DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen.
Bajo la penumbra del pasillo.
Prólogo.
Lily intentó no darle importancia al viento que se colaba en su pijama viejo. Los pequeños bellos del brazo estaban erizados y sus dientes se apretaban mutuamente. Solo a ella se le ocurría andar a estas horas por los pasillos desiertos y fríos de Hogwarts. No le importaba si algún prefecto la encontraba, no estaba preocupada por eso. Había salido con el propósito de llegar a la cocina y pedirle a Will, un elfo, que le de unos chocolates.
La luz de la luna se filtraba sobre los fríos cristales de los ventanales, dando un aspecto tenebroso al pasillo. Pero para Lily aquellas sombras tenebrosas no eran más que hermosas, reflejaban en el piso extrañas figuras, a ella le gustaba. Había extrañado salir por las noches, para ella Hogwarts a esa hora era espectacular e inalcanzable. Los pasillos estaban vacíos y podías ver claramente todo la historia que tenía en sus paredes, no había barullos y aunque el camino parecía ser el de una película de terror su encanto no se iba.
Una luz al final del pasillo le llamó la atención. Pestañeó varias veces intentando ver más allá pero no consiguió nada. Bufó molesta y se puso detrás de una de las cortinas sucias y polvorientas que escondía un pequeño lugar. Había un olor insoportable, un olor a humedad y polvo que desconcertaba todo. Se llevó la mano a la nariz instintivamente, no quería estornudar y que el prefecto, de seguro era uno, la viera allí escondida.
Miró al suelo, la luz que se colaba por el pequeño trozo de lugar que la cortina no llegaba a tocar se acercaba lentamente. Contuvo la respiración, aunque allí mucho no se pudiera respirar, y esperó a que la luz pasara. Pero no pasó eso, unos zapatos negros y lustrosos se detuvieron frente a la cortina polvorienta. Lily se mordió el carnoso labio inferior, esa obvio que la había visto.
La cortina se abrió con velocidad, dejando ver el rostro del morocho. Un prefecto, y no cualquiera, el de Slytherin. Lily sonrió con la mano en su nariz, mientras pestañeaba juguetona. El chico tenía levantada una ceja, y aunque Thomas Nott fuera del tipo de serio chico él estaba sonriendo apenas.
—Potter —dijo con voz gruesa—. Salga de allí.
—Thomas —saludó ella, intentando sonar inocente. Su pijama de conejitos ayudaría, ahora... su cabello y su físico no tanto.
— ¿Qué estás haciendo acá? —preguntó el, mientras miraba hacia atrás— ¿Estás sola?
—Sí —contestó ella, sacudiendo el largo pantalón de osos sonrientes para quitar el polvo.
— ¿Cómo esperabas que no viera si te quedaste medio minuto mirándome en la mitad del pasillo? —el morocho negaba con la cabeza. El la conocía bastante y sabía que era una loca emprendida— ¿Sabías que era yo?
—No —admitió ella, le sonrió—. No me saques puntos.
—Lily sabes que n-
— ¡Por favor! —pidió ella, llevando sus manos al frente juntas.
—No grites —susurró el. Suspiró y la miró con severidad— Es la última vez, ¿Oíste?
—Gracias —sonrió, abrazando a Nott—. Te debo una.
—Sí, sí, unas cuantas —murmuró el, mientras se soltaban del abrazo—. Andá a tu Sala ahora.
—Sí, señor. Como usted diga señor Nott —bromeó ella, con la mano firme en su pequeña frente.
—Lily no vayas saltando —suplicó el, viendo como la chica daba pequeños saltitos— De enserio eres loca.
— ¡Ey! —censuró ella— Estoy feliz —dijo, bajando el rostro, lo levantó rápidamente—. Tengo hambre, ¿no puedo ir antes a la Cocina?
—No —dijo con severidad anticipada el morocho.
—Dale Nott —suplicó ella—. Por favor.
—No.
