Saludos a todos y Felices Fiestas.

Quisiera aclarar que los capítulos: 1, 3, 4, 7, 8 y 10, serán prólogos de fics que escribiré pronto. El resto de capítulos transcurrirán en una historia divertida de Ash y Misty. Disfruten la lectura.

(1: Guerra de nieve)

Origen Corrompido

El invierno llego con fuerza en una tormenta, y en medio del Bosque Verde de la región Kanto aquella noche la temperatura fácilmente rondaría los grados de congelación. No resultaba prudente aventurarse en el bosque hasta que llegara el amanecer. Pero claro no es mi caso.

No entiendo como siempre logro meterme en problemas, pero en esta ocasión se que fue mi culpa por seguir a aquella entrenadora de cabello color naranja, en el par de ocasiones que tenemos de conocernos las cosas siempre terminaron en problemas y debí pensar bien las cosas antes de actuar… ¿A quién quiero engañar? Me agrada pasar cada segundo posible junto a ella, lo admito, y aunque no me lo hubiera pedido la habría seguido para ayudarla. Por eso ahora mismo tengo una terrible jaqueca junto a una herida sangrante en mi cabeza y mi brazo izquierdo posiblemente este roto, producto del golpe con una tubería de metal que me propinaron y no pude evitar.

— ¿Es lo mejor que tienes?— grite con bravuconería desde el suelo, trataba de sobreponerme al dolor mientras cubría mi rostro con mi brazo derecho e intentaba alejarme. El hombre que me golpeó, vestido en su totalidad de un traje y gorra de color negro, con guantes y botas blancas, y una "R" roja adornando su pecho, recuperaba el aliento para lanzar un nuevo golpe con su arma improvisada, y su rostro mostraba sus claras intenciones que esta vez el golpe seria mortal— ¡Mi madre golpea más fuerte que tú!— le dije con tono de burla, a pesar que era una verdad de mi pasado.

Logré ponerme de pie con dificultad apoyándome contra una de las paredes de la bodega subterránea secreta en medio del bosque donde nos encontrábamos, no tengo forma de evitar la pelea si deseo salvar a los muchachos y la enfermera Joy que vinimos a rescatar, y ahora también se unía al grupo de víctimas la entrenadora a quien perseguí dentro de este manicomio, todos ellos se encuentran inconscientes al otro lado de la habitación. Debo reconocer que aquella mujer combatía con fiereza, y eso me dejo boquiabierto, el pasillo se encontraba repleto de miembros del Equipo Rocket y Pokémon inconscientes, pero solo cuatro entrenadores contra veinte malhechores de una organización criminal tienen todas las de perder.

La realidad era abrumadoramente cruel, llegamos como un héroe y una heroína dispuestos a rescatar al par de hermanos y la enfermera del lugar de peligro, pero ahora, con nuestros Pokémon agotados y malheridos, y sin refuerzos, solo quedábamos aquel criminal con experiencia haciendo daño a las personas y yo, un entrenador patético de Johto que consideraba la idea de salir huyendo de ese lugar.

Pero no puedo hacerlo, por Arceus que no puedo hacerlo. La sola idea de dejar a todos a su suerte me repugna, me hace revivir mi propia vida y las ocasiones que mi madre me humillaba y golpeaba al encontrarnos los dos solos. Mi imaginación se encarga de mostrarme el posible futuro, sin duda golpearan al otro muchacho y a mí hasta la muerte y luego, o tal vez antes, violaran a las tres mujeres del lugar como estuvieron a punto de hacerlo con la enfermera Joy y la entrenadora de cabello castaño. Imaginarme a Misty siendo tacada por esos malnacidos lastimándola y humillándola fue suficiente para hacerme reaccionar y enfurecerme.

Quizás lo escuche en algún lado o estoy inventándolo ahora mismo, pero en mi mente hace eco una frase: "En sus últimos momentos las personas muestran su verdadero rostro". Pues en este momento muy a mi pesar mi verdadero ser salía a la luz: Un idiota que auxiliara a quien necesite ayuda aunque me cueste la vida. Con un suspiro melancólico mi mente me recuerda que no tengo a nadie que me extrañe si algo sucede y tampoco tengo un hogar al cual regresar, lo cual extrañamente aumenta más mi valor.

