Diario de Bella Swan. Réquiem por un amor.
Esta es la historia más triste que conozco: la mía. He de confesar que aún no sé cómo he llegado hasta aquí. Trataré de contar mi historia, acordándome de todo cómo si hubiera sido ayer. La pena me embarga y sin embargo, no puedo hacer nada por remediarlo. ¿Cómo empezar? Pues para que puedan entenderlo, será por el principio. Para que no olviden que el amor todo lo puede. Y a veces el destino arrebata.
Mi nombre es Isabella Marie Swan, tengo 84 años y soy bisabuela de dos preciosos niños. Vivo en una pequeña casita en las afueras de Forks, junto a la casa de los Cullen. Vivo sola, a excepción de cuando tengo visitas, sobre todo de mis bisnietos. La única que sigue conmigo a pesar de que le pedí que siguiera con su vida, ha sido Alice y con ella Jasper. Han sido un gran consuelo para mí, en mis horas más negras. Por lo mismo preferí que se marcharan, cuando Alice se dio cuenta de que se acercaba el final. Ahora mismo, está en Denali, volverá pronto, para decirme adiós y con ella, toda mi familia.
Es tiempo de que sepan, lo que sucedió, el porqué me encuentro aquí. En algunas partes, recurriré a un diario que escribí, pero en otras, tengo los recuerdos tan frescos, como si hubiera sido ayer.
Capitulo 1 La llegada a Forks
Comenzaré primero sentándome en la silla mecedora, la que da de frente al cuarto de Edward, aunque tengo todas sus cosas, no por lo que valen monetariamente, sino que es una manera de estar cerca de él. Sobre todo al escuchar su música. Discúlpenme si lloro al recordar, pero no puedo evitarlo, siempre he sido así. Bien ahora que estoy junto a su retrato, puedo empezar.
-Mi madre se había casado con un beisbolista, más joven que ella, pero era feliz. Yo me sentía en la obligación de irme, porque la hacia sufrir. ¿De qué manera? Pues al quedarme junto a ella, se veía obligada a quedarse y eso la entristecía. Anhelaba estar junto a Phil. ¿Y quién era yo para negárselo? Solo su hija. Quien antes de su matrimonio con Phil, la cuidaba cómo si fuera mi hija. Por lo que tuve que madurar antes de tiempo. No me quejo, porque fue mi mejor amiga. Viví años si no de dicha absoluta, si de tranquila comunicación con ella.
Al llegar a Forks la tristeza me invadió. Estaba a mitad de semestre y lo que menos quería era ser "famosa", lo único que deseaba era pasar desapercibida y guardar mi dolor para mi misma. Mi padre, el jefe de policía, Charlie para mí. Era buena persona y me daba mi propio espacio. En realidad vivir con él, era como tener mi propia casa. Se acostumbró al trabajo y los días de descanso a la pesca. Lo más maravilloso fue que me regalo una camioneta, usada pero genial para mi. Eso hizo llevadero mi primer día en Forks.
Me dirigí con unos nervios horribles a la escuela, era un pueblo pequeño y las noticias corrían como reguero de pólvora. Al llegar todos me miraban como si no fuera suficiente con mi torpeza de siempre, porque he de confesar que soy muy poco hábil con mis pies, generalmente tengo muchos accidente. Después de la consabida bienvenida de algunos de los estudiantes, me fui a mis clases. Me seguían y me daban instrucciones, invitaciones y demás, pero todo eso era inútil. No me gustaba mucho socializar, ó mejor dicho, no tenia con quién socializar. Me acostumbre a pasar desapercibida en Phoenix y deseaba que fuera igual aquí: error.
En el almuerzo, Jessica una chica con la que compartía algunas clases, me puso sobre aviso de una familia en particular: Los Cullen, quienes eran admirados y temidos por los demás. Entre ellos estaba el que sería el amor de mi existencia: Edward Cullen.