—Eres malo Thomas Nott —ironizó ella, el la miraba seriamente—. No me saques puntos por favor. Me estoy yendo —se apresuró a dar pasos a la reversa— Me estoy alejando —siguió caminado hacia atrás sin darse vuelta— Ya desaparecí...
—Tu Casa queda para este lado —Thomas señaló el lado contrario al que se iba la pelirroja.
—Pero para acá esta la Cocina.
—Lily.
—Bien, chau —dijo ella, pasó por su lado y le recordó— No me saques puntos. Ahora sí, me voy a mi casa.
Se apresuró a seguir el camino con las puntitas del pié. Iba a ser caso e iría a su Sala Común. De verdad tenía hambre, pero preferiría estar en su habitación sin dormir a que encontrarse con otro prefecto que le sacara puntos, o peor aún un profesor, o mucho peor aún nuevamente a Nott que le sacaría los puntos de inmediato. Para Lily las noches en Hogwarts eran más bonitas cuando las pasabas despiertas, podías ver cosas que a la luz del día no.
Los fantasmas, eran un claro ejemplo de ello. No es que a ella le fascinara tampoco. No se llamaba Luna porque le gustaban las mismas cosas, en realidad ella era todo una Lily. Su padre le había contado muchas cosas de sus abuelos; cosas que a él le contaron. Todo el mundo decía que ella era parecida a su mamá, pero si se fijaban bien era una Lily Evans II. Tal vez era un poco más descabellada, pero seguía siendo muy estudiosa, odiaba que molestaran a los niños pequeños y era una Gryffindor de palabra y honor. Tampoco le quedaban dudas de que el año que viene la elegirían prefecta, ya que llegaba su quinto año. El parecido físico era inigualable, Lily se parecía bastante a Ginny; pero en realidad era más alta, tenía el rostro menos ovalado, la nariz más puntiaguda y el cabello rojo más oscuro. La pelirroja no había tardado nada en darse cuenta de que era el vivo retrato de Lily Evans en su época de escuela, gracias a fotos que demostraban aquello.
Dobló en un pasillo. Aunque no había mucha luz, ella podía jurar que no acababa de chocarse contra una pared. El impacto fue duro y ruidoso, y se cayó al piso de inmediato. Y alguien sobre ella. La cabeza apenas rozó el suelo antes de caer con delicadeza gracias a sus manos, pero igual se sintió mareada.
— ¿Quién es el tarado? —preguntó ella, a la oscuridad. Rápidamente se levantó de encima de ella.
— ¿Potter?
— ¿Malfoy?
—Eres una bruta.
—Y tú un estúpido —chilló ella—. Ayúdame a levantarme.
Scorpius Hyperion Malfoy, tan malo como su nombre, le pasó la mano y ella aceptó gustosa; bueno, no tanto. Lily odiaba al rubio de ojos grises. Para ella, y toda la escuela y para regocijo del sexo femenino, Scorpius era el prototipo perfecto de chico rudo-guapo-malvado. Era un imbécil que no hacía más que molestar a los chicos de las demás casas, era un mujeriego y libertino de primera, era un tarado que se las creía todas, era un... Malfoy.
—De nada —ironizó el. La pelirroja dejó de sacudir su ropa para mirarlo con violencia.
—Tú fuiste el que me chocó.
—Fuiste vos —dijo él, cruzándose de brazos.
No es que ella viera mucho ni vigilara sus movimientos, pero cuando el rubio Malfoy ponía esa voz de prepotencia la consecuencia era un cruzado de brazos fuertes sobre un pecho fuerte.
— ¿Yo? —preguntó, indignada.
—No Potter, el fantasma.
Y es que lo odiabas tanto cuando ponía esa voz de ironía y sarcasmo al tope. Era un tarado, indiscutiblemente. Aunque también era muy guapo, tanto que las chicas que en primero lo molestaban por ser hijo de un mortífago ahora se pasaban babeándose por él y estando en su cama. Gracias a Dumbledore, ella podía contra él y la tentación. Sí... podía tanto como su abuela.
