Miraculous Ladybug pertenece a Thomas Astruc, la imagen de portada la encontré en google pero no tengo idea del autor, si alguien sabe favor de aclarármelo para agregar sus créditos.
Esta historia NO me pertenece. Esta es una traducción autorizada de los fanfics "One Way Or Another" (versión de la historia contada por Adrien) y "On The Prowl" (versión de la historia desde la perspectiva de Marinette) de la autora ghostgirl19. Ambas historias se encuentran como favoritos en mi perfil en su idioma original (ingles) si desean leerla. Este Fanfic ira intercalando escenas de ambas versiones para hacerlo mas ameno e interesante. Prohibido el PLAGIO.
Errores de escritura favor de decírmelo para modificarlo.
Al Acecho
Summary
Mientras caminaba por la calle esa fría noche, Marinette lo único que quería era llegar a casa. ¿El Problema? Se topó con un tipo amenazante que la vio como su siguiente víctima. Por suerte, el carismático ladrón Chat Noir apareció para rescatarla, y de paso, robarle el corazón. Porque en el mismo instante en que Chat Noir besó su mano, él supo que debía conquistarla. De un modo, u otro. SEMI AU. TRADUCCIÓN.
Prologo
Cómo Adrien Agreste se convirtió en Chat Noir.
—¿Padre?
Adrien sabía que no debía entrar en la oficina de su padre. Sabía que él se negaría rotundamente a su pedido. Ha sido rechazado desde que podía recordar. Pero este era un nuevo punto en su vida, el comienzo de su crecimiento. Era un adolescente, necesitaba tener amigos.
Gabriel levantó la vista de los papeles sobre su escritorio cuando escuchó a su hijo, y sus helados ojos azules no se descongelaron en lo más mínimo cuando escudriñó a su único hijo.
—Sabes que estoy ocupado, Adrien.
El joven rubio tragó saliva.
—Yo sé…
—¿Entonces, porque estas aquí? —preguntó bruscamente con fría voz.
Adrien ya no era un bebé, tenía trece años recién cumplidos. Él tenía que hacerse cargo de sus propios asuntos. Entonces, con una respiración profunda y una oración rápida a su madre para que le permitiera a su padre cambiar de opinión, habló.
—Padre… pronto comenzaré el noveno grado.
—Soy consciente de ello —el renombrado diseñador de moda solo levantó una ceja. Su boca no se levantó de su línea, excepto para hablar.
Puedo hacer esto, puedo hacerlo, recitó Adrien a sí mismo.
—Y tengo 13 también.
—¿Viniste aquí para contarme hechos que ya sé? —preguntó su padre, frunciendo las cejas cada vez más molesto—. Si es así, entonces puedes ir a tu habitación. No tengo tiempo para estas tonterías.
¡¿No tienes tiempo para tu propio hijo?!, quiso gritar, pero Adrien se contuvo. Se aclaró la garganta y continuó con la mayor calma posible.
—Padre, ¿No crees que es hora de que haga algunos amigos?
—Tienes amigos, como Chloé y los otros modelos con los que trabajas.
Adrien hizo una mueca. Últimamente, cada vez que veía a Chloé, ella comenzaba a agitar sus pestañas y fruncir los labios. Y se había aficionado a besar su mejilla. Al principio él lo toleró, porque no sabía exactamente lo que estaba sucediendo, pero cuando descubrió la razón, se rehusó y la mantuvo a raya.
Había decidido que Chloé era solo una amiga para él. Aunque una amiga egoísta, vanidosa y mandona, pero una amiga, no obstante. Una amiga a la que no le interesaba perseguir sentimentalmente.
De vez en cuando, Adrien modelaba con otras personas. Se llevaba bien con ellos en su mayor parte, pero descubrió que no tener la misma actitud que Chloé le era un gran obstáculo para posibles amistades en ese círculo. Cada vez que trabajaba con ellos, tenía que sonreír y soportarlos, poniendo sus mejores sonrisas para que la sesión de fotos terminara más rápido y él pudiera irse a casa.
Estar solo, era mejor que estar con esa gente. Él quería un amigo de verdad, alguien que no lo asociara con euros y fama. ¿Y qué mejor lugar que el colegio Françoise Dupont? Tenía que haber alguien allí que realmente lo apreciara y le agradara.
—No, padre. Yo… quiero hacer verdaderos amigos. Yo… —esto fue todo. No había marcha atrás ahora—. Quiero ir a la escuela.
Gabriel entornó los ojos.
—Eso está fuera de cuestión.
Adrien miró de vuelta a su expresión, con ásperos iris verdes.
—¿Por qué no?
—Porque sé lo que es mejor para ti. Nathalie te está dando la mejor enseñanza en la ciudad, estás muy por delante de esos niños normales.
—¿Por qué no puedo ser como esos niños normales? Aprecio lo que Nathalie ha hecho por mí, pero…
—Eres mi hijo, Adrien —espetó Gabriel—. No eres una persona normal. Te quedarás en esta casa, donde puedo vigilarte y alejarte del mundo exterior.
Adrien apretó los puños.
—¿Vigilarme? —se burló—. ¡Ni siquiera me cuidas! ¡Ha pasado una semana desde que te he visto!
—¡Es suficiente! —ladró Gabriel, orbes helados parpadeando en señal de advertencia—. No me hablarás en ese tono. ¿Cómo te atreves a decir que no te cuido? ¿Quién te puso un techo sobre la cabeza? ¿Quién te dio todo lo que siempre quisieras? ¿Te alimenta? ¿Te pone ropa? yo, Adrien, ¿Quién hace eso?
Los hombros de Adrien se desplomaron.
—Tú —murmuró, derrotado.
—Eso pensé. Ahora ve a tu habitación, tengo trabajo que atender.
Adrien levantó su cabeza una última vez para mirar a su padre. Pero la cabeza del hombre ya estaba hacia abajo, con la pluma volando sobre el papel. Lo más probable es que estuviera firmando algo. El modelo suspiró.
—Sí, padre.
Adrien salió de la habitación silenciosamente. Cerró la puerta con cuidado e intentó contener las lágrimas. Nathalie lo esperó, ese ceño permanente en sus labios mientras sus fríos ojos lo miraban. Sin embargo, ante la expresión sombría del rubio, sus ojos se suavizaron. Solo un poco, pero fue más de lo que su padre alguna vez hizo por Adrien.
—Él sabe lo que es mejor para ti, Adrien. Es tu padre.
—Lo sé —respondió él, y bajó la cabeza con desanimo.
—Ve a tu habitación. La cena será a las cinco.
—Sí, Nathalie.
El rubio caminó a su habitación, sus pasos tan pesados como siempre. Cuando llegó allí, sintió que era seguro que las lágrimas calientes y enojadas cayeran por sus mejillas. Quería gritar, patear algo, golpear algo. Solo hacer algo para soltar toda la ira. En cambio, respiró hondo y lentamente lo dejó ir. Tenía 13 años y era un adolescente, no un bebé. Los bebés lanzaban rabietas, no él. Ya era bastante malo que estuviera llorando.
Limpió los rastros de lágrimas con el dorso de su mano, caminó hacia la silla de su computadora y agitó el mouse para refrescar la pantalla. Pulsó ociosamente el icono de Internet, apoyando la barbilla en la palma de su mano. Tal vez habría algo nuevo para ver hoy. Parpadeó cuando se encontró con un artículo de noticias, detallando el crimen más reciente cometido por el Mimo.
