Maysilee se ha dormido cerca de unas setas venenosas -asumo que son venenosas- así que no tuve más remedio que tomarla entre mis brazos y llevarla conmigo hacia donde sea que vayamos.
Llevo media hora cargándola, andando por la ligera pendiente de la pradera. Observo su rostro dormido, su expresión de agotamiento y la confianza que parece transmitirme. ¡NO! No puedo permitirme pensar en eso, simplemente no puedo confiar en ella ni ella en mí, así de fácil. Pienso entonces en que podría matarla en cualquier momento, ahora mismo podría simplemente abandonarla a su suerte, podría hacerme parecer inocente de su muerte, podría librarme de ella ahora.
Pero no, tiene que ver con una obligación moral que tengo conmigo mismo. Ella me ha salvado cuando estaba rendido ante la muerte, preparado para ser matado por ese profesional que blandía su cuchillo contra mi cuello, cuando me encontraba sin escapatoria.
Me fastidio de deberle mi vida a esta chica que se está convirtiendo en un estorbo para mí. Pienso, dentro de mí, que es demasiado frágil y compasiva; entonces recuerdo el modo en que usó su cerbatana para matar al profesional que amenazaba con matarme, y, nuevamente, estoy fastidiado por el hecho de deberle tanto a Maysilee Donner, aunque ya no me parece tan inútil y débil.
No puedo caminar más, aunque a primera vista ella parezca ligera el agotamiento físico hace que no pueda soportar cargarla, así que decido acostarla en el suelo, sobre mi regazo, mi cuerpo ligeramente recostado sobre un árbol. Me sobrecoge una sensación de calidez inexplicable. Permanezco observándola durante largo rato y después reacciono diciéndome a mi mismo que no puedo verla así, que en menos de una semana tendré que matarla si quiero salir de aquí.
Sin embargo me ignoro a mí mismo, en lugar de desdeñarla hago lo contrario, empiezo a acariciar su pelo apartándolo de su rostro, luego paso levemente mi mano por su mejilla, casi sin tocarla, palpo su resecos labios con la yema de mis dedos y, de repente, me sobresalto ante la posibilidad de que ella esté advirtiendo que la estoy viendo de este modo, luego decido que está profundamente dormida e, ignorando mis propias conclusiones, inclino mi cabeza lentamente hacia ella hasta que mis labios rozan los suyos. Ella despierta de inmediato.
-¡Haymitch! -Empalma su mano contra mi rostro dándome un fuerte bofetón que yo anticipaba. -¿Qué demonios crees que estabas haciendo? -Su rostro arde de furia, gritando y reprochando sin parar.
Es extraño pero en ese momento sólo logro pensar en el roce de nuestros labios y en el modo en que se pone radiante cuando se enfurece. Su cabello claro, sus ojos vibrantes de cólera e indignación.
-Jamás te hubiera besado de todas formas -Es lo único que consigo decir. Ella parece rendirse ante la frustración de verme sonriente y me espeta que se quedará haciendo guardia toda la noche, sin más objeciones.
Se recuesta en el tronco del árbol mientras la oscuridad de la noche empieza a caer. Yo, en tono bromista, me acuesto encima suyo, girándo mi cabeza para observarla mientras sonrío. Eso parece enfurecerla más, sin embargo, para sorpresa mía, deja que me quede recostado sobre su regazo, lo cual era algo que yo no pretendía pero que de algún modo me regocija y me da tranquilidad.
No puedo dormir.
Puedo presentir que, por encima de mi rango de visión, ella me está observando. Debe creer que estoy dormido porque mientras permanece en guardia no para de acariciar mi rostro, pasando su mano sobre mi barbilla, acercándose más y más a mí.
Me torno visiblemente nervioso, auque no sé si ella pueda dar cuenta de ello. Siento cómo se va aproximando más y más. No puedo permitir esto, lo sé. Pero, extrañamente, no deseo interrumpir lo que está a punto de hacer, así que sigo haciendome el dormido.
Paso saliva rápidamente, estoy temblando levemente, puedo sentir su aliento cálido respirándome cerca. Me sobrecoge una sensación de deseo. Deseo sus labios aunque sé que no es correcto ni apropiado. Ella acaricia levemente sus labios contra los míos y vacila un poco. Después, por fin se decide a hacerlo e inclina totalmente su cuerpo hacia mí. Abro los ojos y contengo su beso, disfrutándo. Maysilee se da cuenta de mi reacción y se aparta rápidamente, limpiandose los labios.
-Eh, eh...Haymitch, yo...-Está confusa y no sabe que decir para justificarse, eso me hace soltar una leve sonrisa contenida, lo cual hace que se ponga más nerviosa aún.
-¡¿Qué?! ¿Ya no puedo tomar un descanso sin correr peligro de ser violado? -Le digo burlonamente y suelto una enorme carcajada. Maysilee se molesta por mi falta de sensibilidad.
-Hace un rato estabas enojada por un ocasional roce de nuestros labios y ahora me besas, ¿Qué se supone que debo pensar de eso? -Estoy confundido y no mido el efecto de mis palabras en Maysilee, cuyo rostro refleja algún tipo de decepción ante mí.
-¿No puedes ser más...romántico? -Pregunta.
-¿Qué dices? ¡Espera, espera! Yo no tengo que ser romántico con nadie, entre nosotros no ha sucedido ni sucederá nada. -Le digo cruelmente intentando ocultar mi emoción. Ella se resigna y se acuesta en el prado dándome la espalda, puedo oír cuando empieza a llorar pero decido ignorarla y quedarme haciendo guardia mientras descansa y se compone del duro golpe de realidad.
