Marlene McKinnon es todo lo que él quiere. Desde hace tiempo que ella consigue captar toda su atención en cuánto pone un pie en el mismo espacio que él. Y sabe que no es el único chico al que le pasa. Por ejemplo está ese idiota de Benjy Fenwick que la invitó a ir a Hogsmeade. Suerte que ella lo rechazó, mordiendo su labio inferior y con un leve rubor en las mejillas. Algo que a él le encantó ver.
Que Marlene tiene mucho éxito con los chicos todo el mundo lo sabe. Y es normal. Su larga melena dorada y sus celestiales ojos redefinen el término de belleza. Cuando se ríe hace unos adorables ruiditos con la nariz y se tapa con una mano la boca tratando de ahogar su escandalosa risa. Si se enfada, frunce el ceño y tuerce la boca; pero no se debe confundir esa expresión con la que suele tener cuándo está triste. Oh no, ese es el peor error que se puede cometer con Marlene McKinnon. Porque es una verdadera leona. Su mal genio es conocido por todo Hogwarts desde que en quinto año hiciera que esa víbora presumida de Carrow pasara la noche en la enfermería con la nariz transformada en la de un oso hormiguero. Porque sí, Marlene McKinnon es la mejor alumna de la profesora McGonagall y tiene un talento impresionante para las Transformaciones.
A él le encanta observar a Marlene McKinnon jugar al quidditch. Ver como su melena ondea al viento, como frunce el ceño cuando una jugada sale mal y como le grita a James que más le vale que se dé prisa en encontrar esa maldita snitch o convencerá a Lily de que ese tal Higgs es perfecto para tener una cita. Aunque es una broma porque Marlene es una buena amiga, tanto de James como de Lily, y lo único que desea es que ese par de tontos por fin se den cuenta de que se quieren y la hagan madrina de al menos uno de sus hijos, o por lo menos que la dejen ser dama de honor en su boda.
Marlene McKinnon es todo lo que él quiere y lo único que nunca podrá tener. Porque que Marlene tiene mucho éxito con los chicos, es preciosa y adorable, incluso cuándo se enfada, son cosas que todo el mundo sabe. Pero lo que nadie sabe es que ella nunca se fijará en él ni en Benjy Fenwick porque Marlene McKinnon solo tiene ojos para cierto pelinegro de ojos grises con el que tontea cada vez que se pasa con el dichoso whisky de fuego y con el que discute a diario por cualquier tontería.
