Nota de autor: hace como un año nació este fic, cosa que nunca terminé, y como no merece estar arrumbado en mi elejota, aquí lo tienen haciendo desmadre. Pero he cambiado la temática del fic, primero dije que sería una Mimi enfermando a Yolei por querer ser dama. Pero más tarde recordé cuando Mónica es la organizadora de la boda de Phoebe y aquí lo tienen xDDD. Disfruten la lectura. Besos. Review, crítica y sugerencia bienvenidos. Digimon no me pertenece. El fic en cuestión sí. No al plagio.


Dama de honor

CAPÍTULO l: Tres pasos para adelante y dos para atrás


—¡¿Qué?! —exclamó emocionada. No lo podía creer. ¡Qué felicidad! ¿Había escuchado bien? Tanto júbilo no podía caber en su pecho.

Tk sonrió enormemente, estaba a nada de dar saltitos en un pie por toda la habitación, su felicidad era inmensamente grande al ver con qué entusiasmo su querida amiga Mimi recibía la noticia. Le daban más ganas de brincar, correr, abrazar, reír y gritar a los cuatro vientos que uniría su vida, en sagrado matrimonio, a la de su amada Hikari.

—Kari y yo nos casaremos —lo repitió con esa misma sonrisa, que no podía borrar desde que le hizo la propuesta y pidió su mano.

La castaña brincó contenta, tenía los ojos vidriosos por la alegría que le daba saber que sus dos pequeños amigos se casarían, bien decía ella que esos dos nacieron el uno para el otro, eran dos gotas de agua. Lo abrazó con mucha fuerza, casi lo asfixiaba.

La reacción de Matt fue más controlada, solo sonrió y cuando la castaña dejó por unos instantes a TK, éste lo felicitó con un pequeño abrazo de hermanos. El menor comprendía que su hermano era así, también sabía que era Mimi quien festejaba y expresaba lo que ambos estaban sintiendo. Cerca de unos cinco minutos Mimi lo abrazó y lo felicitó, haciendo que Tk se sintiera, todavía más, dichoso.

—Hermano —habló viéndolo haciendo que el aludido se girara hacia él —tú siempre has sido una persona importante para mí y siempre lo serás. Quiero pedirte que seas mi padrino.

La castaña permaneció callada viendo el momento entre hermanos, con una sonrisa pintada en su rostro. Las cosas no podían ir mejor, ellos se unirían todavía más, una boda siempre traía buenas cosas. Matt sonrió, como pocas veces lo hacía, se sentía honrado de que su hermano le pidiera ser su padrino.

—No tienes por qué pedirlo enano —jugueteó con la cabellera rubia de su hermano.

Comprendiendo que Takeru ya no era aquel pequeño niño. Tal vez él no lo decía y ni lo demostraba, pero estaba contento por el paso que su hermanito daría. Sonriente la castaña analizaba. Muchos sueños se cumplirían, una boda, Kari al fin cumpliría uno de sus sueños: vestirse de blanco y caminar hacia el altar y jurarse amor eterno junto al su primer y único amor. Todo en su grupo de amigos sería paz y felicidad. Además, si ella también podía cumplir una de sus más anheladas ilusiones ¡SER LA MADRINA! Porque si Matt era el padrino, ella sería la madrina. Las cosas no podían ir tan más perfectas…

Los tres conversaron por un rato de cómo Tk le había dado el anillo y qué habían dicho los padres de ambos acerca de la unión, y al parecer todos habían quedado muy satisfechos y felices por el casamiento. Era de esperarse, desde pequeños fueron inseparables, siempre estuvieron destinados a estar juntos.

—Quedé de verme con Kari —miró su reloj —ya voy retrasado.

—Te acompaño a la puerta —dijo con cortesía Matt.

Tk ya se iba… y no había pronunciado absolutamente nada acerca de la dama de honor. Achicó sus ojos. Tal vez era la propia Hikari la que se lo quería pedir, era lo correcto, su boda, su petición.

—Adiós Mimi —le dio un beso en la mejilla para despedirse de su cuñada, ella le correspondió.


