Hello!
Si pensara que me a asaltado la inspiración con dos nuevas historias en proceso jeje, y tendrán razón, porque esta nueva historia me asalto en un sueño, y nada mas despertar tuve que ponerme a escribir.
En resumen... trata sobre un Aoshi bastante pervertido que vive de una manera poco decente para la prestigiosa familia a la que pertenece, y claro le buscaron una solución, que es Misao. Al principio parecerá un poco inocentona pero dará muchas sorpresas, prometido.
Esta ambientada en USA, en Carolina del Sur... históricamente piensen en la época de la guerra de Secesión, aunque no me adentrare a describir esas cosas.
Solo imaginen las plantaciones de tabaco y algodón, esclavos, terratenientes...etc
PD.: advierto que este fic contendrá mucho LEMON y situaciones fuertes, será AM principalmente, con algo de KK y SM.
INTRODUCCIÓN
LOVE'S SIN
-
No sabia como se había metido aquel problema, pero ya no había vuelta atrás.
En esos momentos, sentada en la vieja carreta junto a su recién adquirido marido, era incapaz de mirarle a los ojos, todo había pasado demasiado rápido y no había podido siquiera hacer algo por evitar toda aquella situación.
Pero no estaba en sus manos. Prácticamente la habían "vendido" a aquel supuesto señorito, que aunque venia de buena familia, dejaba mucho que desear en lo que a modales y educación se refería.
Ni siquiera los baches del pedroso camino hacia la granja la hacían relajarse de su rigidez.
Respiro profundamente al ver a lo lejos los campos de maíz y la gran casa y establos..., no sabia aun lo que le deparaba en su nuevo hogar, además de hacer el papel de esposa y ama de casa perfecta, solo para acallar las malas lenguas.
Si, ese seria su nuevo trabajo de ahora en adelante. Había pasado de ser una criada de plantación de tabaco a la esposa de un descarriado granjero acomodado.
Cerro los ojos con fuerza.
Con suerte los rumores sobre Aoshi Shinomori serian una exageración de la realidad.
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Las campanadas de la iglesia eran lo único que se escuchaba en el pueblo a esas horas, tras la finalización de la matutina misa de domingo.
Solo unos instantes después la gente empezó a salir del portón principal y el barullo hizo su aparición de nuevo en las calles de Charleston, Carolina del Sur.
Como cada domingo los lugareños se quedaban algunos minutos mas a la puerta de la iglesia conversando animadamente, mas bien poniendo al día los chismes de la ciudad.
Los últimos en salir fueron un anciano elegantemente vestido, junto a un hombre de unos 30 años increíblemente atractivo, de coleta azabache, ojos claros y porte de caballero, dándole el brazo a una mujer de mas o menos su edad, de cabello castaño y ojos del mismo color, también elegante.
Okina Shinomori era uno de los afortunados trabajadores que había conseguido con el sudor de su frente una buena posición social en una época en la que reinaban los grandes dueños de plantaciones, los militares y luego las clases mas pobres y esclavos traídos del continente africano.
Tras muchos años de trabajo consiguió una pequeña fortuna, suficiente para abrirles un camino de triunfos a sus dos hijos varones.
Uno de ellos el que estaba a su lado, Seijuro Shinomori.
-Donde demonios se ha metido tu hermano?.- Le pregunto el viejo Okina a su hijo, mirando a todos lados.- Le dije bien claro que podía faltar a las reuniones que le diera la gana, menos a la misa del domingo!
Seijuro resoplo.- Es que no te lo imaginas? Anoche tendría fiesta...
Okon, su esposa desde hacia 7 años, le jalo suavemente de la manga de la chaqueta, mirando a su alrededor.
-Todos nos miran cariño, por culpa de Aoshi, como siempre!
-Esto se esta haciendo insoportable.- Murmuro Okina, masajeándose la sienes.- Las viejas brujas de la junta parroquial me han advertido de la situación de Aoshi.
La familia empezó a caminar entre el gentío, intentando evitar conversación demasiado largas con falsas sonrisas y varias excusas. Cuanto antes salieran de allí mejor, no podían exponerse mas de lo necesario a las criticas de los demás, que hacia algunos años se habían vuelto insoportables.
Pudieron refugiarse en el restaurante propiedad de la familia desde hacia generaciones, la mina de oro que los había sacado de la pobreza después de mucho trabajo.
Okon se disculpo y retiro hacia la segunda planta donde las dos pequeñas fruto de su matrimonio esperaban ansiosas a la llegada de su madre, mientras los hombres se acomodaban en una de las mesas para tomar la primera cerveza del día y hablar de un tema que les estaba volviendo loco.
-Esto no puede seguir así.- Susurro Okina, tras darle el primer sorbo a la cerveza.- Tenemos que ponerle remedio a esta situación ya que parece que tu hermano no tiene intenciones de solucionar sus problemas.
Seijuro suspiro profundamente.
Había apoyado a su hermano pequeño desde siempre, después de todo nadie le conocía mejor que el, incluso llegaba a entenderlo, pero la situación se les había salido de las manos y la vergüenza empezaba a caer en el nombre de su familia.
-Si, es hora de que Aoshi entienda.- Asintió el mayor de los hijos Shinomori.- Esta mañana he escuchado de los palcos detrás nuestro que le vieron anoche seduciendo a una de las criadas de la plantación de Himura.
Okina abrió los ojos.- Como?