Esta vez robó una tienda de productos electrónicos, tomando mercaderías por valor de cientos de euros. Las imágenes de seguridad lo mostraron sosteniendo el lugar con un arma descolorida y luego la gente se dejó caer al suelo con las manos detrás de la cabeza en señal de rendición. El Mimo tomó tantos dispositivos como pudo y salió corriendo de la tienda. La policía aún tenía que atraparlo.
En el medio del artículo escrito había una imagen borrosa del propio delincuente, con la cara pintada y los labios apretados en ese ceño suyo siempre presente. Adrien resopló.
—Si yo fuera un delincuente, al menos sonreiría para la cámara.
La diversión murió mientras continuaba mirando la fotografía. ¿Cómo debe ser hacer lo que quieras, cuando quieras? ¿Ir a donde sea, siempre que lo desees? Ser capaz de disfrazarse, andar despreocupado en el día o la noche, sin que nadie sepa tu identidad. A pesar de ser criminales, tenían más libertad que el siempre correcto Adrien Agreste alguna vez ha tenido.
Si yo fuera un criminal, reflexionó Adrien, lo usaría para mi beneficio. Modelaría de día, luego robaría de noche. Sonreiría y reiría con la brisa que le alborotaría el pelo al correr por la ciudad. Deambularía por la ciudad, sin preocuparse por las sombras que acechaban en la oscuridad, porque él sería uno de ellos. Luego leería de sí mismo al día siguiente en las noticias y estaría silenciosamente orgulloso de su trabajo.
Plagg, su leal felino, eligió ese momento para saltar sobre el escritorio de la computadora, sorprendiendo a Adrien y sacándolo de sus ensoñaciones. El gato se frotó la cabeza sobre el brazo del rubio, indicando que quería atención. Adrien resopló, pero sonrió cuando rascó debajo de la barbilla del felino, provocando un ronroneo profundo del gato negro. Luego volvió a sus pensamientos previos mientras acariciaba distraídamente el suave pelaje de Plagg.
Para fundirse con las sombras, el color negro funcionaría mejor, supuso Adrien. Tan negro como el pelaje de Plagg. Todo el conjunto sería negro, un material elegante y bien ajustado para que sus extremidades se puedan mover fácilmente. Tendría que sentirse como una segunda piel. Pero, ¿Cuál sería su nombre? Un traje que es todo negro, con una máscara negra… Detuvo los movimientos de su mano, alejándose para mirar a Plagg en un profundo pensamiento.
El gato dio un maullido disgustado, molesto por la falta de caricias, pero Adrien lo ignoró. Un gato negro. Sí… eso podría funcionar. Los gatos eran famosos por la mala suerte, y supuso que él sería mala suerte para la ciudad. Además, pensó con el ceño fruncido, tengo que tener la peor suerte por ser el hijo de Gabriel Agreste.
Adrien negó con la cabeza furiosamente. ¿Qué estaba pensando? ¿Convertirse en un criminal? ¡Ridículo, imposible! Sería arrestado y refundido en la cárcel por el resto de su vida. Aunque, ¿No había estado viviendo en una prisión durante 13 años? Hizo una pausa, antes de negar con la cabeza otra vez. No. Era absolutamente ridículo, no se convertiría en un infractor de la ley. Nop. Nunca.
Sus ojos captaron un nuevo artículo en la pantalla, mostrando una joya presentada en el Louvre hoy. Era extremadamente rara, y costosa. También había una gran posibilidad de que alguien quisiera ponerle las manos encima. No él, por supuesto. Había un rumor en la ciudad, que escuchó durante uno los descansos en las sesiones de fotos, que muchos de los criminales conocidos operan bajo la autoridad de un señor del crimen. Si pudiera conocerlo…
No. Absolutamente no. ¿Por qué seguía pensando en esa posibilidad? Es horrible, poco ético, despreciable, liberador, tentador…
Adrien apretó los dientes, dejando escapar un gruñido frustrado. Pateó la silla hacia atrás y pisoteó el sofá, asustando involuntariamente a Plagg, que dejó escapar un violento silbido de advertencia en su lugar.
Alguien estaría en el Louvre, sin duda para obtener esa preciosa gema. Y Adrien no iba a esperarlo y pedirle que lo llevaran con su jefe. Lo más probable es que lo maten antes de poder hablar. Gimió y se dejó caer sobre los cojines del sofá. Plagg, aparentemente perdonándolo, saltó sobre su estómago y se acurrucó en una bola. Adrien frotó la piel detrás de la oreja del gato.
—¿Qué piensas, Plagg? ¿Debería convertirme en… Chat Chat, y ser un criminal? —el felino lo miró desinteresadamente a través de sus ojos verdes—. Quiero decir, sí, tendré mi libertad, pero es deshonesto. No puedo hacer eso. Además, puedo obtener mi libertad cuando tenga 18 años y me mude —Adrien frunció el ceño—. Lo cual es dentro de cinco años, pero no es tan largo, ¿Verdad? Y además, no es como que puedo ir a bailar el vals por toda la ciudad. ¡No tengo experiencia! Aunque soy un esgrimista superior y recibí un cinturón negro en karate… no, Plagg. No puedo, ¿Verdad? Por ninguna extraña e ilógica razón.
Obviamente, el gato no habló. Adrien siguió cavilando.
—¿Sabes qué? —decidió, y sus ojos verdes se endurecieron con determinación—. Voy a hacerlo. Necesito vivir un poco. Para arriesgarme. Desobedecer a mi padre. Me volveré loco si tengo que pasar otros cinco años atrapado aquí. Estás de acuerdo conmigo, ¿No? —Plagg bostezó en respuesta y volvió la cabeza—. Quiero decir, no mataré a nadie. No lastimaré a la gente, ¡Solo tomaré sus cosas! Sí, no está tan mal. Estaré bien. ¿Verdad, Plagg?
El cuerpo del gato se movió gradualmente hacia arriba y hacia abajo, lo que indicó que se había quedado dormido.
—Sí. Saldré esta noche y veré si puedo encontrarme con alguien que quiera robar la gema. Estaré bien.
Adrien sonrió con cariño a su mascota, y decidió no levantarse del sofá de momento para no despertar al gato. Cuando se despertaba, Adrien le daba una rueda entera de queso Camembert, su favorita.
Adrien se miró en el espejo. Llevaba una holgada sudadera con capucha negra (que tenía que ponerse al revés por el logo de Gabriel), acompañada de jeans y zapatillas de deporte. Quería mantener la cabeza baja todo el tiempo, para que nadie le viera la cara, pero pensó que una máscara no le haría daño, solo en caso de que algo sucediera. Terminó cortando una tira de tela de una de sus camisas negras y le hizo dos agujeros, lo que la convirtió en una efectiva máscara para los ojos.
—¿Cómo me veo, Plagg? —le preguntó Adrien al gato, adoptando una pose de modelo que había interpretado docenas de veces. Plagg maulló y se alejó de él—. ¡Genial! Deséame suerte.
Sin mirar la reacción de su mascota, silenciosamente abrió la puerta y se dirigió al vestíbulo. Era pasada la medianoche, y todos ya estaban dormidos. Cuando llegó allí, presionó su mano hacia la plataforma de seguridad. Su padre solo había programado la impresión de la mano de su hijo, en caso de que ocurriera una emergencia y su padre no pudiera llegar a él.