Poco a poco todos los del grupo se fueron enterando de la buena nueva. Habían coincidido que ya se habían tardado demasiado, porque desde que tuvieron edad legal para casarse, debieron hacerlo. Tk era a Kari como el cielo a las estrellas. Así de fácil.

—¡Mira amor! —llegó Mimi con una gran cantidad de revistas.

—¿De qué son? —achicó los ojos. Mimi le mostró la portada de una, "vestido de novia", "la boda perfecta".

—Se las quiero enseñar a Kari —sonrió ampliamente —como dama de honor es mi deber encargarme de que la boda sea perfecta.

—¿Kari ya te pidió que seas la dama?

—No —respondió satisfecha. Matt rodó los ojos. Era completamente tonto que la castaña diera por hecho que será la dama, habían pasado dos días y Kari no había ido a pedírselo y cuando Tk estuvo con ellos tampoco mencionó algo. Era poco factible que Mimi lo fuera, pero ella andaba tan ilusionada.

—Amor —tenía que ser el más tierno y dulce del mundo —no crees que te estás anticipando —ella lo miraba atenta —Tk no mencionó nada el otro día.

—Eso solo le corresponde decirlo a la novia —sonrió triunfal.

—¿Por qué no ha venido a decírtelo?

—¡MATT! ¡ES LA NOVIA! —exclamó escandalizada —tiene que presumírselo a TODOS. Además sabe que su dama es eficaz —señaló las revistas.

El rubio negó. Pedía a los dioses del Olimpo que sea así, porque si no Mimi sufriría una gran decepción.


—¿Por qué tan ingratas? —reclamó con molestia Yolei. Había salido de viaje, por una semana, con su amado Ken y en su ausencia ocurrieron cosas importantes y ninguna de sus amigas fue capaz de llamarle para contarle —me lo puedo esperar de todos menos de ti Mimi —le reclamó directamente a la castaña.

—Amiga, yo me enteré hace dos días —se defendió un poco sonrojada por la acusación.

—Además —agregó la pelirroja —eso solo le corresponde a Kari o Tk contarlo.

—No tienen perdón de Dios —se cruzó de brazos —me siento excluida.

—Yolei, no creí conveniente contártelo por teléfono —habló con franqueza la próxima en casarse —estas cosas se dicen en persona. Que más hubiera querido yo que salir a contárselo a ustedes y compartir mi alegría.

Las tres mujeres que estaban acompañándola en esa cafetería, eran sus tres mejores amigas, las que siempre habían estado con ella y las que jamás las abandonarían. Desgraciadamente ya no podían pasar tanto tiempo juntas, ya todas tenían su vida y sus responsabilidades. Además, el tiempo se le fue en un abrir y cerrar de ojos. Un día pedían su mano y al siguiente, Tk y ella se encargaban de dar la noticia personalmente a todos sus amigos.

—¿No te da alegría por mí? —sonrió con timidez. La chica de cabellos morados pareció arrepentirse por su actitud infantil y enseguida exclamó con felicidad y abrazó eufóricamente a Kari.

—Perdón amiga, no quería comportarme así. ¡Qué alegría! ¡Eres la primera en casarte de todas nosotras! ¡Oh, qué felicidad! Kari correspondió al frenético abrazo, escuchaba las bendiciones de sus amigas.

—Yolei, aparte de querer compartir mi dicha contigo, en persona y no vía telefónica —hizo una pausa para contener las lágrimas —quería pedirte un favor especial. Tú… tú eres alguien muy especial para mí —a nada de que se le escurrieran las lágrimas —y me gustaría que fueras mi dama de honor.

Sora sonreía mientras miraba la escena. Mimi abrió la boca ¿le pidió a Yolei ser la madrina y no a ella? ¡Mentira! ¡Era un error! ¡Una cruel broma para ella!

—¡Kari! —gritó mientras abrazaba a su amiga entre lágrimas.

Era un gran honor que su amiga le pidiese eso. Por eso lloraba, de mera felicidad, ser la dama y ayudarle en todo los preparativos de la boda significaba unión, confianza, amistad y amor entre dos amigas.