-Seguramente es un invento.- Intento defender Seijuro, hacia mucho tiempo que los rumores se habían vuelto exagerados.- Aunque conociendo a Aoshi tampoco me extrañaría.
Okina, en un ataque de furia, le dio un golpe a la mesa con la jarra de cerveza.
-Me da lo mismo si tu hermano es incapaz de tener los pantalones amarrados!.- Grito, ya desesperado.- Ningún hombre de esta familia ha destacado por fiel, pero al menos que guarde las apariencias, necesita una mujer que acalle los rumores y le de a esos niños un buen hogar.
Seijuro rió con ganas.- Y donde vas a encontrar a una mujer dispuesta a ser la nueva cornuda de Aoshi?, todas las mujeres decentes de esta ciudad saben como es, ningún padre le daría la mano de su hija.
Entonces una idea paso por la mente de Okina.
Estaba claro que su hijo no tenia remedio, el mismo lo había criado para ser lo que era. Un hombre hecho y derecho, un hombre de su casa, amante de las mujeres y el vino, que no permitiera que nadie le mandara... siempre había querido que sus hijos fueran así.
Que consiguieran todos sus objetivos, una buena mujer que les diera hijos sanos y excelente ama de casa y todo lo que se propusieran.
Con Seijuro al ser el mayor había tenido mas disciplina, pero Aoshi había sido demasiado mimado y se le había escapado de las manos.
Aoshi Shinomori era un mujeriego, incapaz de rechazar una buena presa, era duro de roer, cabezota y hacia lo que le daba la gana siempre... estaba claro que no se podía cambiar a su hijo..., pero si las circunstancias.
-No necesitamos una mujer de buena familia, eso ya fracaso.- Sonrió con malicia el anciano.- Solo necesitamos una mujer cualquiera, que haga el papel de esposa y ama de casa, y le exigimos a Aoshi que al menos sea discreto con sus libertinajes, si no jamás recobraremos el honor de nuestro nombre.
-Mucho menos después de que Ella se largara con un soldado raso.- Murmuro con pena Seijuro.- Y de donde sacamos una mujer dispuesta a tal cosa?
Otro asunto importante.
La verdad que pensándolo bien no podía ser tan difícil, tenia que haber alguien dispuesto y valiente... o al menos una chica estúpida.
-Le diría a alguna de las chicas del restaurante, pero me hacen falta todas acá.- Pensó Okina profundamente, tenia que conocer a alguien con las características adecuados.- Desde luego tiene que ser bonita porque si no Aoshi no la aceptara en su casa...
Seijuro asintió de acuerdo, mientras pensaba también en alguna candidata.- Creo que entre mi servicio podemos tener a alguien...
Un brillo de esperanza apareció en los ojos del anciano.
-No hace mucho que trabaja en nuestra plantación, es guapa y obediente.- Seijuro sonrió ampliamente.- Creo que ella puede ser la elegida, ni siquiera hará falta convencerla, simplemente la mandaremos a su nuevo trabajo.
-El problema estará en Aoshi.- Okina lleno de nuevo su vaso.- Le mandare una carta rápidamente con nuestros planes, no podrá negarse.
-En serio?.- El hijo mayor levanto una ceja, sorprendido.- Y como le convencerás?
Justo en ese momento una sonrisa malévola hizo su aparición en el viejo hombre, algo tramaba y parecía estar muy seguro de si mismo. Su hijo no tendría oportunidad de negar la opción que le brindaban, simplemente aceptaría si sabia lo que le convenía.
Se habían acabado los mimos para Aoshi Shinomori.
-No le quedara otro remedio y por fin nuestras vidas volverán a la correcta normalidad.
Seijuro levanto la copa para brindar, confiaba plenamente en su padre, podía ser un gran estratega.- Entonces brindemos por el final de una mala época.
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Así había empezado la maquinación que tenían sus familiares para con el.
Mientras el disfrutaba de su eterna soltería sin siquiera poder imaginarse lo que estaba apunto de caérsele encima.
Y así era de despreocupado Aoshi Shinomori.
En esos momentos estaba pagando con creces aquellos años de libertad vigilada, ya que los chismosos de Charleston parecían entretenerse cada día con las anécdotas de su vida privada.
A el no le habían importado, sabia lo entrometidos que eran en las ciudades, por eso había optado por retirarse a las afueras, a vivir cómodamente en una granja, pero la distancia no le había librado de las malas lenguas.
Y parecía que su padre y hermano no estaban dispuesto a seguir excusándolo.
Suspiro profundamente y pensó en la borrachera que se cogería esa noche. Su noche de bodas.
No pudo evitar sonreír ante la idea y miro a su derecha, donde había una jovencita, que no contaba con mas de 18 años, de cabello negro recogido firmemente y ojos verdes esmeralda. Recatada al vestir, como una criada.
Volvió a sonreír.
Como ultima opción lo habían casado rápidamente con una criada.
Una sirvienta callada, sin ninguna gracia y sin conversación..., podía entenderla, seguramente estaba aun mas molesta con aquella unión que el, pero al menos ella tenia bonita vista, pensó. No había salido perdiendo con aquel matrimonio, podría al menos decir algunas palabras.
Su sonrisa se desvaneció.
Ahora empezaba a estar realmente molesto con su familia.
Pero que podía hacer? Aquella carta de su padre lo había dejado sin opciones.
Se casaba Si o Si.