La adrenalina inundó mi cuerpo cuando mi enemigo comenzó a avanzar hacia mí, el dolor en mi brazo izquierdo se transformó en un entumecimiento y pude moverlo nuevamente para defenderme. De forma patética intente alejarme de su ataque, pero no lo logre, mi brazo izquierdo recibió nuevamente un duro golpe, sin embargo, en esta ocasión sujete el arma metálica y comenzamos a forcejear por su control entre patadas y empujones. Con esperanza veo que Pikachu comienza a despertar y ponerse de pie con dificultad, mi oponente también lo nota y forcejea con mayor fuerza, porque un Pokémon es más peligroso que un muchacho de quince años. Y es cierto, yo no soy rival para él, pero Pikachu fácilmente puede noquearlo con sus ataques eléctricos y podríamos ganar.

Ni siquiera lo pensé una sola vez antes de empujar con todo mi peso a mi oponente para que ambos cayéramos pesadamente al suelo. Con una sola mirada el roedor eléctrico y yo nos comunicamos, sin perder un segundo el Pokémon cargo su ataque mientras yo impedía que aquel miembro del Equipo Rocket huyera, recibí una potente descarga eléctrica junto a mi oponente que nos dejó a ambos fuera de combate.

Me despertó el sonido de voces adultas y mi mente se encargo de hacerme pensar lo peor, note mi cuerpo libre de ataduras y pensé que quizás era el único capaz de hacer algo, el frio del ambiente entumecía mi cuerpo y mis sentidos mientras me incorporaba lo más rápido que podía blandiendo la tubería metálica con mi único brazo sano, apenas lograba ver a un metro de distancia y escuchaba los sonidos como si tuviera un tapón en los oídos.

El silencio repentino me reveló que notaron mi recuperación, al menos media docena de personas desconocidas con algún tipo de uniforme frente a mí; aún era de noche, la tormenta de nieve todavía azotaba con fuerza, pero el motivo por el que temblaba era que estaba comprobando que era un bueno para nada como mi madre siempre me recordó hasta el día que falleció. No existía forma alguna de que esto terminara bien.

— ¡Déjenme ir, o los mato aquí mismo!— aquella exigencia atrajo mi atención y la de todos en la habitación. El primer miembro del Equipo Rocket que redujimos despertó de su inconsciencia, todavía tenía los pantalones hasta las rodillas y los dientes destrozados por la patada que le propino Ritchie para evitar que violara a su hermana menor Leaf, pero su apariencia burlesca era ignorada debido a la revólver con el que apuntaba a todos.

Me tomo unos segundos procesar aquella escena al mismo tiempo que mis sentidos despertaban por otra dosis de adrenalina, pude reconocer a Ritchie, Leaf, y a Misty, todavía inconscientes siendo cargados por miembros de la Policía Pokémon, la oficial Jenny se encargaba de consolar a la enfermera Joy en un rincón. Todos se congelaron por la inminente amenaza que representaba aquel criminal acorralado, pero a pesar de ello el hombre de cabello color castaño que cargaba a Leaf dejo a la muchacha en los brazos de otro policía y se coloco en frente de todos para servir de escudo humano y proteger a todos. No pude hacer nada más que admirar la forma desinteresada como aquel hombre ponía su vida en riesgo para proteger a otros, y no pude evitar sentirme inspirado por su determinación.

— ¡¿Crees que no te matare por ser el campeón de Kanto?!— aquellas palabras me sorprendieron, pero no me detuve a observar, continué avanzando con decisión sujetando mi arma rustica con ambas manos a pesar del dolor.

Observe en cámara lenta como aquel despreciable criminal notaba mi presencia y dejaba de apuntar con el revólver a la cara del campeón de Kanto para dirigir el arma de fuego contra mí.

— ¡Atrévete idiota!— grite en medio de un ataque de locura comenzando a correr. El miedo que sentía por acabar muerto era enorme, pero también deseaba que mi vida sirviera para algo, al menos por una vez.

A pesar de mi bravuconería cerré los ojos al escuchar el estruendoso disparo, un doloroso y fuerte jalón en mi hombro derecho detuvo mi impulso y amenazo con hacerme caer, pero me forcé a continuar avanzando, abrí los ojos para poder apuntar bien y me encontré cara a cara con el rostro espantado del miembro del Equipo Rocket, y haciendo uso de las fuerzas que aún no me abandonaban por el dolor moví mi arma como si fuera una espada para estrellarlo contra los testículos expuestos de ese malhechor.