Mimi lo analizó. ¿Por qué Yolei y no ella? Si ella la conoció primero, su amistad era mucho más añeja que la que tenía con la de cabellos morados. ¿Desde cuándo tan amigas? Si Miyako siempre estuvo más a su lado que el de la propia Hikari. Hubiese entendido, gran mentira, que eligiera a Sora, porque fue la más maternal de todas y había más confianza entre su cuñada y la futura novia. Pero, ¿Yolei?


Era su sueño, uno de los más lindos que ha tenido en su vida, ser dama de honor. Se sentía destrozada. Ella tenía talento y el don de la organización y buen gusto, hubiese sido la mejor de las elecciones para ser dama. ¿Por qué Kari no la eligió a ella? ¿No la quería tanto como decía? ¡Era una hipócrita!

El rubio la miraba preocupado. Primero Mimi llegó a su departamento, sorpresivamente, no lo saludó como acostumbraba, solo entró como alma que llevaba el diablo, diciendo quién sabe qué tantas cosas en quién sabía Dios cuántos idiomas… no le entendió nada. Y ahora estaba sentada en el sofá, en completo estado de trance, estaba cruzada de piernas. No sabía si haciéndose la digna, a punto de matar a alguien o la más factible: a nada de empezar a llorar. No se animaba hablarle.

En su mente se preguntaba qué tenía en ese estado a su novia… recordó que le había dicho que se miraría con Kari, Sora y Yolei para hablar sobre la boda y darle la bienvenida a la última. Hasta ahí podía haber pura felicidad entre amigas, a no ser que… Él lo sabía, no tenía porque ella se encaprichó en que sería la madrina de honor.

—¿Amor?

—Yolei será la dama de honor.

Él ladeó sus labios.

—La eligió a ella y no a mí. No entiendo por qué.

Matt se acercó a ella para consolarla, se sentó a su lado y acarició su mejilla.

—Tú eres más bonita —la castaña entrecerró los ojos al verlo —mi amor, por eso tú no serías una buena madrina de matrimonio. Opacarías a la novia —la miró tiernamente con su cara de bobo enamorado.

—¡Pero yo quiero ser madrina! —replicó con indignación. Aunque no tardó mucho en hundir su rostro en el pecho de su novio para soltar sus traviesas lágrimas que exclamaban libertad.

Matt estuvo ahí para consolarla y apapacharla. Para su sorpresa la castaña no lloraba tan exageradamente como se esperaba, estuvo tranquila mientras descargaba su tristeza. Mimi meditaba, con dolor y decepción, acerca de por qué no la habían elegido. Pero, ella no se quedaría con las ganas de ser madrina, eso jamás. Lo conseguiría. Conseguiría a otra novia si le era posible. Para que a Kari le diera envidia y se lamentara, lentamente, por no haberla elegido.

—¿No quieres hacer algo? —preguntó él, dispuesto a acompañarla al centro comercial para que comprara todo lo que quisiera. Estaba dispuesto a recuperar la sonrisa de su novia y consolarla hasta que se sienta mejor.

—¡No! ¡Tengo que conseguir una novia! —se separó de su novio para limpiarse las lágrimas. Sonrió con malicia, provocándole escalofríos a su novio.

—¿Conseguir una novia? —la miró intrigado. La conocía tanto que le daba miedo ver esa sonrisa endiablada en el rostro de la castaña.

—Sí, otra novia —comentó con descaro y crueldad. No estaba seguro de querer saber, pero era su obligación saberlo.

—¿Para qué? —tragó saliva, casi temblando.

—Para ser dama, tontito.

Oh no. El demonio ya había poseído a su novia. Cuando Mimi se dejaba cegar por él, aparecían las peores consecuencias.

—¿Qué vas hacer?

—Nada malo —pellizcó la mejilla de Matt, para hacerle un cariñito y tranquilizarlo. No era para que se preocupara.