—Eres muy poco caballero Malfoy —aseveraste, mientras te limpiabas la manga del pijama que parecía haberse rajado.
Como un rayo de velocidad, Scorpius te apoyó contra la pared, con sus dos brazos a cada costado de tu rostro y con la mirada gris al máximo de querer quebrarte. Las pupilas se le dilataron y un enorme negro estaba rodeado de un gris plata, los labios finos del rubio se abrieron temblorosos y sentiste como se apoyaba sobre la pared para llegar hasta tu rostro. Vos miraste con sorpresa al rubio, reprimiste un jadeo al sentir la respiración de el tan palpable como los dos centímetros que los separaban. Preguntas cómo ¿Qué está haciendo? y ¿Qué menta usa? cruzaron por la cabeza de Lily.
— ¿Qué estas haciendo? —jadeó ella, intentando moverse; no podía, no podía salir de la jaula de aquellos dos fuertes brazos y el cuerpo grande y fornido sobre ella. Tampoco que quería; que lastima. ¡Sí, si quería salir!
—No sé —fue la respuesta sincera de él. Miraba con interés los labios rojos de ella, intentando descifrar algo—. Tus labios son del color de la cereza.
La pelirroja arqueó lentamente las cejas, queriendo decirse a sí misma que esto era un sueño; no una pesadilla, porque si fuera una no estaría un ángel como Scorpius Malfoy encima de ella.
—Muévete —cerró los ojos al ver que su voz no había salido fría y calculadora como esperaba que fuera, salió tan rasposa y agitada que se reprendió a si misma. El rubio le sonrió con sorna, esta vez mirándola a los ojos.
—Ambos sabemos que no querés eso —comentó, con la voz suave y ronca; como si se estuviera arrastrando, como una serpiente. Y ella, como una leona retorciéndose sobre su presa, aunque ella era la víctima.
—Creído —escupió ella, mirando hacia otro lado que no sean aquellos ojos consumidos por el deseo. Se encontró con los brazos fuertes y estirados de él con la mano sobre la pared, junto a su oreja.
Los dedos del rubio se movieron perezosos, rozando las pequeñas orejas puntiagudas de ella. Lily miró, desde el ángulo más incómodo, como el dedo del rubio acariciaba la oreja con suavidad. Miró al rubio con la ceja alzada, y este dejó de observar la oreja para mirarla a ella, una sonrisa altanera cruzó sus labios.
—Pero si te encanta... —afirmó el, con voz obvia. Lily le quedó mirando seriamente unos segundos, y luego intentó escapar, el brazo de Scorpius se afirmó más en su lugar— ¿Qué pasa? ¿Lily Potter con miedo? ¿La reina de Gryffindor?
—Princesa —le corrigió ella, con una sonrisa falsa— Déjame pasar Malfoy.
—No creo que quiera —susurró el, mirando significativamente el cuerpo de la pelirroja. Por el momento, Scorpius pensó que aquellos dos osos sobre cada pecho de Lily eran de lo más atractivo que vio en su vida.
—No me hagas pegarte —ridículo que ella le esté advirtiendo, por más que le pateara el rubio no se movería.
El se rió silenciosamente, mirando inquietamente a los ojos de la pelirroja. Rápidamente se puso totalmente serio, como si fuera un bipolar demasiado excesivo, y se acercó rápidamente al rostro de la pelirroja, rosando los labios finos con los gruesos.
—Mal..Malfoy —susurró ella, mirando con los ojos abiertos al rubio.
— ¿Mm? —preguntó el, más un quejido que otra cosa. Acercó sus labios más a los de ella. Lily se apretó contra la pared para no tener que tocar al rubio.
—Malfoy —Lily sonó escandalosa, mientras sentía al rubio apoyarse sobre ella.
— ¿Qué pasa rojita? —preguntó el, la sonrisa más hermosa surcando sus labios.
—No me llames rojita —carraspeó ella—. Suéltame.