Observe como mi oponente perdía el conocimiento antes de doblarse como una oruga a causa del dolor. Recuerdo haber sentido la mano de mi madre revolviendo mi alborotado cabello color azabache con rudeza y cariño, felicitándome y llamándome por mi nombre, antes de desmayarme por segunda vez.


¡ASH! ¡MALDITA SEA, DESPIERTA DE UNA VEZ!— me encontraba acostado en una cama de una habitación sombría, mi cuerpo era el de un niño de siete años, pero no tenía tiempo de analizar esas cosas, la imagen de mi madre observándome a través de sus anteojos de marco rojo destellando furia y fastidio en sus ojos color violeta siempre me paralizaba del miedo, en esos momentos debía recordar rápidamente lo que hice mal para pedir perdón y lograr que el castigo fuera menos severo, pero no siempre resultaba— ¡¿NO ME OYES?! ¡MUEVETE IDIOTA!— su largo cabello color fucsia se agito mientras me pateaba en el pecho para que me levantara de la cama. Comencé a caer hacia el vacio hasta que sentí como mi espalda chocaba con fuerza contra el endurecido suelo; estremeciéndome del susto de haber caído desde muy alto, desperté sobresaltado temiendo encontrarme con el rostro enfurecido de mi madre. La luz radiante de la habitación de paredes blancas me cegaba, pero temía cerrar los ojos.

Al pasar el tiempo y ver que nada sucedía, poco a poco comencé a tranquilizarme y observe mi alrededor, sin duda me encontraba recostado en la cama de un hospital, la inconfundible maquina que mostraba mi ritmo cardiaco estaba al lado mío, el cuarto parecía estar vacio a excepción de mí, me di cuenta que había una ventana la cual me mostraba varios copos de nieve cayendo delicadamente, en el cielo las nubes se arremolinaban y por la luz que obstruían debía ser de día. Cerré los ojos por el cansancio y deje que mis otros sentidos analizaran el lugar donde me encontraba. Pero mi relativa calma duro poco al entender mi situación; al intentar moverme logre sentir, además del dolor de mis heridas, que mis brazos se encontraban esposados a la cama, mi respiración agitada seco mi garganta y al intentar tragar para refrescarla note que algo la obstruía impidiéndome hablar, abrí los ojos aterrado para observar que ocurría y descubrí que tenía varios tubos y cables pegados a mis brazos y mi cabeza, y un par de cintas sujetaban mi torso y pies a la cama, con absoluto pánico logre distinguir lo peor, una familiar "R" dibujada al fondo de la habitación, para este momento el aparato que pitaba mi ritmo cardiaco sonaba igual que un telégrafo mandando un mensaje en clave Morse.

Intente liberarme desesperadamente para salir de ahí, la adrenalina nuevamente se inyecto en mi sangre permitiéndome obviar el dolor de mis heridas y ayudándome a sacudirme con fuerza para intentar romper mis ataduras. Sé que debo estar armando un gran escándalo, pero hago todo esto debido a mi preocupación por Misty y los demás.

— ¡Cálmate, por favor! ¡Te haces daño!— la voz que me hablo con preocupación y, no tenía otra forma de describirlo, cariño le pertenecía a una mujer adulta, pude sentir sus delicadas, pero fuertes, manos presionando mi pecho para que detuviera mi intento de escape— ¡Estas a salvo! ¡Tranquilízate!— al escuchar aquellas palabras detuve mi forcejeo y no pude evitar observarla con inquietud, unos ojos color caramelo me observaban con cierto enfado, su delicado rostro mostraba preocupación y su largo cabello color castaño recogido en una coleta se agitaba mientras paseaba la vista de la entrada de la habitación a mí esperando a alguien. Sin embargo, mi desconfianza era superior y reanude mis intentos de escape observando con furia a aquella mujer y la "R" que adornaba el fondo de la habitación— Ese es el edificio del Centro Pokémon— por segunda vez me detuve al escucharla, mientras hablaba aquella mujer se acerco a la pared y levanto una persiana mostrándome que se trataba de una ventana donde se observaba la inconfundible letra "P" característica de los centros de curación. No pude evitar sentirme como un idiota, bueno aún más idiota, mientras un gran cansancio y un intenso dolor se apoderaban de mi cuerpo, todo bajo la mirada preocupada de aquella mujer.

