Día a día, cada vez que me levanto, en esa oscura habitación, desearía que fuera el último despertar.
Día a día, al bailar y caer, ya no encuentro una razón para levantarme y seguir.
Día a día, me veo en el espejo, veo mi piel enfermiza, suplicando luz y aire fresco, anhelando tanto poder gritar.
Día a día, trato y trato, pero escucho esa voz cruel, diciéndome que deje de resistir.
Pero en algún momento, el día a día quedará en el olvido, el sol entrará por la ventana, y bailaré al compás de una melodía, junto a mi libertad.