Bueno, pensó Adrien con una sonrisa burlona, supongo que mi libertad se puede contar como una emergencia.
En poco tiempo, salió por la puerta y luego por las puertas frontales, yendo rápidamente al famoso museo. Después de caminar alrededor del edificio cerrado del museo por más de diez minutos, Adrien finalmente encontró una puerta sin llave. Al elogiar a los cielos por su suerte, se aventuró dentro del oscuro lugar, teniendo cuidado con los láseres de seguridad.
Después de caminar a través de algunas habitaciones desprovistas de la nueva gema, los suaves sonidos de pasos llegaron a sus oídos. Hizo una pausa para tomar aliento, sabiendo que este era un plan loco, pero con la esperanza de que funcionaría de todos modos. Finalmente, antes de que la oportunidad pasara, él caminó en la habitación contigua.
Reconoció al hombre en particular como Jackady, el principal criminal de la ciudad, famoso por hipnotizar a la gente para que hiciera su voluntad, desatando explosivos ocasionalmente. En una nota lateral, se sabe que él es el mejor cuando se trata de trucos de cartas. Al sonido de la entrada de Adrien, el criminal se congeló, su mano se movía sobre la vitrina de cristal en la que se encontraba la valiosa joya.
—Este es mi atraco —siseó el hombre, amenazante—. Roba algo más.
—No estoy aquí para robar —respondió Adrien con calma, sin levantar la cabeza—. Estoy aquí para hacerte una pregunta.
Él pausó.
—¿Qué clase de loco eres? ¡Sal de aquí! —susurró con dureza.
—No hasta que aceptes llevarme con tu jefe.
Adrien levantó la cabeza, lo suficiente como para captar la reacción de Jackady. Él parpadeó con asombro, antes de ahogarse con desesperación, intentando reprimir la risa.
—¿Qué te lleve con el jefe? ¿Quién eres, chico?
Adrien maldijo mentalmente su estatura más baja, porque esa debía ser la razón por la que Jackady pensó que era un simple niño y no un hombre. Un hombre habría sido más intimidante. Un hombre habría obtenido lo que quería, sin hacer preguntas.
—Mi nombre no importa —endureció su voz—. Solo quiero unirme a ustedes.
—¿Unirte? —repitió Jackady, riendo entre dientes—. ¿Y por qué dejaría que un chico extraño se una conmigo?
—Escucha —comenzó, gruñendo—. Puedo ser un activo valioso para tu anillo criminal. Solo dame una oportunidad.
—Lo siento, niño —se burló Jackady, disculpándose. Usó una herramienta para cortar en el vidrio y quitar la gema de forma segura—. No estoy en el negocio de reclutamiento.
—¿Qué tal esto? —negoció Adrien, perdiendo la esperanza junto con la paciencia. Iba a encontrarse con el jefe criminal, maldita sea. No arriesgó su cuello saliéndose furtivamente de su casa y luego metiéndose en el Louvre, por nada—. Si puedo quitarte esa gema, me llevarás al jefe.
Jackady rió disimuladamente, arrojando la joya casualmente al aire antes de atraparla sin problemas. Lo giró con su mano verde y enguantada.
—Está bien, chico. Si de alguna manera puedes quitarme esta joya, te llevaré a mi jefe.
Adrien sonrió con satisfacción debajo de la cubierta de la sudadera con capucha. Cambió a una postura de combate.
—Oh, entonces no vas a tratar de robarme, ¿Eh? ¿Vas a ir por el violento estilo antiguo? —preguntó Jackady ligeramente, con una sonrisa en su voz.
—Creo que de esta manera será más eficiente —respondió Adrien, finalmente levantando la cabeza para ver a su objetivo.
—Bien, chico. Veamos lo que tienes. Pero haz que tú derrota sea rápido, pronto habrá un guardia de seguridad por aquí.
Adrien no perdió el tiempo para abalanzarse sobre él, un puño dirigido a su cara. Por supuesto, el criminal lo esquivó sin esfuerzo, mirando a su atacante con lo que parecía shock.
—No está mal —comentó Jackady con asombro apenas disimulado.
—¿Quieres omitir esto y volver al jefe ahora? —preguntó Adrien con una sonrisa, ya sabiendo la respuesta.
—Oh no, muchacho. ¡La diversión acaba de comenzar!
Los dos se involucraron en la pelea de nuevo, aunque pronto se hizo evidente que el joven tenía más habilidades cuando se trataba de combatir. Por fin, Adrien pudo salir victorioso, cuando arrancó la gema del bolsillo interior del chaleco de Jackady, con este último en el suelo.
—Parece que gano —se regodeó Adrien con una sonrisa. Miró al jadeante criminal que lucía un ojo magullado y un labio partido—. Ahora, a expensas de sonar como una mala película de ciencia ficción —se inclinó más cerca de él—. Llévame con tu líder.
—No puedo creer que estoy haciendo esto —gruñó Jackady mientras presionaba el panel en la pared para revelar la escalera oculta—. Hawk Moth me va a matar —hizo una pausa y miró a Adrien, que tenía la cabeza inclinada hacia abajo con tranquilidad—. O a ti.
—Estoy seguro que no querría matar a alguien que fue capaz de robar esto —respondió Adrien, sacando la joya de su chamarra y girándola entre sus dedos.
—Hice todo el trabajo —replicó Jackady, mientras comenzaban a descender los escalones.
—Sí, porque tener que pelear contigo para traerme aquí no requería ningún trabajo en absoluto —resopló Adrien, poniendo los ojos en blanco. Podía escuchar débilmente la música de jazz que se estaba reproduciendo—. En ese caso… —sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa—. No fue tan difícil quitarte la gema.
—Mi paciencia contigo se está agotando —gruñó Jackady.
—¡Ah, y pensé que te caía bien!
—Será mejor que no intentes esa actitud con Hawk Moth. Te arrancará la lengua de la boca.
Adrien puso una mano sobre su corazón.
—Lo sabía. Te preocupas por mí.
Jackady negó con la cabeza mientras gruñía frustrado. Adrien sonrió presumido y continuó siguiéndolo. A estas alturas, la música jazz se había vuelto cada vez más fuerte, hasta que finalmente llegaron al marco de la puerta. Adrien levantó la cabeza un poco para ver al fornido gorila.
—¿Quién es éste? —preguntó el hombretón bruscamente.
—Está conmigo —dijo Jackady, aunque el tono delataba su estado molesto.
Después de un segundo, el hombre los dejó pasar. Jackady llevó a Adrien hacia la parte posterior, por el camino en el que el rubio podía ver muchas mesas con hombres y mujeres comiendo, bebiendo y riendo. Un letrero de neón se encendió sobre el escenario donde la banda estaba tocando, leyendo 'Akuma'.
El modelo volvió la cabeza para volver su atención a Jackady. Este último lo llevó escaleras arriba, por un pasillo y afuera de una puerta de madera. Jackady tragó visiblemente antes de levantar una mano enguantada para golpear.
—Adelante —respondió una voz fría y masculina. Normalmente, Adrien supuso que ese tono habría enviado un escalofrío de miedo a través de él. Pero después de escuchar a su padre hablar en ese tipo de tono durante tantos años, apenas le molestaba.
Jackady abrió la puerta, y ambos entraron. Adrien levantó la cabeza un poco para distinguir a un hombre con un traje morado y negro, que llevaba una máscara plateada detrás de un escritorio. Tenía la espalda erguida mientras se sentaba en su silla, sus fríos y grises ojos eran calculadores mientras observaba a ambos.