Tras unos segundos de espera silenciosa, una doctora y un par de enfermeros entraron en la habitación, sin perder tiempo comenzaron a reconectar los cables y tubos que jalé durante mi forcejeo, la doctora observo mis heridas y solo me dirigió una mirada de enfado cuando termino, pero me encontraba bastante adolorido, avergonzado y cansado para replicarle con la mirada o mantenerme consciente.

Desperté debido a los rayos de sol que entraban por la ventana, me sentía bastante estúpido para hacer otra cosa que no fuera observar el techo con arrepentimiento por el alboroto que cause.

— Buenos días, veo que despertaste más calmado— me quede quieto escuchando la voz de aquella mujer nuevamente, tras un instante entro en mi campo de visión mostrándome una sonrisa— Quiero aprovechar para agradecerte tu ayuda. Me llamo Delia, soy la madre de Ritchie y Leaf, y amiga de Misty— pronuncio con calma inclinando levemente la cabeza— Todos se encuentran bien… No… No tienes idea… de cuánto te agradezco que los rescataras a todos— me sentí mal por verla llorar, pero al escuchar que Misty se encontraba bien mis preocupaciones se alejaron completamente.


Desperté nuevamente sobresaltado debido a mis pesadillas, o debería decir recuerdos, en fin estaba despierto y listo para comenzar un nuevo y fantástico día en la residencia Ketchum, y lo lograría alejándome de los miembros de aquella familia lo más que podía. Aunque pasaron cuatro semanas todavía no me acostumbro a este ambiente hogareño, me resulta antinatural, extraño, por decir poco. Pero me encuentro atado a este lugar por otro par de meses hasta que mis heridas sanen completamente, esas son las condiciones que la señora Delia me impuso como recompensa por salvar a sus hijos y de nada servía que objetara o inventara excusas.

Desde el primer día exprese mi descontento por causarles tantos problemas a la familia del campeón de Kanto, sobre todo por mi incapacidad de ir al baño o bañarme sólo, aquella vergüenza me perseguirá hasta la tumba. Pero el aura imponente de aquella mujer me causa un terror agradable, si puedo llamarlo así, que me da a entender que dos meses pueden convertirse en dos años fácilmente si la contradecía, por lo cual acepte de mala gana vivir en esta casa y que me cuidaran, solo hasta que me recupere y pueda continuar con mi viaje, claro.

Un potente ronquido me indico que Ritchie continuaba dormido en la cama superior de la litera que compartían en la habitación del muchacho, con cuidado y dificultad por el cabestrillo en mi brazo derecho me coloque la ropa, poniéndome un abrigo extra para no enfadar a la señora Delia; salí de la habitación con sigilo para no despertar al Pikachu de mi amigo y me delatara. Con extrema precaución pase junto a la habitación de Leaf, la cual alojaba a otra invitada y amiga de los Ketchum: Misty Waterflower, a quien no deseaba despertar todavía a pesar de las ganas que tengo de hablarle.

Llegue junto a las escaleras y las baje con calma, pero sin el sigilo anterior debido mis sospechas de que la señora Delia y el señor Red seguramente se encuentran ya en la cocina preparando el desayuno, no importa a qué hora despierte, siempre los encuentro despiertos en la cocina ¿Acaso no duermen? Y tenía la certeza que aquel día no sería la excepción porque podía oírlos conversando en el interior, sintiendo la usual derrota observe por la ventana la ligera nevada que caía ese día.

— Buenos días, Ash. Cepíllate los dientes y luego ven a desayunar— la usual orden de la señora Delia me atrapo antes que terminara de bajar las escaleras, pero ya no me sorprende el agudo instinto que esa mujer posee. Luego de obedecer me encontraba desayunando unos deliciosos hotcakes bajo la atenta mirada del campeón de Kanto: Red Ketchum.

— ¿Cuál es el plan para hoy? ¿Otra excursión al Laboratorio del Profesor Oak? Si pensara mal de ti, creería que estas evitándonos— la incómoda y sincera forma de hablar del señor Red me aturdió, mis intenciones eran claras y no trataba de ocultarlas, pero la forma cómica como me regañaba por ello siempre amenazaba con hacerme reír y no quería parecer grosero.

— De hecho iré a caminar un poco. Gary no deja de molestar con tener una batalla Pokémon, así que si viene a buscarme por favor díganle que no saben dónde estoy— les pedí aquel favor con la confianza que siempre me recordaban teníamos como amigos.

