Capítulo 1 - Y así comenzó todo
"La mujer se aferró al tubo metálico que tenía frente a ella y se dejó deslizar de una manera sensual y audaz alrededor de él: abrazándose, estirándose haciendo despertar en los ahí presentes un deseo incontrolable de poseerla aunque fuese por una noche. Cerró los ojos tratando de encontrar fuerzas dentro de ella. Estaba acostumbrada a que aquello sucediese desde que había comenzado a trabajar en Luna Llena hacía ya un año atrás y, a decir verdad, era aquello lo único que la mantenía con vida, luchando por ser quien era, por conseguir lo que quería.
Terminó su acto siendo como siempre fiel a lo que los hombres de Tokio ya esperaban de ella cada vez que le iban a ver, siendo la mujer más erótica, sensual y deseada, aquella que cumplía sus fantasías insatisfechas, la mujer de todos y al mismo tiempo la mujer de nadie. Caminó hasta el lugar que podía ser considerada su "habitación" dentro de aquel lugar, mismo lugar donde atendía a sus importantes clientes para, de aquel modo, poder obtener los fondos necesarios para su modo de vida.
Se miró al espejo para encontrarse con unos ojos azules que, para ella, se notaban falsos a simple vista. Siguió admirando aquel reflejo para ver su cuerpo casi desnudo, cubierto apenas por un corset rojo que denotaba su cintura por la forma que la que estaba abrochado y unas pequeñas bragas que apenas cubrían lo único que había sido suyo y que había tenido que vender al mejor postor para salvar a una persona especial en su vida y que, a pesar del sacrificio, la había abandonado en una completa soledad. En ese reflejo fue que por fin se reconoció como lo que era: Ying Fa, la prostituta más codiciada de todo Tokio."
-Eres impresionante Sakura.- Dijo una voz masculina que se hallaba sentado en el escritorio de una mujer de cabellos mieles ondulados que colgaban hasta su estrecha ía entre sus manos un libro color verde que ella conocía muy bien y que, hacía unos momentos, había utilizado para citar el principio de aquella historia que el mismo libro contenía- ¿Cómo fue que encontraste a esa mujer? y mejor aún ¿Cómo conseguiste semejante historia? Ying Fa fue todo un ícono de los burdeles de esta ciudad.
Sakura miró al hombre para dedicarle una sonrisa falsa. ¿Conocerle? Ella no solo conocía a esa tal Ying Fa, si es que en verdad aquel había sido su nombre porque, sinceramente, no lo recordaba; ella vivía con Ying Fa porque, aquella máscara de ojos azules y vestimentas provocadoras era la misma que la habían convertido en lo que era ahora: una periodista importante que defendía y contaba las historias de mujeres que habían luchado por sobrevivir, por salir adelante. Ying Fa la había movido a escribir aquel artículo que causó una conmoción impresionante no solo en Tokio sino en muchas de las ciudades importantes alrededor del mundo. Ying Fa era la que la había convencido de escribir el libro sobre su vida para demostrar que una no nace ni busca ser prostituta sino que, a veces, es lo único que te queda. Ying Fa, podía reconocer para ella, no era nadie más que sí misma.
-En fin querida Amamiya no vine solo a alabar tu artículo y tu libro que, por cierto, es grandioso. Vengo a entregarte esto.-Comentó el hombre mientras le hacía entrega de un sobre blanco membretado. Sakura lo miró con detenimiento y fijó su atención al remitente de aquella carta que, para ser entregada por su jefe, debía ser importante o, al menos, eso pensaba ella. Encontró entonces que, aquel mensaje, era enviado por nadie más que del Consejo Asiático de Escritores y, sin quererlo, comenzó a temblar de una forma disimulada. Aquel consejo era el que podía hacerle una mujer importante en su campo laboral pero, al mismo tiempo, eran los que podían vetarla para siempre por los temas que solía tratar. Miró al hombre que tenía frente a ella y sonrió por el nerviosismo que denotaba, respiró profundamente y le dedicó uan sonrisa para esconder su miedo. Poco a poco abrió el sobre y sacó el blanco papel que este contenía. Lo miró con atención, leyó y releyó el contenido de la carta para que, en un acto inesperado, esta hoja, resbalase de sus manos mientras ella se las llevaba al rostro.
-Lo conseguí.- Murmuró para sí misma. Tenía que procesar aquello, era demasiada información para su cabeza. Lo había logrado.- ¡Lo conseguí Eiguen!.- Gritó por fin mientras se lanzaba sin decoro y vergüenza a los brazos de su jefe y amigo Kikiozi Eiguen.- ¡Estoy nominada al premio de este año! ¡Mi libro y mi artículo están nominados!