—¿Qué pasa, Jackady? —el hombre, que Adrien supuso que era Hawk Moth, preguntó.
—Este chico quería conocerte, jefe.
Hawk Moth enarcó las cejas debajo de su máscara, antes de que sus ojos se estrecharan y sus labios fruncieran en una mueca.
—¿Y acabas de traer a un chico cualquiera al azar que quería conocerme? —la pregunta fue puramente una advertencia.
—Él… Él dice que quiere unirse a nosotros —tartamudeó Jackady.
Adrien permaneció visiblemente calmado.
—¿Unirse a nosotros? —repitió Hawk Moth.
Adrien no pudo descifrar qué tipo de tono era. ¿Interesado?
—Sí —dijo el rubio—. Me gustaría unirme a usted.
Hawk Moth hizo una pausa.
—Jackady, sal de la habitación.
Adrien sintió una mano en su hombro.
—Buena suerte, chico.
Y con eso, la puerta se abrió, y Jackady pasó a su lado y salió por la puerta. Adrien reprimió una sonrisa. Sabía que le estaba empezando a agradar a Jackady.
—Siéntate —ordenó el jefe. Adrien obedeció, sentado en la única silla frente a su escritorio. Hawk Moth juntó los dedos, evaluando al niño encapuchado—. ¿Cuántos años tienes?
—Tengo 13 años, señor.
—13 —repitió, casi maravillado. El hombre soltó una risita, que esta vez envió un escalofrío de miedo por la espina dorsal de Adrien. Voces frías y sin emociones eran algo que él podría manejar, ¿Pero la risa? No estaba preparado para eso—. 13… solo se tiene esa edad una vez en la vida de un joven. El cerebro se encuentra en una fase tan delicada y maleable —él dejó de hablar para reírse de nuevo. Adrien se tragó los nervios—. Aunque, 13 es bastante joven para estar en esta línea de trabajo. ¿Por qué debería hacerlo? —el rubio no dijo nada, solo buscó en su bolsillo y le arrojó la valiosa gema. Chocó contra el escritorio, y Hawk Moth lo miró con asombro escrito claramente en su rostro—. ¿Es eso…?
—Sí —interrumpió Adrien—. Aunque Jackady fue quien realmente lo robó. Hicimos un trato: si podía robárselo a él, me llevaría aquí para verte.
Hawk Moth no dijo nada, solo recogió la gema y la observó desde todos los ángulos. Adrien hizo todo lo posible para no inquietarse en su asiento. Finalmente, Hawk Moth devolvió su mirada hacia él.
—Puedo ver que hablas en serio sobre esto.
—¿Alguien que no sea serio hará todo esto solo por verte?
—Supongo que no. ¿Qué quieres, muchacho?
—Quiero libertad —respondió Adrien de inmediato.
Hawk Moth echó la cabeza hacia atrás y se carcajeó.
—¡¿Libertad?! —rápidamente se puso serio y apoyó la cabeza más cerca de Adrien, la cara repentinamente desprovista de su entretenimiento anterior—. Todos los adolescentes quieren la libertad. Y yo pensando que en realidad podrías ser diferente. Corre, antes de que cambie de opinión y te mate aquí y ahora.
Adrien apretó los dientes con ira. Antes de saber lo que estaba haciendo, se levantó de la silla, tirándola al piso, y golpeando con sus manos el escritorio de madera. Levantó la cabeza lo suficiente para que Hawk Moth pudiera ver sus ardientes iris verdes.
—Escucha —siseó—. No arriesgué mi vida en venir a verte para que puedas rechazarme. Me vas a ayudar, voy a robar todo lo que te dé la gana, y finalmente voy a ser capaz de hacer lo que quiera, cuando quiera. Cualquier cosa que robe será completamente tuya, no quiero nada de eso. Todo lo que pido es que me proporciones todo lo que necesito para ser un criminal. Ahora, Hawk Moth, ¿Esto suena como un trato justo? Me usas para que pueda robar lo que quieras, dejándote mantener todo, mientras que solo me das libertad y suministros para alcanzar tus objetivos.
Hawk Moth parpadeó sorprendido, sin esperar la explosión del joven adolescente. Normalmente le dispararía a un hombre que se atrevería a hablarle así, pero este chico… fue impresionante, para ser sincero.
—¿No quieres nada? —preguntó Hawk Moth, aún sorprendido por ese detalle en particular—. ¿Ni siquiera un poquito?
Adrien negó con la cabeza, habiéndose calmado lo suficiente.
—Nada. No lo necesito.
Hawk Moth inclinó la cabeza. ¿Un joven adolescente que fue capaz de derrotar a Jackady, enfrentarse a Hawk Moth y ofrecerle robo y obtener prácticamente nada a cambio? Además, estaría mintiendo si dijera que no veía potencial en él.
—Está bien, te daré una oportunidad —dijo por fin el jefe del crimen—. Te daré un traje y todo lo que necesites. Pero si me decepcionas… —se puso de pie detrás de su escritorio, mirando al chico encapuchado—. No dudes en pensar que no voy a pasar una bala por tu cráneo adolescente. ¿Lo tenemos claro?
Adrien asintió.
—Como el agua.
—Bien, ahora, entonces… —él volvió a sentarse—, ¿Algún tema particular de vestuario en el que estés pensando?
—Un gato negro —respondió Adrien sin dudarlo.
—Un gato negro —repitió Hawk Moth, riéndose entre dientes—. Sí, puedo ver eso. ¿Alguna habilidad en particular que tengas?
—Sé karate y esgrima.
—Bueno, no vas a llevar una espada a tu lado —se burló Hawk Moth—. Tendré que pensar en otra cosa.
El modelo asintió en silencio. Hawk Moth frunció los labios.
—Vuelve la próxima semana, a las 10. Tendrás lo que necesitas junto con tu primera tarea.
La semana siguiente, Adrien cumplió con las órdenes de Hawk Moth. Volvió a Akuma a las diez, diciéndole al gorila que el jefe lo estaba esperando. El guardia se movió hacia un lado sin perder ni un minuto. Adrien pasó por delante de las muchas mesas y los delincuentes que charlaban, y subió la escalera que conducía a la oficina de Hawk Moth.
Tocó una vez, y después de que se le concedió permiso para entrar, abrió la puerta. Aún mantenía la cabeza gacha mientras Hawk Moth lo observaba con una sonrisa.
—Ah, es bueno verte seguir órdenes adecuadamente, Chat Noir. Tengo tu traje aquí. Puedes cambiarte en la habitación de atrás.
Adrien tomó la pila de ropa en sus manos. Sin decir palabra, fue a la habitación contigua, que parecía ser una pequeña sala de almacenamiento. Se retiró la capucha y enderezó el atuendo. Un par de guantes y una máscara cayeron al suelo, lo que lo llevó a recogerlos. La máscara era delgada y flexible, y en la parte posterior estaba cubierta con una sustancia pegajosa que permitía máxima adherencia. Los guantes estaban hechos del mismo material que su traje, con afiladas garras incrustadas en las yemas de los dedos.
Adrien sonrió al observar el traje. Elegante, de cuero negro, con una cremallera frontal y dos cremalleras laterales que sin duda, eran bolsillos. Un cinturón estaba envuelto alrededor de la cintura, pero el final se arrastraba hasta el suelo, asemejándose a la cola de un gato. Hawk Moth de alguna manera hizo que un disfraz de gato se viera intimidante, y el pensamiento trajo una sonrisa de satisfacción a sus facciones.