— Claro y eso será fácil ya que nunca nos dices a dónde vas— la mueca de exagerada decepción en el rostro de aquel hombre adulto estuvo a punto de hacerme reír.

— Cariño deja de molestarlo, y tú Ash, apresúrate que Misty lleva un rato esperándote ahí afuera— aquella noticia me sorprendió y pude sentir mis mejillas ardiendo por la vergüenza, desde luego que mis anfitriones conocerían la reunión que tendría con Misty ese día, era su casa y nada se les escapaba, sobre todo a la esposa del campeón de Kanto con quien conversé seriamente sobre relaciones románticas. Observe la sonrisa picara que aquel matrimonio me lanzaba totalmente nervioso, agradecí la comida y me dirigía conversar con aquella entrenadora de cabello color naranja en quien no dejaba de pensar.


Mientras Ash salía a toda prisa bastante avergonzado, no pude evitar alegrarme por Misty, el muchacho que le gustaba estaba igual de enamorado que ella, y esperaba que la charla que tuve con ambos les sirviera para que aceptaran sus sentimientos.

Me fije como Red se encontraba pensativo y no apartaba la vista de la puerta que Ash acababa de cruzar, y supe que pensábamos en lo mismo. Apenas lo conocemos desde hace un mes, pero parece que fuera de toda la vida.

— Me parece que te encariñaste bastante con Ash, querido— le dije mientras me acercaba a él y colocaba mis manos sobre sus hombros.

— Tiene tanta energía y determinación. Si se enfocara en las batallas no dudo que me quitaría el titulo de campeón— comenzó a explicar animado— Pero siempre me sale con una excusa cuando intento darle algunos consejos. No sé qué le pasa por la cabeza para rehusar mi ayuda. Te lo aseguro querida, si fuera mi hijo no lo dejaría escapar tan fácil…— me alegraba escucharlo hablar con entusiasmo, pero de pronto sentí como se tensaba y parecía preocupado— L-Lo siento, querida. N-No sé de qué estoy hablando, no me hagas caso…— detuvo su comentario abruptamente y me observo con tristeza y suplica. Sonreí con ternura por la preocupación de mi esposo, masajee sus hombros para darle a entender que me encontraba bien. El recuerdo del hijo que perdí apenas nació era doloroso, sí, pero gracias a nuestro amor logramos sobreponernos a su pérdida. Y fuimos bendecidos con dos fantásticos hijos como lo son Ritchie y Leaf, que junto a este fantástico hombre que es su padre, son mi pilar que me impide derrumbarme. Y por eso estaré eternamente agradecida con Ash y Misty por rescatarlos y regresarlos a salvo a mí lado.

— No te preocupes, mi amor. Yo también pienso lo mismo, y Misty es como una hija para mí, así que si terminan juntos nuestra familia crecerá— sentí como el amor de mi vida sujetaba mis manos con fuerza, y ambos nos reconfortábamos mientras nos sumergimos en el recuerdo de aquella noche fatídica donde una mujer obsesionada con la Liga Pokémon secuestro y asesino a nuestro primer hijo hace quince años.


Deje atrás la residencia Ketchum con prisa, no me gusto nada el ambiente conspirativo con el que me despidieron mis anfitriones. Comencé a correr al darme cuenta del frio que hacía, tenía la intención de salir primero y esperar a Misty como muestra de caballerosidad, pero al parecer para darle una sorpresa a aquella entrenadora y Líder del Gimnasio de Ciudad Celeste debía pensar con seis pasos de anticipación.

Nuestras miradas se cruzaron cuando me acerque al lugar donde acordamos reunirnos provocándome un nerviosismo inusual en mí, la nieve cubría todo el lugar con su manto blanco dificultándome caminar, no tenía tiempo que perder, nunca acordamos una hora para reunirnos, sin embargo, parecía que estaba llegando realmente tarde.

— C-Creí que seguías durmiendo, lamento llegar tarde— me aventure a disculparme, tratar con Misty era igual a correr por un campo minado sin saber cuándo provocarías una explosión de furia, pero esa era parte del encanto de la sirena de Ciudad Celeste.

