Ante la guarida del grupo terrorista más conocido y aclamado del continente ninja se encontraba uno de sus integrantes haciendo algo tan inocente y simple como…Jugar a baloncesto.
Con una sonrisa de satisfacción en el rostro, el albino Akatsuki dejo la pelota unos instantes en el suelo mientras se quitaba la gabardina dejando su bien formado torso a la vista, la tiro sin ningún tipo de delicadeza sobre unos arbustos cercanos, y volvió a retomar el juego.
Realmente al estar solo se dedicaba simplemente a lanzar tiros libres, botaba un par de veces preparando el ángulo y lanzaba con maestría hacia la nueva canasta que habían instalado hacia pocos días, cuando fallaba se dedicaba a lanzar improperios varios a la pelota, cuando acertaba su grito de júbilo llegaba a cada rincón de la cercana guarida.
Empezó a coger la emoción del juego realizando fintas a personajes invisibles y defensas recelosas como si realmente alguien estuviera lanzándose al ataque en un partido real, no se había vuelto loco…simplemente jugaba.
Gotas de sudor empezaban a resbalar por su cuello y pecho mientras su respiración se aceleraba considerablemente y su eterna sonrisa de medio lado seguía sin borrarse del rostro, pequeños mechones de pelo se escapaban de su engominada cabellera perfecta cayendo sobre su frente y pegándose a ella producto del sudor.
Ante esa imagen el recién llegado Kakuzu solo pudo maldecir en su interior, Hidan se percato de su presencia y al instante se giro a verle-¿Qué sucede?-dijo al verle allí refiriéndose a alguna posible misión.
-Ven aquí que te lo explico-Añadió el ojiverde dispuesto a explicárselo…Muy detalladamente.