El sueño de todo escritor era ser reconocido alguna vez en su vida o, tan siquiera, mencionado por alguna otra prublicación que no fuese la de su ciudad de residencia pero ser reconocido por el Consejo Asiático de Escritores era digno de emoción, de alegría. Tomó nuevamente el papel blanco entre sus manos para leer la última parte de aquella importante carta pues, ante la emoción del momento, no concluyó de leer la redacción.
Como ubiese deseado no continuar.
-Debo ir a Hong Kong en dos semanas.- Dijo en susurros como si esperase que aquello fuese mentira. Porque ir a Hong Kong despertaba la posibilidad de que lo viera a él... después de 15 largos y difíciles años.
Mientras tanto una hermosa jóven de lacios cabellos mieles, que estaban recogidos en una alta coleta, limpiaba con cuidado la cocina de un departamento que compartía con su madre. Sin verguenza alguna cantaba a viva voz la última canción que había compuesto mientras bailaba sin cesar con aquella escoba que la ayudaba con su ardua tarea de limpieza. Las clases en el colegio habían terminado al fin y ella no podía sentirse más feliz. Arantza Amamiya era una hermosa y carismática niña que, aún y cuando su madre no quisiera, se estaba volviendo toda una mujer. Siguó su tarea hasta que llegó a la sala y, para su desgracia, tuvo que despedirse de su fiel compañero de baile para, ahora, iniciar una relación profunda y fugaz con la mantilla que le ayudaría a limpiar algunos de los adornos que ahí tenían. Fue en ese momento que se topo con aquella foto que, desde que tenía memoria, se había vuelto su favorita. Ahí estaba la mujer que más amaba en el mundo: su madre, una hermosa mujer de ojos verdes esmeralda y cabellos ondulados color miel que sonreía enormemente mientras que, colgada de su espalda, estaba ella misma sonriendo por la emoción de tenerla a su lado. Se encontró con que ambas eran muy distintas físicamente pues, a diferencia de su madre, ella tenía unos enormes ojos que bien podían descibirse como color avellana o algo un poco más similar al ámbar. Sus facciones eran muy femeninas y delicadas y, sus labios, eran delgados y finos; contaba con algunos detalles japoneses heredados de su querida madre pero, dentro de ella, sabía que la enorme diferencia que había en ellas debía ser a causa de su padre de quien desconocía totalmente.
Sakura y Ari Amamiya, tan distintas una de la otra pero, al mismo tiempo, tan necesitadas entre ellas.
Se soltó el cabello como señal de que su tarea estaba terminada y sonrió ante la pulcritud que había dejado en el lugar. Su madre estaría orgullosa de ella, tanto como Ari se enorgullesía de ser su hija. Para Arantza su madre era la mujer más fuerte y especial de todo el universo: era la mejor periodista y escritora que había existido en Tokio-Y si alguiense atrevía a decir lo contrario ella misma lo mataría con sus manos por meterse con su progenitora- amable, tierna y, al mismo tiempo, segura e independiente. Caminó hasta toparse con la habitaciónde aquella persona tan especial para ella que, invariablemente, había sido dejado en un completo desorden porque, como cada mañana desde que recordaba, había salido tarde. Rió para sí misma, a veces parecía que ella era la madre de su madre,Sakura Amamiya podía ser la mejor reportera del universo pero, definitivamente, nunca podría levantarse temprano y recoger su habitación antes de salir pero, a decir verdad, la joven de 15 años estaba feliz pues, si su madre recogía su recamara significaba que algo andaba mal y, definitivamente, aquel día no había nada que le estuviese afectando a su madre hasta el momento.
Tendió con cuidado la cama de la habitación y recogió algunas de las prendas que estaban descansando sobre la gris alfombra del lugar. Unos jeans por ahí, una blusa por allá, zapatos en el sillón y un cepillo bajo la cama... nada que no hubiese visto antes hasta que se topó con aquella caja. La miró con extrañez pues nunca había visto aquella gran caja de plástico en alguno de los closets de su departamento y, sobre ella, estaba el primer libro que su madre había publicado: "Bajo la Luna Llena". Lo tomó entre sus manos y paso las yemas de sus dedos por sobre la grusa tapa de aquel libropo que había representado casi un año de trabajo de su madre y, muy dentro de ella, deseo conocer el contenido de cada una de aquellas páginas pero, su madre, le había pedido que no leyese aquel libro hasta que ella le explicase algunas cosas. Quiso esperar pero se dió cuenta que no tenía nada mas interesante que hacer y, gracias a sus genes Amamiya, tenía la habilidad para leer con mucha rapidez asi que podría terminarlo antes de que su madre llegase del trabajo o que su tía Tomoyo llegara para dejar a Kenji, su hijo, para que la joven ambarina cuidara de él por algunas horas.
