Capítulo 1: El nacimiento de una leyenda.

11 de abril de 2154 Barcelona

Un llanto de bebe se oye en la cubierta medica de la sede de la Alianza en Barcelona, John Shepard mira a su mujer Hanna y a su hija recién nacida. Nada es más importante para el que su familia y conservar la familia siendo un marine de la Alianza de Sistemas es más que complicado.

-¿Cómo la vamos a llamar? – pregunta el.

-¿Qué te parece Alexandra como tu abuela? – pregunto ella.

-Mejor Alexa, igualmente nadie la llamara por su nombre completo – le respondió el dándole un beso en la frente a su mujer.

-Hola Alexa, estoy segura que vas hacernos sentir muy orgullosa de ti- dijo Hanna a su hija.

2159 - 5 años después.

Los cinco años que concedía la Alianza a los marines para criar a sus hijos en la tierra había terminado. Lo cual significaba Hanna que volver al servicio activo. Para Alexa supondría un gran cambió de vivir en una ciudad a orillas del Mar Mediterráneo cerca de su abuelo a convivir en naves espaciales rodeada de Marines de la Alianza cambiando de hogar cada vez que sus padres tuvieran un traslado.

John estaba preocupado como afectaría a su hija las idas y venidas de él y su mujer.

-John no estés tan preocupado – le dijo su padre – tú también pasaste por lo mismo.

-Por eso mismo estoy preocupado, todavía me acuerdo de lo triste y solo que me sentía – le respondió.

John también era hijo de la Alianza el Almirante Ian Shepard era su padre

-¿Mejor hubiera sido morir en la Guerra del primer contacto, Capitán? – le pregunto a su hijo.

-No, claro que no- le respondió el.

-Entonces no te preocupes John, tu hija es lista y dura como el mejor de los Marines –

-Si ya he visto como la haces desfilar y saludar-

-¡Que culpa tengo yo si quiere parecerse a su abuelo! La echaré de menos, como no vengáis cada permiso que tengáis me encargare que os hagan un consejo de Guerra- le dijo su padre muy seriamente.

-¡Papi! – grito Alexa al entrar al despacho de su abuelo sin avisar.

-¿Esa es forma de entrar en un despacho alférez? – se burló su abuelo.

-¡No zeñor! – Dijo Alexa poniéndose firme imitando a los marines que tenía a cargo su abuelo – Papi, zeñor ven a jugar me lo prometizte.

A su padre le hacía mucha gracia cuando seseaba, se le habían caído los dientes de delante y a causa de eso le costaba decir las ese, pero no había padre más orgulloso. Su hija era lista para su edad, rubia color de pelo muy inusual con esos ojos azules como el color del mediterráneo. De sonrisa fácil pero con mucho carácter. Ya temía cuando dejara la niñez y se convirtiera en adolescente.

-Ya voy – le respondió el cogiéndola en brazos y sacándola al jardín.

Su padre les siguió siempre le había encantado ver a su hijo jugando con su nieta, el Almirante estaba muy orgulloso de lo que había conseguido su hijo. Esperaba que Jane su mujer pudiera verlos al igual que él.

-Almirante me está babeando el suelo – dijo Hanna sentándose a su lado.

-No lo puedo evitar, tu hija es maravillosa- le respondió – Os echaré tanto de menos

-Nosotros también a ti – le dijo cogiéndole de la mano.

El Almirante era una persona seria un hombre forjado en la batalla que había perdido a su mujer muy joven y que había intentado ser un buen padre aunque a veces el mismo creía que había fallado, pero ahora en su vejez a punto de retirarse creía que su familia era lo más importante para él y la protegería hasta su último aliento.

-¿Cabe uno más para ver el espectáculo? – dijo una voz detrás de ellos.

-¡Steve! – Dijo el Almirante Shepard – viejo amigo siéntate.

Steve Hackett el Almirante más joven de la Alianza, un hombre de honor y buen amigo de la familia.

