LA CHICA DEL CAFE

Nada deseaba mas en aquel momento que un moccachino bien caliente. Miro su reloj. Las cinco de la tarde. Suspiro cansinamente. Podia tomarse un receso, podia alimentar su secreta adiccion por el chocolate y definitivamente iba a hacerlo.

-Damas y caballeros – levanto la voz para que todos en el atestado salon lo escucharan – nos tomaremos un receso de una hora. Cuando regresemos retomaremos las negociaciones.

Todos asintieron. Parecian aliviados. Demasiado con que lidiar para una sola tarde.

Fue el ultimo en salir. Sintio como el aire del lugar se hacia mas respirable una vez que cada una de las personas, en su mayoria hombres, salian de ahi. Tomo su abrigo, sus guantes y miro el exterior.

¿Que rayos estaba haciendo el ahi? Deberia ser el trabajo de Ben y no el suyo. Pero claro, el pobre de Ben, su colega, se habia recientemente operado por una apendicitis. Y el a sabiendas de lo importante que era todo este asunto de la adquisicion se habia ofrecido. Ahi tenia la respuesta a su muy estupida pregunta. Se acomodo el abrigo lo mejor que pudo y avanzo por la calle en busca de un cafe. Pero habia un enorme problema para el, no sabia si habria un starbucks en toda la ciudad. Como deseaba que asi fuera.

Asi que camino, en busca de algun sitio que sirviera. Las calles estaban algo... desiertas, uno que otro transeunte pasaba a su lado, lo volteaba a ver con curiosidad, le daba una timida sonrisa o un gesto y se volvia, siguiendo su camino. Unos metros mas adelante vio algo que podia servir.

"Moe the Viking". Aquel rotulo le llamo la atencion. No por su originalidad, sino porque aquel hombrecito musculoso y con su clasico casco con cuernos sostenia una muy humeante taza de cafe.

Ya era casi feliz. Ahora solo esperaba que aquel lugar fuese mejor que los que se habia encontrado el dia anterior, los cuales dejaban mucho que desear.

Para el, un ejecutivo de Nueva York, acostumbrado desde que tiene memoria a lo mejor que el dinero pudiese comprar – el no muy grande pero muy acogedor, limpio y realmente pintoresco lugar al cual acababa de entrar le parecia la gloria. Podria sentirse comodo ahi los treinta y cinco minutos que le quedaban libres. Se sento cerca de la puerta.

...

No llamaba la atencion de buenas a primeras. Era linda. Si. Muy dulce, muy mona. Llevaba el cabello muy corto, como si fuese un chico a que su madre le corta el cabello una vez al mes, muy adolecente... muy deprimente. Tenia la pinta de una clasica chica invisible, al menos para el, su estilo iba mas con la señorita que ahora se acercaba a su mesa con un menu en la mano. Muy rubia, muy alta y de buen fisico. Con una destacada delantera. Y vestida para resaltar en el grupo. Asi que no comprendio porque se fijo en ella. En el local habian dos chicas particularmente preciosas y la mesera era indudablemente una belleza.

Era su risa - se dijo. La forma en como sus labios se ensanchaban. Unos adorable oyuelos aparecian en sus mejillas y sus pequeños ojillos – como de ardilla – brillaban con emocion. Habia pasion en esa sonrisa y deleite. Una satisfaccion tan natural que era tan extraña en su mundo lleno de fachadas y representaciones.

Pidio un Mocca-Choco-BUM extra grande. El nombrecito del cafe le causo gracia, sacandole una media sonrisa. Le entrego a la mesera su tarjeta de credito. Esperaba que ahi la aceptaran. No recordaba si tenia efectivo a mano.

Los ojos de la mesera se abriaron de par en par al tomar la tarjeta. Bueno, penso ¿Y es que nunca has visto una tarjeta diamante?. No tardo ni dos segundos en comprender que posiblemente asi fuese. Aquel pedazo de plastico negro la verdad si que era un poco ostentoso. Se dio cuenta por primera vez al apreciarlo mejor. Cuando el banco se la dio, se habia tomado la unica molestia de revisar si su nombre era correcto y hasta ahi.

La mesera se fue, muy impresionada y el no volvio a pensar ni en ella ni en nada que no fuese aquella chica. Se acomodo mientras esperaba su bebida y volvio a enfocar su vista hacia ella.

Otra sonrisa.

Un morder interno del labio inferior.

Se toco el cabello, revolviendoselo un poco.

Tomo de su cafe.

Acomodo los audifonos que hasta el momento no les habia prestado mucha atencion. ¿Estaria escuchando musica? ¿La radio? ¿U otra cosa?