Descartando su ropa, se puso rápidamente el traje de gato. Se deslizó a lo largo de su cuerpo fácilmente, en un ajuste perfecto. Se adhirió a su cuerpo, sin que fuera demasiado apretado, por lo que no sería incómodo. Luego se puso la máscara y finalmente los guantes.
Adrien se miró a sí mismo, flexionando sus dedos con una sonrisa maliciosa. Si solo su padre pudiera verlo ahora. Se revolvió el pelo por si acaso antes de decidir abandonar la ropa en la habitación. Regresó a la oficina de Hawk Moth, consciente de que estaba descalzo. Seguramente le proporcionaría un par de zapatos para completar el atuendo.
Cuando entró, los ojos del jefe se abrieron de par en par, antes de que volvieran a su tamaño normal. Una extraña y divertida sonrisa extendió sus labios.
—Pensé que eras castaño.
Adrien se rió entre dientes.
—Lamento decepcionar.
Hawk Moth negó con la cabeza.
—Hay un par de cosas más para ti —metió la mano en el último cajón de su escritorio y sacó un par de botas, con los dedos de los pies de color plateado y cortados para parecerse a la pata de un gato.
Adrien no esperó por permiso y simplemente tiró de las botas en él, descubriendo que le daban un pequeño impulso de altura. Hawk Moth entonces golpeó unas cosas negras y duras sobre la mesa acompañadas por dos horquillas. El rubio inclinó su cabeza en cuestión.
—Se supone que son orejas de gato —explicó Hawk Moth. Él rodó los ojos—. Mi diseñador de vestuario insistió en que al menos te las ofrezca.
Adrien se rió, descubriendo que le gustaban las orejas de gato. Tenía las garras, la cola y las botas de pata, ¿Por qué no las orejas también?
Cogió uno y ciegamente lo ató a sus cabellos rubios. Hizo lo mismo con su gemelo, esperando que el aspecto completo fuera satisfactorio. Hawk Moth lo miró de arriba abajo, como si evaluara un objeto antes de invertir en él. Aunque, supuso Adrien, debía ser así. Si él no cumplía con esta tarea… No quería pensar en las consecuencias.
—Muy bien. Veo potencial en ti, Chat Noir. Ahora, vamos a los negocios —ordenó su jefe, volviendo a su silla en su escritorio. Chat se sentó frente a él, con los ojos ansiosos por absorber los detalles de su primera tarea—. Robarás una farmacia esta noche. Solo se te exige robar la mayor cantidad de fármacos de prescripción posible. Eso puede costar mucho dinero, ya ves. Saldrás a medianoche, ya que la tienda cierra a las 11. Mientras tanto, puedes conocer gente en Akuma, pero no olvides tu tarea.
Chat Noir asintió.
—No lo olvidaré, señor.
Por dentro, era un desastre vertiginoso. ¡Tal vez podría hacer algunos amigos!
—Lo que me lleva a mi último regalo para ti —Hawk Moth se inclinó, buscando en otro cajón del escritorio. Unos segundos más tarde, sacó un bastón plateado brillante alrededor de la distancia del codo de Chat a su muñeca. Chat Noir levantó una ceja debajo de la máscara.
—Um, ¿Se supone que debo girarlo, o algo?
Él se encogió de hombros.
—Puedes, si quieres. Puede desviar balas. Pero eso no es todo. Este es un metal muy fuerte, podrás arrastrarte de edificio en edificio extendiéndolo. Puede usarse para combatir —presionó un botón, y la boca de Chat se separó cuando vio una pequeña pantalla salir de ella—. También funciona como GPS y, por supuesto, un rastreador de policía está integrado en él. La ubicación de la farmacia a la que vas a robar ya está programada. Esta es también la forma en que te enviaré tus asignaciones. Es como un teléfono celular, solo que no puedes llamar ni enviar mensajes de texto con él.
Sin más explicaciones, lo ofreció para tomar. El ladrón en ciernes se lo quitó, su boca aún más abierta mientras se maravillaba con la tecnología del bastón. Presionó un pulgar tentativo sobre la almohadilla más grande de la brillante huella verde de la pata, y la pantalla se desvaneció. Chat Noir inclinó la cabeza con curiosidad. Esta vez presionó una de las almohadillas más pequeñas, solo para dejar salir un grito de sorpresa mientras se extendía violentamente hacia el techo, rompiéndose sin esfuerzo a través de la madera.
Hawk Moth gruñó y negó con la cabeza.
—Genial, justo cuando obtuve la ultima reparación.
Chat no cuestionó sobre la 'última'. En su lugar, tímidamente presionó otra almohadilla y el bastón se retractó a su tamaño original. Esto tomaría un tiempo para acostumbrarse.
—Oh, una cosa más —Hawk Moth tendió su mano, mostrando un anillo negro bastante voluminoso. Chat frunció el ceño, sin saber por qué le estaba dando un anillo, pero lo tomó de todos modos. Cuando lo dio vuelta vio que había una huella de la pata esmeralda en el centro. Hawk Moth se encogió de hombros—. Solo un accesorio para completar el look. Mimo tiene sus armas blancas, Jackady tiene sus cartas, tendrás tu anillo.
—Um, gracias —Chat negó con la cabeza, eso no era lo que quería decir—. No, realmente, gracias. Gracias por darme una oportunidad.
—No me hagas arrepentirme —amenazó fríamente.
—No lo haré —prometió Chat. Se levantó de su silla, bastón en mano y anillo en su dedo anular derecho—. Traeré lo que pueda, señor.
Con eso, Chat Noir se volvió y salió de la oficina. Regresó a Akuma. Tenía mucho tiempo para matar antes de su primer atraco. Iba a intentar tomar el consejo de Hawk Moth e intentar hacerse amigo de algunos de los criminales. Cuando sus ojos contemplaron la habitación a oscuras, se encontraron con Jackady, que estaba apoyado contra la barra. Estaba hablando con un delincuente que no reconoció, sorbiendo una bebida y riéndose de lo que fuera que el otro hombre dijera. Chat Noir sonrió y se preparó para hacer su gran entrada.
—Hola, Jackady —comenzó suavemente, todavía con la sonrisa maliciosa.
Los dos criminales interrumpieron su conversación y observaron al recién llegado. Jackady levantó una ceja.
—¿Y quién eres tú?
—¿No recuerdas al tipo que te dio ese ojo morado y el labio magullado? Mis sentimientos están heridos —Chat burlonamente puso una mano sobre su corazón e infló su labio inferior, temblando para que pareciera que iba a estallar en lágrimas.
Los ojos de Jackady casi se salieron de sus órbitas en sorpresa. Sus ojos se lanzaron sobre su nuevo atuendo.
—S-tú eres…
—Chat Noir, ahora —él sonrió—. Conseguí mi primer atraco esta noche.
Jackady negó con la cabeza con una pequeña sonrisa.
—No puedo creer que lo hayas convencido de permitir unirte —silbó con aprobación—. Te ves como un criminal. Creo que algún día podrás convertirte en alguien importante.
—Estoy conmovido —bromeó Chat.
Jackady puso los ojos en blanco con fastidio.
—Afortunadamente, te has alejado de esa actitud —dijo con sarcasmo.
Chat se burló.
—¡Mi gatitud es lo que me hace ser quién soy!
El colorido criminal gimió.