—No te hagas la mojigata Potter, no después de andar acostándote con Matt —el sonó furioso, pero Lily solo estaba prestando atención a no patearle en donde se debía.
— ¡Yo no me acosté con Matt! —chilló. Estuvo a punto de admitir lo virgen que era, pero eso herir su orgullo y, oh por Dumbledore que no pensaba hacerlo.
—Seguro —ironizó el rubio, mientras agarraba a la pelirroja por la cintura, la apretó más contra él, si es que eso era posible, y la apoyó contra la pared.
— ¡Basta! —chilló, dejó de moverse para quedarse seria y mirar al rubio—. Suéltame, o grito.
—Nadie te escuchara —el tenía el ceño fruncido— ¿Por qué tan mala Potter?
— ¡¿Eh? —chilló— ¡Es una joda esto! ¡Sí lo es! —era como pensar aquello y decirlo en voz alta.
—Deja de gritar, pareces una loca —bufó el.
— ¿Cómo quieres que no? ¡Malfoy tienen cinco segundos para soltarme, ahora mismo, de lo contrario te patearé en donde más te duela, ¡Eres un desubicado! ¡Estás atentando a la moral de las personas! No te pases Malfoy... ¿Malfoy? —Lily tembló al ver como el rubio había colocado su cabeza en el hombro de la pelirroja, dando pequeños besos al cuello— ¡Estás loco! ¡Absolutamente demente! ¡Soltame! ¡Te voy a dejar castra-
Scorpius calló a la pelirroja como quería; besándola. Los labios del rubio apretaron con fuerza a los de la pelirroja, con brusquedad y desesperación. La pelirroja quedó sorprendida, pero poco a poco fue gustando al beso y le siguió. Los labios se fundieron, mientras las lenguas comenzaron a jugar a envolverse y desenvolverse. La respiración agitada de ambos era incontrolable, cada vez que lanzaban un suspiro cambiaban de lugar. Ella a la derecha, el a la izquierda. Se separaron para respirar.
Lily abrió con lentitud los ojos, y se encontró con las órbitas grises del rubio. Ambos estaban agitadas, los pechos de Lily bajaban y subían con desesperación ante la respiración, chocando con el pecho duro de Scorpius. El rubio se pasó la lengua por los labios, saboreando el beso, deleitándose con la vista de una pelirroja despeinada y de labios exquisitamente hinchados.
Ella parpadeó varias veces, miró hacia abajo encontrándose con el pecho del rubio. Se sintió confundida, empujó con las manos en el pecho a Scorpius, el no se movió. Ella le miró irritada, sintiendo sus mejillas arder.
— ¿Y? —preguntó el. Ella frunció el ceño, sin entender. El miraba seriamente— ¿Te gustó?
—Vete a la m-
Otra vez el rubio la apretó contra él y la volvió a besar. Esta vez ella no tardó tanto en corresponderle, y las lenguas volvieron a unirse al igual que el néctar de ambos. Para Lily esta experiencia no era nueva, pero si era la mejor hasta ahora. Scorpius había pasado por muchas bocas diferentes, tocó varias cuerpos y aspiró el olor de varias fragancias; la mejor de todas era Lily Potter, sin dudas.
La pelirroja enredó sus finos dedos en el cabello lacio del rubio, estirándolo a su antojo. El rubio apoyó una mano en el trasero de la chica, y gimió al sentir lo redondo que era, la apretó más contra la pared, deleitándose con sentir los pechos redondeados de ella contra su pecho. La otra mano de Lily fue moviéndose lentamente, pasando por el brazo del chico, donde una fina camisa marcaba cada músculo, hasta llegar a la ancha espalda.
Ambos se sentían sumamente incapaces de dejar de tocarse, el bulto de Scorpius chocaba contra Lily, haciéndolo gozar a ambos, pero para Scorpius era una tortura a iguales partes. La beso con demasía, mientras mordía de vez en cuando el labio inferior e introducía su lengua en la cavidad de ella.
