120206

Una historia para pensar sobre las festividades navideñas, ya saben me gusta generar conciencia.

Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no son míos, sino de su creadora JK Rowling y asociados. Por lo que mí único beneficio es la satisfacción personal que obtengo. Así, que pues espero que les guste; y sino también.

Nota: el texto en cursiva representa los pensamientos de la voz que Harry escucha en su cabeza.

Resumen general: Harry Potter, el niño que vivió ha vencido finalmente a su gran Némesis. Sin embargo, la alegría y felicidad no lo embriagan en ese momento; por lo que toma una drástica decisión. Llegando a un punto en que es incapaz de aceptar la nueva realidad que se le presenta; es en este momento, cuando las memorias de su pasado regresan. Y alguien a quien había olvidado lo encuentra y le ayuda a volver a creer y luchar por sus sueños; hallando en este proceso el mayor regalo de todos, el amor. Ligera mención de romance, aunada a un sin fin de parejas no oficiales y reales.

Sumari: Huir es más sencillo que pelear, escapar es fácil que enfrentarse; pero que sucede cuando ya no es posible el continuar ocultándose ¿tendrás el valor de luchar?


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Volviendo a casa

Por Ireth I. Nainieum

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Capítulo uno

Remembranzas

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"El hombre recorre el mundo buscando lo que necesita y vuelve a su casa a encontrarlo".

-George Moore-

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Sus dedos tamborilean en la pequeña mesa donde se encontraba. Lo hacían a un ritmo lento y contaste, llevaba haciendo esto por lo menos durante quince minutos, en los cuales su mente estaba completamente perdida y absorta en un vago pensamiento de su pasado. Memoró el día que le llego su primera carta dirigida solo para él, recordó que en ese momento una gran alegría lo embriago ¿quién podría escribirle; si no tenía amigos, ni más estirpe que los Dursley. Muy pronto y gracias a la ayuda de su única familia, descubrió la verdad sobre él, su vida y su destino. De aquel al que llamaron el niño que vivió

—¿Algo más joven?

Le pregunto la mesera, usando un tono bastante áspero, misma que lo que estaba atendiendo. Era una mujer demasiado delgada, de cabellera oscura y de mejillas ligeramente rojas, debido al frío. Usaba una blusa de manga larga de algodón blanca, pantalón negro y por lo que vio y juzgo rápidamente tendría unos cincuenta años. Un poco más joven que se tía petunia, ahora que lo pensaba ¿qué fue de ellos?. Luego de abandonar su hogar a los diecisiete años, ellos ser marcharon sin decirle el sitio a donde iban; lo más seguro a ocultarse indudablemente, al final ese trío singular aprendió a tenerle respeto al mundo mágico y de que forma. Ella chasco su lengua de forma molesta y le pareció oírla murmurar cosas no muy agradables sobre él, finalmente se alejo.

—¡Eh, disculpa!. ¿Te pasa algo querido?

Le dijo una segunda mujer, cuya voz mujer sonaba con una preocupación real, sintió una ligera opresión en su pecho al recordar que la primera vez que algún ser se dirigió a él con ese tono de voz, fue un mujer a la que le pregunto como llegar al andén 9 ¾, para poder ir al colegio que lo llamaba. Un lugar donde había gente como él. Y más aún cuando la observo detenidamente, cabellera rojiza, mejillas hinchadas, no muy alta y de pequeñas facciones.

—¿Joven? – dijo con preocupación mientras tocaba su hombro izquierdo- ¿te encuentras bien?

Esta acción por parte de la mujer fue suficiente para sacarlo de sus pensamientos y centrarlo nuevamente en la realidad. La vio fijamente a los ojos y por inercia le dio una pequeña sonrisa.

—Disculpe, pensaba en cosas sin importancia. ¿Qué me ha dicho? –se excuso-

La mujer suspiro con alivio, mientras colocaba su mano izquierda sobre su pecho, en la derecha sostenía una tetera de café. Harry desconocía si su taza estaba vacía o llena. Después la mujer movió su cabeza de un lado a otro negando.

—¿Café?

Antes de que Harry le respondiera la mujer vertió la bebida en su ya vacía taza y de inmediato el aroma le llego a su nariz, reconfortándolo y al mismo tiempo embriagándolo. Una esencia, que en ese preciso momento estaba relajándolo.

—Gracias

—Corre por mi cuenta, cariño –le sonrió mientras le guiño el ojo juguetonamente- alégrate hoy es Noche Buena

Se alejo lentamente y fue a la mesa junto a él. El espacio no era muy grande, pero había algo extraño a su alrededor, muy poca gente. Quizás este año usen un medio de transporte alterno, se dijo. Se encontraba en un pequeño café de paso. Había una pareja joven, por lo que pudo ver, la mujer era pelirroja y de complexión delgada; usaba un suéter rosa y un pantalón negro. Comía lentamente y reía al ver al hombre frente a ella. Alto de cabellera negra y cara un poco graciosa, traía una chamarra amarilla, pantalón de mezclilla, y una bufanda también amarilla; el cual cargaba con sumo cuidado un pequeño bulto entre sus brazos y lo mecía suavemente de un lado a otro.