-No puedo quedarme mucho rato, tengo que partir para la estación Arturo, solo he estado unos días en la tierra para visitar a la familia y no quería marcharme sin despedirme de vosotros.

La pequeña de los Shepard sonrió al ver al Almirante.

-¡Zeñor! – se posó delante de él y le saludo con la mano como haría su padre si estuviera de servicio.

-Puede descansar, soldado – dijo Hackett con una sonrisa.-John tu hija apunta maneras.

- No hace falta que lo jure señor –

-¿Vuelves dentro de poco al SSV Gerunda verdad? – pregunto Hackett.

-Si en cuanto hayamos empaquetado lo necesario, Hanna ha sido destinada a la nave diplomática SSV Midgar mientras Alexa no vaya al instituto – dijo John un poco melancólico.

-Ella estará muy bien, el embajador Polatli es muy buena persona- le dijo Hackett.

2164 – SSV Midgar.

La madre de Alexa había capitaneado la SSV Midgar durante cinco años, había visto crecer a su hija entre marines de la Alianza, jugar con sistemas de propulsión y esconderse en los rincones más insólitos de la nave poniendo en jaque a toda la tripulación.

Ese día había sido duro, demasiadas conferencias vía comunicación cuántica con los altos mandos de la Alianza y solo tenía ganas de sentarse en el sofá de su camarote y pasar un rato con su hija. Casi no la veía y eso que convivían en la misma nave.

-¿Hola cariño como han ido las clases? – pregunto Hanna a su hija.

-Bien he sacado un 10 en historia de la tierra y un nueve en matemáticas- le explico su hija – ¿mama sabes qué?

-No cuéntame-

- ¡Puedo hacer magia! – le respondió Alexa entusiasmada.

-¿Qué quieres decir? – pregunto preocupada.

-Mira te lo enseñare – le respondió Alexa mientras hacía levitar un vaso de agua un palmo por encima de la mesa.

A Hanna le cayó el mundo encima, lo que más había temido des de que nació su hija se había hecho realidad. Su pequeña era una biótica y todo era por su culpa. Cuando estaba destinada en el SVR Nápoles fue expuesta al elemento cero intentando salvar a los tripulantes de la sala de máquinas.

-Alexa, ¿se lo has enseñado a alguien? – pregunto.

Ella negó con la cabeza con cara de asustada por si había hecho algo malo.

-Oh, cariño no tengas miedo no has hecho nada malo, simplemente no se lo cuentes a nadie, será nuestro secreto-

Hanna abrazo a su hija, pensando en que debía hacer ahora. Pero solo podía pensar en el embajador Polatli, su hija Ranha también era una biótica y se la habían llevado a la estación espacial del Salto Cero donde se desarrollaba el programa BAaT. Nadie sabía a ciencia cierta lo que pasaba en esa estación.

-Vete a lavar y luego iremos a cenar- le dijo a su hija.

Alexa obedeció y su fue a la ducha.

-Oficial, aquí la Capitana Shepard póngame un canal seguro con mi marido el Capitán Shepard SSV Gerunda – dijo Hanna al oficial de comunicaciones del Midgar.

-Ei, hola cariño. ¿Creía que hablaríamos mañana me vuelto a confundir de día? – dijo John a través del comunicador.

-John- dijo Hanna con voz temblorosa – Alexa…

-¿Le ha pasado algo? ¿Ella está bien? – pregunto alarmado.

-Si ella está bien, simplemente oh, John ella es biótica – dijo Hanna rompiendo a llorar.

-Shh, cariño no pasa nada –

-¿Y si se la llevan a BAaT? –

-Voy a llamar a mi padre para que nos asesore, tú deberías coger un permiso de tierra y llevar la niña a Barcelona, ¿tienes días atrasados verdad? – pregunto John.

Hanna asintió con la cabeza.

-Bien, tu actúa como si no pasara nada de momento es lo mejor que podemos hacer, ahora tengo que dejarte tengo mucho trabajo nos vemos en la tierra, te quiero – dijo John antes de cortar la comunicación.

