Todos los personajes de Ranma 1/2 incluidos en esta historia pertenecen a Rumiko Takahashi. Escribo sin ánimo de lucro, sólo como pasatiempo.
Las vueltas que da la vida.
Capítulo I.
El hospital.
La noche era fría, gruesas gotas de lluvia resbalaban por los cristales de la ventana de aquella habitación. La tormenta no había dejado de caer desde hacía varias horas. Un riachuelo comenzaba a formarse en las calles, y avanzaba ligero hacia donde la inclinación del terreno se lo indicara. Sólo podía escucharse el ruido de la lluvia estrellándose contra el cemento de la acera y el vidrio de la ventana. Así solían ser las lluvias de noviembre, frías y tormentosas, pero solían dar paz hasta al más agitado corazón.
Por esa misma ventana, una chica miraba al exterior, sumida en sus pensamientos. Su mirada estaba perdida, su mente por momentos en blanco, preguntándose el por qué se encontraba en esa situación; un deje de melancolía la invadió. Eso ya no importaba, importaba el ahora… importaba él.
Ranma estaba a lado suyo, no como quisiera, pero al menos estaba cerca. Yacía en la cama 47 del hospital de Tokio. Cubierto por la sábana hasta la cintura se le veía en un estado deplorable. Múltiples moretones cubrían su cuerpo, tenía una venda sujeta firmemente en el brazo izquierdo, haciendo notar que dicho brazo se recuperaba de haber sufrido una fractura.
En la cara tenía varios rasguños ya cicatrizados, en la ceja derecha tenía una profunda cicatriz que la atravesaba y llegaba hasta el principio del párpado móvil, producto de una herida que tuvo que recibir varios puntos. Como si no fuera poco, se encontraba entubado debido a que su cuerpo no podía respirar por sí solo, sin contar con los aparatos que todo enfermo tiene conectados.
Aún así sus signos vitales eran estables. Akane quería creer que él pronto se recuperaría, porque era un chico fuerte, aguerrido, que nunca se había rendido ante alguna situación y ahora tampoco lo haría. Tenía la esperanza de que todo volviera a la normalidad, la escuela, los rivales, las prometidas, los comentarios inoportunos, las peleas, los golpes, las disculpas, las sonrisas y la mirada de aquellos ojos azules.
Akane nunca se había puesto a pensar, lo mucho que le gustaban los ojos de Ranma, tal vez porque nunca se dio el lujo de dar cabida a esos pensamientos en su cabeza, más que nada para tratar de negarse a si misma sentimientos que eran muy evidentes, y por eso se había propuesto involuntariamente no pensar en esas cosas.
Pero ahora que tenía el tiempo suficiente para reflexionar, se dio cuenta que los ojos de Ranma eran bellísimos, profundos, llenos de muchos sentimientos, tal vez ocultos en lo más profundo de su ser, pero que se desbordaban cuando la miraba a ella, sólo a ella. Una mirada tan cautivadora que a cualquier chica le flaquearían las piernas… y ahora extrañaba no poder ver esas pupilas azules, extrañaba aquella mirada tan especial que sólo él podía darle y que la hacía estremecer.
Quería poder decirle tantas cosas, desde lo más simple como un "hola" o un "vamos a casa" hasta un "te quiero" que nunca pudo salir de su garganta…y cayó en la cuenta de que había desperdiciado demasiado tiempo, que hubo muchas oportunidades, y ninguna fue aprovechada.
Se sintió vulnerable ante esas conclusiones y deseó poder volver el tiempo atrás… si tan sólo hubiera puesto el valor sobre el orgullo, tal vez las cosas, hubieran mejorado y quizá ella no estaría sufriendo de esa manera, experimentando aquella amarga angustia y cierto aire de culpabilidad del que era presa.
Pero el hubiera no existe, y Akane se sumió aún más en ese estado de desazón, dejando que el destino decidiera si Ranma algún día despertaría. Después de todo no podía hacer nada. El tiempo marcaría el ritmo y destino de la vida.
Las horas transcurrían lentamente. Pronto, un viento incontenible se desató y despejó el cielo, haciendo que la lluvia cesara. Akane tenía bastante tiempo de estar junto a la ventana y empezaba a tener frío por lo que se alejó de ésta. No hubiera sido nada bueno que pescara un resfriado en esos momentos, más cuando sus defensas estaban muy bajas.
El no querer alejarse de su prometido le había originado serias consecuencias a su cuerpo; se le veía muy delgada, pálida y ojerosa, con la ropa arrugada y el pelo alborotado. Apenas y había dormido los últimos días y casi no había probado bocado, entre su angustia y el no sentirse bien, le ocasionaron esa falta de apetito.