—Con cuidado, amor, así no lograras que se duerma. Y yo no la voy a cuidar hasta que termine de comer, ese fue el trato –lo miro- ¡esto esta delicioso!

—¡Vamos, esto es muy difícil!. No se como lo haces tú ¿no te duelen tus brazos?. Porque los míos ya no los siento –se quejo- Me duele la espalda y quiero ir al baño…

—No exageres, al fin y al cabo la que hace la mayor parte soy yo, y no me la paso como tú -lo reprendió.- Con suavidad, mécela de un lado a otro y lograras dormirla –le informo- lo ves –le sonrió a su pareja- parece que a ella le encanta como lo haces ¿sabes? tendrás que hacerlo más a menudo –le jugo- parece que papá tiene mejor suerte durmiéndola

Para ellos la vida seguía el mismo caudal del río, sin ninguna desviación ni interrupción a excepción de la que ellos mismos se producían. No obstante esto diferente para el mundo mágico, donde hace un par de años se llevo a cabo la más grande lucha, en nombre de lo éticamente correcto.

— Se enérgico amor –le sonrió- tal y como lo haces con tu fútbol

—Umm… -musito incomodo- pues si tu lo dices. Vamos nena duerme –le dijo al bebé.- Hazlo por papá

Suspiro cansado al recordar todos los sacrificios y pérdidas sufridas, no solo por él, sino por una gran cantidad de personas. ¿Habían valido la pena?; se preguntaba constantemente. Pero al ver a esa pareja o a la mujer que se preocupo por él sin conocerlo e inclusive aquella que lo juzgo sin saber nada de él, al final supo que había hecho lo correcto.

—Si no sacrificamos nada, nunca obtendremos beneficios –se repitió a sí mismo- la vida se basa en prueba y error, algunas veces se ganan y otras se pierden, en mi caso en particular me toco perder –pensó-

Dejo atrás muchas cosas y a tantas personas, se alejo completamente del mundo de la mágico y se refugio en el mundo donde había pasado los primeros años de su vida. La razón, sencillo deseaba tener una vida en paz y tranquila, algo que era imposible en un mundo donde él era el salvador.

¿Es eso en realidad o hay algo más? -repitió una voz en su cabeza-

Tomo un sorbo al café e hizo una mueca con disgusto, olvido que no tenía azúcar. Coloco la taza en la mesa y le puso dos terrones de este agradable dulce al paladar. Al hacer esto vio un viejo libro que estaba sobre su mesa, junto con otros papeles. Lo tomo y recordó el día que comenzó a escribir en el, exactamente una hora después de la muerte de su antiguo director.

—Un tren –susurro- la vida es como un tren, que siempre esta viajando de un lado a otro. Recogiendo gente en el camino, el único problema es que uno nunca sabe donde debe bajarse de este tren y comenzar a caminar con los pies –dijo en voz baja-

¿De donde saco semejante idea tan disparatada?. Sonrió y guardo el libro, en su chamarra verde. Vestía una pantalón de mezcilla, un par de tenis viejos y descuidados, además de un suéter gris.

A decir verdad era un diario, su diario. Luego de la muerte de Dumbledore, decidió comenzar a escribir sus pensamientos; aquellos que lo atemorizaban y no era capaz de contarlo a sus amigos. Pero después del veinticinco de julio nunca más, escribió otro par de palabras. Sin embargo, lo llevaba consigo a todas partes, a estas alturas las hojas ya estaban descuidadas, algo amarillentas y algunas sucias; nunca fue muy bueno cuidando los objetos.

Hoy era veinticuatro de diciembre, las diez con veintitrés minutos, para ser exactos. Recordó aún tenía que abordar su tren. Le dolió la cabeza de solo pensarlo, mujeres y hombres gritando, niños llorando, hasta animales iban a viajar. Llego a las nueve y media de la mañana y la estación estaba prácticamente vacía, eso era muy extraño, en menos de doce horas sería navidad.

Guardo sus papeles, poco después termino su taza dejo unas cuantas libras sobre la mesa y se levanto, tomo su pequeña maleta, dio un último vistazo a la pareja. La mujer aún comía y lo hacía con bastaste lentitud, se rió entre dientes al escuchar el actual fragmento de su plática.

—¿Y que me dirías si pronto agrandaremos la familia?

—¡Qué!. ¿CÓMO?