Entre las respiraciones agitadas se escucharon pasos. Ambos se separaron rápidamente y se miraron, con la boca entreabierta y los ojos mirándose sin poder evitarlo. Scorpius se separó de ella y rápidamente fue hacia donde venían los pasos.
—Scorpius —dijo la voz.
Lily se acostó contra la pared, y se deslizó con lentitud. Estaba realmente confundida. Intentó que no la vieran, aunque estaban bastante lejos y Thomas probablemente no doblaría la esquina.
— ¿Qué mierda hacés acá? —preguntó el morocho, apagando su varita.
—Tengo hambre, iba para la cocina —contestó el rubio.
Lily sonrió al escuchar la voz ronca y agitada del rubio.
— ¿A la cocina? —preguntó Thomas, como si fuera una broma— ¿Qué nadie cenó hoy?
El rubio solo levantó los hombros, jurando porque el amigo no vea el enorme bulto que tenía a causa del beso y que Lily no saliera de allí para pegarle con un zapato o meterle la varita en el culo por lo del beso.
—Andá para la Sala —fue lo que dijo Thomas después de un rato.
—Primero voy a buscar algo para comer —dijo el rubio, decidido, al ver que Thomas estaba por seguir su camino por donde Lily estaba.
—A la Sala Scorpius —dijo Thomas, furioso— ¡Vos también Potter!
Lily abrió los ojos y se tapó la boca. Resignada, se levantó del suelo y cruzó algunos peldaños, acercándose a ellos.
—Hola Thomas —dijo ella, con voz tímida. El rubio le miraba con la boca abierta, Lily Potter a la luz de la luna parecía un hada.
—Lárguense ya los dos —Thomas chasqueó la lengua—. Tal vez no le cuente nada a Albus.
Lily miró rápidamente al rubio, que miraba a su amigo con cuidado.
— ¿Qué le tendrías que decir a Albus? —sonó tranquilo, aunque parecía realmente preocupado. Thomas le miró con una ceja alzada.
—Que por poco no violas a su hermana en la penumbra de un pasillo —Thomas sonrió sarcásticamente al ver como Scorpius miraba hacia otro lado— ¿Se van o no? Lily, tienes la camisa levantada. No me quejo.
Lily miró con las mejillas sonrojadas a su camisa de ositos, se le veía toda la panza, rápidamente la acomodó.
— ¿Qué esperan? —preguntó Thomas, aburrido— Qué casualidad que los dos tengan hambre.
La pelirroja no miró más al rubio, rápidamente se alejó, el rubio mirando la sombra del trasero bien formado.
—Gracias Nott —dijo Scorpius, pasando un brazo sobre los hombros del morocho.
—De nada Malfoy —el amigo le sonrió— ¿Y cómo besa?
—Espectacular —sonrió el rubio—. Adoro que seas prefecto.
—Yo también —aseguró Thomas— Espera. ¿Sabe Albus del plan éste?
—No —dijo rápidamente el rubio— No se lo digas. ¡Me matará!
—Bien, no se lo diré —Thomas rodó los ojos— Suertudo.
—Lo sé.
Tengo una gran -gran- noticia. ¡Voy a seguir con ésta historia! No sé si ya, o dentro de unas buenas semanas, pero la voy a seguir. Sí, el fic va a tratar de todo ese rollo del beso, y ésto no es más que el prólogo. Pero pronto, el fic abarcará un tema mucho más gracioso, Scorpius se verá en las manos de Lily y su vida depende de ella y que sepa cuidar animales... literalmente hablando. Espero se les haya ocurrido algo ;).
¡Ya saben, siempre un review ayuda y ustedes pueden decirme si les gustó o no! Espero me apoyen en esto, y tengan paciencia. Aprovecho que estoy arreglando esto para agradecer a todas las divinas que agregaron este antes One y ahora Fic Largo a sus favoritos, alerts y por dejar comentarios. Realmente están en mi corazón.
Besos y Muchas gracias! :D
