N/A: Aunque este fic puede leerse de forma independiente, creo que se entiende mejor como continuación de Decisión.
Disclaimer: Los personajes son de JK ROWLING, yo solo los uso un ratito por diversión.
Redención
Ya empieza a anochecer cuando por fin aterrizáis en el jardín delantero de la mansión Malfoy. No puedes evitar que un estremecimiento te recorra la espina dorsal cuando recuerdas lo que sucedió la última vez que estuviste en esta casa. A pesar del tiempo transcurrido el dolor sigue siendo intenso. Aún hoy no sabes que fue peor, que Bellatrix te torturará o ver a Draco sufriendo por ello. Crees que aunque pudieras vivir mil años no podrías olvidar su rostro mortificado al oír tus gritos y eso a veces es mucho peor que el propio dolor. A veces. Porque otras recuerdas que él ha sido quien no ha llamado ni se ha puesto en contacto contigo de ningún modo en estos 7 años y entonces lo que duele más es el crujir de los huesos y la risa fría de Bellatrix.
Te sorprende la enorme cantidad de dolor que llevas en tu alma y te preguntas si algún día serás capaz de eliminarlo, cosa que sinceramente empiezas a dudar. Cada nuevo día trae aparejado un nuevo dolor y el de hoy es de los menos agradables que has sentido. Le has hecho daño. A él, a tu primer amor, al que te acogió en su familia. A Ron. Intentas no pensar en cómo estará la situación en la Madriguera ahora mismo, probablemente Ron estará tan deprimido que ni siquiera los gemelos se burlarán de él. No le dijiste nada antes de salir corriendo dejándolo plantado en el altar, de hecho, ni siquiera le miraste. Solo tenías ojos para Draco.
De repente caes en la cuenta de que ya habéis entrado en la casa. Draco te guía en completo silencio hacia el salón y te hace un gesto para que tomes asiento en un enorme sillón. Lo ves salir por una puerta lateral dejándote sola en la inmensidad del salón desierto. Sabes que te estás comportando como una niña pero no puedes evitar querer mirarlo todo, tocarlo todo. La casa no se parece a la que tu "visitaste" una vez. Es espaciosa, luminosa y, sobretodo, decorada con color y sencillez. Nada que ver con el recuerdo que conservabas de ella. Y en gran parte te alegras. En gran parte, porque por otro lado preferirías que todo estuviera como antes y que eso significara que estos 7 años no han transcurrido.
Al girarte observas que Draco ha vuelto con una bandeja con té y pastitas. Sonriendo y con su voz más educada te pregunta que si quieres tomar un poco de té.
Típico de un snob como Malfoy, te acaba de "raptar" de tu boda y lo primero que se le ocurre hacer es ofrecerte un té. Y lo peor es que tú aceptas y le lanzas tu sonrisa más resplandeciente. Y él te guiña el ojo, lo cual es un acto sorprendente para tratarse de un Malfoy.
Pero nadie dice nada, os quedáis mirándoos como si nunca os hubierais visto antes. Cuando es obvio que eso no es cierto. Observas su rostro detenidamente por primera vez y observas los cambios que ha pasado desde que era un adolescente, desde que ambos lo eráis. Aún así te vuelven a embargar las ganas de besarlo, de agarrarte a él y no soltarlo nunca más. Y vuelves a recordar porque saliste corriendo de tu boda hace un rato: estás enamorada de Draco, siempre lo has estado. Esa revelación te sorprende, y notas tu lado más Gryffindor salir a flote de nuevo. Amas a Draco y vas a luchar para que esto funcione, con uñas y dientes si es necesario.
Draco te dice que tenéis que hablar sobre lo que ha pasado esta tarde y tú asientes sin despegar los labios. Pero no te decides a empezar la conversación. Al cabo de un rato no puedes aguantarte más y te tiras encima de Draco besándolo como si fuera vuestro último día en la Tierra. Después de todo, ¿quién necesita hablar cuando se pueden hacer cosas más interesantes?