—¿Ahora vas con los chistes de gatos?
El amigo de Jackady se rió, finalmente uniéndose a la conversación.
—¡Me gusta! Mi nombre es Jared —tendió su mano para que Chat la tomara, lo cual hizo. El hombre parecía ser cualquier otro tipo normal. Cabello castaño, ojos marrones, sin vestimenta de ningún tipo.
Él no debe preocuparse de que se conozca su identidad, concluyó Chat. De repente, la música terminó y un locutor gritó que era hora de 'Lucie'. Inmediatamente, todos los hombres presentes comenzaron a gritar, silbar y aplaudir. Algunos incluso trataron de arreglar su apariencia, al alisarse el cabello o la ropa para que las arrugas no se mostraran. Chat volvió su mirada hacia Jackady en absoluta confusión.
—¿Que está pasando?
Tanto Jackady como Jared sonreían burlonamente. Pero solo el primero respondió.
—Lucie es la cantante más atractiva aquí, muchacho. Perfectamente capaz de satisfacer las hormonas de un hombre en crecimiento.
Él rió y volvió la vista al escenario para esperar a esta persona, Lucie. Chat se burló mentalmente. Siempre estuvo en contacto con muchos tipos diferentes de mujeres debido a su participación en el negocio del modelaje. Dudaba mucho que 'Lucie' pudiera impresionarlo tanto que se volviera como todos los buitres, que esperaban anticipadamente para ella.
Cuando las cortinas se abrieron, una mujer alta se adelantó, mostrando una sonrisa y un guiño a la audiencia. Los hombres respondieron con más aplausos y silbidos, ¡Algunos incluso tenían la lengua colgando! Chat Noir sonrió con diversión. Oh, sí, eso ciertamente la atraería. La cantante se pasó el cabello dorado por el hombro. La música comenzó, y pronto ella estaba cantando su canción.
Chat admitió que ella tenía talento, ¿Pero su apariencia? Ella era bonita, sí, pero él no sintió ningún tipo de reacción hacia ella. Incluso con sus pechos saltones, piernas largas y curvas y cintura diminuta, no sentía nada. Chat estaba interesado en las mujeres, no lo malinterpreten, pero aún tenía que conocer a alguien que lo pueda encantar hasta el olvido. Se rió en silencio y negó con la cabeza, señalando que la mujer que podría hacer eso probablemente tendría que ser una diosa o algo así. Estar en el negocio del modelaje, lo hizo prácticamente inmune a la belleza simple.
Cuando la canción terminó y las cortinas bajaron, ocultando a Lucie lejos de la vista, los hombres fueron más fuertes en sus gritos y aplausos. Chat Noir puso los ojos en blanco, espiando la bebida abandonada de Jackady en el mostrador de la barra en el proceso. Disimuladamente, disparó un sorbo antes de que el criminal mayor pudiera darse cuenta.
Sus ojos se humedecieron y tuvo que reprimir una tos. Maldita sea, ¡Esas cosas eran fuertes!
—Entonces —Jackady se volvió hacia un rostro colorado, tratando de no ahogarse—. ¿Era ella todo lo que siempre quisiste?
Chat Noir se aclaró la garganta y se encogió de hombros con indiferencia.
—Estaba bien.
Jared se rió de la respuesta descuidada.
—No te creo. ¡Es el sueño húmedo de todos!
Los labios de Chat se fruncieron con disgusto. El sexo era un tema bastante nuevo para él, por lo que no necesitaba escuchar exactamente esa última frase. Fue salvado por un sonido de su bastón. Presionó la almohadilla más grande en la huella de la pata y la pantalla oculta apareció, mostrando que eran las 11:40. Desvió la vista de la pantalla y se volvió hacia los dos hombres.
—Bueno, caballeros, esto sido gatificante. Pero tengo que ir a robar. ¡Nos vemos luego! —sonrió, dio un saludo de dos dedos y salió corriendo del club.
Fue más fácil de lo que pensaba. En poco tiempo llegó a la tienda. Chat Noir se dejó caer desde el techo, agarró una bolsa y comenzó a llenarla con botellas de pastillas con nombres largos e impronunciables. Tomó precauciones adicionales y agarró las cintas de varias cámaras de seguridad, luego procedió a guardar más drogas en la bolsa.
Cuando llenó la bolsa de plástico hasta el borde, curiosamente se acercó a la caja registradora y la abrió. Pensando que no iba a doler, agarró el dinero y lo metió en la bolsa también. Eso fue ridículamente fácil. La peor amenaza fueron las cámaras de seguridad. ¡Sin alarmas, rayos láser, nada! Tal vez es por eso que Hawk Moth lo envió allí para su primer atraco.
Puso sus manos enguantadas sobre sus caderas, ahora aburrido. No quería irse todavía, sin que las personas a cargo de la tienda supieran quién los había robado. Chat sonrió cuando vio un trozo de papel con un bolígrafo no muy lejos.
¡Hola! Estoy realmente engatado de tener esta tienda como mi primer robo. Asegúrense de tener mayor seguridad en el futuro. Espero que no les importe la falta de medicamentos de prescripción, simplemente tenían que irse.
¡Hasta la prrróxima!
Chat Noir.
Adrien sonrió al ver el vídeo al día siguiente sobre el misterioso robo de la farmacia, cometido por el aún más misterioso 'Chat Noir'. Se concluyó que era nuevo en el mundo criminal, pero que no duraría mucho tiempo. La policía lo atraparía a su debido tiempo. Él rió y frotó un dedo bajo la barbilla de Plagg.
—Ya quisieran.
Así comenzó su creciente fama. Hawk Moth lo envió a innumerables tareas, considerando rápidamente que el gato negro sería su nuevo empleado favorito. Con cada atraco, la popularidad de los otros delincuentes disminuyó, y Chat Noir tomó su lugar. Pronto, incluso noqueó a Jackady del primer puesto entre los más buscados y los más temidos.
Mientras Adrien estaba nervioso de que los otros criminales se ofenderían por esto y no les gustara, sus acciones fueron todo lo contrario. A todo el mundo les gustaba, y con frecuencia competían entre sí para tratar de hablar con él. A Jackady no le importaba que Chat Noir se hiciera cargo de su lugar, de hecho, se alegraba de que una 'estrella en ascenso' (como él dijo) estuviera obteniendo la fama y la atención que merecía.
Él y Jackady se habían unido durante los meses, y este último le dio al primero varios consejos para cometer robos. Chat siempre escuchaba con oídos atentos y ojos absorbentes.
—Entonces, se acerca otro año escolar —comenzó Jackady, casi con cautela. Mientras que Chat Noir nunca dio su nombre u otra información importante, sí le reveló a Jackady que no tenía la mejor vida hogareña, lo que lo llevó a convertirse en un infractor de la ley en primer lugar. Él sabía que Chat fue educado desde casa toda su vida, y todavía anhelaba ir a la escuela pública.
—Sí —respondió fríamente Chat Noir. Tomó un sorbo del Martini en su mano antes de volver a colocar el vaso sobre el mostrador. Golpeó sus garras contra ella, sin encontrarse con el criminal más viejo a los ojos.
—¿Vas a ir? —Chat lo miró y soltó una risa amarga. Jackady negó con la cabeza con simpatía—. Lo siento, chico. Oye, ¿Tal vez si molestas a tu viejo lo suficiente, te dejará ir?
Chat exhaló por la nariz en una mezcla de diversión y molestia.