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Se mojo la cara con agua bien fría del pozo, con el calor de aquella época y el que dominaba su cuerpo en ese momento si no lo hacia se desmayaría seguro.
Tras unos momentos sintiendo el fresco en el rostro, se seco y se abrocho la camisa con paciencia.
Era entrado el mediodía y tras el ejercicio de esa mañana tendría mas hambre que nunca.
Miro hacia un hueco entre el maizal donde daba un poco la sombra y sonrió pícaramente, mientras una mujer de largos cabellos negros, ojos miel y vestimentas de dama, se colocaba la ropa a toda prisa, con el ceño fruncido.
-Crees que tu marido te echa de menos que tienes tanta prisa?.- Sonrió sin vergüenza, abrochándose también los pantalones.- Creo que a estas alturas esta acostumbrado a tus... largos paseos por el campo.
-Cállate Shinomori.- La joven de mirada almendrada le miro con molestia.- Que te quede claro, es la ultima vez.
-Cuantas veces me has dicho eso?.- Rió mientras cogía el cubo de agua y lo soltaba de nuevo dentro del pozo.- Tendré que contar mucho hasta la próxima vez que vengas en mi busca?
Sintió como un zapato se estrello en su espalda e imito con sorna que le había dolido, sin poder evitar reírse. La joven camino hacia el para recoger su calzado y le miro, fría y firmemente.
-Cuenta todo lo que quieras.- Sonrió con malicia, muy segura de si misma.- Eres bueno en la cama Shinomori, pero no vales para nada mas.
Aoshi fingió ponerse pensativo.- Curioso..., eres una mujer muy exigente Megumi, tu marido es muy dulce pero para lo que no sirve me buscas a mi..., y a mi me falta lo que tiene tu marido..., deberíamos vivir los tres juntos, no crees?
La joven se echo a reír abiertamente, mientras empezaba a alejarse.- Es lo que le faltaba a tu ya hundida reputación Shinomori!, Además, ni loca permitiría que me relacionaran contigo!
-No es eso lo que me demuestras en la cama!.- Rió, mientras veía como la morena se alejaba por el campo de maíz, enseñándole un dedo sin ninguna educación.
Tranquilamente saco una pipa de su bolsillo trasero y luego busco las cerillas, había sido un día satisfactorio y apenas iba por la mitad.
Fue entonces cuando oyó la voz de una niña gritando algo un poco a lo lejos, detrás de los campos de maíz, y después vio la silueta de un jinete acercándose a la gran casa que quedaba al centro de los verdes campos.
Era lunes, el día del cartero.
La correspondencia no era algo que le produjera mucha felicidad, casi nunca recibía buenas noticias, pero aquel día estaba mas contento de lo normal, no había mala noticia que pudiera arruinar su maravillosa jornada. Incluso llego a creer que vendrían buenas nuevas, así que se apresuro a cruzar lo que quedaba hasta la casa.
Para cuando llego el jinete se había bajado del caballo y le esperaba sonriente.
Eso no le gusto a Aoshi, parecía que tramaba algo.
-Buenos días Sr. Shinomori.- Saludo cortésmente, mientras buscaba en su bolso.
-Buenas tardes dirá..., trae algo bueno?.- Aoshi se acerco y miro el caballo, pensando en que era un buen ejemplar.
-El boletín mensual y una carta de su padre.- Anuncio feliz mientras le dejaba las cartas en la mano.
Aoshi observo con atención la carta de su padre, la semana pasada también le había escrito... no podía ser nada bueno.
-Que pase un buen día.- El cartero se subió a su caballo y dio media vuelta, en camino hacia la próxima granja.
El joven de ojos hielo ni siquiera había despegado la mirada de la carta, mientras la abría lentamente.
Su padre no solía escribirle tan seguido..., o había pasado algo importante o le esperaba una gran sorpresa, y su intuición le decía que era lo segundo.
Antes de abrirla miro hacia dentro de la casa, se veían sombras dentro de la cocina así que pronto estaría la comida preparada, tenia que darse prisa porque moría de hambre.
Entro en el porche y cruzo la entrada, mientras dejaba a un lado el boletín mensual de la ciudad sobre una mesita al lado de la puerta, donde se amontonaban otras ediciones del boletín. Camino por el pasillo que daba a la cocina y terminaba de abrir la carta, se oía mucho jaleo dentro de la cocina.
-Quieren dejar de hacer escándalo?!.- Grito, haciendo que cesara el ruido justo cuando empezaba a leer la carta.
Leyó atentamente cada línea cada palabras mas de tres veces... era imposible, no podía ir en serio.
Era su padre... iba completamente en serio, se respondió así mismo. Se esperaba que en algún momento le echaran otra reprimenda por su manera desenfrenada de vivir..., pero... medidas tan drásticas?
Las rechazaría sin dudarlo, nadie tenia derecho a decirle como tenia que vivir su vida... ni siquiera su padre y hermano..., pero le había puesto entre la espada y la pared.
Parecía que la manera de limpiar el estúpido apellido de la familia era que el se volviera un hombre honorable... y que forma habían pensado para atarlo? Casándolo una vez mas... Obligándole de nuevo a pasar por el altar, y esta vez parecía que no iba a tener derecho siquiera a buscar el mismo a su esposa.
Era eso o... Nada.
O iba el sábado por la tarde al pueblo para que el cura le casara con una completa desconocida ... o se vería en la obligación de abandonar su casa, su familia, su nombre y la ciudad..., que hacer?