Kari sí que era una floja, un vil zángano. ¿¡Por qué no le respondía el celular!? Claramente le dijo que se presentaría en su casa a primera hora para empezar oficialmente con los preparativos de SU BODA, la boda de ella con Tk, su boda. Era obvio que tenía que estar despierta y activa a las cinco y media de la madrugada. Volvió a marcarle, ya iban más de quince llamadas, y seguía sin responder. La perdonaría únicamente si estuviera bañándose, porque eso querría decir que sí acató sus órdenes y comprendió el mensaje 'mañana a primera hora'.

Tocó la puerta una y otra vez, gritó el nombre de su amiga un par de veces. Pero no tenía respuesta, ya se estaba desesperando. Tenía tres opciones: seguir tocando hasta que alguien abriera, derribar con furia o ir a donde el conserje, hacer drama hasta que lo convencerlo de abrirle. ¡Eso ya lo había hecho!

—Miyako —era el señor Yagami, él estaba todo somnoliento e irreconocible. Si siempre lo vio bien presentable y activo ahora, era un asco; despeinado, en pijamas y sin poder abrir los ojos. Supo de donde Kari sacó lo floja.

—¿Y Kari? ¿Ya está lista?

—Todos están dormidos —bostezó —¿Qué hora es?

—Van hacer las seis. Vengo por Kari.

Yuuko la vio, cuando pudo despertar un poco, la de cabellos morados traía café en una mano, bajo del brazo cargaba catálogos, revistas y carpetas, mientras tenía la otra mano desocupada, pero en el suelo reposaban como tres bolsas. Supo que debía dejarla pasar, no podía dejarla afuera y que siguiera perturbando su sueño.

—Está en su habitación.

La Inoue tomó las bolsas del suelo y caminó en busca de su amiga. Entró a la recamara de ella ¿Y qué vio? A la muy floja en su quinto sueño. Sintió ira. Olvidó su cita, si quería que su boda fuese un éxito debía cooperar. Acomodó todo lo que traía en las manos en el escritorio de su amiga.

—¡DEEESPIERTA! —pateó el colchón mientras gritaba.

La castaña se sobresaltó al grado de sentarse en su cama. Mierda, se había llevado un gran susto. El corazón casi se le salía del pecho. A nadie le gustaría despertar así.

—Lo siento, lo siento. ¿Es muy tarde? —se apresuró a levantarse para buscar ropa y bañarse —ayer estuve con Tk hasta tarde y me quedé dormida... ¿Qué hora es?

—Cinco para las seis.

Kari dejó de buscar ropa, para abrir los ojos ¿Las seis de la tarde verdad? ¡No, no pudo haber dormido tanto!

—¿De la mañana? —Yolei asintió. ¡Estaba loca! Era muy temprano. Caminó hasta su cama, dispuesta dormir un par de horas más, pero en cuanto se acostó, algo o mejor dicho; alguien jaló de su pierna y la tumbó al suelo.

—¿Qué parte de a primera hora no entiendes?

—No son ni las seis.

—Mira Kari, si te quieres casar tienes que estar pendiente de todo a todas horas, ya habrá tiempo para que holgazanees —respiró hondo —si no te quieres casar, dile a Tk y no sigas con esto. ¿TE QUIERES CASAR VERDAD? —le gritó a su amiga, que aún estaba tirada en el suelo.

—¡Entonces comprométete también con los preparativos!

Kari asintió asustada y se levantó rápidamente. Yolei daba miedo cuando se ponía así. No había por qué discutir, a su amiga nadie le ganaba y tenía razón, era su boda. Tenía tanto por hacer. ¡Madrina más comprometida no pudo elegir!

—¿A dónde vas?

—A bañarme.

—¡No! —¿aún no entendía o qué? —ya es muy tarde, no hay tiempo. Cámbiate.

—Pero...

—Pero nada, eso hubieses pensando antes.

Agachó la cabeza, no tenía de otra más que acatar órdenes del general Yolei.


Era un genio o era muy afortunada por tener una novia que se podía casar y si no se quería casar, ella podía convencerla para que lo hiciera. ¡Ya tenía a los novios! Faltaba que se comprometieran oficialmente y ella, de una vez empezaría con todo, aunque ya se imaginaba cada remoto detalle; desde el salón hasta los manteles. Sonrió satisfecha, todos estarían felices, más ella.