Se sentó en la cama contemplando de nuevo el liviano objeto que estaba entre sus brazos y, tras un profundo suspiro, abrió sus hojas para encontrar una corta pero hermosa dedicatoria: Para Ari, mi hija. Espero que este libro te ayude a comprender como fueron en realidad las cosas. Leyó unas veinte veces aquella frase ¿qué quería decir su madre con eso? y ¿a qué cosas se refería? Volteó la página para disponerse a leer sin saber que descubriría cosas que nunca imaginó que alguien pudiese vivir y sobrevivir para contarlo. No sabía como era que su madre había contactado o encontrado a aquella prostituta que se hacía llamar Ying Fa y tampoco entendía que tenía que ver esa mujer con ella. Se sacudió un poco y se acomodó un poco para así comenzar a leer todas y cada una de las letras de la historia que nunca había escuchado en su vida.
A horas de vuelo de ahí había un hombre en su oficina mirando como algunas gotas de lluvia empañaban el elegante ventanal que daba hacia su oficina. Era una mañana cálida y lluviosa y, extrañamente, melancólica. Había vivido cosas muy extrañas a sus 35 años y, para desgracia de sus familiares, seguía solo. No podía evitar decirse que Li Syaoran, líder y heredero de las corporaciones Li, no tenía sus aventuras y amoríos, pero amor, amor simplemnte no existía porque si no se equivocaba-y cabe decir que estaba seguro que para él un Li nunca se equivoca-el amor no existía... no desde ella.
Las puertas de su oficina se abrieron sin que le fuera anunciado por su secretaria. Suspiró, solo una persona se atrevía a entrar así siempre que podía a su oficina y esa era Reed Meiling, su prima, quien adoptó aquel apellido desde el día de su boda. Entró caminando denotando una sensualidad que era típica de ella, siempre con porte y elegancia, siempre demostrando que en sus venas corría al sangre Li. Se acercó a él y le revolvió el cabello como cuando eran niños, le besó la mejilla y se sentó sobre el escritorio para poder verle a los ojos. Mei amaba hacer enojar a su primo. Siempre lo había echo. Dirigió su mirada hacia donde la tenía él y admiró la vista de un Hong Kong nublado y neblinoso a su lado. Estaba triste y ella lo sabía.
-En dos semanas es la entrega de premios del Consejo Asiático de Escritores.- Dijo ella mientrras se levantaba y se dirigía a donde estaba un apequeñoa cafetera disponiendose a servir un poco de aquel líquido oscuro yy amargo para ambos.- Tu sabes que soy parte del consejo y debo ir.-Concluyó.
-¿Y eso que tienen que ver conmigo?-Cuestionó él mientras tomaba la taza que su prima le pasaba. La adoraba, aquella mujer de lacios cabellos negros hasta la cintura, piernas delgadas,cintura estrecha, ojos profundos color rubí y un sonrisa de niña era más que simplemente su prima, su compañera de juegos: Li Meiling, como se llamaba en realidad, era como su hermana. La mujer adulta que, aún algunas veces podía pasar por una mujer de menor edad, contaba con 30 años y una larga carrera como crítica de libros y como parte del Consejo Asiático de Escritores (CAE). Esra extraño como después de haberse dedicado por 10 años de modelaje de repente anunciara que se retiraba para dedicarse a eso.
Mei se alejó un poco de él y se dirigió a un sillón en donde había lanzado su bolso tan pronto entró a la oficina del jefe de Corporaciones Li. Lo abrió y sacó de él un libro color verde cuyas letras doradas mostraban un brillo singular que llamó la atención del Chico. Vió a la china que tenía frente a él con algo de desconcierto ¿qué tenía él que ver con un libro y con el CAE?
La mujer dejó aquel libro sobre el escritorio para que él pudiese leer el título cuando se sintiese seguro y tras dar unas cuantas repasadas a aquellas letras dirigió una mirada a su prima.
-¿Qué significa esto Mei?-Cuestionó al fin.