Miro al techo, llevándose una mano a la frente y cerrando con fuerza los ojos.
Pensándolo bien... ya que no parecía tener salida... una mujer en casa no seria tan horrible, verdad?
Miro a su alrededor, todo estaba echo un desastre..., no le quedaba de otra que pensar en las ventajas, al menos su cama no estaría vacía.
Aunque la ocupara de ahora en adelante la misma mujer.
Solo esperaba que tuvieran buen gusto escogiendo a su esposa. Que tan malo podía ser? Tendría quien le fregara la casa, le hiciera de comer, cuidara de la familia y con suerte seria hermosa y tendría alguien dispuesto cuando el quisiera..., aunque lo ultimo si no se le concedía tampoco seria un problema.
Si algo no le faltaba nunca a un Shinomori era encontrar quien calentara su cama, y mucho menos el.
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4 días después ahí estaba.
Conduciendo su carreta en dirección a su hogar con una nueva miembro para la familia.
Había pasado todo demasiado deprisa, ni siquiera supo como había encontrado el valor para ir esa mañana hasta la iglesia de Charleston..., en otra época a mitad de camino hubiera huido de la ciudad sin pensarlo. En otra época...
Que remedio le quedaba? A lo mejor era hasta buena idea...
Cuando supo por boca de su hermano Seijuro que su esposa la habían encontrado de entre los empleados de la plantación de la familia de su cuñada Okon pensó lo peor, incluso se temió que tuvieran el valor de casarlo con una esclava. Entonces espero cualquier cosa, y aunque cuando apareció la novia junto con su padre no se decepciono de lo que había visto de ella... tampoco es que le apasionara aquella muchacha.
Al menos le quedaba la seguridad de que era una joven trabajadora y sumisa.
Lo que le faltaba seria que encima fuera rebelde.
Entraron por el camino hacia la casa principal de la granja, mientras el sol empezaba a ponerse por el horizonte. No era una mala vista para un día como aquel.
Solo quedaba ver como se adaptaba la jovencita a su nueva vida.
Paro el carro delante de la puerta de la casa y se bajo tranquilamente de un salto, sin evitar mirar al segundo piso de la casa. En esos momento se veía desde una de las habitaciones como las cortinas se cerraban rápidamente, después hablaría seriamente con los causantes de ese movimiento.
Amarro a los caballos sin reparar en la presencia de su ahora esposa, hasta que se dio cuenta de ello.
La miro y vio que la joven ni siquiera había levantado la mirada de su regazo, donde tenia las manos apoyadas, la misma posición desde que se había subido en Charleston.
Se acerco a ella, esperando que le mirara para ayudarla a bajar, pero sin obtener resultados durante largos segundos opto por respirar profundamente.
-Vas a bajar o quieres dormir ahí?.- Pregunto bruscamente, haciendo que la joven le mirara fríamente, después de eso pensó que no quería saber la respuesta.- Venga, te ayudo a bajar.
Con cuidado le dio la mano y la ayudo a saltar del carruaje, para luego coger sus maletas.
-Gracias.- Abrió la boca por primera vez la joven, bastante tímida.
Aoshi sonrió sarcásticamente.- No soy tan bruto como habrás oído por ahí, como es que era tu nombre?
-Misao.- Respondió, con una mirada dura, desde luego si no era bruto no le estaba demostrando lo contrario.
-Bienvenida a tu nueva casa Misao.
La joven de ojos verdes levanto la mirada por primera vez en todo el día, curiosa por saber donde viviría de ahora en adelante, y lo que vio precisamente no la entusiasmo.
No es que fuera una casa fea o pequeña, parecía muy amplia, perfecta para las grandes familias granjeras, y muy bien distribuida..., pero increíblemente sucia, con necesidad de algunos arreglos y sobretodo un toque femenino.
Algo que no entendía. Tan famoso Shinomori por haber tenido relaciones con mas de la mitad de las féminas de Charleston y a ninguna se le había ocurrido darle consejos de decoración.
La muchacha sin darse cuenta puso una mueca un poco fea mientras observaba la casa, algo que no dejo indiferente a Aoshi. Este frunció el ceño y dando grandes zancadas subió al porche y abrió la puerta de entrada.
-Si no te gusta es tu problema, por desgracia para ambos no tendrás mas remedio que vivir aquí.- Dijo duramente y sin arrepentimientos el joven Shinomori dándole paso.- Entras o te quedas fuera?
Misao suspiro, arrepentida por haber mostrado disgusto, seria muy difícil soportar a ese hombre.- Entro, muchas gracias.
Paso de largo con decisión entrando en el pequeño recibidor, y al ver el interior de la casa soltó otro suspiro, aun mas profundo.
El destino le tenia reservado, desde siempre, grandes cambios en su vida, pero hasta ahora siempre malos, y parecía que seguiría así por mucho tiempo. Lo supo el día que le anunciaron que se comprometería con el mayor Don Juan de Carolina del Sur.
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Como todos los días se había levantando mucho antes del alba, pero al ser lunes se había tenido que levantar todavía mas temprano aun, ya que le tocaba ayudar en la cocina a la anciana cocinera que trabajaba allí desde tiempos inmemorables.
Se dedico toda la mañana antes del desayuno de los señores a hacer pan y pelar papas sin parar.