—Cuando Tk dijo que se casaría con Kari, yo me alegré muchísimo —empezó a relatar la castaña —siempre dije que ese par son como dos gotas de agua. Y que ya se estaban tardando.

Sora ponía atención a todo lo que decía su amiga, después de todo era mujer, ella había pensado lo mismo cuando Kari les contó que pronto formaría una familia con Tk. Era bueno compartir todas esas anécdotas con su mejor amiga. Tai tenía su mejilla apoyada en la palma de su mano, estaba desganado y aburrido por la plática de mujeres, para qué lo citaron a él, que era todo un macho recio. Él no iba a compartir lo que sintió y ni mucho menos iba a soportar esa charla tan empalagosa.

—Entonces cuando eligió a Miya como su dama de honor, me decepcioné, porque siempre han sabido que mi gran sueño es ser madrina —llevaba un gran discurso, sabía que los iba a convencer cuando terminara. Nadie mejor que ella para persuadir —yo tengo muy buen gusto, además de que soy excelente organizando ¡No por algo tengo estos dones! —no era justo que se quedaran sin usar —entonces pensé, si Kari no me eligió como su madrina. ¿Por qué yo no escojo a los novios?

Sora leyó su jugada antes de tiempo, presintió a donde llegaría eso, pero no dijo nada. Sabía de antemano que su amiga no descansaría hasta que acepten. Era sí o sí.

—Pensé en una pareja, que fueran perfectos juntos. Que su relación fuera fuerte y yo tuviera la certeza de que iban a estar juntos toda la eternidad —alardear sobre ellos y decir que eran perfectos era su arma —y no encontré a nadie más perfecto que ustedes —sonrió dejando helados a sus amigos, en ninguno de los dos había pasado la opción: 'casarse' —Tai, pídele matrimonio a Sora.

No le preguntó, ni lo sugirió. Se lo ordenó.

El moreno estaba boquiabierto, no creía en los alcances de Mimi hasta obtener lo que quería.

—¿Es una broma verdad? —ella negó —estás loca entonces.

—¿Estoy loca porque quiero que demuestren su amor en un altar?

—Mira Mimi, si quieres una boda. Obliga a Matt a casarte contigo, no a nosotros —aconsejó no de muy buena manera.

—¿Amas a Sora? —él afirmó —entonces, ¿Qué tiene de malo?

—Ni Sora y ni yo creemos en eso. Nos amamos y estamos juntos, un papel no es necesario para que certifique eso.

—Entonces no la amas lo suficiente —comentó convencida —eres un miedoso. Te da miedo el compromiso.

—Sí la amo —recalcó fuera de sí.

—Mentira —habló alzando el tono de voz —si la amaras no te costara nada. Lo que pasa es que pasa es que te da miedo, es tan típico de los hombres. Tú quieres vivir en el pecado y mi amiga como te adora no le queda de otra que hacerte caso.

Sora tomó a Tai por el brazo, pidiéndole calma y que no le dijera nada. Conociendo el temperamento de ambos, era mejor callar a uno.

—Mira Mimi —está vez habló Sora —te agradezco todo lo que piensas de nosotros. Pero por ahora no tenemos planes de casarnos —le comentó llena de paciencia, porque al final de cuentas casarse no era una de las prioridades de que tenía con su pareja. La castaña infló sus mejillas, como muestra de coraje.

—¿Por qué no quieren casarse?

—Creemos que no es necesario firmar un papel para demostrar que nos amamos —le respondió —una firma no te garantiza nada. Así estamos bien todos.

—Están locos —arrugó el entrecejo —ni que la boda les fuera arrebatar ese amor. Hacerlo no garantiza nada, pero tampoco no hacerlo.


—Tienes que casarte con Mimi.

Matt abrió la boca impactado. No porque no quisiese casarse con la castaña o porque no lo hubiese pensado, solo era que le sorprendía la forma en que su amigo lo quería obligar a hacer lo que él quería. Lo meditó unos instantes, tenía una leve sospecha de por qué pedía eso.

—Ay no... ¿Qué hizo?

