Alienación incompleta

Luna tiene once años. Once años, una varita y, en esos momentos, unas gafas de sol de plástico en las que pone 2006. Se las ha encontrado en un armario del segundo piso mientras buscaba sus zapatos. Lleva un mes de colegio, y ya han desaparecido.

Le gusta pensar que son aventureros.

Luna, a veces, se siente sola. Los demás piensan que es rara, que está loca. No se lo toma muy en serio. Debe de ser horroroso no poder ver más allá de tus narices.

No se lo toma muy en serio, pero a veces, las palabras duelen. Y los empujones aún más. Y la verdad es que encontrarse aquel sapo muerto dentro del libro de Transformaciones no le sentó bien. ¿Qué había hecho el pobre animal para acabar allí?

La única que habla con ella es Ginny Weasley. Al principio no lo entiende. Es guapa, tiene muchos hermanos. Hay gente que la teme, pero es simpática, y pronto olvidarán lo que pasó en primero.

Luego se da cuenta - y Luna es una persona bastante observadora, no sabe como no lo vio antes - de que Ginny es mucho más que pelo bonito, ingenio agudo y temperamento flamígero. Acaban haciéndose amigas de verdad.

Lo que lleva a que comience a fijarse en el chico que le gusta a Ginny desde los once años. Harry Potter.

Es amable, valiente. Tiene los ojos más bonitos que ha visto jamás, verdes. Y nunca se rinde. Y es una celebridad, pero le da igual. Su estatus es, para él, poco más que una molestia.

Luna cree que lo que más le gustaría a Harry Potter es que su vida fuera poco extraodinaria como se siente.

No sabe que, en realidad, él no es normal en absoluto.

- Señorita Lovegood, pase - Luna obedece, y atendiendo a la seña de Dumbledore, toma asiento.

- Me ha comentado el profesor Snape que alguien adulteró su poción, en la clase de Pociones del jueves.

- Fue un coreonte de mazmorra, señor - Luna sonríe, dándole la sutil curva de sus labios cierto aspecto etéreo a la expresión.

- Desde luego - el anciano profesor le devuelve la sonrisa, sin poder evitarlo. Es una chica muy especial, la hija de Xenophilius. Muy especial de la mejor manera posible. Ah, si alguien más pudiera verlo.

Los pensamientos de Dumbledore comienzan a girar, alejándose cada vez más del tema que estaban tratando. Luna espera, en silencio, todavía sonriendo. No le importa darle tiempo al director. A veces, hasta las mentes más maravillosas necesitan descansos.

Espera, en silencio, mientras Fawkes acicala sus plumas y Dumbledore medita. Súbitamente rompe el silencio.

- ¿Eres amiga de Harry, Luna?

No se esperaba eso.

Parpadea, sorprendida como pocas veces en su vida.

- Creo que no - ante la mirada algo desconcertada del director, se explica -. Los amigos se cuentan cosas. Harry no cuenta nada, nunca.

- Exactamente.

Dumbledore sonríe, ese familiar brillo presente en sus ojos azules. Y Luna le entiende.

En algún lugar suena una campana.

- Hora de cenar, señorita Lovegood.

- Hasta luego, señor.

- Buenas noches.

Luna no vuelve a sentirse sola jamás.


Publicado también en mi livejournal. Gracias por leer :)