Paso la pagina del libro que estaba leyendo y se rio a carcajadas. La curiosidad le pudo. ¿Que libro era aquel para que ella lo disfrutase tanto? ¿Lo tendria el en su biblioteca? Aunque no recordaba haber reido como ella lo estaba haciendo con ninguno de sus mas de quinientos libros. A menos de que fuese uno de esos libros rosas super romanticos, super pegajosos que a las chicas les encantaba leer y por ende el no lo hacia.

Tomo su bebida, que al fin llegaba. Le agradecio a su mesera y reviso el reloj. Todavia tenia veinte minutos.

Se fijo mucho mas en ella. Parecia joven, de no mas de veinticinco se atrevia a asegurar. Tenia unas leves ojeras bajo los ojos y un reguero de pecas llenaban sus mejillas y nariz. De labios pequeños pero encantadores, nariz fina y algo respingona que le daban a su cara ese no se que que tanto le llamo la atencion.

Ella suspiro. El suspiro con ella. Y se espanto. Por un segundo casi deja caer la bebida sobre su ropa. ¿Que le pasaba? Aquello no era normal en el. Demasiado, demasiado tiempo en ese bendito pueblo.

Se regaño mentalmente una y otra vez. Cuando se disponia a levantarse la chica levanto la vista de su libro y miro alrededor.

-Mira hacia aqui – fue el primer pensamiento que sono en su cabeza y ella lo hizo. Por solo un par de segundos ella vio en su direccion. El habia puesto su mejor sonrisa, esa que sabia que a las chicas les encantaba, medio de lado, medio coqueto pero al mismo tiempo misterioso. Ella lo habia visto asi que definitivamente no podia ignorarlo. Ahora ella debia abrir los ojos emocionada porque el la hubiese notado, sus mejillas debian colorarse y su repiracion ser mas irregular. Si su hermana estuviese aqui con el ella ya le hubiera prodigado uno de sus buenos codazos. Se rio internamente de sus pensamientos. Y siguio esperando, pero nada. En aquel rostro no habia ni una señal de interes hacia el, es mas, ahora miraba hacia la barra. Se sintio indignado ¿Como era aquello posible? ¿Como podia ella ignorarlo? La sangre le comenzaba a hervir y no sabia exactamente porque.

Una señora ya mayor, de pelo cano y rellenita se acerco a ella – Oh cariño – le dijo con un claro acento latino – me he saltado unos minutos – sonaba muy apenada por ese hecho – son las seis y siete. Perdoname cielo, me he distraido un poco.

Si no fuese porque la voz de la señora era unos tonos mas alto que lo que deberia ser en una platica de dos personas el no sabria de lo que estaban hablando, pero por suerte esta llegaba tranquilamente a sus oidos. Bueno, siquiera por parte de la anciana porque ella no habia dicho nada chica le sonrio a la señora y camino junto a ella hasta la puerta. El espero, ansioso, que ella le diera una mirada mas. Y espero en vano. La chica se coloco de espaldas a el.

-No te preocupes Nana– le contesto. Pues de algo sirvio que ella se acercara. Ahora sabia como sonaba su voz. Algo ronca pero femenina, ligeramente nasal, como si saliera de un resfriado, pero no molestaba. Y por la manera en que le hablaba a la señora, muy dulce y agradable.

-¿Estas segura mi niña? – oyo que le preguntaba – afuera ya esta oscureciendo, seria mejor si le llamara a...

Ella le corto antes de terminar. ¿A quien? ¿A quien? Se pregunto impaciente por saber la respuesta.

-No, no sera necesario, estoy bien, te lo aseguro – le tomo de las manos – me ire directo a casa y muy rapido. Lo prometo.

¿Donde vivia aquella chica? ¿En los barrios bajos? ¿Habia aqui barrios bajos? No le parecia. Tampoco parecia que fuese un lugar con mucha delincuencia, es mas, recordaba que dentro del informe que le habian entregado antes de viajar a Koochiching decia que Littlefork era una de las comunidades mas seguras del estado de Minnesota. Asi que aquella conversacion no tenia logica, para el.

-Oh, esta bien – acepto no muy convencida – pero hablare dentro de media hora, ni un minuto mas.

Su voz sono alegre y resignada cuando le contesto – como quieras nana, como quieras.

Acomodo su bolso, se paso la mano por el cabello y se despidio. Pero antes de cerrar la puerta, volvio el rostro y miro hacia adentro. Y esta vez el juro que ella lo habia visto.

Al final habia algo interesante en Littlefork – penso antes de botar el vaso desechable y volver a la reunion. Llegaba tarde, pero por alguna razon por primera vez en su vida eso no le molesto.