No se quejo, a diferencia de muchas personas le gustaba los lunes solo por ese detalle, le encantaba estar en la cocina, pero pocas veces tenia la oportunidad de servir en ese lugar de la casa, el resto de la semana lo pasaba de limpieza por la gran plantación.
Hacia poco menos de un año que la habían mandado a trabajar a la Plantación del matrimonio Shinomori, como regalo de sus antiguos señores. Era increíble que sin ser realmente una esclava mandaran en su vida como tal.
Pero ni siquiera tenia una mínima oportunidad para salir de esa vida, no tenia dinero y en tal caso... a donde iría? Que podría hacer? Toda su vida había sido cocinera y se había encargado de limpiar las casas de los grandes señores del sur de Estados Unidos... y con 19 años que había cumplido no sabia hacer otra cosa que servir.
Y estaba resignada a pasar lo que le quedara de vida sirviendo, a esas alturas tampoco le parecía mala idea, era eso o ser esclava o mendiga. Nunca conseguiría encontrar un buen marido que la sacara de esa vida, no era lo suficiente guapa para que un hombre con buena posición se fijara en ella, y la única forma de ganar dinero para una mujer sin ser limpiar una casa o cocinar... era vender su cuerpo.
Sonrió, su vida no era tan horrible.
Aunque trabajara de sol a sol tenia comida, cama y Seijuro y Okon Shinomori era muy buenos señores, comparados con los desalmados y negreros que había tenido desde pequeña cuando su madre prácticamente la vendió a un terrateniente de Texas.
Ahora vivía muy bien.
Llego la hora del desayuno de la familia y ese lunes en particular le tocaba servir la mesa, ya que la mujer que se encargaba de ello se había puesto de parto hacia dos días. Otra vez.
Se levanto de la mesa donde pelaba papas y se limpio un poco el delantal antes de coger las bandejas que ya estaban preparadas para ella.
-Corre, hoy el Señor Shinomori tiene que ir a Charleston temprano.- Le informo la Cocinera con voz maternal.- Y seguro tiene mucha hambre, anoche llego tarde y no ceno.
-De acuerdo.- Misao se coloco un poco el recogido y cogió la bandeja.- Ahora vuelvo a por la comida de los niños y la Señora.
-Estará lista en unos segundos.
La joven de melena negra entro en amplio comedor donde se encontraba ya la familia sentada a la gran mesa de cedro esperando su desayuno, mientras Okon intentaba que las niñas dejaran de pelear por coger el primer trozo de pan.
-Suzume!, Deja ya de manosear la comida, compórtate como una señorita.- Termino gritando Okon, mientras las niñas se quedaban rectas en sus asientos.
-Lo siento madre.- Se disculpo la niña, agachando la cabeza.
-Recuerda tus modales en la mesa.- La mujer sonrió, no le gustaba ser dura con sus hijas.- Tu también Ayame.
La mas pequeña también asintió, con una amplia sonrisa, mientras Misao terminaba de servir al padre de familia.
Se sintió algo incomoda, mientras las niñas y la esposa no dejaban de hablar el solo la miraba de arriba abajo, como analizándola. En principio pensó que el hombre había perdido la cabeza y estaba siendo demasiado osado delante de su familia.
El tener la mirada de un hombre tan seductor sobre ella mientras le servia empezaba a hacerle temblar el pulso, solo deseaba terminar de servir el desayuno y no tener que volver a encontrarse con el en todo el día. Estaba a punto de irse cuando la voz de su señor la detuvo a mitad de camino.
-Srta. Makimachi.- La llamo, haciendo que el salón se quedara en silencio.
Misao se dio la vuelta, temblorosa.- Si Señor Shinomori?
-Tiene alguna tarea urgente que hacer después del desayuno?.- Pregunto Seijuro Shinomori, empezando a comer con tranquilidad.
La joven sintió un escalofrío, como era posible que su jefe fuera tan descarado, aunque su esposa la miraba esperando una respuesta, pero para nada enfadada.
-Tengo que tender la colada.
-Eso puede esperar, le diré a otra de las chicas que ocupe tu puesto.- Sonrió Okon Shinomori, confundiendo totalmente a la muchacha.
-Preséntate en mi despacho nada mas acabe el desayuno.- Ordeno Seijuro, dejando de mirarla y concentrándose en su plato.
-Si Señor.
Dicho y Hecho.
Tras el desayuno de la familia se encamino al despacho del Señor, que se encontraba en la primera planta de la gran Mansión. Aun no podía salir de su sorpresa, que querría decirle su jefe? Querrían echarla o mandarla a otro lugar?, No pudo evitar ponerse nerviosa... había hecho todas sus tareas a la perfección todo ese tiempo, le gustaba esa plantación y sus nuevos jefes, no quería irse.
Toco la puerta tímidamente y solo entro cuando la voz masculina le dio paso.
Ver a aquel hombre tan alto y corpulento sentado en su escritorio la impresionó, desde luego no podía negar que Seijuro era uno de los hombres mas guapos que había visto en su vida y además imponía mucho respeto. Ella se quedo de pie hasta que Seijuro la invito a sentarse en una de las sillas, mientras encendía su pipa.
-Te preguntaras para que te he hecho venir.
Misao solo asintió.
-Pues veras... eres feliz trabajando para nosotros?.- Pregunto tranquilamente, queriendo tantear el terreno.
-Si, mucho señor.- Se apresuro a decir Misao.- Son los mejores señores a los que he servido.
