Disclaimer: Los personajes que reconozcas y demás cosas, hechizos y lugares pertenecen a J.K. Rowling, yo como saben los uso para entretenimiento tanto mío como de ustedes.
-Amárrate a una escoba y vuela lejos-
Long-fic
Resumen: 1995. La guerra ha comenzado secretamente y la Orden del Fénix ha tenido un golpe de suerte. Han capturado a Bellatrix Lestrange y la esconderán en Grimmauld Place. Voldemort esta dispuesto a matarlos y rescatarla, Bellatrix esta dispuesta a sacar provecho y Sirius será su victima. SB/BL.
Ubicación: Bellatrix esta de mala suerte, a un mes de haber escapado de Azkaban vuelve a ser prisionera, claro con compañeros de cautiverio mas interesantes.
Notas: Esto se me ocurrió una tarde, pienso hacerlo largo y con algo de lemmon veremos que pasa. Mi idea es narrar que es lo que harían encerrados Bella y Sirius después de tanto sin verse, solos en una casa que ambos odian. El titulo es de una canción de mi musa: Caifanes.
La noche neblinosa se prestaba para el misterio. Habían llegado por medio de aparición, no podían correr el riesgo de que por traslador el ministerio los detectara o peor aún, si por escoba fuera, ella ya estaría volando muy lejos completamente sola. Estaban en ese mismo parquecito lleno de hierbas que les llegaban más arriba de las rodillas, en el cual habían aterrizado en el pasado con Harry. Pero ahora el nuevo integrante era demasiado diferente.
Sintió como la empujaban fuertemente incitándola a caminar provocando que casi se estrellara contra el suelo. Con cada paso que daba la presión de su compañero de atrás iba en aumento. Y pensaba que el hombre que venía sujetándola del brazo era delicado y ridículamente caballeroso. Pero talvez por ser simplemente ella, las sutilezas y simpatías no estaban disponibles.
Al principio de la comitiva formada por cinco magos y tres brujas, caminaba con su largo cayado de madera el viejo auror que ahora aborrecía con todo su ser. Es que no podía creer que el anciano trastornado y oxidado de Moody había podido capturarla de nuevo. Si tan solo tuviera su varita ahí en la mano, todos esos impertinentes traidores estuvieran ya retorciéndose de dolor en el piso.
Pero no tenía ni puñetera idea de donde se podía encontrar su amada y siempre tan útil varita.
Se pararon enfrente de la larga hilera de casas muggles, justo enfrente de la once y la trece. Bellatrix se sabía de memoria esa dirección, en especial la de una casa en particular donde había pasado muchos momentos de su infancia y juventud. Se dio un chasco al no ver en ninguna parte la Antigua y Noble casa de los Black, sin embargo al ver que un hombre alto y negro le tendía un arrugado pedazo de pergamino, comprendió todo.
-Memorízalo- Ordenó con voz grave.
La mortifaga le echo un vistazo a la pulcra y estilizada caligrafía con la que estaba escrita la nota. A regañadientes tuvo que leer todas las líneas aunque ya se las supiera, pues solo así funcionaría el sortilegio con el que estaba protegida la casa. Para su desgracia el número doce de Grimmauld place se abrió paso entre las angostas casas.
Se quedó un momento paralizada. Nunca se imaginó regresar a esa pútrida casa y menos en aquella situación. ¿Como había permitido que eso llegara tan lejos?. Estaba muerta, el Lord simplemente no consentiría el hecho de que ella estaba secuestrada y encerrada junto a la Orden del Fénix. Si era para sacarle información, perderían su tiempo. De su boca no escucharían salir nada acerca del Lord y sus planes. Un susurro amenazante la sacó de sus cavilaciones.
-¡Camina Lestrange!- Bramó el vejete auror.
La mujer coquetamente le dedicó una sonrisa mordaz. Moody solo rodó los ojos en una muestra de exasperación y con un ligero movimiento de cabeza les indicó al grupo que lo siguieran.
Remus Lupin, que Bellatrix ahora lo consideraba su agresor, la sujeto ya no de uno si no de los dos brazos y casi abrazándola la dirigió hacia adentro de la casa, por si talvez a la loca de la mortifaga se le ocurría salir corriendo.
El pasillo estaba sumergido en una oscuridad escalofriante. El olor a humedad rancia invadió los pulmones de Bellatrix. Intento gritar, claro que lo intento, ella no iba a entrar a su probable encierro sin oponer resistencia, o al menos hacerse la difícil, para siquiera acortar mas el tortuoso tiempo que le esperaba, unas cuantas verdades a esos idiotas no les iban a caer mal. Pero no había terminado de pronunciar la primera silaba cuando la fuerte mano de Lupin la silenció, mientras el mago alto y fornido de aspecto afro, le aplicaba un hechizo silenciador. Forcejeó un poco con el hombre lobo para que quitara su asquerosa mano de hibrido de su boca.