Cuando por fin despierta sonrío ante la esplendorosidad que parece invadirla. Sin embargo, no puedo permitir que sepa lo que estoy pensando pues se supone que he dejado claro el asunto y ninguno volverá a acercarse al otro más que para lo estrictamente necesario.
Seguimos caminando a través de la pradera, ella con la vista hundida en el horizonte, yo jugueteando entre los escasos árboles y arbustos. Parece una buena mañana para avanzar un poco más a lo largo de la arena, pero no, ha empezado a llover. La lluvia nos caería bien si no fuese por el abrasador sol que no ha dado tregua en estos días y que ahora hace que el suelo emita un vapor fulgurante, molesto y que parece acentuar la sensación general de malestar y calor.
Puedo percibir lo mucho que exaspera a Maysilee ésta lluvia cálida. Yo no puedo soportar más el calor y me quito la camisa, esperándo también advertir la reacción de Maysilee. Cuando la miro de reojo está aparentemente distraída con el paisaje, pero un instante después puedo verla detallando mi cuerpo, observando mi abdomen y mis músculos pectorales. Le lanzo una mirada desprevenida y puedo ver cómo se sorprende y sus mejillas empiezan a sonrojarse. Me río.
-¡Haymitch cúbrete! -Me había visto otras veces sin camisa pero creo que ésta es la primera vez que me ve de otra manera, no me ve sólo como a una presa de la que tendrá que deshacerse luego.
-Vale ya, pero está haciendo demasiado calor. - Yo sonrío pícaramente y ella pone los ojos en blanco, resignada ante mi terquedad. -Además, sé que te gusta lo que ves. -Maysilee mira hacia otro lado para ocultar su vergüenza.
¿Qué es lo que pretendo con ésto? ¿Prolongar nuestro sufrimiento? Estoy conciente de que sólo puede haber un ganador, y ese tengo que ser yo. No puedo seguir permitiéndome pensar en ella, no puedo permitirme sonreírle ni insinuarme como lo he hecho hasta ahora. Me coloco la camisa con la determinación de olvidar el beso y todo lo ocurrido entre nosotros. Sin embargo, Maysilee no me ayuda mucho a olvidarla, ahora parece renovada por la esperanza que parece que le he dado y está decidida a pavonearse por ahí. Provocandome.
Es hermosa, no puedo negarlo. Sus ojos profundos y bellos, su cuerpo atlético y delicado, su ternura que invade mi ser. Tiene ternura pero no es una chica tierna, sabe que debe ganar los juegos y que el único modo de hacerlo es matándome, no hay salida. Por eso mismo creo que ninguno de los dos quiere permitirse tocar al otro. Eso haría más difícil olvidar.
-Eres linda, tremendamente linda.-Le digo desprevenidamente. Cuando advierto lo que acabo de decir ya no hay nada que hacer, las palabras salieron de mi boca.
-Oh, Haymitch...-Se sonroja y yo suelto una risita antes de sacudir esos pensamientos de mi cabeza y darme cuenta de que lo que estoy haciendo está mal.
Debo explicarle todo, pero esta vez soy más benevolente y menos tosco que otras veces:
-Maysilee, escúchame...-Le digo mientras tomo lentamente sus manos y la miro a los ojos.-No debí haber dicho ni hecho nada contigo. Somos rivales, estamos en los juegos y tarde o temprano uno de nosotros morirá, es inevitable. -Observo su reacción antes de continuar y veo que tiene una expresión de entendimiento pero también de profundo dolor. -¿No crees que sería más fácil para nosotros la muerte del otro si no formamos ningún tipo de vínculo?
Ella responde rápida y desesperadamente:
-Haymitch, ya tenemos un vínculo, ¿No te das cuenta?
La miro, desconcertado. -¿Qué quieres decir con eso?
-Tú lo sabes, no te mientas a ti mismo. Te gusta la hija del comerciante de dulces. -Ella sonríe, yo sonrío sin saber claramente porqué y luego miro hacia otro lado, avergonzado.
-¿No me responderás? -Me pregunta.
-No sé qué responderte.
-Yo si sé exactamente qué responderte. -Sonríe, se acerca hacia mí y me besa sin más. Le correspondo, complacido. Nos besamos largamente, como si lo desearamos desde siempre, olvidandonos de que todo Panem tiene puestos sus ojos sobre nosotros en este momento.
Un beso suave y pausado, que parece dulce ante toda la crueldad que se vive en este lugar.
Me separo súbitamente y acaricio su rostro, sus labios, sin apartar mi vista de ella. Luego sonrío y le pregunto:
-¿Estás consciente de lo que has hecho?
-No. -Me responde rápidamente.-Y no quiero estarlo.
Aparto mi vista de ella y me siento en el suelo. -Ojalá esa respuesta bastara.
Ella se sienta a mi lado y me toma de la mano, yo me resisto y me aparto de ella. -Sé que no basta, Haymitch. -Me dice.
-¿Ves? Estás de acuerdo. No saldremos juntos de aquí, Maysilee, uno de nosotros morirá.
-Mírame. -Ella agarra mi rostro y hace que la observe. -Yo ya tomé una desición, déjame disfrutar de mi última oportunidad de ser feliz...de ser feliz contigo.
Le lanzo una mirada intensa, desconcertada. -¡No! ¡Espera! ¿A qué desición te refieres?
-Tú tienes más posibilidades de ganar esto, tu familia...tu chica...te necesitan