Las palabras de su marido habían sido poco confortables pero nada podía hacer excepto lo que habían acordado.

2164 Barcelona- La Tierra

Hanna había llegado a la tierra a principios de primavera de ese mismo año y su suegro el Almirante Shepard estaba encantando de tener a su familia con él, pero aunque estaba feliz de ver a su nieta sabía que la visita no era de placer.

-No vamos a poder demorarlo mucho- dijo el Almirante.

-Lo sé, pero podemos intentar mover unos hilos, al menos retrasarlo hasta que se produzca una nueva generación de implantes- dijo John – se ha demostrado que los L1 causan graves efectos secundarios.

-Sí, tienes razón, podemos jugar esa carta para retrasar su ingreso en el salto cero-

-Pero no se la pueden llevar a la fuerza – se quejó Hanna.

-En realidad sí que pueden, todavía no se sabe cómo afectara la biótica a los humanos, todo esto es relativamente nuevo para nuestra especie – explico el Almirante – tanto la Alianza como los Gobiernos Terrestres han dejado muy claro que todo niño biótico tendrá que pasar una temporada en BAaT para aprender a controlar sus poderes.

-Es la excusa perfecta, recurrir al miedo de la gente para poder comprobar el potencial biótico – dijo John.

-No hay nada que podamos hacer, pero de momento la niña debería quedarse aquí conmigo, Steve Hackett opina lo mismo –

-¿Qué quieres decir? – pregunto Hanna.

-Steve cree que bajo la supervisión de un Almirante se podrá retrasar la entrada en BAaT, sumándole nuestra reticencia a los implantes L1, podríamos retrasarlo varios años sin parecer que estamos poniendo trabas a ello – aclaro el Almirante.

-Si creéis que es lo mejor….- respondió ella apenada – la echaré tanto de menos.

-Bueno será una excusa para que vengáis más a la Tierra – dijo el Almirante intentando sacar hierro al asunto.

Al cabo de unos días John y Hanna volvieron a sus respectivos destinos, la despedida había sido un drama aunque Alexa no había llorado, ya que decía que los soldados no lloran. Se la veía claramente afectada como si sus padres fueran a abandonarla por el simple hecho de que ella pudiera hacer levitar las cosas.

Pasaron varios años en los cuales el Almirante Shepard había invitado a varias amigas Asari que había hecho en sus viajes a la ciudadela en calidad de representante de la Alianza. Ellas habían ayudado a su nieta a prepararse para cuando le implantaran los amplificadores. Enseñándole técnicas para liberar a energía acumulada e incluso lanzar algún ataque. Todas y cada una de ellas había dicho lo mismo que esa niña tenía un gran potencial y estaban deseosas de ver sus progresos.

En 2167 salió la nueva generación de amplificadores bióticos y el Almirante ya no pudo demorar más lo inevitable, la pequeña de los Shepard recibirá sus implantes a mediados de ese año quisieran o no sus padres y cuando la recuperación hubiera terminado ingresaría en BAaT al igual que todos los demás niños bióticos.

Pero al año siguiente una semana justo antes de que Alexa fuera trasladada a la estación de Salto Cero, un incidente ocurrió en la estación uno de los alumnos había matado a uno de los instructores.

El Almirante Shepard sabía que era la excusa perfecta para evitar que su nieta ingresara en la programa. Había leído atentamente el informe del incidente, el Comandante Vyrnnus había muerto a causa de una patada biótica, Kaidan Alenko así se llamaba el muchacho había agredido a su instructor para intentar proteger a una compañera que estaba siendo maltratada por dicho instructor. Aunque todo eso se había tapado a la opinión pública para no despertar todavía más odio hacia los Turianos. El Almirante al leer las referencias del comandante y la impunidad que le habían dado los altos cargos de BAaT se alegró de que ese muchacho lo hubiera matado.

Su nieta tendría que ir identificada toda su vida pero como mínimo podría gozar de una vida relativamente normal.