-La mujer que escribió ese libro esta nominada a dos premios del CAE.- Dijo ella tratando de moestrarse tranquila.- Ese libro cuenta la historia de Ying Fa.
Ying Fa, aquel nombre comenzó a rebotar en su cabeza de un lado a otro. Hacía más de 15 años que no escuchaba de ella pero, él, no había conocido a Ying Fa como Ying Fa. No, él había conocido Sakura Kinomoto en la Universidad cuando tenía 20 años y ella contaba con un poco menos de 18 y, a su corta edad, se enamoró locamente de ella y, ella, ella simplemente había jugado con él. Syaoran tomó el libro entre sus manos y lo lanzó contra la pared lleno de furia porque Sakura Kinomoto nunca le había amado, ella simplemente lo vió como el boleto que le permitiría dejar de ser una sucia ramera que se vendía al que mejor pagase noche tras noche en aquel burdel: "Luna Llena".
-Y tienes que ir a esa ceremonia en 2 semanas Syao.- Dijo ella mientras tomaba el bolso y se lo colgaba al hombro.- Y si llegas a conocer a la Licenciada Amamiya, que fue quien escribió el libro, ¡Por favor, no le digas nada ni la molestes! es de lo mejor que tenemos este año. Ya deberías de haberla superado Syao, Kinomoto desapareció de la faz de la tierra después de que tú no quisiste escucharla, no volverás a verla si es lo que te preocupa.
-No tenía que escucharla. Ya sabía lo suficiente.
-Eso es lo que TÚ crees...
Mientras tanto Sakura Amamiya seguía sentada en su oficina mientras revolvía el ya frío y amargo líquido que estaba vertido en él. Ir a Hong Kong era recordar aquel pasado que ella había enterrado tiempo atrás cuando había desterrado a su verdadero nombre: Sakura Kinomoto, pasado que únicamente había retomado para escribir ese estúpido libro y, pasado, que debía de trare de nuevo a la luz para poder hablarle por fin con la verdad a su hija: Arantza.
No podía decir que estuviese orgullosa de haber sido una prostituta a su corta edad de 17 años pero, sinceramente, no había existido otra opción para su existencia... ya había entendido que las cosas, a veces, siemplemente son así. Tampoco pudiese decirse que ella estuviese feliz de tener que cambiar su nombre para poder salir adelante después del acoso de los medios cuando la familia Li, en un acto desesperado por desaparecerla de sus vidas y arruinarle la vida expusiesen su verdadera identidad ante el mundo. Pero, a decir verdad, tampoco estaba arrepentida del todo. Si no hubiese sido lo que fue seguramente no estaría en ese momento sentada en ese escritorio, no estaría tan cerca de cumplir el sueño de ser la escritora del año para el CAE ni tampoco tendría en su vida a ese ser humano que era lo más importante para ella: la testaruda, chiflada, egocentrica, cariñosa y sencilla Ari.
Se levanto para dirigirse al baño y abrió la llave del lavabo dejando correr el agua hasta que comenzó a salir tibia. Se mojó las manos mientras trataba de pensar claramente y, después, se llevó un poco de aquella agua al rostro para despejarse. No podía rechazar esa oportunidad y menos por ellos... mucho menos por él pero, era necesario que hablase con toda la verdad frente a su hija pues, si alguien llegaba a reconocerle no podría evitar el escándalo que se formaría en Hong Kong, porque la sociedad no perdona a una prostituta, porque la doble moral que viven todos provoica el rechazo de los que no tienen otro modo se subsistir mientras que celebran al rico que roba para cumplir sus caprichos.
Se sentó de nuevo y no pudo evitar comenzar a recordar su vida hace más de 17 años atrás.
Pues para saber su historia era necesario conocer su pasado, porque su pasado era lo que la habían heco persona y lo que viviría con ella hasta el última día de su vida.
Sí, tengo muchos problemas jajaj.. tres historias al mismo tiempo son demasiado pero ¡No me dí cuenta cuando comencé esta historia! Como ya se dieron cuenta es muy distinta a Trampas del Destino y a Destinos entrelazados pero, a decir verdad, me gusta demasiado la idea :D.
Espero les guste y me dejen sus reviews porque si no hay no continuaré esta historia ya que daré por entendido que no les gustó esta nueva idea.
PASEN TAMBIÉN POR TRAMPAS DEL DESTINO Y DESTINOS ENTRELAZADOS!!!!! Y NO OLVIDEN SUS REVIEWS
Ashaki*