Le dio miedo pensar en los alcances que podía tener cuando quería obtener algo.

—Obligarnos a Sora y a mí a casarnos.

¿En serio había hecho eso? Negó con incredulidad, pero el serio semblante de su mejor amigo le hizo creer lo que le decía.

—Si Mimi busca tanto una boda, dásela tú —habló con enojo —dale lo que quiere a tu mujer o, ¿es que no se quiere casar contigo?

—¿Por qué tú no quieres casarte con Sora? Prefirió ignorar los estúpidos comentarios de Tai, no ganaba nada con estrellar su puño en el rostro del moreno.

—Porque nosotros no creemos que un papel garantiza un futuro, juntos —habló, repetía el mismo discurso una y otra y otra vez —amo a Sora y ella me ama a mí. No necesitamos que un papel certifique eso.

El rubio Ishida lo meditó por unos segundos. Era una respuesta convincente para alguien como su amigo, además si se ponía a analizarlo como pareja, tenía razón. No todos buscaban llegar al altar para tener una vida, juntos. Además a esos dos no les gustaba hacer las cosas de un modo normal. Bastaba con recordar que Tai siempre estuvo enamorado de la pelirroja, desde la infancia, y cuando crecieron no le confesó su amor así no más, no. Tai siempre tiene algo bajo la manga para sorprenderlo; primero la amistad incondicional, las indirectas, en forma de juego, de que terminarían juntos, los celos, volvían las indirectas y por fin dieron la sorpresa de que eran novios y vivirían juntos.

—Y bien... ¿Qué hay de ti amigo? ¿Has pensando en dar ese paso? ¿O te da miedo?

Resopló y luego negó. Introdujo su mano a la bolsa de su suéter y terminó por sacar una pequeña cajita aterciopelada color azul. Y con cuidado la abrió. El moreno quedó con la boca abierta. No creyendo lo que miraba. Se pellizcó el brazo un par de veces.

—Imbécil —masculló el rubio, tratando de no reír.

—¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? —mierda, si él se puso así, qué va a ser de Mimi —¡Felicidades! ¡Estás madurando! Y lo abrazó fuertemente, orgulloso de lo que estaba por hacer —creí que tendría que obligarte a darle una boda a esa loca.

Sonrió de medio lado. Para él no era ningún sacrificio casarse con la castaña, sino todo lo contrario.

—Felicidades hombre. ¿Cuándo piensas proponérselo?

Alzó los hombros. Ese era el problema. ¿Cuándo? Él estaba listo pero y, ¿ella? Había ciertas cosas, como buen hombre mamón, que le hacían dudar. Una de ellas era que Mimi mostraba más empeño en ser dama que otra cosa, buscaba una seña de que ella quisiera ser algo más que la madrina. Que mostrara interés por ser la novia.

—Aún no lo encuentro el momento —comentó confundido. Porque si la relación de su amigo era todo menos normal, la de él era completamente especial. Tan ridículo se había vuelto que buscaba pequeños detalles que fuesen significativos —además no sé si ella esté lista.

El moreno abrió los ojos y luego se echó a reír.

—¿Es una broma verdad? —ahogó una carcajada —¡Es Mimi! ¡ESA MUJER NACIÓ LISTA!

—Tienes razón —qué dudaba. La mente de una mujer, no se diga la de Mimi, era experta en pensar en varias cosas a la vez.


—¿Y todo eso? —preguntó sonriente.

—Es para la boda de Kari —dejó caer las bolsas a su alrededor y corrió a besar los dulces labios de Ken.

—¿Cómo les fue? —siempre tan amable y atento, por eso ella lo amaba.

—Es una perezosa y una debilucha. No podía cargar bolsas y se cansaba muy rápido —se quejó Yolei, recordando todos los interminables descansos que tuvo que tomar —lo bueno que soy muy eficiente y lo tengo todo controlado. Soltó un prolongado suspiro, conforme la sonrisa de Ken aumentaba.

—¿Y, le dijiste? —Yolei negó.

—Después de la boda, ahorita todo gira alrededor de ella —justificó Yolei.