Seijuro sonrió, parecía satisfecho con la respuesta.- Me alegro Srta., pero creo que tenemos un problema.
-He cometido algún error?, si es así no volverá a ocurrir!.- Misao sintió angustia, no quería que la echaran.
-No, no... no has cometido ningún error, estamos contentos con tu trabajo.- Se apresuro a calmarla.- Es por eso que te hemos elegido a ti para encomendarte una nueva tarea.
La joven parpadeo varias veces sin entender, mientras Seijuro se levantaba y miraba por la ventana.
-Conoces a mi hermano? Aoshi Shinomori.- Ella se extraño por el cambio de tema.
-No Señor, he oído hablar de el, pero no tengo el gusto de conocerlo en persona.
El Sr. Shinomori rió un poco.- Ya me imagino que habrás oído de el, nada bueno verdad?
Pensándolo bien Misao tenia que darle la razón a su jefe.
Nunca había visto al susodicho Aoshi pero desde que había llegado a trabajar a la plantación no había oído mas que chismes sobre el. Era el entretenimiento preferido de las sirvientas de la casa y a ella le divertían las absurdas historias que llegaban a contar de el. Tenia que ser una buena pieza.
Aun así no quería ofender a su jefe diciéndole que según lo que sabia su hermano era un borracho, irresponsable, mujeriego y machista que vivía como un ermitaño en una granja con sus hijos que a saber que educación estarían recibiendo.
Prefirió no contestar. Seijuro la miro.
-No hace falta que te calles.- Parecía muy tranquilo.- Se que mi hermano pequeño no tiene muy buena reputación, y aunque en su defensa tengo que decir que no todo lo que oyes es cierto también tengo que admitir que algunas cosas si lo son.
Misao seguía sin entender que tenia que ver todo eso con ella, y por su cara de confusión Seijuro decidió que lo mejor era ir directamente al grano.
-Es por el porque estas aquí.- Se volvió a sentar mirándola seriamente.- Mi padre, mi mujer y yo decidimos que eres la persona indicada para ayudar en la casa de mi hermano.
Lo sabia, sabia que la enviarían a otro hogar a trabajar.
Eso le pasaba por cogerle cariño a aquella familia, lo había gafado y ahora la mandaban a otro hogar horrible. Agacho la cabeza, aceptando que su destino nunca seria favorecedor.
-Lo entiendo señor.
-No, no lo entiendes, aun no he acabado.- La interrumpió El.- No queremos que vayas a trabajar allí.
Misao levanto la mirada de nuevo.- Entonces...? Que haré allí?
-Serás la esposa de mi hermano.- Soltó sin tapujos, mientras la boca de Misao se abría a cámara lenta.
-Que?!
-Sabes la reputación que tiene Aoshi, y nos hemos visto obligados a tomar medidas drásticas por su situación.- Seijuro había dejado de tener un rostro amable, quería que ella entendiera que era una orden.- Mi hermano necesita una mujer en su casa que cuide de el y de los niños y por su situación ninguna mujer aceptaría ser su esposa, como ultima opción no nos queda otro remedio que digamos... "contratar" a una para acallar los rumores, desde luego nadie sabrá que en realidad es un matrimonio concertado.
Misao permanecía sentada bien recta en su silla, intentando asimilar lo que oía.
En esos momentos, por primera vez en su vida, se arrepentía realmente de trabajar para una familia. No solo la iban a mandar a otra casa, encima no de sirvienta! Eso podía aceptarlo... la querían casar con un ogro que se había beneficiado a casi todas las mujeres aceptables de aquel pueblo.
-Se que ... es demasiado pedir, pero créeme Misao que no lo haría si no estuviéramos realmente desesperados.- Intento excusarse, apartando la mirada de la joven.- Mi hermano no es tan horrible como lo pintan, ya lo veras... tomate esto como otro trabajo, y si consigues que guarde las apariencias mas que mejor. La boda será el sábado.
Se había quedado muda.
Y durante los días siguientes tampoco pudo decir mucho mas.
Los señores le dijeron al resto de la servidumbre que Misao había sido despedida y la sacaron de sus labores al día siguiente de darle la noticia, para que no fuera tan evidente que era mandada a casa de Aoshi Shinomori.
Para cuando se enteraran de que se había casado con el hermano del Señor pensaría que la joven había conseguido atarlo después de un encuentro.
Después de todo no era nada del otro mundo que Aoshi conquistara a una joven inocente.
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La historia ficticia de cómo Aoshi y ella se habían conocida fue cortesía de Okina Shinomori, que para acallar la curiosidad de los vecinos de Charleston sobre la repentina boda se había inventado todo un cuento de amor a primera vista y que a pesar de lo que muchos creyeran si existía mujer que fuera capas de atar a Aoshi Shinomori.
Eso estaba por verse, pensó Aoshi, mientras dejaba las maletas en el recibidor.
Si su padre pretendía que no siguiera conquistando hermosas damas imponiéndole casarse con aquella muchacha estaba muy equivocado, pero podía aceptar el ser un poco mas discreto.
Observo como la chica que decía llamarse Misao miraba hacia todos lados, seguramente pensando en lo descuidado que estaba todo. No le preocupo lo que pensara, debería estar agradecida al menos tendría con que entretenerse mientras el seguía con su vida normal.
Oyó unos pasos en el piso de arriba.
-Ahora te presento a los niños.- Le informo, llamando la atención de Misao.- Son un poco rebeldes a veces, pero con mano de hierro se comportan.
