognitivas que pudiera tener el de cabello verde; no podía fiarse de sus palabras y eso la alteraba aún más. Si ese marimo no daba una buena explicación, ellase encargaría de cobrársela después.
—Debo admitir que si colaboramos juntos, la probabilidad de ser los reyes del escenario se incrementarían —concluyó Zoro arrastrando sus palabras.
—¡¿Pero qué estas diciendo, idiota?! —exasperó Nami histérica —. Nosotros podemos subir a la cima sin necesidad de hacer niguna alianza con músicos talentosos... ¡No dependemos de eso!
—No se trata de eso, Nami —el mánager elevó el tono de voz—. Ustedes, artistas, deben de hacer notar a su público que pueden trabajar perfectamente con sus rivales. No entiendo porqué te rehúsas a esto si has colaborado con otros artistas sin ningún problema.
Nami no tuvo un contraataque eficiente para poder manifestarlo. El eco de la profunda voz de Law resonaba en su mente una y otra vez, haciéndola quedarse en silencio durante un momento.
Sonrió derrotada.
Maldijo mentalmenta a las personas que ahí se encontraban y por último, se levantó de su asiento llamando la atención de sus compañeros. No sabía lo que debía decir para sonar menos humillada, pero estaba segura de que humillada ya había sido, puesto que ella siempre se salía con la suya y verse de esa manera le resultaba abrumador.
—Entiendo. Mi voto es a favor de la dichosa alianza —levantó su mano en señal de aprobación.
—Somos dos —dijo Robin.
No hubo necesidad de que alguien más expresara algo. Todos los miembros levantaron su mano, indicando que estaban a favor del nuevo proyecto. Entonces el representante de la banda sonrió victorioso. Trabajar junto a la banda "Heart' iba a ser realmente emocionante y por consecuente, los frutos iban a darse muy pronto.
—Está decidido —dijo él —. Nuestra alianza con los Heart ha comenzado.
To be continued...
Notas de autora:
¡Hola! Sé que no debería escribir nuevas historias cuando no he terminado unas, pero... Si no lo hacía ahora, la idea se me esfumaría así como llegó. TnT
Últimamente me he enganchado con Law y Kid que, ponerlos en un fic juntos (no como pareja) se me hizo único. Tal vez sea la única desorientada a la que le encante el pelirrojo xp.
Esto es un universo alternativo, así que las personalidades de los personajes pueden variar drásticamente. Aunque procuraré no hacerlos demasiado Ooc.
Si a algún lector le ha gustado esto, o tiene alguna queja o sugerencia, pueden acudir a la caja de los comentarios o mandar un mensaje privado. Normalmente respondo antes de subir algún cap.
Ahora... Esto es sólo un prólogo, por eso no supe que nombre ponerle a la banda de Luffy ni a la de Nami. No encontraba algo que los relacionara con el anime/manga. Se aceptan sugerencias, plox.
En cuanto actualización (en este y en mis otros fics) no tengo ni una remota idea de cuando podré actualizar, la verdad soy algo irresponsable xD. Además de que ya estoy comenzando mis clases... ¡Deséenme suerte! Okno...
¿Quién será el novio de Nami? ¿Quién le ha mandado ese mensaje misterioso? ¿Quien es su mánager? ¿Por qué Nami no quiere trabajar junto a Law?
Son preguntas que más adelante podrán leer (si les llega a gustar esta historia) .
¡Nos leemos! (\•3•)/