Tenía la firme idea que lo mejor era dejar disfrutar a su amiga con su momento, luego ella se las arreglaría. —Eso es mucho tiempo —Ken por fin dejó de sonreír, para ladear su labios de forma dudosa.

—Mira cariño, no te preocupes por eso —volvió a besar sus labios —confía en mí. ¿Sí?, por favor.

Habló en tono infantil, derritiendo el corazón de Ken. El dulce momento entre ambos se vio interrumpido porque alguien llamó a la puerta.

—¡Mimi! —saludó Yolei —qué bueno que viniste, es como si te hubiera llamado con la mente.

—Hola amiga —correspondió el saludo —Hola Ken —saludó amablemente —qué bueno que los encuentro a los dos. Pero, primero dime ¿qué necesitas?

Ojalá un favor y así ella le ayudaba. Así, no le quedaría de otra más que pagarle con otro favor, era una cadena.

—Necesito que veas lo que hemos elegido para la boda de Kari —habló Yolei, quien siempre ha admirado a Mimi por su buen gusto.

La castaña entrecerró los ojos, con un poco de odio, para asesinar con la mirada a la de cabellos morados que se había girado para ir por las bolsas. Eso solo duró unos escasos segundos. Claro, ahora ella servía de asesora de la dama de honor, qué buena cosa.

—Mira —extendió su mano para pasarle un catálogo —esos son los colores de los manteles y este otro —le pasó otro libro enorme —son los posibles vestidos para Kari y para nosotras.

Sintió mucha envidia, demasiada. Ella quería conseguir todo, buscar, sufrir, preparar y gritar que valió la pena tanto estrés porque todo saldría perfecto.

—Yo le digo a Kari que este le quedaría perfecto —señaló Yolei —es su tipo.

Mimi analizó con cautela, queriendo encontrar alguna falla en la recomendación de Yolei, pero no la encontró, ese vestido blanco, era perfecto para Kari. Eran sus amigas, no podía sabotear nada.

—Es perfecto —dijo sincera. No era nada ostentoso y mucho menos vaporoso, como su tipo. Era más bien sencillo, pero hermoso para alguien sencilla como Hikari.

—Pero deberían ir a otras tiendas y ver diseños por internet antes de elegir este. Yolei asintió tomando nota.

—Dice que le gustaría un detalle de otro color.

Ken fue testigo de la charla más aburrida de toda su vida. Vestidos; con tirantes, sin tirantes, de sirena, de princesa, con manga, con listones, con aplicaciones. Si era blanco, o beige o perla. Pero al parecer, luego de media hora las chicas decidieron cambiar de tema. Tomaba un vaso de agua tranquilamente. Cuando...

—Yolei, si tú te casas. ¿Quién sería tu dama de honor? —la castaña vio a su amiga directo a los ojos. Los suyos brillaban con aire esperanzador, parecía el gato con botas. Ken escupió el agua que tragaba y se levantó de un golpe.

—Eh, eh... —pasó lo que en pocas ocasiones pasa; Miyako Inoue se había quedado sin palabras.


Pues hasta aquí llega el primer capítulo de mi nueva historia. Sé que debería actualizar mis miles de historias pendientes, pero bueno algo es algo y no se quejen. XD agradezcan mi presencia. xDD Bueno, hablando de la trama. Cada pareja tiene sus protagónico y su propia historia. Este capítulo sin duda se lo llevaron Yolei y Mimi, pero para la próxima habrá más Kari y más Sora. Quiero que todas tengan su momento, tanto solas como sus parejas. Aunque se nota cual es mi favorita, hay mucho mimato. Jajaja Pero cada quien tiene sus secretos, sus descubrimientos, sus miedos y pues sus problemas. No tengo ni puta idea de cuantos capítulos me lleve esta historia, pero serán pocos, espero unos tres. Ah, abrí y cerré el capítulo con una canción de Lady Gaga, marry the night, a lo mejor no tiene nada que ver con lo que se acaba de ver, pero quiero mi propia banda sonora xDD Ahora sí; gracias por leer mis queeeeridos. :*

Editado 09/06/2017