—Calma, calma –lo tranquilizo- mi madre me ha regalado un lindo perrito…

Le faltaba casi una hora y media para abordar su tren. Sin embargo se dirigió con bastante antelación, pronosticando un predicable caos; sin embargo, y para su gran sorpresa, era poca la gente que aguardaba un lugar en la estación en Euston. Se dirigió al sitio de abordaje a esperar.

—Un viaje redondo –pensó al examinar sus boletos- segunda clase, doce hora de partida

¿Por qué has comprado dos boletos Harry?. ¿Pretendes regresar a Londres un día? o ¿seguirás huyendo como lo has hecho todos estos años?

Trato de alejar esos incomprensibles pensamientos que en este momento lo molestaban. Encontró un asiento vació, lo menos que deseaba era el tener que esperar de pie su abordaje; miro a su alrededor, algo no esta bien, pero no le dio mayor importancia por el momento. Las memorias volvían a su mente, movió su cabeza con brusquedad tratando de apartarlas, de pronto busco en su maleta un objeto valioso en esos instantes; su reproductor de música.

Las horas pasan volando ¿cierto?, sobre todo cuando pretendemos olvidar. Más sin embargo, uno nunca se puede alejar de aquello que el corazón desea

Una vez más aquella extraña voz le hablaba en su cabeza.

Poco tiempo después, y realizando un comando silencioso se aproximo al sitio de abordaje y cual si fuese un títere lo abordo sin mucho esfuerzo; claro esta sin contar con el hombre lascivo rubio que lo empujo bruscamente. Ni siquiera observo a su compañero de viaje a su destino en Glasgow. Así se mantuvo durante al menos media hora de viaje, en silencio y tan solo observando a la nada, sentado cerca de la ventana. Su música aún continuaba, finalmente y a su desagrado la misma llego a su fin. Algo molesto guardo el aparato, nuevamente tendría que enfrentar la realidad.

¿Duele?

—¿Sucrerie de citron? –le ofreció-

Harry suspiro resignado, detestaba enormemente el tener que lidiar con este tipo de situaciones. ¿Por qué no aprendió más idiomas, además del materno?

—Umm…, je merci –pronuncio vagamente-

El anciano le sonrió cariñosamente, se lo entrego y tomo otro. Desenvolvió el longevo su dulce y posteriormente lo introducía lentamente su boca, mientras su rostro hacía un par de muecas divertidas por la golosina.

—Voyager seulement il n'est pas très amusant –lo miró seriamente- et moins pour ces dates

Bajo el rostro apenado por no ser capaz de comprender más que algunas palabras escuetamente, de las que el hombre le había dicho. ¿Viajar solo?. Siempre lo había estado y por el día que era, que más daba. Coloco el dulce en su boca y volvió a emanciparse en sus propios pensamientos, por otra parte el hombre tomo la edición matutina del periódico y procedió a leer las notas políticas.

¿Mentiroso? –le dijeron- ¿Por cuánto tiempo más seguirás negando?, aquello que deseas en realidad

—¿Vás a casa?

Le exclamo a la perfección en su lengua madre. Abrió sus ojo con sorpresa y giro su cabeza con bastante rapidez, lo cual le provoco un ligero dolor en su cuello. ¿Estuvo jugando con él?. Se sintió terriblemente mal por una parte, pero por otra se alegro que el anciano hablase su mismo idioma por lo menos de esa forma no temía pronunciar ninguna tontería.

—¿Hablamos el mismo idioma? –corroboro- ¿creo entonces que se ha divertido conmigo? –exclamo herido- ¿miento acaso?

El longevo esbozo una gran sonrisa y miro a Harry con una total alegría.

—Pues parece –medito- mi joven amigo, que siempre estoy un paso delante de ti

Le exclamo con una franqueza y serenidad tal que…, bufo molesto por tan irónico y certero comentario, a la par del hecho que cruzaba sus brazos como un niño enfadado; mientras era observado atentamente por el hombre.

—Si todo el tiempo hemos hablado el mismo idioma ¿por qué no me ahorro la vergüenza?

Le recrimino al hombre, como si lo conociera de hacía mucho tiempo y no tan solo de unos cuantos minutos; el mismo se sorprendió de esto. ¿Por qué lo hacía?. Y más a un al analizar críticamente al hombre junto a él. Claramente ya pasaba de su jovial y madura edad, podría calcularle uno setenta años, más o menos; delgado y alto, tal vez alguna vez durante su juventud fue alguien sumamente fuerte físicamente. Su cabellera estaba ya blanquecina, junto a una pequeña y bien cuidada barba, pero lo más importante eran su ojos azules cubiertos por un par de finas gafas. Este individuo le recordó a un viejo y caído amigo durante la gran guerra.

—¿Te pasa algo?