—Diablos, no. Si le molesto, simplemente me envía a mi habitación, u ordena a su asistente que cuide de mí. Nunca podré hacer amigos. Bueno, amigos de mi edad, quiero decir.
Jackady hizo una pausa por un momento antes de que sus labios se curvaran en una sonrisa furtiva.
—¿Por qué no te escapas, entonces? —Chat levantó una ceja antes el comentario de Jackady. Él rodó los ojos—. ¡Me escuchaste, escapa! Eres el mejor criminal de la ciudad, seguramente escapar de tu casa no puede ser tan difícil. Solo ve a la escuela de esa manera.
El rubio frunció el ceño. Sus ojos vagaron de la copa de martini a los ojos de Jackady.
—¿De verdad crees que podría funcionar? —preguntó Chat dubitativo.
—No lo habría sugerido si no lo hubiera creído.
Chat Noir se encogió de hombros y sonrió.
—Bueno, supongo que vale la pena intentarlo.
Un intento fallido de fuga más tarde, Adrien estaba sentado en su silla habitual durante la cena, en la larga y a menudo vacía mesa. Había una pila de libros a un lado, un trozo de papel frente a él, y estaba agarrando con fuerza el pobre instrumento de escritura en su mano. Había estado tan cerca. ¡Tan cerca! Ya había puesto un pie en el primer escalón de la escuela cuando escuchó las inconfundibles llantas de la limusina y la voz grave de Nathalie.
Y ahora estaba en casa de nuevo, volviendo a escuchar la voz monótona de Nathalie haciendo preguntas a las que conocía todas las respuestas. No dudó en devolver sus respuestas en el tono más aburrido y agrio que pudo reunir. El mejor criminal de París, frustrado por Nathalie Sancoeur. Honestamente, ella debería inscribirse en la fuerza policial, haría un trabajo muchísimo mejor que ellos.
Por otra parte, si él estaba disfrazado, podría haber cortado su cara y corrido dentro de la escuela. Adrien suspiró. No, él no haría eso. Nathalie, a diferencia de su padre, realmente se preocupaba un poco por él.
—Adrien.
La cabeza del rubio se animó por la repentina interrupción. Nathalie detuvo sus preguntas y volteó a mirar al diseñador de moda mundialmente famoso.
—Señor Agreste.
Gabriel asintió en reconocimiento antes de dirigir su mirada fría y azul hacia su hijo.
—Adrien, ¿Por qué te escapaste?
El modelo parpadeó. Su padre generalmente le daba órdenes, no preguntas. Esto era muy inusual y, a decir verdad, no tenía idea de cómo proceder.
—Porque quiero ir a la escuela —respondió honestamente.
Gabriel, en un extraño momento de debilidad, dejó escapar un suspiro y pellizcó el puente de su nariz entre sus dedos.
—¿Por qué?
—¿Querer hacer amigos? ¿Tener la oportunidad de vivir mi vida como un adolescente regular? —Adrien todavía estaba desconcertado por este cuestionamiento. ¿Su padre realmente estaba mostrando preocupación por él?
Gabriel suspiró una vez más antes de enderezar su espalda y cuadrar sus hombros.
—¿Supongo que este extraño deseo tuyo no se detendrá? —Adrien negó lentamente con la cabeza—. Muy bien. He pensado mucho en esto, y he decidido que la escuela pública puede ser buena para ti después de todo —Espera, ¡¿Qué?!—. Por supuesto, continuarás tus clases de karate, esgrima, piano y chino, junto con el modelaje. También espero que tus notas sean las mejores. Si bajan, no dudaré en regresarte a casa. Todos los días te llevarán a la escuela en la limusina, sin quejas. ¿Tenemos un trato?
Adrien se quedó boquiabierto. ¿Finalmente estaba obteniendo lo que quería?
—¡S-sí! —respondió antes de que la oferta pudiera ser quitada—. ¡Sí, tenemos un trato! ¡Gracias, padre! —una extraña urgencia de correr hacia su padre y abrazarlo corría por sus venas, pero mantuvo su trasero enraizado en la silla, temeroso del rechazo que seguramente obtendría si intentara una acción tonta como esa.
Gabriel asintió.
—Muy bien. Comenzarás mañana.
Adrien saltó emocionado fuera de la limusina al día siguiente, mirando alerta y ansioso a su alrededor. Afortunadamente, Hawk Moth no le había enviado nuevas tareas para hacer la noche anterior, así que se aprovechó de ello y se acostó temprano para no cansarse a la mañana siguiente.
Su boca estaba en una sonrisa abierta, como un niño en una tienda de dulces, mientras caminaba por los pasillos. Finalmente, él estaba en una escuela pública, ¡Con personas de su misma edad! Tenía miedo de que si se pellizcaba a sí mismo, se despertaría del increíble sueño. Mirando hacia abajo en su agenda, notó dónde estaba su primera clase.
Sonriendo, se dirigió directamente al aula, saludando a cualquiera que mirara en su dirección. Obtuvo algunas miradas extrañas sobre las expresiones de asombro e incredulidad, debido a que Adrien Agreste asistió a su escuela, pero se tomó todo con calma. Cuando Adrien abrió la puerta, sus ojos examinaron a los pocos estudiantes que ya estaban en sus escritorios. Él sonrió, pero su expresión decayó cuando escuchó una voz muy familiar.
—¡Adrinkis!
Sí, últimamente Chloé lo ha estado llamando así. Lo odiaba con una pasión ardiente, pero no se quejaba de ello. Lástima que no pudiera convocar al miedo de Chat Noir mientras estaba en su forma civil, porque entonces ella definitivamente no lo llamaría así nunca más. La rubia corrió hacia él y prácticamente lo abordó, sus labios peligrosamente cerca de los suyos. Adrien forzó una sonrisa y logró retenerla.
—Hola, Chloé.
—¡No puedo creer que finalmente vayas a la escuela! No te preocupes, te haré una gran gira y me aseguraré de decirte con quién pasar el rato. ¡No quiero que accidentalmente hables con cualquier perdedor!
Con ese comentario, Adrien notó que la mayoría de sus nuevos compañeros de clase los miraban ferozmente. Él tragó saliva y dio un paso atrás para salir de su agarre.
—Uh, gracias Chloe, pero eso no será necesario.
—Eres muy considerado, Adrien. Hablaremos más tarde.
Chloe le lanzó un beso al aire antes de retirarse con su mejor amiga, Sabrina. Adrien vio a un chico con auriculares alrededor del cuello en la primera fila, aparentemente ocupándose de sus propios asuntos. Mordiéndose el labio, se deslizó en el banco y se sentó a su lado. El chico se volvió hacia él y enarcó una ceja.
—¿No prefieres sentarte con Chloé? —chasqueó el chico. Sorprendido, los ojos de Adrien se agrandaron mientras negaba con la cabeza—. Pero eres amigo de ella, ¿Verdad?
Adrien se frotó una mano en la parte posterior de su cuello.
—Sí, supongo. Quiero decir, me educaron en casa toda mi vida, así que era difícil hacer amigos.
La expresión del chico se suavizó antes de sonreír.
—Bueno, esos días han terminado. Hola, soy Nino.
Él extendió una mano para sacudirla. Adrien sonrió y la tomó con gratitud.
—Adrien.