Misao pensó con tristeza en como podía vivir esos niños, mientras Aoshi los llamaba a gritos subiendo un escalón de la escalera que iba hacia la segunda planta.
Si el fuera su padre no sabría donde meter la cabeza de vergüenza, como podía criar a unos niños sin una madre que les diera cariño y les educara correctamente. Ella no había tenido tampoco una madre, pero al menos había recibido una buena educación de sus superiores.
Vio como dos pequeñas figuras ya vestidas con la ropa de dormir bajaban tranquilamente las escaleras, la mayor delante tapando a un niño pequeño, ambos mirándola curiosamente.
-No sean tímidos, ya les hable de Misao, ella vivirá con nosotros de ahora en adelante.- Les informo Aoshi, dándole la mano a su hija para que terminara de bajar las escaleras.- Salúdenla.
Misao se fijo en los dos niños que se pusieron a su frente, mirándola con desconfianza.
La mayor era una niña de 10 años, de cabello castaño y ojos del mismo color, desde luego no tenia mucho pareció a su padre, además de su mirada fría, se veía que tenia mucho carácter. El pequeño aun seguía un poco oculto tras el camisón de su hermana, este se parecía mas a su padre, con el cabello negro algo revuelto y ojos azules celeste, no debía tener mas de 5 años.
-Hola.- Dijo la mayor, mirándola de arriba abajo.
-Ella es Tsubame, mi hija mayor y el hombrecito es Aoshi-kun.- El padre hizo las presentaciones mientras se frotaba las sienes.- Niños, cuando quieran algo ya saben, pídanselo a Misao, yo me voy al salón un rato, avísenme cuando la cena este preparada.
Misao vio sorprendida como Aoshi se quitaba la camisa y la tiraba al piso, mientras se metía en otra habitación, no sin antes dar la ultima orden.
-Ah! Y Misao, podrías traerme un poco de cerveza?
Luego desapareció detrás de la puerta.
Aun no sabia porque estaba en Shock, pero lo estaba.
No solo por la poca vergüenza que tenia aquel hombre, acababa de entrar a vivir en la casa y ya tenia que hacer la cena y encima llevarle al señor una cerveza, y de paso recoger la ropa que dejaba tirada por el suelo.
Estaba acostumbrada a jefes así, pero... se había casado con el hacia menos de una hora!
-No te preocupes, ya voy yo.- Susurro la niña, soltando la mano de su hermano y yendo por un pasillo.- La cocina esta al final de este pasillo.
Quiso decir algo pero de su boca no salían palabras.
Vio como el pequeño se acercaba a la camisa que había dejado su padre y la cogía tranquilamente, fue ahí cuando reacciono y con cuidado se la quito de las manitas, sonriendo tristemente. El niño se quedo algo asustado, ella lo noto y le acaricio el pelo con cariño.
-Deja, ya lo hago yo.- Le dijo con ternura, si quería vivir como mínimo cómoda tendría que ganarse el cariño de los pequeños, ya que estaba claro que el padre era un ogro.- Donde tengo que ponerla?
El niño le señalo el segundo piso, sin sonreír.
-Aquí tienes.- La voz de la niña la sorprendió por detrás, ofreciéndole una copa de cerveza fría.- Llévasela y ahora te explico como es la casa.
Misao cogió la copa y la miro analizándola, a pesar de tener 10 años Tsubame parecía una mujer mayor, hablaba como una y actuaba como una, parecía que estaba acostumbrada a ser la mujer de la casa y la miraba a ella con recelo. Que habrían pasado esos niños? Que había sido de su madre?
-Gracias.- Le regalo a ella también una sonrisa, esperando que la situación se destensara.
Pero no obtuvo respuesta de ninguno de los dos hermanos.
Incomoda se apresuro a ir a la habitación donde su "marido" se había metido.
Al menos con el ya había tenido un trato, aunque no muy acogedor.
Abrió la puerta pensando en todas las cosas que tenia que hacer, aunque lo único que le apetecía era dormir profundamente para siempre. Se encontró dentro de una amplia sala con gran chimenea de piedra y muebles de madera muy bonitos, aunque sucios. Pieles de oso como alfombras y algunas cabezas de caza en las paredes. Típico rincón de hombre.
Suspiro con fastidio, no veía al hombre de la casa por ningún lado.
Hasta que se topo de frente con un gran pecho desnudo, haciendo que del susto diera algunos pasos hacia atrás y se le abrieran los ojos de la impresión. Sujetando con fuerza la copa de cerveza para que no se le resbalara de las manos.
Curada del susto pudo observar que Aoshi estaba su frente, mirándola un poco extrañado, con el torso desnudo tras quitarse la camisa, únicamente vestido con los pantalones y cruzado de brazos, esperando algo de ella.
Pero Misao no reaccionaba.
Los pocos segundos que estuvo mirándole le parecieron eternos. Había visto muchos torsos desnudos en su vida, todos los días veía a los esclavos trabajando de sol a sol sin camisa por el horrible calor de aquella época..., pero a pesar de ello supo que no estaba preparada para esa visión. En realidad pensó que era la primera vez que veía a un hombre de esa manera, porque si... había visto muchos torsos desnudos, pero nunca uno como el que tenia delante.
Y además en ese momento sintió algo que nunca había sentido... algo nuevo. Un cosquilleo extraño en su vientre.