Su familia le había insistido en ir a dormir a casa, comer, relajarse y regresar al hospital después, pero su terquedad pudo más y tuvieron que ceder; además trataron de entender lo mal que Akane la estaba pasando… ver a su prometido así, tan indefenso y enfermo, era un duro golpe para ella y comprendieron que, si ellos hubieran estado en su lugar, habrían hecho lo mismo.
Akane se situó al lado de Ranma, sentándose en una silla junto a la cama. Miró a su prometido detenidamente, se fijó en su cabello desarreglado, en sus heridas, y en su (aunque demacrado) bello rostro, observó detenidamente todas sus facciones y fijó la vista en sus ojos cerrados.
Lo empezó a mirar fijamente como si con tal acción el despertara y le hablara como si nada; tenía fe de que ocurriera, pero no sucedió nada. – "¿Cómo puedes estar tan tranquilo durmiendo y yo aquí sufriendo por ti?... baka"- pensaba Akane mientras una lágrima rodaba por su mejilla, rápidamente la limpió, pero otra volvió a caer de entre sus pestañas. –"Ojala y sólo estuvieras dormido, pero no es así"- y otras lágrimas traviesas escaparon de sus ojos, para ser borradas nuevamente con la manga de su blusa.
Dudó en hacerlo, pero finalmente, tomó una de las manos de Ranma y la sostuvo entre las suyas, ejerciendo una ligera presión, como si intentara que él no se soltara de su agarre. Con tan sólo ese contacto, llegaron a la mente de Akane los sucesos de aquel fatídico día, hacía ya dos meses, en el que ambos estuvieron a punto de perder la vida, pero gracias a Ranma ella había resultado ilesa. Como siempre lo había hecho, la protegió hasta el final.
–"Todo es mi culpa"- se reprochó Akane a sí misma. Se maldijo por ser tan débil y no haber podido cuidarse a sí misma. ¿Pero qué había pasado con ella en todo este tiempo? Antes se valía por sí misma, cuando todos esos chicos de la escuela la molestaban, cuando Kuno aparecía de la nada, cuando defendía a algún chico o chica en problemas.
Y ahora, nada. Desde que Ranma entró en su vida, él se volvió su protector y ella sólo daba uno que otro golpe a Kuno, y bueno a Ranma también, que se lo merecía, pero de ahí ni un golpe más. Ni siquiera podía enfrentarse a Shampoo o Ukyo, porque enseguida Ranma intervenía ya que no quería que saliera lastimada.
Se culpó todavía más, por haberse vuelto dependiente de Ranma, al menos así ella lo pensaba. Su orgullo de artista marcial aún estaba entre sus prioridades y el no poder defenderse implicaba derrota, debilidad, pero debía admitir que sentimentalmente hablando el que el joven de la trenza la salvara la hacía sentir una tranquilidad y felicidad infinitas, porque eso significaba que le importaba, aunque sea un poco.
Se le quedó mirando largo rato, ensimismada en sus pensamientos, cuando unos suaves golpeteos en la ventana la sacaron de su concentración. Volteó hacia la abertura y se dio cuenta que empezaba a llover de nuevo. Y así como las gotas de agua se estrellaban violentamente en el cristal de la ventana, así se estrellaron en la cabeza de la chica las últimas palabras que Ranma pudo articular antes de caer inconciente entre sus brazos.
Por fin estaba teniendo un poco de sosiego, pero sólo recordó aquellas palabras y todo se derrumbó de nuevo. Sus pensamientos se detuvieron de golpe, concentrándose en el recuerdo de sus palabras. –Él me dijo… y yo no pude… y ahora está… ¿por qué?...¿por qué siempre todo tiene que ser tan difícil?...¡Maldición!- dijo, apretando cada vez con más fuerza la mano del muchacho.
Sin poderlo evitar innumerables lágrimas comenzaron a rodar por sus pálidas mejillas, hasta caer en las sábanas de la cama. La chica de cabellos azulados trataba de ser fuerte y contener el llanto, pero era tanto su dolor que ya no pudo más, y recargándose en el dorso de Ranma, empezó a llorar amargamente, hasta que el cansancio la venció y cayó rendida en los brazos de Morfeo.
Mientras tanto, en la oscuridad, otra mente trataba de encontrar una salida, una pista que lo ayudase a emerger de aquel profundo abismo en el que había caído.
Notas de la autora:
¡Hola!
Por fin me he animado a subir una historia a fanfiction y pues espero les agrade. Debo decir que este es mi primer fic, nunca había escrito una historia hasta ahora, por lo que tal vez tenga errores de gramática, etc.
Me gustaría mucho recibir sus reviews acerca de esta historia, comentarios, sugerencias, criticas (constructivas por supuesto : D) para que cada día vaya mejorando en esto de escribir fics. Todas sus opiniones serán muy importantes para mí y trataré de tomar todas en cuenta.
Los veo en el siguiente capítulo ;)
Marii-san.