Los ojos de Nino pasaron junto a su hombro, y su expresión amable se transformó en una de disgusto. Las cejas doradas de Adrien se fruncieron cuando estiró el cuello para ver cuál era el problema. Chloé y Sabrina estaban paradas al lado del escritorio, ambas riendo y mirando hacia abajo hacia una goma rosa masticada, pegada en el asiento.
—¡Coincidirá con los pantalones que le gusta usar!
Chloé se rió. El temperamento de Adrien se encendió cuando entendió lo que estaba pasando. De inmediato se levantó de su asiento y marchó hacia las dos chicas.
—¿En serio, Chloé? ¿Poner goma de mascar en los asientos de las personas?
—Es solo Marinette —la vana chica puso los ojos en blanco.
—¿Quién es Marinette? —preguntó, intrigado. ¿Qué haría esta chica estar como enemiga de Chloé? Aunque, conociendo a Chloé, probablemente fue solo existir.
—Soy yo.
Sorprendido, Adrien se dio la vuelta, y se encontró con el par de ojos más celestial que había visto en su vida. Se quedó sin aliento, mientras miraba las cálidas profundidades. Los modelos mataban por ojos como esos, algunos incluso usaban lentes de contacto en un esfuerzo por lograr ese color, pero recién ahora se daba cuenta de que era patético en comparación con lo real. Un puñado de pecas se extendía por su nariz. Los labios llenos y rosados formaron un ceño fruncido (¿Por qué?), y su cabello negro azabache estaba recogido en dos coletas.
Los dedos de Adrien se crisparon. Quería saber cómo se sentía ese pelo entre sus manos. Ciertamente se veía suave como la seda. Ella era hermosa, no había dudas al respecto. Hermosa, adorable… y enojada. Fue sacudido de sus pensamientos por esa comprensión.
La niña, Marinette, miró desde el chicle en el asiento hacia él. Chloe y Sabrina ya se habían ido, dejando toda la culpa a Adrien.
—¿Hiciste eso? —exigió, apuntando con un dedo al chicle ofensivo.
Le gustaba su voz. Era alta y clara pero no estruendosa, más bien suave… ¡Enfoque, Adrien!
—¿Cómo? —preguntó estúpidamente. Más tarde, se daría un golpe en la frente por esa inteligente respuesta.
—¿Pusiste el chicle en mi asiento? —hirvió ella.
Otra chica con cabello castaño se materializó detrás. Frunció el ceño una vez que miró el chicle y a Adrien.
—Eso es desagradable —regañó la nueva niña, cruzando los brazos frente a su pecho—. ¿Cuántos años tienes, cinco? ¿Y quién eres?
—Yo… yo soy Adrien. ¡Y no puse chicle en tu asiento, lo juro!
Marinette se mofó con incredulidad.
—Lo que sea. ¿Y tú eres Adrien? ¿El mismo Adrien del que Chloé ha estado hablando sin parar? Es lógico que fueras como ella.
Después de ese comentario mordaz, Marinette se movió alrededor de él para colocar un pañuelo de papel sobre el chicle. Luego, ella y la nueva niña tomaron sus lugares en el banco.
—Marinette —Adrien lo intentó de nuevo—. Te estoy diciendo que no…
Su aguda mirada azul se volvió hacia sus ojos verdes.
—No me gustan las mentiras. Solo déjanos en paz.
Los hombros del rubio se hundieron en señal de derrota. Caminó con dificultad hacia Nino, que le puso una mano en el hombro en señal de consuelo.
—No te preocupes, amigo. Marinette es la chica más agradable de toda la escuela, lo superará.
Adrien no respondió. Trató de mirarla a los ojos, pero ella solo resopló irritada y volvió la cabeza. Detrás de él, escuchó las risitas de Chloé y Sabrina. Cerró los ojos y suspiró. Tal vez fue lo mejor que Marinette lo odiase. Si Nino tenía razón y ella era la chica más amable de la escuela, entonces no merecía estar con un criminal como él.
A pesar del incidente con el chicle, Adrien tuvo un buen primer día de clases. Hizo algunos amigos, le gustaron todos sus profesores, y hasta ahora el trabajo escolar parecía bastante fácil. Pero esos resplandecientes ojos azules seguían apareciendo en su cabeza. El cómo se estrecharon con ira dirigida hacia él.
Adrien frunció el ceño mientras salía de la escuela, el sonido de la lluvia golpeando en el techo como un ruido de fondo en sus oídos. Se detuvo al ver el objeto de sus pensamientos. Marinette estaba parada debajo del techo, tendiendo una mano a la lluvia antes de esconderla de nuevo. Él tragó saliva y caminó hacia ella, con el paraguas en la mano. Marinette estaba aquí, sola. ¿Tal vez podrían hacer las paces?
No tenía que perseguirla románticamente, solo podía ser amigo de ella. La amistad era suficiente para él. Adrien abrió el paraguas cuando salió. Forzó una sonrisa en su rostro y la saludó, pero ella solo hizo un ruido en el fondo de su garganta y se alejó. El rubio suspiró.
—Escucha, no puse chicle en tu asiento, fueron Chloé y Sabrina. Chloé es mi amiga, sí, pero… no soy como ella. Esta es mi primera vez en una escuela, la primera vez que lo hago. Siempre he querido hacer nuevos amigos. Es todo muy nuevo para mí.
Adrien sonrió cuando una idea se le ocurrió, una forma de marcar oficialmente la paz. Él se dio la vuelta y le tendió el paraguas, ignorando la forma en que su pelo y su ropa se empapaban de inmediato. Esos hermosos ojos de nomeolvides estaban abiertos de par en par con asombro. Los labios de Marinette estaban ligeramente separados, y lo miraba con asombro sin parpadear. Adrien esperó pacientemente con una sonrisa suave.
Lentamente, ella acercó su mano hacia el mango del paraguas. Hizo una pausa, dudando en tomarlo, pero finalmente lo agarró. Mientras lo sostenía sobre ella, su mirada no se apartó de la suya. Es decir, hasta que el paraguas se cerró sobre ella. Adrien se detuvo con sorpresa, antes de que una carcajada se escapara de su boca.
Se reía de los artículos de noticias que detallaban las miles de formas en que la policía lo iba a atrapar, se reía de los chistes groseros de Jackady… pero esta vez, fue la primera vez en años que tuvo una risa inocente y despreocupada.
Marinette levantó el paraguas con una expresión avergonzada, las mejillas manchadas de rosa cuando dejó escapar la risa más adorable que Adrien jamás haya escuchado. Su corazón casi se detuvo ante la radiante sonrisa que ella le presentó. Antes de que pudiera hacer otra cosa para arruinar esta paz, él se aclaró la garganta y sonrió.
—Te veo mañana.
Adrien dio media vuelta y bajó los escalones hacia la limusina recién llegada. Él se oyó tartamudear una respuesta de que lo llevaran a la clase de piano.
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¡Higushi salvaje lo hace de nuevo! Como ya lo había comentado en Juego Previo, finalmente les traigo a ustedes el prologo de esta maravillosa traducción. La trama es impresionante, y su autora original realmente consiguió crear una autentica joya que merece ser leída. Acompáñenme en esta nueva aventura, ¡Estoy segura que la amaran!
Adelanto del siguiente capitulo: Vemos a un sensual Adrien/Chat Noir de dieciséis años, y su primer encontronazo como criminal con la dulce Marinette. La velocidad de actualización dependerá de la cantidad de Reviews recibidos por capitulo. ¡Así que depende de ustedes!
¿Reviews? Reviews.