Un escalofrío le recorrió la columna, llegándole a todos los nervios de su cuerpo, haciendo que la piel se le erizara..., ahora comprobaba que si había un rumor cierto sobre Aoshi Shinomori era el de ser el hombre mas atractivo de Charleston.
En verdad lo era.
-Es mi cerveza?.- Pregunto Aoshi, con una ceja levantada, tras no obtener respuestas de Misao.
Ella se sonrojo al darse cuenta de la situación y apartando la mirada de el le dio la copa.- Si, lo siento, no le había visto y me asusto.
-No me hables de usted, se supone que eres mi esposa.- Le ordeno molesto, cogiendo la copa, cuando se dio cuenta de lo sonrojada que estaba la joven.
Sonrió pícaramente.
Ella estaba roja como tomate, evitando a toda costa mirarle. Es que nunca había visto a un hombre sin camisa? Eso era imposible... o no?, Empezaba a verle el lado bueno a su recatada nueva esposa, vestida con esas ropas negras y tapándolo todo, con ese recogido de anciana y esa apariencia de monja... empezaba a parecerle muy interesante.
Nunca se había topado con una mujer tan... inocente.
Y sorprendentemente la idea le empezaba a atraer. Solo de pensar como podría reaccionar una jovencita como ella a nuevos descubrimientos.
La cogió del mentón sin tapujos y la obligo a mirarle.
-Te pasa algo?.- Disimulo preocupación, notando al tocarla su nerviosismo, y además que tenia una piel muy suave para ser sirvienta de nacimiento.- No tienes buena cara.
-No, estoy bien.- Sacando valor le enfrento la mirada, y aparto su mano de su cara.- Iré a preparar la cena, tardare poco mas de media hora en hacer algo decente.
-De acuerdo.- Sonrió el, yendo hacia la chimenea para encenderla.- Mientras llevare tus cosas arriba y las acomodare en nuestra habitación.
Había sonado tan normal que Misao no recayó en el significado de la frase hasta que lo pensó con detenimiento.
Nuestra?! Pensó alarmada, se suponía que solo tenia que aparentar ser su mujer, no tenia porque compartir la cama con el... o si?
Le miro pidiendo explicaciones, pero en su rostro solo encontró una mueca de... diversión?, El parecía estar mas que encantado con la idea, y desde luego no parecía estar de broma.
-No me mires así.- Sonrió ampliamente.- Somos matrimonio no? Donde esperabas dormir si no en mi cama?
-Pero...- Intento rechistar pero Aoshi se le adelanto.
-Esto no es una farsa cariño.- Dijo algo mas serio, acercándose a ella.- El cura nos caso de verdad, y eres mi mujer así que dormirás conmigo, como tiene que ser.
De nuevo había quedado en Shock.
Las cosas iban peor de lo que pensó, en serio el quería que durmiera en su habitación!, solo atino a abrir la puerta de la sala y caminar apresuradamente hacia la cocina, donde ya se oía movimiento.
No había tenido valor para enfrentarle, pero ni siquiera se había hecho a la idea de toda aquella situación. En el fondo sabia que tenia razón, ella era su mujer a los ojos de Dios... aunque su papel solo fuera tapadera de verdad estaban casados.
Porque no había pensado antes en la magnitud del asunto?
Su vida no podía ir a peor.
Tendría que limpiar y reparar esa pocilga a la que llamaban hogar, alimentar y cuidar a dos niños traumatizados de por vida por un padre irresponsable, con el que tendría que vivir insufribles insultos, "infidelidades", borracheras... y por si fuera poco... además tendría que dormir con el.
Teniendo en cuenta que es un mujeriego adicto al sexo... con suerte la encontraría poco atractiva, así que mas que nunca pensaba en no cambiar sus atuendos de sirvienta recatada. Lo ultimo que quería era atraerle físicamente a ese bruto, aunque siendo tan poco agraciada dudaba que la encontrara siquiera aceptable.
Se tranquilizo a si misma. Aoshi estaba acostumbrado a bellezas, y además con todo el trabajo que había en la casa tendría la suerte de encontrarse poco con el. Solo debía concentrarse en su trabajo y en ganarse a los niños.
Solo tenia que sobrevivir a su "noche de bodas" y lo demás iría mejor.
Lo que ella no esperaba ni por asomo era que precisamente su papel de sirvienta inocente y pura era lo que por lo que su querido esposo empezaba a tener curiosidad en ella.
Al menos ambos pensaban en lo mismo.
En la noche de Bodas.
Notas de la Autora:
Pos ya esta, esta es la introducción de mi nuevo fic.
Se que es larga y tampoco pasan cosas interesantes, pero sin ella los siguientes capítulos no tendrían mucho sentido, y aseguro que después de esta introducción las cosas se pondrán muy interesantes.
El próximo capitulo si le dan una oportunidad a esta nueva historia será la larga noche de bodas que pasaran estos dos, ya se pueden imaginar en cambio Misao ni por asomo mientras la pervertida mente de su nuevo esposo empieza a maquinar jeje, además la aparición de los demás personajes de la historia.
Por favor Reviews!!!!!
Solo depende de ustedes que continúe con esta historia y con sinceridad tengo muchas ganas de escribir todo lo que tengo en mente jeje. Y se que les gustara.
PD.: En proceso las actualizaciones de Sweet Pain y La tentación de mentir.
Muchos besos
Rinoa Shinomori