La condujeron entre las penumbras, por escaleras y demás puertas, hasta llegar a la cocina, que se encontraba en el sótano, según recordaba la mortifaga. Ella jamás había entrado en ese sitio, dado que era un lugar impropio donde solo los elfos podían estar. Durante todo el trayecto la bruja más joven, que siempre había estado a la derecha de Remus, observaba con una curiosidad retenida y algo de rencor a la mujer que llevaban de prisionero. Se mantuvo callada y con su varita siempre apuntando a la cabeza de la asesina, al igual que lo hacia su compañero al otro lado de Lupin, Kingsley Shacklebolt.
Bellatrix no se había dado cuenta que tenia a semejante acompañante, dado que no podía reconocerlos por la pobre iluminación. A los únicos que había identificado era a Moody y a Remus Lupin, pero sabía a ciencia cierta que cuando la atraparon había más de seis.
La sentaron, mejor dicho la aventaron, en una silla lo más alejada de la chimenea. No podía hablar, todavía tenia el hechizo silenciador y no se imaginaba cuando pensarían quitárselo.
Por un momento se preguntó porque el hombre lobo era el único que la había sujetado si tenían suficientes personas para agarrarla de cada extremidad, o porque no le habían puesto mejor unas esposas mágicas y cadenas en vez de andarse rozando con aquel bastardo.
Ya sentía los brazos amoratados y entumidos.
Desde su lugar en la estancia, pudo observar a toda la gente que la venían custodiando. Sería una soberana tontería tratar de escapar sin varita y con una multitud de magos bien entrenados y armados. A ella solo le interesaba lo que pasaría cuando el señor tenebroso se enterara de que la tenían encerrada. Suspiro, un gesto extraño en ella. Seguramente torturaría a Rodolphus hasta el cansancio por pemitir que ella anduviera sola a tan altas horas de la noche, y en un barrio muggle. Pero ella ni siquiera le había comentado a su marido que tenía intenciones de salir, simplemente lo hizo. Iba encaminada a encontrar la casa de la sucia rata de Snape para arreglar algunas cuentas y que le aclarase él mismo unos asuntos pendientes.
Tenían estrictamente prohibido salir de la vieja mansión en la que se refugiaban, pero Bellatrix estaba tan segura de la dirección de aquel imbécil que había calculado no tardar más de veinte minutos en su hazaña. Lamentablemente se dio cuenta demasiado tarde que había conseguido las instrucciones erróneas y un parpadeo después se encontró inmovilizada y apresada por la Orden del Fénix. Debía admitirlo, fue una estupidez de su parte. El Lord no la perdonaría tan fácilmente si es que salía viva de ahí. Por primera vez en su vida, sus expectativas y posibilidades quedaban reducidas a polvo. Ya encontraría la manera de salir , Bellatrix Lestrange no se rinde tan fácilmente.
La arcaica y mugrienta cocina de los Black, era iluminada por una araña de luces amarillenta que se balanceaba arriba de la larga mesa de madera que fungía como comedor. Bellatrix, que no estaba atrapada en ninguna maldición o artilugio, mas que del hechizo silenciador, estaba situada en la cabecera de la mesa, en silencio y asombrosamente quieta. Con la mirada perdida en algún punto de sus botas negras, se sostenía la cabeza con las manos apoyándose con sus codos en la mesa. Era una postura de evidente aflicción. Todos los presentes se quedaron pasmados al ver a la mortifaga más cruel en un gesto tan humano. Era lógico que se sintiera impotente. El silencio era casi abrumador solo los murmullos de Moody y otros aurores se escuchaban provenientes de una esquina.
-Bien, aquí estamos- Exclamó un sonriente Albus Dumbledore entrando al lugar. Todo mundo presto atención al mago recién llegado, excepto la susodicha mortifaga.
Mierda, mierda, mierda, se susurraba mentalmente mientras escuchaba la cansina voz del director de Hogwarts. Se había olvidado por completo de él y de lo involucrado que el viejo estaba en todo aquello.
-Albus- La ronca voz de Moody, se escucho desde el fondo de la habitación. Hizo un movimiento con la cabeza señalando a Bellatrix. Los ojos de un azul intenso de Dumbledore se posaron pronto en la bruja.
Se acercó lo suficiente para quedar justo al lado de ella y luego tomó asiento en la silla adyacente. Con una mano, hizo un ademán para que los demás también tomaran asiento en la mesa.
La mortifaga seguía con su mirada clavada en el enmohecido piso de madera.
-Buenas Noches, Bellatrix-
Notas de autor: Bien, ¿Qué les pareció?
Dejen sus comentarios por favor, me gustaría que alguien me diera una sugerencia de cómo seguirle y decirme si les gusta la idea. Cualquier cosa es bienvenida. ^^ Espero que me llegue de nuevo el pinchazo de inspiración. Oración a Voldy. ~Sigan bellos~.