Hubo un momento de silencio que me hizo dudar si debía acercarme o no, pero la plática que tuve con la señora Delia me permitió continuar avanzando hasta llegar a un par de pasos de la entrenadora de cabello color naranja que parecía estar bastante nerviosa y ocultaba algo tras su espalda. La conocía desde hace un año por culpa de un accidente en el que ella destrozo mi bicicleta, y en todas las ocasiones que nos reencontramos nunca la vi con tanta vergüenza y temor.

— T-T-T-T-Tenlo…— me dijo finalmente con el rostro enrojecido acercándome un regalo con tanta prisa que casi me golpea en el rostro. Me alegre bastante al ver la pequeña caja rectangular cubierta por un envoltorio rojo y adornada con un moño verde, entendí que se trataba de un regalo de navidad, pero faltaban semanas para el día en cuestión. Sin embargo, le agradecí el gesto y sujete el paquete. Lo desenvolví con cuidado y pude ver que se trataba de una bufanda de color rojo y blanco— E-Es… es solo un detalle por haberme ayudado y por haber resultado tan lastimado. S-Se que n-no es navidad, p-pero quiero dártelo ahora ¿Tienes algún problema con eso?— me asuste por la forma en que reaccionaba Misty, realmente nunca la había visto tan avergonzada y estaba preocupado por terminar de nuevo en el hospital.

— No tengo ningún problema. Realmente te agradezco esto, es lindo y es mi primer regalo— dije rápidamente para tranquilizarla, pero una helada depresión me causó un escalofrío. Y mis sentimientos debieron reflejarse en mi rostro porque la sonrisa que Misty comenzaba a esbozar se transformo en una mueca infantil de enfado.

— No tienes que mentir. Lo compre hace tiem… Q-Quiero decir, que es solo una bufanda comprada, de seguro recibiste varios obsequios como este alguna vez— en otras circunstancias habría cambiado el tema o hubiera iniciado un pleito para provocar el enfado de aquella mujer que deseaba fuera más que mi amiga. Pero ahora pensaba diferente, para que ella confiara en mí primero debía confiar en ella y contarle mi pasado.

— No. Realmente es mi primer regalo. Mi madre no era fanática de la navidad o los cumpleaños…— comencé a relatar, una vez comencé no pude detenerme. Luego de hablar por una hora Misty me abrazo y deje que la calidez de su cuerpo me cobijara, pero lo hice luego que me calme del sobresalto que sentí cuando se acerco tanto a mí. Puedo decir que me encontraba un tanto desilusionado, en mi imaginación Misty derramaba algunas lágrimas luego de escuchar mi sombrío pasado y yo era quien la abrazaba para reconfortarla. Pero no me quejo todo resulto como esperaba.

Mientras regresábamos a la residencia Ketchum, Misty me pidió, o mejor dicho, ordeno que me coloque la bufanda para ver cómo me quedaba, un tanto avergonzado la obedecí y fue difícil hacerlo con una sola mano, pero lo logre tras unos instantes de lucha. Sin embargo, al terminar recibí un golpe en la cabeza por una bola de nieve que me arrojo la entrenadora de Ciudad Celeste, el hielo se quedo atrapado en la bufanda y me hizo tiritar a causa del frio repentino en mi cuello. Voltee a ver con reproche a Misty, pero ella solo carcajeaba mostrando una sonrisa que me alegro el corazón.

— No pongas esa cara. Alégrate. Es tu primera guerra de bolas de nieve— me dijo al tiempo que me arrojaba una segunda bola de hielo que me dio en todo el rostro. No logre entender porque aquello me produjo una gran alegría, que aplastaba a mi enfadado orgullo, pero no me importo, comencé a contraatacar decidido a regresarle los golpes, de forma cariñosa claro esta. Me divertí como nunca con aquel juego invernal, no recuerdo en qué momento llegaron Ritchie y Leaf, pero la batalla se transformo en una lucha de hombres contra mujeres, y finalizo con nuestra derrota.

Me resulta tan extraño sentir esta alegría en mi corazón, mientras Misty, Ritchie y Leaf caminan frente a mí para dirigirnos a la residencia Ketchum por una taza de chocolate caliente, mi rostro no puede dejar de sonreír. Inicie este viaje totalmente solo, y ahora tengo varios amigos. El miedo que siempre me invade en estos escasos momentos de felicidad intenta apoderarse de mí, pero creo que por hoy lo aplastaré con esta felicidad que me desborda para disfrutar la sonrisa de mis amigos y especialmente disfrutar de la sonrisa de Misty.