—No nada –exclamo unos segundos después- nada importante

La mirada de Harry se oscureció un poco. Estaba recordando el pasado.

—Estas pálido, parece que has visto un fantasma –le bromeo- ¿o es?... ¿Acaso algo que deseabas olvidar?

—Si..., eso parece –medito- eso parece

Un sudor frío comenzó a recorrer su frente, él sabía de antemano que ninguna magia era capaz de revivir a los muertos. No obstante, habría jurado que el sujeto junto a él no era nada más y nada menos que su antiguo director de Hogwarts; y fundador de la Orden del Fénix, un ejército creado a la sombra del ministerio para detener a los vasallos del Señor Oscuro.

El anciano abrió su boca para decir algo, pero lo pensó y mejor decidió guardar silencio. Tomo nuevamente su periódico y lo continúo leyendo. Así pasaron por lo menos dos horas, hasta que el tren arribo a una estación a las afueras de Sothesby, en un pequeño pueblo. Por las bocinas el maquinista en jefe les informo que se detendrían unos minutos para que algunos pasajeros desbordaran y otros más abordaran.

Observo con curiosidad la estación. No era muy grande, a decir verdad era muy pequeña; por lo que el sitio de espera estaba a la intemperie. Una minúscula caja de cobro algo rudimentaria, pintada de rojo resaltaba de entre la nieve.

—Muy pueblerino –pensó-

El anciano se levanto y se ajusto la enorme chamarra azul que lo cubría. Saco de entre uno de sus bolsos un gorro muy colorido, verde fosforescente; sin lugar a duda algo muy peculiar que observar y sobre todo en un hombre de su edad. De reojo el anciano, observo que Harry lo miraba con curiosidad.

—Regalo de mis nietos –suspiro- no pude decirles que no, a estas alturas uno accede a todos sus caprichos. Es lo bueno de ser el abuelo y no el padre

Se justifico ante tal peculiaridad sobre su cabeza. Harry el esbozo una gran sonrisa, por primera vez desde hacia mucho tiempo se alegraba con gran sinceridad. Alguna vez pensó que nunca más volvería a sentir lo mismo, y que fuese un extraño el que le generase ese sentimiento.

—Bien mi joven amigo, yo aquí me bajo. Mi esposa me espera para pasar la navidad con nuestros hijos. ¡Oh, mira es Marge!

Le indico, miro a la mujer parada junto a la taquilla. Al igual que él ya era mayor y su aspecto le recordó por alguna extraña razón a la profesora de transformaciones. Tenía puesta una enorme chamarra roja, y un pantalón negro fue lo único que pudo observar en ella. Parpadeo un par de veces, creyendo que su vista lo engañaba, y hasta pellizco una de sus mejillas, tal vez todo esto era una extraña pesadilla. Desde el momento que llego a la estación en Euston, tuvo la impresión de que había algo más en todo esto.

—Muchacho no te ves muy bien

Harry giro su cabeza analizando al hombre. ¿Y si todo esto era idea del Ministerio o peor aún de sus amigos, para obligarlo a volver?. Aún cuando el se negó a ello, no obstante pensando como un mago era muy posible.

—¿Pero crees que tengo todo el tiempo?. ¿Tienes idea del frío que hace?. Hay que esperar a los muchachos, así que date prisa –lo regaño- toma la maleta y vamos. Me han dado permiso para abordar, porque parece que tu te diviertes bastante –cruzo sus brazos- ¿o me equivoco?

Dijo esa última frase cuando volteo hacia él. Su expresión facial era muy dura y exigente, e incluso podría asegurarlo la misma que le daba su jefa de casa cuando lo reprendía. O si. Miro hacia el anciano, el cual el guiño uno de sus ojos de forma juguetona. Acciones que pasaron desapercibidas por su esposa, quien aún tenía su mirada fija en Harry. Se giro hacía su esposo.

—¿Qué esperas, que te cargue? –le susurro-

—No cariño, solo deja me despido, además es trabajo del varón llevar a la dama entre sus brazos

—No cambias –rodó sus ojos- date prisa

Se acerco a Harry y le extendió su mano, él hizo lo mismo y las estrecharon en afecto.

—¿No es un encanto? –miro a su esposa- no se lo que haría sin ella. Cincuenta años de casados y aún estamos juntos –volteó hacia Harry-

La mujer movió su cabeza con vergüenza y se renegó mentalmente ante las palabras de su esposo. Harry por otro lado sonreía ampliamente, por un vago instante creyó estar en la oficina del director mientras ambos tenían una rencilla; como en los viejos tiempos.

—Una cosa más mi joven amigo –aclaro su garganta- el viaje más difícil es el que hacemos a casa luego de una larga ausencia.


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Piensen sobre el mensaje, lo mejor esta por venir.

Nos vemos

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